Palabras del Presidente de la Nación, Javier Milei, en la presentación del libro "Cambia la Música" del economista Salvador Di Stefano en La Rural

  • Compartilo en redes :

Palabras del Presidente de la Nación, Javier Milei, en la presentación del libro "Cambia la Música" del economista Salvador Di Stefano en La Rural.

SALVADOR DI STÉEFANO: Un gran placer que esté aquí y bueno, que el libro sea una excusa para encontrarnos con toda esta gente. Y me dijiste: “vas a meter mil personas”. Y acá están las mil personas.

PRESIDENTE: En principio nada, quiero darte las gracias por haberme invitado a discutir sobre tu libro y la verdad es que me gustó el libro, así es que básicamente a mí me gustaría contarles de qué va el libro, si me lo permitís. Básicamente el libro yo lo voy a hacer muy sintético desde mi punto de vista. Más allá de cómo está estructurado, para mí sí tiene cuatro bloques muy bien definidos. Tiene un primer bloque donde, con total claridad, Salvador describe la herencia que recibió el gobierno y cómo fuimos trabajando en cada una de las bombas que nos dejaron plantadas, es decir, todo el trabajo de relojería que hubo que hacer, porque cada uno de esos cables podría haber derivado en una explosión y que hoy estaríamos discutiendo en Venezuela, no en Argentina con perspectiva de hacer grande a la Argentina nuevamente. Y en ese sentido, tiene toda una parte de diagnóstico macro que a mí me parece muy muy interesante, está bien hecha, está bien diseñada.

Después tiene toda una parte que a mí - yo reconozco que me gusta mucho - que es toda la parte que tiene que ver con la temporalidad pura, puesta en el análisis económico, que tiene que ver con todas las cuestiones poblacionales y de generaciones. De hecho, se mete de lleno también con la cuestión del régimen previsional y eso implica forzosamente meterse con las cuestiones demográficas. Después uno lo puede tratar con una u otra perspectiva, lo puede poner dentro de un determinado marco o no, pero es un mecanismo muy interesante para ordenar la intertemporalidad, que es algo que ni aún los economistas manejan muy bien, por decirlo de alguna manera elegante y educada.

Después, hay otro bloque que es básicamente Salvador tratando de hacer docencia. En ese bloque trata de explicar qué es lo que hay detrás de la macro, tiene una parte que trata de explicar qué hay detrás de la micro. Es interesante porque la micro, como la mira Salvador, es como hay que entenderla, y no tanto como se la estudia en un curso de microeconomía. Lo digo habiendo sido profesor de microeconomía durante 25 años. Hay un comentario muy interesante que hace en algún momento Martín Krause; de los libros de microeconomía, él toma el Microeconomía intermedia de Varian que, desde mi punto de vista, en ese nivel, es sin lugar a dudas el mejor libro de micro - y entonces trata de ver cuántas veces está la palabra empresario. Ninguna. Y cuando va y mira firma, bueno aparece cuatro veces. Esto significa que, y esto tiene que ver también mucho con el libro que yo estoy publicando ahora, que lo lanzamos el 6 de octubre en el Movistar Arena; que obviamente que no solamente voy a hablar del libro, voy a hacer otras cosas; va a haber cosas que hacía algo así como 37 años que no hacía, pero bueno, eso es otro detalle. Algo mostré en el Luna Park el año pasado, pero más allá de eso, la economía neoclásica tiene un problema en la cual trata el problema de las firmas y eso hace que la lectura, cuando se hace desde la micro, no es satisfactoria para ver los problemas reales.

Y lo que sí hace Salvador es integrarlo con el análisis de balances y demás y, entonces, la forma en la cual ustedes empiezan a hacer micro de verdad, por decirlo de alguna manera, o al menos mirar una firma. Igual quiero aclarar que toda esa discusión, cuando ustedes escuchan a los economistas hablar de la micro y de la macro, eso implica que ese economista que esté diciendo eso no sabe. O sea, puedo entender que lo digan los periodistas, que son como una suerte de océano de un milímetro de profundidad, pero en realidad la verdad es que los economistas hoy hacemos algo que se llama de equilibrio general y que básicamente la macro es la suma de todas las micro. Entonces no existe incompatibilidad entre la micro y la macro, eso es una tontería del tamaño de una casa y esa discusión básicamente se terminó en 1968. Veo que ahí hay un coso que está re bullish, porque dice “Milei 2027”.

