Palabras del Presidente de la Nación, Javier Milei, en clase magistral en la Universidad Hebrea de Jerusalén, desde el Aula Magna de esa casa de estudios, en Israel
Buenas días a todos. Muchísimas gracias a todos los aquí presentes. Me siento verdaderamente honrado en tener la posibilidad de estar exponiendo en esta prestigiosa casa de estudios. Básicamente, la idea de hoy es hablarles sobre lo que estamos haciendo en Argentina. Y, básicamente, dar los fundamentos de lo que en algunos lugares se está denominando como el milagro argentino. La primera parte, lo que voy a plantear son: los tres mitos -en términos de política económica- que hemos derribado, como una suerte de conclusiones preliminares, antes de empezar acerca de cómo lo hicimos.
Básicamente, el primer mito tiene que ver acerca del quantum y el tiempo. Concretamente, muchos mandatarios del mundo y muchos ministros de Economía y Finanzas suelen consultar a nuestros ministros acerca del ajuste; es decir, la lógica y la dinámica del ajuste y demás; entonces, nuestros ministros suelen contestarles: “Bueno ¿cuánto tenés que ajustar?”; “Cuatro cinco puntos del PBI”; “¿Y cómo pensás hacerlo?”; “Y, bueno, como mucho puedo hacer 1 por año”. Entonces, nuestros ministros le contestan: “¿Y por qué no 5 en un mes?”. Dicen: “No, eso es imposible”. Bueno, eso es lo que hicimos nosotros: en el primer mes de gestión pusimos en orden las cuentas públicas; cerramos el déficit del Tesoro Nacional, que eran cerca de 5 puntos del PBI. Después, cuando describa, voy a mostrar la gravedad de la situación, porque -en estricto rigor- la primera etapa del ajuste fueron 7 puntos del PBI.
Además, con lo cual de eso violenta todas las definiciones de quantum y tiempo. Pero no sólo eso, sino que, además, para evitar la hiperinflación, no alcanzaba con ajustar el déficit del Tesoro Nacional. Teníamos un déficit cuasifiscal -es decir, el déficit del Banco Central- que era el doble del que teníamos en el Tesoro Nacional. Es decir, teníamos un déficit de 10 puntos del PBI. Y esto era tremendamente complicado porque -aún habiendo hecho el ajuste fiscal- eso no aseguraba que pudiéramos evitar la hiperinflación. En ese sentido, empezamos a trabajar en la hoja del Banco Central. Lo que también parecía imposible de arreglar; a los 6 meses terminamos con el déficit cuasifiscal. Por lo tanto, podríamos decir que - en el lapso de 6 meses - hicimos un ajuste fiscal de 15 puntos del PBI, que obviamente todo el mundo consideraba que eso era imposible.
La otra característica o el otro mito que derribamos fue que, si Argentina hacía un ajuste de esta magnitud -inexorablemente- caería en una gran depresión. Argentina, con ajustes de la mitad del que hicimos nosotros, tuvieron caídas de -por lo menos- de 15 puntos del PBI, o sea caídas del 15%.
Y, en ese sentido, la realidad es que nosotros no teníamos credibilidad, no las teníamos porque Argentina era una desfalteadora serial; porque básicamente yo era un outsider, no tenía pergaminos en la función que me avalaran lo que quería hacer y -por lo tanto- tampoco tenía reputación. Y ustedes saben que -aún cuando estuviéramos bajo expectativas racionales- si nosotros hacemos un apretón monetario de estas características y dado que no habría credibilidad, no habría reputación. La contracara de esto sería una violenta caída del PBI, con lo que implicaba eso, en términos de actividad, de empleo y equilibrio social. Sin embargo -a diferencia de lo que todos esperaban– nosotros, si tomamos lo que ha pasado con el PBI- el PBI de hecho venía cayendo, desde el año anterior y, básicamente, nos dejó el gobierno anterior un arrastre estadístico que implicaba una caída de cerca de 3%. Cuando ustedes toman el promedio del PBI, a lo largo del año, da 1 y medio de caída. Pero si ustedes se focalizan con lo que pasó, a partir del mes de abril, la economía argentina empezó a expandirse. Y no sólo que se empezó a expandir, sino que -hasta el mes de diciembre- lo hizo al 10%. Y cuando tomamos la estimación mensual de la actividad económica -que es una proxy del PBI en frecuencia mensual- el PBI de diciembre del 24 terminó 6% por encima del PBI que teníamos en el año 2023. Es decir que logramos hacer un ajuste de 15 puntos del PBI y que la economía, además, creciera 6%. Obviamente, que la contracara también fue una abrupta caída de la inflación. Si tomamos la inflación mayorista, que es la que menos distorsión tiene y que siempre se adelanta, pasó del 54% mensual, que -en términos anualizados- sería 17.000% a una inflación de menos del 1% mensual, que -en términos anuales- estaríamos en términos -más o menos- del 10%. Es decir, con lo cual además exterminamos la inflación.
