Palabras del Presidente Milei en la inauguración del nuevo edificio de Corporación América

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Palabras del Presidente Milei en la inauguración del nuevo edificio de Corporación América

Buenos días a todos, es un placer, un honor, estar acá, que claramente me siento como en casa. En primer lugar, quiero comenzar agradeciendo a Corporación América, a Eduardo Eurnekian, su presidente, y a todo su equipo de trabajo por haberme invitado a sus nuevas oficinas en este día tan importante para la compañía.

Hoy me encuentro aquí principalmente en mi rol de Presidente de la Nación, celebrando que una empresa tan trascendental para nuestro país sigue expandiéndose e invirtiendo en nuestro suelo. Nuestra meta es que un holding de la talla de Corporación América, que se ramifica en diversos sectores como el aeroportuario, la energía, el real state, el agro, la infraestructura y la producción vitivinícola, entre otros, pueda ser la regla más que la excepción.

Pero también me encuentro aquí como el Javier Milei economista, que ha sabido trabajar durante casi 15 años en la empresa, a la cual considero prácticamente mi segundo hogar. Esta es la parte inestable de mis discursos que es cuando me saco los anteojos.

Quiero hacer un agradecimiento muy, muy especial dentro de la corporación, más allá de Eduardo, de Hugo y de Martín, dos personas que fueron muy importantes –¿Qué hacés Fer? - en mi vida profesional dentro de Corporación América, más allá también de Daniel Crinigan, que son Daniel Simonutti y Guillermo Francos. Como ustedes se imaginarán, nunca fui un muchacho simple de tratar, siempre tuve algunas cuestiones complejas, y es increíble porque en todos los años que me tocó trabajar con Daniel de manera directa, discutimos solamente dos veces. La primera que me tocó discutir fuerte estábamos en un contexto de inflación, sabemos las cosas que hacía el kirchnerismo con la inflación, además teniendo una empresa regulada y todo ese tipo de cuestiones, y eso tenía efectos colaterales en la discusión salarial. Y entonces, obviamente, me tocaba tener esa discusión con Daniel. Como sabrán yo siempre fui muy áspero en todas mis discusiones, y más si estaba discutiendo mi salario, pero en realidad lo que estaba discutiendo primeramente era el salario de mi equipo.

Entonces, después de que tuvimos una ardua, ardua, pero muy ardua negociación, llegamos a un acuerdo y cuando habíamos terminado, voy a verlo a Daniel y le digo: ahora toca discutir la mía. O sea, toda la discusión había sido por la discusión del equipo y entonces Daniel me dijo: ¿cuánto querés? Tanto. Concedido. Y yo digo: pero cómo, si acabo de estar discutiendo un mes la de mi equipo y te acabo de decir esto y me decís concedido. Había algo que no entendía. Me dice que él valoraba el hecho de que primero había discutido la de mi equipo y después la mía. Eso, por un lado. Hay otra cosa muy importante que fue determinante en mi vida profesional Daniel. O sea, como verán, soy como un fan de Daniel. Miren lo que son las cosas, Eduardo, no se lo puede sacar porque me lo quise llevar, pero no me dejó, dijo: no, yo me quiero quedar acá al lado de Eduardo. Así que mire...Y, en ese contexto, Daniel siempre era muy demandado y siempre había cola para hablar con Daniel, y nada, a mí siempre, con suerte, me tocaba al final y se iba. Entonces, nada, y yo cuando él me recibía, obviamente hablaba y hacía las exposiciones, y aparecían exposiciones de cátedra. Y un día me paró el carro y me dijo: ¿sabés lo que pasa? Hacer esto es una falta de respeto. Y yo me quedé, dije: ¿por qué? Me dice: porque yo no tengo tiempo y vos insumís mucho tiempo para explicar las cosas, esto a mí no me sirve así. Y entonces ahí fue que empecé a trabajar en los bullets. Entonces yo iba, le presentaba los bullets, lo que le interesaba lo desarrollaba y lo que no le interesaba, afuera. Bueno, y bueno, eso después fue lo que me permitió el éxito en televisión, porque obviamente cuando empecé a ir a los programas de televisión también estaba cometiendo el mismo error, o sea, parecía que quería ir a dar clases. Y entonces un día me agarró Mauro Viale y me dijo: esto es como un round de box, tenés que meter todo en 3 minutos, pero además tenés que meter una piña en knockout en el primer minuto. Y es así que lo hice y bueno, me empezó a ir bien en la tele y bueno, acá estoy.