La realidad es que esa discusión que tomó lugar en la segunda década... perdón, ¿cómo me voy a olvidar de la Ley Conan? Soy el que más la impulsa. De hecho, lo estamos impulsando con el diputado Arabia. Bueno, por eso nosotros estamos trabajando en eso. Estamos recrudeciendo las penas para esos hijos de puta que maltratan a los animales. Pero volviendo a lo que estaba discutiendo, esa discusión de la diferencia entre la micro y la macro que tuvo lugar a partir desde mediados de la década del 30, a partir de una obra siniestra, nefasta, que ya saben de cuál estoy hablando. Y eso básicamente se terminó, ese debate se terminó en 1968, con los trabajos de Milton Friedman y Edmund Phelps, acerca de la curva de Philips aumentada por la inflación. Y se terminó de decretar que eso no se hacía más, en 1972 con un trabajo de Robert Lucas Junior, sobre expectativas racionales y su validación empírica, del 73. Por lo tanto, cuando escuchan a los economistas hablar de micro, macro, no… significa que están flojitos de análisis económico: son pre 1968 en términos de análisis económico.

Y más allá de eso, de que uno haga equilibrio general o no, hay que ver si hacen equilibrio general de stock y flujos. Cuando hacen equilibrio general de stock y flujos, lo cual implica incorporar la intertemporalidad, ustedes van a tener el activo, que es lo que en economía llamamos el capital y ahí adopta, cuando hace un equilibrio de stock y flujos, adquiere importancia lo que hacen en materia de financiamiento; y para eso ustedes tienen que saber leer balances y demás, y Salvador se toma el trabajo de hacerlo. Pero no solo eso, sino que además le dedica un capítulo al principio de imputación de Menger, lo cual me produce una felicidad extrema.

A veces uno se encuentra en esta tarea de intentar divulgar con cosas, con piezas impensadas y que ayudan mucho a pensar los temas, porque, por ejemplo, yo no me olvido el día que estaba en lo de Ale Fantino y entonces casi me estaba saliendo con el argumento de, ¿se acuerdan cuando Casero tuvo esa genialidad que fue “quiero flan”? Se me quemó la casa, se me quemó la heladera, se me quemó la cocina, se me quemó todo. ¿Y qué le decían? ‘Quiero flan’. ‘Tengo otros problemas antes...’ ‘Quiero flan’. Frente a esa situación me decía no, te van a pedir esto, esto, esto, y yo le dije no hay plata, no hay plata, que parecía una frase inocua o casi obvia, fue algo que Argentina ignoró durante 123 años. Porque básicamente nosotros llegamos y Argentina llevaba 123 años de déficit fiscal, porque los únicos años que tuvo superávit estaba en default, y nosotros pusimos las cuentas públicas en orden en el primer mes de Gobierno en el Tesoro y tardamos 6 meses para hacerlo en el Banco Central. Con lo cual eso terminó siendo una bendición, porque la gente internalizó que era el “no hay plata”.

Me acuerdo que además habían hecho una canción con “no hay plata”, y la cosa llegó y se puso tan graciosa que, yo en ese momento estaba de novio con esa artista brillante, increíble, incomparable que es Fátima Florez, y entonces me empezó a imitar. Y ella en general no imita, no hace, en rigor se llaman interpretaciones magistrales. Al único hombre que hace es a Michael Jackson, que también es una obra de arte lo que hace, y la única excepción la hizo entonces conmigo y entraba cantando “no hay plata”. Así que era algo muy divertido, y cómo entró la idea de la restricción presupuestaria, eso es un buen punto. Y ver a la gente decir: “Bueno, pero ¿de dónde la vas a sacar? Vas a gastar esto, ¿de dónde la vas a sacar?, ¿de dónde la vas a sacar?” Eso también fue un gran avance. Pero otra cosa, volviendo al principio de imputación de Menger, eso también fue un hecho bastante fortuito. Estaba en lo de Ale Fantino también, y entonces me decía: “No, bueno, pero entonces te salta tal variable y los costos, y entonces los precios suben”, y entonces le dije que ahí el que resolvía era Menger, o sea, el principio de imputación de Menger. Sí, gracias Darío.

