Palabras del Presidente Javier Milei y la Ministra Patricia Bullrich durante la presentación del Departamento Federal de Investigaciones (DFI) de la Policía Federal Argentina
BULLRICH.- Buenas tardes; habiendo ya saludado a todos los presentes, y especialmente a nuestro Presidente, quiero decirles que estamos muy contentos de poder presentarle a la sociedad, a los argentinos de bien, este nuevo momento en la larga historia de la Policía Federal Argentina; un nuevo momento que no hace más que plasmar algo, que ya venía en marcha - hace muchos años - cuando la PFA dejó de ser la fuerza que atendía a las comisarías de la Ciudad de Buenos Aires para dar lugar a una fuerza autónoma de Ciudad de Buenos Aires, y pasar a concentrarse en una Policía de Investigaciones que tuviese como objetivo generar una investigación - a fondo - de los delitos federales, de los delitos transnacionales, del crimen organizado.
Hoy nace el DFI, el Departamento Federal de Investigaciones. El Departamento Federal de Investigaciones va a ser el corazón de esta nueva PFA, acompañada por la Seguridad de Estado, aquellos que cuidan los tres poderes del Estado y que cuidan todas las embajadas de nuestro país, es decir, la seguridad diplomática. Esta función del Departamento Federal de Investigaciones, del DFI, es una función que lo que hace es concentrar todos los esfuerzos de la PFA en una tarea fundamental, que es llegar al hueso de cada una de las organizaciones que intentan tener poder y dinero, en este país. Va a ser esta nueva PFA, este DFI, quien va a generar las condiciones de todo tipo de investigación, de inteligencia criminal, las funciones que hacen a las pesquisas - como decía recién el Jefe de la Policía Federal Argentina - de las pesquisas, de la investigación profunda, para que ningún narcotraficante, ningún criminal, ningún delincuente pueda caminar por las calles de nuestro país, o entrar por nuestras fronteras, como si nada pasara.
Eso está especialización era un momento clave, en la vida de la PFA. Por eso – hoy - ha sido publicado en el Boletín Oficial una nueva carta orgánica que venía de 1944. Así que era momento de hacer estos cambios; además de todos los cambios que se realizan sacamos la tarea que tenía como principal la Policía Federal Argentina, que era cuidar a los ciudadanos de Buenos Aires. Esta es una policía verdaderamente Federal de investigaciones, de profundización y de seguimiento - del mapa de organizaciones criminales -, que tiene la Argentina. El objetivo que hemos discutido con los jefes, la plana mayor de la Policía Federal es que no va a haber un lugar, del territorio nacional, donde puede implantarse una organización criminal y trabajar como si estuviera sola en el territorio. Ahí en ese lugar, en cada lugar del país va a estar el Departamento Federal de Investigaciones - el DFI - cuidando la vida, los bienes y la libertad de los argentinos.
Bienvenida esta función, una función que enaltece y que le da una capacidad de fuerza de élite a esta PFA, con tantos años de historia. Para eso estarán los cuerpos especiales, acompañando allanamientos y situaciones de persecución; aquellos que tengan que estar dentro de las organizaciones encubiertos; aquellos que tengan que generar la inteligencia criminal adecuada para seguir a las bandas. Pero esta tarea, creo que es una tarea que la Argentina necesita, acompañada siempre por el resto de las Fuerzas Federales: la Prefectura Naval Argentina; la Gendarmería Nacional Argentina; la Policía de Seguridad Aeroportuaria y el Servicio Penitenciario Federal. Todas hacen una conjunción, pero esta tarea fundamental de investigaciones va a quedar en la responsabilidad que tiene la PFA, en este nuevo departamento, que es el Departamento Federal de Investigaciones. Para esto, una simbología adecuada, una estética adecuada y una formación adecuada. Podrán entrar profesionales, podrá entrar gente que ya tenga título universitario, y aquellos que – hoy - están en la Policía Federal, sepan todos y cada uno de los miembros de la Policía Federal Argentina, que hoy ya están en esta fuerza, que todos van a tener cabida, porque toda tarea va a ser importante: aquellos que están en servicio de custodia; aquellos que están en laboratorios; aquellos que están en la calle; aquellos que están haciendo análisis de investigaciones complejas, todos son necesarios. Todos y cada uno de los hombres y mujeres - de la PFA - van a ser parte de este nuevo paradigma que - el señor Presidente de la Nación - ha firmado hoy en esta nueva Ley Orgánica de la PFA. Muchísima suerte, y confiamos en que van a hacer lo mejor para la vida de los argentinos. Muchas gracias.