Y a la segunda persona a la que también estoy en gran deuda, que conocí en esta compañía, es a Guillermo Francos, hoy el jefe de Gabinete. Sin lugar a dudas, el mejor jefe de Gabinete de la historia, es el que le toca lidiar con los orcos del Congreso, con esos destituyentes que lo único que están buscando es romper el programa económico, están apostando para romper el país, promoviendo proyectos que buscan romper el equilibrio fiscal, aprobando cualquier tipo de barbaridades sin tener financiamiento. Pero más allá de lo que estamos lidiando en un año electoral, que además era absolutamente previsible, porque esto es como el ajedrez: las negras también juegan. Entonces, no es que hoy al gobierno le falte política en esta parte del gobierno, no, no le falta política, es decir, están los de enfrente que quieren romper todo, que es algo muy distinto. En algún momento mencioné una frase de Sun Tzu que dice que al político demagogo no le importa prender fuego al país y gobernar sobre las cenizas, porque lo que les importa es tener el poder. No les importa los argentinos de bien, y está claro que no les importa, porque ellos son los argentinos del mal, que son los vividores y los que han destrozado este país.

Y, pero al margen de esto, hemos hecho 8000 reformas estructurales. De hecho, la Ley Bases salió cuando tomó el lugar de Jefe de Gabinete, el propio Guillermo. Y en realidad me metí en política a sugerencia de Guillermo. O sea, cuando él del Banco Provincia, vuelve a Corporación América, yo empiezo a tratar con él. Primero, me impulsó a que escribiera en medios de comunicación masivos y, después de eso, cuando él estaba trabajando con Daniel Scioli, que era la campaña de Scioli, él me sugirió que yo escribiera un programa económico, que era además un gabinete en las sombras, donde ahí había reunido un equipo de 35 personas e hicimos un programa económico que consta en un libro que se llama Política Económica Contrarreloj. Y que hay algo que, en algún sentido es positivo y en otro es negativo. En lo positivo es que el programa ya lo tenía hecho, es decir, esos periodistas mentirosos, rastreros, miserables, que mienten, que dicen que nosotros llegamos de manera improvisada, el programa económico estaba hecho 10 años atrás. Lo triste y lamentable es que lo que habíamos propuesto 10 años antes eran las mismas soluciones que 10 años después. Es decir, que Argentina vivía repitiéndose en los mismos errores. Vaya que el programa sí es exitoso.

En paralelo, yo trabajaba con todas las opciones liberales, ¿no? O sea, trabajaba, por ejemplo, con la gente de Juntos por el Cambio, en ese momento era Cambiemos, con Melconian, y en la parte de Massa, el área liberal era Guillermo Nielsen, con quien también estuve acá en Corporación América. Así es que, vaya que ha pasado gente y que conozco tanto, y por eso, también es tan importante para mí este lugar. Y sin lugar a dudas la influencia de Guillermo ha sido determinante. Parece que vio algo que no se equivocó, porque terminé siendo Presidente. Así es que gracias Eduardo, por convocar tanta gente tan talentosa que permite estos resultados. Gracias, Eduardo.
Además, mi paso por Corporación América fue fundamental para que pueda desarrollar mi amor por el sector privado. Como economista jefe de esta empresa fui empujando mis horizontes intelectuales de forma constante hasta llegar a convertirme en el divulgador de las ideas de la libertad por el que me conoció la mayoría del país hace ya algunos años. Y esta empresa no es más que un ejemplo de trabajo, inversión y asunción de riesgos ante las tempestades causadas por una dirigencia política anti empresa. Y este nuevo edificio es una nueva prueba de ello. Por eso, en nombre de todos los argentinos, quiero agradecer a todo el equipo de Corporación América por seguir invirtiendo y generando trabajo de calidad en nuestro país. Es mi más sincera esperanza que cada vez más empresas e individuos puedan seguir el ejemplo de Eduardo Eurnekian, que vean las infinitas oportunidades para invertir, formarse, crecer y desarrollarse en el país. Porque queremos una empresa, una guía, una Argentina que le permita a cada individuo y a cada empresa llegar al máximo de su potencial.

Ah, voy a contar una anécdota divertida, otro momento inestable, porque me voy a sacar los anteojos. Quiere decir que me voy a desviar del discurso: que fue cuando apareció el proyecto del Corredor Bioceánico Aconcagua, el Trasandino. Es interesante porque eso a mí me marcó profesionalmente. Es un proyecto de unas dimensiones tremendas, muy desafiante y que, si ese proyecto se lleva a la práctica con la metodología tradicional con la que trabajan los economistas y los supuestos especialistas en finanzas, ese proyecto no da nada. Es decir, tiene un retorno real del 1% en dólares, por decirlo de alguna manera, con lo cual, en activos ¿no? o sea, con lo cual el WACC claramente está muy por encima de eso y es absolutamente inviable. Sin embargo, frente a la determinación de Eduardo, el coraje de Eduardo, además, como tengo un compromiso de no decir ciertas palabras, refuerzo el doble el coraje de Eduardo. Entonces, la pregunta: este hombre quiere ir y romper una montaña, o sea, y miraba los números y no daban por ningún lado. Y yo digo: pero este hombre algo está viendo, algo está viendo. Y lo que me parecía absolutamente injusto, como alguien que tiene una pasión neo schumpeteriana en la visión de la economía, digo: este hombre tiene que estar viendo algo. Y en lugar de agarrar y ponerme el traje de economista cuadrado y decirle no, esto es una porquería y no se puede hacer, dije: quizás hay alguna forma que se pueda hacer. Y entonces yo no solo hacía finanzas en formato tradicional, con todo lo que aprendí en Aeropuertos, con los temas regulatorios, aplicaba métodos bastante más sofisticados que el resto de los analistas. Pero, sobre todas las cosas, había empezado a trabajar mucho con opciones reales, y una cosa que descubrí es que las opciones reales están en todos lados: la cuestión es encontrarla. Y ahí descubrimos que el proyecto se podía fraccionar en tres partes.