Darío es una de las personas que más sufre en el equipo, porque es el encargado de protocolo. ¿Se imaginan lo que es estar, seguir el protocolo conmigo? Así que un aplauso para Darío Luca, que tiene un trabajo insalubre, que es tratar de lograr que yo me mantenga dentro del protocolo, lo cual, con algún éxito lo logra, pobre. Lo logra a pesar de mí, así que imagínense lo bueno que es.

Y fue interesante porque, bueno, Fatino me pidió que haga una traducción. Y como estoy de civil y estoy claramente fuera de protocolo, yo le dije: “Bueno, si querés subir los precios, subilos, y te vas a meter el producto en el totó”. No dije así, no dije en la versión mendocina, lo dije en la versión porteña. Y ahí lo que ocurrió también es que, a partir de ahí, todo el mundo empezó a hablar del principio de imputación de Menger. Menciono estas cosas porque, si hay algo también que caracteriza a Salvador, es que es un gran divulgador. Y después tiene una parte internacional que también me resulta interesante. Pero si ustedes me permiten — y si me lo permite también Salvador, que es el autor del libro—, hay una parte del libro que a mí me parece brillante, que es, yo diría, casi como la conclusión del libro. Creo que, esto es mi opinión, que es lo que lleva a ponerle el nombre que le pone al libro: esto de “cambiar la música, ahora hay que cambiar el paso”. Y describe cómo funciona el modelo de las empresas bajo el régimen K y bajo nuestro Gobierno. Entonces, yo me voy a tomar el atrevimiento de leerlo. ¿Te gustó el análisis que hice del libro?

DI STEFANO: Sí, me gustó después que él quisiera que hable de los fallos de mercado, que eso te faltó ahí. Es interesante el tema de los fallos de mercado, porque cuando no saben explicar algo dicen que hay un fallo de mercado, y permanentemente yo digo que no hay fallo de mercado, que eso lo hemos hablado un montón de veces.

PRESIDENTE: Ya se despacha con algo brillante en la página 15. Como verás está todo reventado, no le perdoné nada. La sección arranca con los negocios del plan kirchnerista. Dice: los emprendedores observaban que los precios subían por el ascensor, mientras que la tasa de interés lo hacía por la escalera. Con una tasa de interés negativa versus la inflación era un gran negocio tomar financiamiento para adquirir mercadería y constituir stocks muy elevados. Tomar financiamiento para comprar mercadería importada era un negocio mucho mejor. La brecha entre el dólar mayorista y el dólar del mercado estuvo por mucho tiempo por encima del 100%, con lo cual era un gran negocio tomar un crédito a tasa negativa, importar mercadería a dólar mayorista y venderla en el mercado con un margen de ganancia y el tipo de cambio del dólar blue. Bingo, una gran ganancia que no tendría límites. El negocio no pasaba por vender: simplemente se despachaba la mercadería necesaria para pagar el endeudamiento que se había contraído. La mercadería que no se vendía significaba una ganancia importante, porque con el paso del tiempo aumentaba al ritmo de la inflación, lo que engordaba más el patrimonio de los emprendedores. El mix de alta inflación, tasa de interés negativa y gran brecha cambiaria aseguraba a muchos emprendedores una gran utilidad con el mínimo esfuerzo y capital posible. Pero no termina aquí todo, los emprendedores tenían subsidios de energía eléctrica, gas y combustibles, más ganancias fáciles que los convertían en hombres exitosos que se movían como peces en el agua. Mientras la Argentina como país se degradaba año tras año, obtenían grandes ganancias los actores económicos que arbitraban correctamente las tasas de interés, la inflación y el tipo de cambio. Disneylandia para muy pocos.

Las ganancias de los empresarios no se producían por mejora en la eficiencia, productividad o competitividad. Como teníamos una economía cerrada, no competíamos con nadie. Las ganancias provenían del manejo financiero del negocio. Con poca escala y escaso capital se podía conseguir grandes ganancias. No se vendía, solo se despachaba. Este concepto es fabuloso: no se vendía, solo se despachaba. Y como los márgenes eran muy, muy grandes, alcanzaba y sobraba para vivir muy bien. Esto, si ustedes pusieran la definición de ya sea del ROA, el retorno sobre los activos, o usaran la definición del ROE, el retorno sobre el equity, lo que van a tener es que cuando tienen un concepto de ganancia, en el caso del ROA, el resultado operativo, el earning before interest and taxes, el EBITD, lo tienen que netear de impuestos y lo dividen por el capital invertido, que en realidad es el activo definido como activo fijo, el activo no corriente, más el working capital, que eso es lo que en economía llamamos valor del producto marginal de capital. Y por otro lado, entonces, si ustedes multiplicaran arriba y abajo por las ventas y reacomodan, les va a quedar que el retorno es margen por rotación. Entonces lo que está mostrando acá es que la lógica del negocio acumulaba muchos stocks, porque el resultado lo derivaba de las ganancias de capital sobre el stock. Entonces, no le interesaba mucho rotar, pero tenía unos márgenes monstruosos. Pero es muy importante que lo piensen en términos de margen y rotación. Entonces, había una rotación que era muy baja, porque el negocio era que los stocks, generaban ganancias de capital en los stocks, y por ende sacaban unos retornos enormes. Y acá es donde empezaron los problemas.