PRESIDENTE. - Buenas tardes a todos. Quiero agradecer a la Ministra Patricia Bullrich; al Jefe de nuestra Policía Federal, a todos los oficiales de alto rango - aquí presentes - y también a la totalidad de los integrantes, de las Fuerzas de Seguridad que ponen el cuerpo a diario para cuidar a los argentinos.
Antes que nada, vale recordar que – hoy - no es un día cualquiera: se cumplen 204 años del paso a la inmortalidad, del General Martín Miguel de Güemes, que cumplió un rol fundamental en nuestra independencia y a quien hoy recordamos como uno de los mayores héroes de nuestra Patria. Él - como todos los aquí presentes - dedicó su vida a defender a los suyos. Que su noble sacrificio sirva de inspiración a todos los que trabajamos en servicio de la Patria.
Desde el inicio de nuestra gestión, hemos basado nuestra doctrina de seguridad en tres pilares fundamentales: en primer lugar, el que las hace, las paga, o sea que el delito debe combatirse en todo momento y en todo lugar.
Segundo: el orden público es sagrado. Por eso terminamos con los piquetes extorsivos que tenían de rehén, a la gente de trabajo. Y tercero: los de azul son los buenos y los malos son los delincuentes. O sea, terminamos con la nefasta lógica del zaffaronismo penal, que trataba a las victimarias como víctimas y volvimos al sendero del sentido común. Elegir estos tres pilares fue fundamental no sólo porque los gobiernos anteriores habían desprotegido a la sociedad con su ideología pro- delincuente, sino también porque le habían dado la espalda a las propias Fuerzas de Seguridad. Ellos liberaron presos durante la pandemia, a la vez que encerraron a los inocentes y castigaban a los policías por abatir delincuentes, es decir, por hacer bien su trabajo. Así, nuestras Fuerzas de Seguridad fueron denostadas y demonizadas, en paralelo a que fueron vaciadas de financiamiento. Esto las puso en inferioridad de condiciones para hacer frente a los crecientes desafíos de nuestro tiempo, con el narcotráfico, el terrorismo y otras formas de crimen organizado. Sin embargo, a pesar de los incansables intentos de la política, nunca pudieron romper el lazo inquebrantable entre la fuerza de orden y la sociedad, que se mantuvo intacto.
La Policía Federal - lamentablemente - fue una víctima especial de este proceso, porque, desde que se hizo el traspaso a la Policía de la Ciudad, la política nunca terminó de ordenar qué hacer con esta fuerza, dejándola, durante demasiado tiempo, en un limbo que la privó de un propósito claro y que también la privó de servir de la mejor forma posible a la sociedad. Porque - en ese lapso - aquellos tipos de criminalidad que, en los últimos años, se han complejizado y agravado cada vez más - entre ellos, el crimen organizado - quedaron sin un brazo de investigación federal con la competencia y mandato claro, y los recursos y equipamientos suficientes para abordarlo. Hoy, estamos aquí para saldar - de una vez por todas - esa deuda.
Hemos decidido reformar la histórica Policía Federal Argentina y reconvertirla en una fuerza principalmente abocada a la investigación criminal. Para ello, creamos el Departamento Federal de Investigaciones, al interior de la Policía Federal. A partir de hoy, tendremos una Federal, no ya focalizada en patrullar la calle, como hacen las policías locales, sino enfocada en la investigación criminal, al servicio de desarticular organizaciones criminales; o sea, una Federal que trabaje en la raíz del delito para eliminarlo de fondo, no en el síntoma; una Federal que identifique y capture a los que dan las órdenes, y no solo a los ladronzuelos que las ejecutan. Para eso, vamos a reformar el perfil de los investigadores; vamos a capacitar en técnicas investigativas a quienes hoy integran la Federal; incorporar personal nuevo que traiga expertise de distintos trasfondos y competencias, como carreras universitarias, en Abogacía, Psicología Social y Ciencias de la Computación.