Y, mientras que todo el mundo esperaba que el desempleo volara, no pasó eso, y que la pobreza fuera de niveles estratosféricos. Nosotros -cuando llegamos- el sinceramiento implicaba ver un salto a la pobreza, del 57%, pero el año terminó en 35%. Es decir, el 22% de la población salió de la pobreza. Es decir, en 1 año, sacamos de la pobreza a 10 millones de seres humanos. Vaya que ahí, también, derribamos otro mito.
Y el tercer término es que el ajuste es impopular. Y ahí ya era más que una cuestión de contar con ministros brillantes, porque la verdad que soy un agradecido a las fuerzas del cielo por haberme permitido armar un equipo de excelencia, como el que tengo, donde cada uno de los ministros son descollantes en sus respectivas áreas, pero había que tomar la decisión de poner todo lo que teníamos como capital político, porque -lo más probabl - es que, frente a un ajuste de esta envergadura, se limara la popularidad.
Y, en ese sentido, el triángulo de hierro, es decir, mi hermana Karina Milei, que está presente aquí, mi máximo asesor Santiago Caputo y yo, en esa mesa chica donde se termina de cocinar todo y que a uno le toca estar sentado en la silla eléctrica, la decisión fue: nosotros vinimos a hacer lo que había que hacer y que estábamos dispuestos a pagar los costos de hacer lo correcto. De hecho, preferíamos que nos echaran a patadas por hacer lo correcto, a terminar volando por los aires por no hacer lo que había que hacer y tener que arrepentirnos toda la vida por no haber hecho lo que siempre dijimos que teníamos que hacer.
Y, en ese contexto, sorprendentemente, en el cual siempre le hablamos con la realidad, porque lo hicimos desde las elecciones mismas. Nosotros hicimos campaña diciendo que íbamos a ajustar el gasto público y llevaba a los actos, una motosierra. No sólo eso, sino que además decía que básicamente quería eliminar el Banco Central y haría una competencia de monedas, lo cual la popularización de la medida se pensó como una dolarización. Y entonces llevaban a los actos de campaña, billetes de un dólar enormes, con mi rostro. Y, además, siempre hablé de hacer las reformas pro mercado. También fui muy claro en nuestra política de seguridad, en materia interna. Dije que “el que las hace, las paga”. Y vaya que hemos dado cuenta de que el que las hace, las paga.
Quiero decir que no tengo ningún mérito en que la Justicia -definitivamente- haya obrado acorde a la República. Es todo mérito del Poder Judicial, de la Corte Suprema. Lo único que puedo decir es que he sido consistente con mi visión republicana y dejé que los jueces actuarán libremente. Es decir, al ser el primer presidente,que no interfiere en la justicia, los resultados están a la vista: la Justicia hizo justicia.
Y, también fui claro en la política internacional: me declaré a favor de la paz; a favor del libre comercio, y -desde el primer momento- definí claramente quiénes eran o quiénes yo pretendía que fueran mis aliados. Y esos aliados, que yo dije que iba a abrazar, son los Estados Unidos e Israel.