Página 21: “Al asumir Javier Milei - o sea yo -...” O sea, le cagué la vida a unos cuantos que se dedicaban a la joda. Lo más lindo es que decían que era el modelo productivo. Ese es el modelo productivo: pura timba, nada más que timbeaban con activos reales.

DI STEFANO: Estafaban a los ahorristas.

PRESIDENTE: Sí, y la variable de ajuste era la gente. “Al asumir Javier Milei los bonos soberanos rendían el 60% anual; en la actualidad rinden, en promedio, el 11% anual… bueno, ahora un poquito más alto… La brecha entre el dólar mayorista y el dólar MEP era del 200%; hoy esa brecha se sitúa en torno al 10% que, de hecho, está más o menos ahí. La inflación tomó un ritmo a ubicarse en torno al 27% anual para el 2025. Cuando el actual Gobierno asumió, estábamos en torno al 200% anual y llegó a acelerar hasta el 300%. Con este nuevo formato, en la macroeconomía cambió totalmente la forma de hacer negocios. El nuevo Gobierno dejó de otorgar subsidios a la energía eléctrica, gas y combustible, con lo cual el emprendedor comenzó a convivir con precios más reales en la economía. Las tasas de interés, que eran negativas contra la inflación durante la administración kirchnerista, comenzaron a ser positivas y a proteger a los ahorristas. Entonces, en la actualidad, con tasas de interés positivas frente a la inflación y una caída sustancial en el aumento de los precios, no tiene ningún sentido construir stocks. Cuando decimos esto, lo planteamos en el sentido amplio de la palabra: las empresas no pueden tener stock inmovilizado, deben pasar a una política de alta rotación del inventario. El costo de oportunidad de tener dinero parado, contra un sistema financiero que paga tasas por encima de la inflación por el dinero físico, nos obliga a cambiar la estrategia. En la actualidad, es muy oneroso tomar financiamiento, porque si la tasa pasiva es positiva contra la inflación, la tasa activa es mucho más elevada. En otras palabras, en el nuevo programa económico hay que trabajar con capital propio y no con dinero de terceros. No conviene constituir stocks; por el contrario, hay que tener una política deliberada de rotación de los bienes de cambio. En el pasado reciente, las empresas despachaban productos; en la actualidad, las empresas tienen que salir a vender, o sea, los empresarios tienen que vivir de ser empresarios.

No puede quedar mercadería inmovilizada en la estantería. Cuantas más veces se rote la mercadería, más alta es la ganancia del dinero. Es decir, se encuentran con una situación donde ahora los márgenes son más bajos porque sinceraron los precios, porque tienen que salir a competir por vender los productos. Entonces, la forma de compensar en términos de retorno ese menor margen es laburando de empresarios, rotando el activo. ¿De qué se creen que se trataba todo el sistema de calidad total de los japoneses y todo eso? Todo, en el fondo, ¿saben qué era? Minimizar los stocks. Cuando ustedes, o sea, el Just in Time, ¿qué se creen que es? Es minimizar el ciclo de vida del capital de trabajo. Entonces y, por ende, hay que diversificar la oferta, buscar paleta de productos que estén al alcance de la mayoría de los consumidores. Con este modelo, las empresas han visto incrementar sus gastos de estructura, en especial por la fuerte suba de los servicios públicos. Como esto implica menos rentabilidad, hay que mover mucho más la toma de decisiones y el capital de trabajo. O sea, lo bueno es que en la página 24 está el resumen, pero era divertido leerlo desde el libro, todo entero. Para terminar de comprender todo lo que fuimos describiendo hasta acá. Podemos pensar en esta imagen: la economía es como estar en un boliche bailable, cuando cambia la música hay que cambiar el paso. Con el kirchnerismo, la música era inflación, devaluación del peso, tasa de interés negativa contra la inflación y huida de capitales. No le errabas: tenías que endeudarte, constituir stocks, vender lo justo y necesario, ahorrar dólares y hacer la plancha. Con el actual gobierno, la música es baja inflación, apreciación del peso, tasas positivas contra la inflación y llegada de capitales externos. No le erras si trabajás con el capital propio, rotás mercaderías, vendes lo máximo posible, ahorras en instrumentos financieros ligados al peso y haces crecer tu negocio buscando licuar los gastos de la estructura. Listo, está más claro, échale agua.