Además, vamos a aprender de los mejores; vamos a aprender de Estados Unidos; vamos a aprender de Israel. Así pondremos a la Policía Federal Argentina en línea con los estándares del FBI y las principales fuerzas de investigación criminal de los gobiernos del mundo. Y vamos a hacer las inversiones que hagan falta, equipándonos con tecnología de punta, en materia forense; en materia informática y de comunicación. Esto es simple: el Estado no puede tener menos capacidad técnica que los narcos y los terroristas. Hay que estar a la altura del nivel de capital, capacidad organizacional y tecnología que tiene cualquier organización criminal. Cualquier otra cosa es perder el partido, antes de jugarlo.
Por todo esto, quiero detenerme un segundo en ponderar aquel FBI norteamericano de antaño, que - después de cinco décadas - bajo el liderazgo del histórico Edgar Hoover se transformó en quizás la fuerza del orden más famosa y prestigiosa de la historia humana. El corazón de la gran reforma que implementó Hoover estuvo, precisamente, en profesionalizar a su fuerza de investigaciones, en darle herramientas al personal histórico, invertir en tecnología e investigación, e incorporar a la fuerza a profesionales con formación en distintas áreas, no sólo policías, y también en fortalecer la cultura de disciplina, entrega y excelencia en la organización. Es una casualidad interesante, pero viene al caso, ya que hablamos de Hoover. Como todos ustedes saben, las huellas dactilares para investigación criminal fueron aplicadas por primera vez, por un hombre de la fuerza de seguridad argentina, Juan Vucetich. Bueno, una de las primeras reformas de Hoover, al frente del FBI, fue centralizar una gran base de datos nacional de huellas dactilares, lo cual revolucionó la identificación de sospechosos, al punto de que, hoy, existe una gran base de datos internacional, de la que se nutre la mayoría de los países. Es extraordinario cómo el talento argentino ha tenido tanto impacto, en el mundo.
Esa es la tradición que - hoy - queremos reivindicar, y queremos revitalizar. Esa tradición de ingenio y dedicación para la inteligencia criminal que, alguna vez, puso a la Argentina a la vanguardia en la investigación forense global. Volviendo al punto anterior, a veces la visión de un gran líder puede transformar una institución y convertirla en algo que trascienda su misma tarea, incluso los confines simbólicos de su país, y convertirla en un ejemplo, en un modelo, en algo a lo cual aspirar. El legado de Hoover nos enseña eso. Yo le tengo plena confianza a la Ministra Bullrich y a nuestra administración de que podemos hacer de la Federal, también, una fuerza modelo.
Por eso, para cerrar, quiero insistir con algo: esto va mucho más allá de un rebranding, un reploteo de vehículos o nuevas camperas. Es un cambio profundo en cómo está concebida esta institución; un cambio que incluye el reclutamiento y conformación de sus recursos humanos, que incluye su formación profesional, que incluye cómo está diagramada la organización interna en la institución, y su misma función social y razón de ser.
Y, como todos sabemos, los cambios más profundos necesitan un tiempo criterioso de maduración, hasta demostrar sus verdaderos resultados. Sería inmaduro de nuestra parte esperar que todo cambie de la noche a la mañana. Hay un viejo refrán que dice que las sociedades se vuelven grandes, cuando los adultos plantan árboles cuya sombra nunca van a llegar a disfrutar. La sombra de estas reformas cuidarán a nuestros hijos de las inclemencias de un mundo cada vez más incierto, y es precisamente por ello que, aunque tarden un tiempo en madurar las semillas que plantamos y sus frutos sean visibles, quizás, cuando nosotros ya no estemos en funciones, que vale la pena embarcarse en esta tarea.
Sin más, quiero agradecerles a todos los presentes por el inmenso servicio que le brindan a la Patria. Que Dios bendiga a los argentinos, que las fuerzas del cielo nos acompañen, ¡y viva la libertad, carajo! En honor a Güemes, ¡Viva la Patria! Muchas gracias.