Y que, al fraccionarlo en tres partes, el latir de los activos pasaba a ser del 14% real. Y, por lo tanto, ahora, el proyecto tenía sentido. Es decir, que la mayoría de los economistas imbéciles estaban equivocados y Eduardo estaba acertado. Esto que parece una anécdota trivial, menor, fue determinante en mi primer día de gobierno. Recuerdo que cuando hicimos la primera reunión de gabinete yo expliqué cuál era el programa, qué era lo que quería, que era lo que quería de cada ministerio, y el jefe de gabinete de inicio no tuvo peor idea que poner atrás de la mesa a todos los abogados, que no eran como Lupetti, obviamente. Entonces - hacía un calor encima, todos saben lo que padezco el calor, todos recuerdan que mis oficinas eran verdaderas heladeras- y, entonces, salta uno de los abogados y me dice “eso no se puede hacer” y yo le dije que me importaba muy poco que no se pudiera. ¿Qué haces, Sole? Estás igual. Y entonces me dijo que no se podía hacer. Entonces yo le dije “mirá, si yo salgo a la calle voy al heladero y le pregunto ¿sabes que me va a decir? Que no se puede hacer. O sea, con lo cual, si tu respuesta es que no se puede hacer, andate. Vos y todos lo que crean que no se puede hacer. Yo los llamé acá para que me digan cómo lo hago, no que no se puede hacer”. Y bueno, entonces nos pusimos a hacer cosas y entre esas cosas, 8000 reformas estructurales. Así es que, gracias, porque esa lección la aprendí mirándolo a usted.

Y voy a tratar de volver al discurso. Básicamente lo que estábamos hablando es de motivar a que cada empresa, individuo, tenga la posibilidad de avanzar como lo hace Eduardo y, con esto, convertir a nuestro país en un verdadero oasis de inversión, trabajo y crecimiento que redundará en un mayor bienestar para todos. Porque, a diferencia de otros, nosotros consideramos que la dignidad de una nación se mide por la dignidad de sus ciudadanos y no por el tamaño del siniestro infame Estado. Y por eso hacemos todo lo que hacemos para devolverle al trabajador y al emprendedor argentino la dignidad que 100 años de modelo estatista le han quitado. Argentina tiene todo para convertirse en una potencia tecnológica. Esta nación dispone de todos los recursos necesarios para lograrlo, pero principalmente cuenta con un capital humano del más alto nivel. Mire usted, todo lo que aporta al país con el capital humano que sale de su empresa, Eduardo. De hecho, somos el país con más unicornios per cápita de la región, aún con el menor nivel de inversión. Además, el mundo está lleno de argentinos en los lugares jerárquicos de las empresas más grandes y exitosas que ansían volver a reconstruir un país en el que sus hijos puedan crecer. Esto no depende de nadie más que de nosotros mismos. Por eso, tanto desde el sector público como desde el sector privado debemos aunar esfuerzos para que la única prioridad sea sacar el país adelante: empresas que se esfuerzan tanto para generar bienes y servicios de mejor calidad a un mejor precio, mientras que nosotros, desde el lado del Estado, generamos las condiciones para que ustedes crezcan, les vaya bien y contribuyan con la creación de nuevos puestos de trabajo para los argentinos. Porque, como ya he dicho en otras ocasiones, si el sector privado es la locomotora que nos lleva al progreso, el sector público hoy debe centrarse en eliminar las malezas y las obstrucciones que entorpecen su camino. Por más que el Congreso las quiera revertir. Con lo cual no me molesta, vamos a re- insistir después. O sea, no me importa todo el daño que puedan hacer de acá al 7 de septiembre o hasta el 26 de octubre. Si di vuelta el déficit fiscal de 123 años en un mes, ¿ustedes se creen que me voy a preocupar por lo que me van a hacer durante dos meses? ¡Ja Ja Ja! Así es que, nuevamente, muchas gracias a Corporación América por invitarme a la inauguración de su nueva sede. Les auguro el mejor de los éxitos en esta nueva etapa que comienza. Que Dios bendiga a todos, que las fuerzas del cielo nos acompañen, ¡y viva la libertad, carajo! Muchas gracias.

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