DI STEFANO: Tengo que agradecer al Presidente las conversaciones que hemos tenido en privado y también los libros que ha escrito, que nos han servido a muchos de nosotros. Pero una de las cosas que nosotros planteamos —y un poco que vos las planteás en los libros— es que la variable incontrolable es el programa económico. Nosotros tenemos que estudiar el programa económico y luego tenemos que ayudar a los empresarios en el plan de negocio. Y cuando alguien se equivoca en el plan de negocio, no hay una falla de mercado: nos equivocamos nosotros con los supuestos económicos, o se equivoca el empresario cuando llega al mercado. Y tener ese concepto de “no hay falla de mercado” es retroalimentar y volver a corregir. Me parece que muchas veces no está en la mayoría de los que hacen análisis económico.

PRESIDENTE: Vamos por partes. La primer cuestión, para que entiendan qué es falla de mercado, los economistas, deberían saber de micro. El primer problema es que, si están con la distinción entre la micro y la macro, es porque no saben de micro. O sea, en general usan la macro berreta, keynesiana, atada con alambre. Pero, más allá de eso, para entender los fallos de mercado hay que saber de micro en serio. Ahora, el problema de los fallos de mercado, la verdad es que, si uno supiera definir “mercado”, se daría cuenta de que, técnicamente, no existen. Lo que pasa es que ustedes le preguntan a un economista qué es el mercado, y tampoco sabe contestarlo. Ustedes van a ver que van a empezar a hacer piruetas conceptuales para describir las curvas de oferta y demanda. En realidad, el mercado es un proceso de cooperación social donde se intercambian voluntariamente derechos de propiedad. Cuando ustedes ponen la idea de los intercambios voluntarios, automáticamente —salvo que sean masoquistas, que no es la generalidad de la gente, o hay que escribir las preferencias de otra manera—, la realidad es que no hay lugar para fallo de mercado. Eso tampoco quiere decir que no nos vayamos a equivocar. En el libro Capitalismo, creatividad y justicia distributiva, de Israel Kirzner, tiene un capítulo dedicado al funcionamiento del mercado, y entonces explica que ustedes pueden ir al mercado con una idea y puede que no se realice. Pero eso no es un fallo de mercado; eso es que le erraron, que es otra cosa muy distinta.

Entonces, termina describiendo el comportamiento del mercado como lo que, en economía, estudiamos en economía matemática como el modelo de la telaraña dinámica. Es un modelo que puede no coincidir oferta y demanda y va describiendo cómo va a alcanzar el equilibrio, en el caso de que sea estable; en el caso que no lo es, diverge. Y hay otro caso que se llama ciclo límite, que es: o queda siempre dando vueltas a la misma distancia, o los más sofisticados son ciclos límites que empiezan a converger hacia el punto de equilibrio, y cuando están cerca, se va. Entonces, está todo el tiempo oscilando. Pero, más allá de cómo uno lo quiera caracterizar matemáticamente, cuando entra la idea de los intercambios voluntarios —salvo que haya violencia, que es violar los acuerdos voluntarios, que es violar el principio de no agresión—, automáticamente eso no es un fallo de mercado, eso es un problema de violencia institucional. Entonces, la realidad es que, en estricto rigor, todo eso que en economía llamamos “fallos de mercado” está construido en función de poder resolver el sistema de ecuaciones de un modelo de equilibrio general, para que el equilibrio exista, si es posible que sea único, y si es posible también que sea estable. Pueden dar equilibrios múltiples, y algunos van a ser estables y otros no. Pero —y además hay una aberración adicional— que es asimilar la idea del óptimo de Pareto con la idea de la mano invisible de Adam Smith, y eso le pone una categoría casi como moral al equilibrio que sea óptimo. Y ahí es donde lo arruinamos, porque tratando de reconciliar con el óptimo de Pareto, la idea de la mano invisible de Adam Smith con la idea de Pareto del óptimo, eso tiene asociada una estructura matemática que nos obliga a tener comportamientos cuasi ridículos en las descripciones que… Yo me imagino que acá muchos deben ser empresarios, y sinceramente la teoría neoclásica está tan ridículamente planteada que parecería que es lo mismo tener un empresario que tener un ordenador, o sea, tener una computadora que resuelva todos los problemas. Y claramente, esa no es la realidad.

