Palabras del Presidente de la Nación, Javier Milei, después de la firma del Memorando de la Democracia y la Libertad, junto al Primer Ministro Benjamín Netanyahu, en Jerusalén, Israel

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Palabras del Presidente de la Nación, Javier Milei, después de la firma del Memorando de la Democracia y la Libertad, junto al Primer Ministro Benjamín Netanyahu, en Jerusalén, Israel

Buenas tardes a todos. Como dije ayer, en mi discurso, en la Knéset, es un honor estar nuevamente en Israel, especialmente en esta ocasión de fortalecimiento de nuestra relación bilateral. Quiero agradecer nuevamente al Primer Ministro y verdadero amigo Benjamín Netanyahu, al Presidente Herzog y a todo el pueblo israelí por habernos recibido con los brazos abiertos.

Como ya he expresado hay una comunión entre nuestras dos naciones que preexiste a esta administración, pero que tenemos la vocación de profundizar. Argentina fue uno de los primeros países en reconocer el estado Israel. Además, tiene la comunidad más grande de Latinoamérica y la séptima más grande del mundo y -por supuesto- nos une el amor por la libertad y la democracia. En línea con nuestra histórica posición de amistad y fraternidad es que volvemos a declarar que el año entrante 2026 haremos efectiva nuestra promesa de mudar la Embajada Argentina a Jerusalén.

Por otro lado, ambas naciones han sido víctimas del terrorismo fanático. Desde su creación, el Estado de Israel fue atacado incesantemente por los enemigos de la libertad, llegando a su máxima expresión en el reciente y trágico 7 de octubre, entre cuyas víctimas había ciudadanos argentinos. Se trató del mayor acto de antisemitismo desde el Holocausto. El flagelo del terrorismo es conocido por nuestro pueblo: se trata del mismo enemigo que derramó en Buenos Aires la sangre de inocentes civiles indefensos, argentinos, israelíes, judíos y no judíos, con dos brutales atentados en la Embajada de Israel y la sede de la AMIA, dejando un saldo de 114 muertos. En resumen, somos compañeros en valores, pero también en el dolor.

Desde aquel cobarde ataque del 7 de octubre, he declarado mi apoyo incondicional al Estado de Israel en su derecho a la autodefensa, en esta batalla, que no se circunscribe a una sola nación, sino que se extiende a todo el mundo. Es la civilización contra la barbarie; la libertad contra el terror -lisa y llanamente- el bien contra el mal.

El antisemitismo, ese cáncer que se ha manifestado de diferentes maneras a lo largo de la historia, no es un asunto meramente judío, sino de toda la humanidad. Asimismo, la liberación de los secuestrados no se trata de un tema de guerra ni de un tema político: es una cuestión humanitaria. Por eso exigimos la liberación inmediata e incondicional de los cuatro argentinos aún en cautiverio: Eitan Horn, Ariel y David Cunio, Lior Rudaeff y de la totalidad de los secuestrados en poder de la organización terrorista Hamas.

Hoy el mundo está cambiando en materia económica y política. La configuración de los últimos 30 años se está modificando. La barbarie es la eterna enemiga de la libertad, la independencia y la dignidad humana. Su ley no es otra que las masas esclavizadas a la voluntad de pequeños tiranos y el odio a todo lo que escape a su control e ideología criminal. Y dos formas distintas de barbaries, distintas, pero íntimamente relacionadas, amenazan la supervivencia de Occidente, como hacía mucho tiempo no ocurría. Por un lado - en el frente externo - el despotismo de quienes odian la libertad del cual el terrorismo fanático es, quizás, su expresión más abyecta. Pero también, puertas adentro de los países del mundo llamado libre en el frente interno, nos encontramos con ideas y discursos políticos que corrompen la brújula moral de las naciones libres y relativizan o excusan el peligro que representan los verdaderos enemigos de la libertad. Es, quizás, la pata más peligrosa de lo que denominamos la ideología woke. Me refiero, con la noble excepción de los Estados Unidos, a la pasividad de Occidente, ante este panorama de lucha entre el bien y el mal. Hablo de la impotencia o complicidad de los organismos multilaterales, infectados por el wokismo, que hoy han abandonado la tarea para la cual fueron creados.