Dicho esto, todos estos problemas de los fallos de mercado son situaciones donde diverge el supuesto óptimo con el resultado. A ver, porque quizás no soy muy claro en lo que estoy diciendo, pero, por ejemplo, un fallo de mercado son los monopolios o las estructuras concentradas. Bueno, en estricto rigor, cuando ustedes hacen equilibrio general no ponen estructuras concentradas o cosas por el estilo, hablan de no convexidades. Es decir, es tan loco lo que pasa con la economía neoclásica que es que cuando el mundo no se parece al modelo, el equivocado es el mundo y no el modelo. Bueno, si a ustedes de algo les sirve un consejo —que nadie me pidió, pero creo que es útil— cuando tengan que elegir entre la realidad y el modelo y están de patadas, tiren a la mierda el modelo. Así que quédense con la realidad y busquen un modelo mejor. Humilde sugerencia.

DI STEFANO: Te meto en otro tema que siempre nos preocupa...

PRESIDENTE: Disculpame, porque saben qué, atrás de los modelos hay un montón de técnica matemática, donde además les voy a decir algo: toda la matemática que está atrás de eso es todo topología y el 95% de los economistas no saben nada de topología. Algunos nos tomamos el laburito de tratar de entender, y entonces decimos: “Pará, tené cuidado, con mucho cuidado”.

DI STEFANO: Si, yo te decía que un cambio fundamental de tu Gobierno es lo que has hecho con el Banco Central de la República Argentina, que ya no financia más al Tesoro, y es un cambio estructural para todos los argentinos.

PRESIDENTE: Bueno, eso yo me acuerdo que hasta no hace mucho se discutía si la inflación era multicausal o era un fenómeno monetario. A mí siempre me gustó remarcar la hipótesis de Milton Friedman, que dice que la inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario, generado por un exceso de oferta de dinero, ya sea porque subió la oferta, porque cayó la demanda o las dos cosas a la vez, lo cual hace que pierda poder adquisitivo el dinero y todos los precios expresados en unidades monetarias suban. La verdad es que, cuando uno ve eso y mira lo que ha pasado a lo largo de la historia argentina, era: “Okay, ¿querés terminar con la inflación? Tenés que cortar la emisión monetaria”. Y el primer mecanismo para cortar la emisión monetaria fue poner en caja las cuentas del Tesoro. Y después lo que hubo que hacer, que fue un trabajo fenomenal entre Santiago Bausili, presidente del Banco Central, y Pablo Quirno, fue esta idea de empezar a limpiar el balance del Banco Central y eliminar el cuasi fiscal. De hecho, Argentina tenía 15 puntos de déficit: tenía 5 en el Tesoro y 10 en el Banco Central. Y eso nos llevó 6 meses. La verdad es que esa deuda siempre debería haber estado en cabeza del Tesoro, porque en realidad los distintos gobiernos hacían déficit fiscal, le metían la mano adentro del bolsillo del Banco Central, se imprimía dinero y, para que no se genere inflación, lo que se hacía era tomar ese dinero y pagar tasa de interés. Es decir, en lugar de estar tomando la deuda el Tesoro, la estaba tomando el Banco Central. Por eso nosotros decimos que, cuando llegamos, la deuda era de 500.000 millones de dólares y hoy hay 450.000 millones de dólares. Es decir, nosotros en 20 meses pagamos 50.000 millones de dólares, mientras que los orcos dicen que nos estamos endeudando.

DI STEFANO: Cuando hay superávit fiscal.

PRESIDENTE: Bueno, ellos parece que tienen un problema con la aritmética, ¿no? Porque la deuda se acumula con déficit. Pero, claro, quizás les parece que, si lo hacen con emisión monetaria, no. O sea, lo que están diciendo es que estaban dispuestos a estropearle la vida a los argentinos con inflación. Pero ahí el trabajo entre Santiago Bausili y Pablo Quirno fue fenomenal. Y dentro de todo este proceso, además, pagamos 50.000 millones de dólares de deuda. Así es que... Y eso lo que hizo fue frenar la emisión endógena, porque esos intereses generaban emisión monetaria futura, por ende, generaban expectativas de inflación, y por ende toda la economía terminaba escalándose más arriba y terminaba convalidando después monetariamente. Y bueno, y así… la verdad que la inflación llegó a niveles del 300% anual, pero, en estricto rigor, cuando uno mira los promedios móviles, el dato punta estaba por encima del promedio de tres meses, el de tres meses por encima del de seis meses, y el de seis meses por encima del de un año. Esto quiere decir que la inflación venía acelerando. De hecho, cuando nosotros llegamos, era del 1,5% diario. La inflación mayorista fue de 54%; ustedes anualizan eso y da 17000. Y la verdad que teníamos un money overhang que era el doble que el que había en el Rodrigazo: el Rodrigazo implicó sextuplicar la tasa de inflación. Con lo cual, nosotros hubiéramos pasado de 300…

DI STEFANO: A 2000.

PRESIDENTE: Sí, en realidad… discúlpame, perdón: por seis se multiplicó, y esto era el doble, o sea, 12; o sea, nos íbamos a 3600. No solo eso, sino que además teníamos el equivalente de cuatro bases monetarias venciendo en un día. O sea, las Leliqs el Gobierno anterior las pasó a instrumentos que eran a siete días, quince, veintiocho, así, tres meses, seis, nueve... las pasó todas a un día. Con lo cual, teníamos la bomba a un día. Y no solo eso, sino que además teníamos el equivalente de vencimientos de deuda en pesos a nueve bases monetarias. Con lo cual, según Korenberg, dice que con la hipótesis del 17.000 me quedé corto. Bueno, eso era convertirnos en Venezuela. Está claro que no estamos en el paraíso, que la situación es dura; pero cuando sinceramos la economía teníamos 54% de pobres; hoy tenemos 31. O sea, hay 12 millones que salieron de la pobreza.

La inflación venía corriendo al 17.000%. 30% es un número horrible todavía, pero es menos malo que 17.000%. Sacamos a 6 millones de personas de la indigencia, es decir, gente que no comía hoy sí come, hay 6.000.000 que comen. La verdad, parece que todo el día nos están comparando contra Suiza, cuando en realidad íbamos camino a convertirnos en Venezuela. Y de vuelta, no digo que sea fácil, acepto y siempre dije que iba a ser duro. 31% de pobres sigue siendo una cosa aberrante, pero si yo miro la inflación bajando, la economía recuperando hasta que los orcos empezaron a romper todo, la pobreza cayendo, la indigencia cayendo y de tener 9.000 piquetes pasar a cero piquetes. Falta, pero vamos por la dirección correcta. Por eso también en la campaña yo le estoy diciendo a la gente que estamos a mitad de camino, entonces hagamos que valga la pena el esfuerzo, porque la verdad es que nos dejaron un campo minado lleno de bombas. Arreglar eso no es gratis, cuesta sacrificio, cuesta dolor, además con los orcos rompiendo todo. Pero, ¿qué quieren? ¿Volver a la inflación, a la pobreza, al choreo? Me parece que no. Tenemos que seguir, no hay que aflojar, hay que terminar de cruzar el río y entrar en el sendero que haga grande a la Argentina nuevamente.

DI STEFANO: Tenemos 5 minutos, y bueno, en las charlas que yo estoy dando por el interior, trato de —hoy nos acompaña Adelmo Gabbi acá con nosotros— trato siempre de ponderar el asociativismo y el mercado de capitales. Creo que la plata más barata se va a conseguir si vos te asociás en un proyecto con otra persona y ambos invierten a tasa cero. ¿Cómo estás viendo todo el proceso de mercado de capitales para los emprendedores, para Argentina, para el futuro? Porque todavía en la Argentina está la cultura de que el Gobierno tiene que hacer algo para que yo la ponga, y yo digo: no, vos la tenés que poner y después el Gobierno, que está administrando bien y tiene superávit fiscal, probablemente te baje impuestos, probablemente te vaya allanando el camino. Pero mi impresión es que todavía nos falta a los argentinos este asociativismo para poner los excesos de ahorro, que hay mucho en Argentina y que todavía están guardados.