Aunque se llenen la boca hablando de derechos humanos, muchos países han dejado proliferar a la barbarie terrorista. Poseídos por la ideología de la muerte, han dejado a Israel peleando sola, no solo ante quienes buscan destruirla, sino también frente a la opinión pública internacional, que se ha dejado manipular por la propaganda del terrorismo.

De esta manera, la barbarie del terrorismo fundamentalista y la ideología woke, se complementan en un círculo vicioso: una, destruye desde adentro, erosionando la moral, la confianza y las tradiciones, allanando el camino para el ataque de la otra, el enemigo externo. Por más disímiles que parezcan, ambos fenómenos conducen al mismo lugar: la desaparición total de Occidente. Una, motivada por el fundamentalismo asesino; la otra, poseída por un relativismo suicida, que sacrifica el futuro en el altar del sentimentalismo. En este contexto de creciente incertidumbre, los semejantes, los que defendemos los mismos valores, tenemos que estar juntos.

Desde que asumí, he estado proponiendo una Liga de Naciones Libres que - tanto hacia adentro como hacia afuera - pelee por los valores básicos que hicieron grande a Occidente: la defensa de la vida, la libertad y la propiedad privada. Por eso, creo que hoy, más que nunca, se aplica el Pasuk de la Torá donde Dios establece: “He puesto delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge, pues, la vida para que vivas tú y tu descendencia”. Argentina e Israel somos naciones que amamos la vida. El terrorismo iraní, en sus distintos avatares - como Hamas y Hezbollah - aman la muerte. De hecho, y dicho por ellos mismos, aman la muerte como nosotros amamos la vida, y de la muerte hacen un culto, buscando expandir su terror a todo el mundo. Ante esta barbarie, el que calla es cómplice. Quiero ser claro: callar ante el terror es elegir la muerte.

Este Memorándum representa una profundización de la sociedad estratégica entre Argentina e Israel; representa un esfuerzo en materia educativa, focalizando en la conciencia del antisemitismo, considerando justamente que el próximo año Argentina sucederá a Israel en la Presidencia del IHRA, pero también iniciará una nueva etapa con mayor unión y cooperación en materia de defensa. Luego de décadas de desfalco del Estado y vaciamiento de las Fuerzas Armadas, la Argentina está - francamente atrasada - en capacidades militares, armamentísticas y de inteligencia.

Cualquier país que se hace respetar, necesita de estos recursos para participar en calidad de igual en el concierto de las naciones. Como argentinos, tenemos mucho para aprender del Estado de Israel en esta área y en otras tantas, dado que, en tan sólo 77 años, de corta existencia, se convirtieron en vanguardia global en materia económica, comercial, tecnológica y de defensa.

Desde la antigüedad, las grandes potencias han entendido que la paz no es simplemente la ausencia de guerra, sino el resultado de un poder bien administrado, de alianzas bien construidas y de una determinación inquebrantable para defender lo que es justo. La paz no se concede a los débiles: se impone con la fortaleza moral y estratégica de quienes no temen defender su futuro. Y ante el antisemitismo no hay grises: se está del lado del bien o se está del lado del mal.

La lucha contra la barbarie requiere de decisión y coraje en cada paso del camino, junto con la firmeza para ignorar las críticas de quienes prefieren - por temor - no transitarlo. Es necesario que las naciones libres nos apoyemos mutuamente para poder sostener la dureza de la tarea. El resultado de este trabajo - para quienes decidan encararlo - es una multiplicación exponencial de la libertad, la independencia y la felicidad de sus pueblos. Es por eso que no desistiremos tampoco de nuestra convocatoria, a conformar una alianza de naciones libres, para que quienes elijan este camino nunca más tengan que recorrerlo en soledad.

En esta ciudad santa de Jerusalén elevamos nuestros pedidos HaShem, para que este pacto manifieste la pureza de nuestras intenciones y traiga paz y prosperidad a ambas naciones, Am Israel Jai. Finalmente, pido que HaShem bendiga a Israel, que bendiga a la Argentina, que nos bendiga a todos nosotros, que las fuerzas del cielo nos acompañen. ¡Y viva la libertad, carajo!