PRESIDENTE: A ver, nosotros lo que estamos haciendo es bajar la inflación, quitar regulaciones, e hicimos lo que no hizo ningún Gobierno: bajamos dos puntos y medio del PBI de impuestos. De hecho, hoy yo contaba, por ejemplo, que en todo lo que es el sector agropecuario, nosotros sacamos 43 elementos que le jodían la vida al sector agropecuario. De vuelta: ¿está completa la tarea? No, falta un montón. Pero lo importante es la dirección, o sea, estamos yendo en la dirección correcta. Entonces, ahora, bueno, también hay que tener en cuenta que del otro lado tenemos un Congreso que, por una mayoría circunstancial que lograron construir desde febrero o marzo, están todo el tiempo torpedeando al Gobierno. Y eso, obviamente, tiene consecuencias en el riesgo país, y obviamente eso lo que genera es una situación donde los mercados hoy no están trabajando de la manera que deberían hacerlo normalmente. Pero nosotros tenemos confianza en que los argentinos van a votar en favor de la esperanza, en favor del futuro, y que no van a querer volver al pasado.

Yo la verdad que empecé a ver las cuestiones electorales desde el año 83 y nunca me pasó ver en la vida que la única propuesta que tiene la oposición es romper, es decir, todo es romper. O sea, no hay ninguna propuesta. Claro, porque si tuvieran que hacer una propuesta, es el modelo del pasado, ese modelo que, siendo Argentina una potencia y un país desarrollado, lo convirtió en un país subdesarrollado. Pero entonces, como eso no pueden decirlo, porque claramente nadie quiere volver al pasado, nadie quiere volver a la decadencia, nadie quiere volver a la inflación, nadie quiere volver a la pobreza. Bueno, lo que vamos a hacer es romper. Y la verdad es que yo tengo mucha esperanza en los argentinos, en que de vuelta van a votar mirando el futuro. Y la verdad que aun cuando falte mucho por hacer, la dirección es la correcta. Es decir, si nosotros nos mantenemos en este camino, en 10 años somos como España, en 20 años somos como Alemania, en 30 años somos como Estados Unidos, y en 40 años estamos en el top 3 de los países con mayor ingreso.

Y es por eso que nosotros, el slogan de campaña es: “la libertad avanza o Argentina retrocede”. Es decir, la única forma que hay para salir adelante es con crecimiento económico; y para generar crecimiento económico hay que respetar las ideas de la libertad. Entonces, en la medida que nosotros abracemos las ideas de la libertad, nos vamos a convertir en una potencia. Lo único que hay que hacer es tener constancia. Las soluciones mágicas, los atajos, cada vez que tomamos un atajo, creíamos que avanzábamos un casillero y retrocedíamos diez. Y por eso pasamos de ser un país desarrollado, a uno subdesarrollado. Bueno, yo no quiero ese país, donde la salida es… votar al partido del estado es votar que nuestros hijos se vayan a Ezeiza. Nosotros lo que estamos proponiendo es que Ezeiza sea una puerta de entrada y que Argentina sea grande nuevamente.

DI STEFANO: Bueno, tenemos que ir cerrando por el tiempo, y quiero agradecerte enormemente, Presidente, por acompañarnos.

PRESIDENTE: No, no vine en rol de presidente porque estoy de civil.

DI STEFANO: Bueno, Javier…

PRESIDENTE: El lunes también voy a estar vestido de rockstar.

DI STEFANO: Muchas gracias, y que tengas muchísima, muchísima suerte en las elecciones del 26 de octubre, que te la mereces. Y si querés dar un mensaje final, acá tenés a toda la gente.

PRESIDENTE: Bueno, espero que en las elecciones los argentinos elijan por la libertad, por la esperanza, por el futuro que va a hacer grande a Argentina nuevamente, y no volver al pasado. Es decir, que voten —espero— por el propio bien de los argentinos, por sus hijos, por sus nietos y por todos los que queremos ver verdaderamente grande a la Argentina nuevamente. Lo otro ya lo probamos, y falló. Así que sigamos avanzando, y como dije antes: la libertad avanza o Argentina retrocede. ¡Viva la libertad, carajo!

Galería

Palabras del Presidente de la Nación, Javier Milei, en la presentación del libro Cambia la Música del economista Salvador Di Stefano en La Rural