De hecho, les cuento una anécdota muy interesante, porque -en cada uno de nuestros actos de campaña- solía aparecer unas filas siempre que venía con la bandera de Israel. Hay casos más emblemáticos, porque fueron banderas muy grandes -como el caso de Mendoza o como el caso de lo que fue Santa Fe- que verdaderamente eran muy grandes las banderas y que la camioneta, en la cual me movía, las íbamos llevando. Pero, el caso más estremecedor de todos fue algo que pasó en el conurbano bonaerense, en un lugar muy, muy humilde, muy postergado. Es una bandera que me regaló un chico, hecha sobre un paño blanco, con las dos barras azules y con la estrella, hecha a mano. Obviamente, no es como las otras, pero tiene tanto sentimiento, así es que nadie se debería sentir engañado por mi política internacional.
Y hoy mi popularidad es más alta que cuando asumí. En cada una de las elecciones locales, cuando en el 2023 no sacábamos más del 5%, estamos sacando más del 30%. Al kirchnerismo, a lo largo del país, le venimos ganando 6 a 0 y se espera que para octubre no sólo que La Libertad Avanza, sino que La Libertad Arrasa. Dicho esto, que son todos los mitos que hemos derribado; ahora voy a pasar a contar cuáles eran las condiciones iniciales y qué es lo que hicimos para evitar el desastre.
Básicamente, Argentina tenía la combinación de lo que habían sido las tres peores crisis de su historia. Básicamente, tenía un desequilibrio monetario, para los que entienden de temas monetarios, había un money overhang, que -básicamente- era el doble del que teníamos, en la previa del Rodrigazo. En aquel momento, liberar el mercado de cambios implicó sextuplicar la tasa de inflación; por lo tanto, estábamos para multiplicarla por 12, solamente por el efecto del sobrante monetario. Imagínense, que veníamos con tasas de inflación arriba del 200% en el consumidor, por lo tanto, imagínense que nos hubiéramos ido muy rápidamente a tasas de inflación del 2500% anual.
Pero no sólo eso. Además, teníamos una situación en el Banco Central que era aún peor que la que había en el año ‘89, cuando fue la hiperinflación de Alfonsín, donde la inflación mayorista, por ejemplo, fue del 5000%. Básicamente, nosotros teníamos - yo después lo voy a volver a repetir-, pero teníamos cuatro bases monetarias en pasivos remunerados, y donde el gobierno anterior se había encargado de pasarlos de un promedio de 60 días, lo había pasado a 1 día. Es decir, que se podría haber quintuplicado la cantidad de dinero en un sólo día. Esa es una de las tantas bombas que dejaron. Y además, teníamos indicadores de pobreza e indigencia, aún peores que los que teníamos en la salida de la convertibilidad en el 2001. Es más, al momento de asumir, la inflación ya se medía en términos diarios y venía dando arriba del uno y medio diario. Es más, la inflación, si bien la inflación al consumidor dio 25%, la inflación mayorista -que es la que siempre se adelanta- dio 54%. Además, Argentina no crecía desde el año 2011, por lo tanto, el PBI per cápita estaba un 15% debajo de aquella marca histórica.
Como si fuera poco, con el control de cambios había una brecha cambiaria del 200%; es decir, la relación entre el tipo de cambio paralelo y el oficial era de 3 a 1. Las reservas internacionales netas eran negativas, en 12.000 millones de dólares. Teníamos un déficit fiscal de 5 puntos del PBI y un cuasi fiscal de 10 puntos del PBI, o sea que el desequilibrio en las cuentas públicas era de 15 puntos del PBI. Además, teníamos el programa con el Fondo Monetario estaba caído. Argentina no había cumplido ni una sola meta, ni una, ni una. Por lo tanto, el programa estaba caído. Teníamos deuda con importadores por 45.000 millones de dólares y, como si esto fuera poco, teníamos deudas en pesos, por el equivalente a 90.000 millones de dólares, que - básicamente - venían a ser como siete bases monetarias extras. O sea que imagínense que teníamos siete bases monetarias en la deuda en pesos, teníamos cuatro bases monetarias de los pasivos remunerados del Banco Central; ya eso suma 11, hubiera multiplicado por 12 la cantidad de dinero. El money overhang hubiera hecho multiplicar la inflación por 12 veces. Íbamos directamente a una catástrofe inflacionaria, y en ese contexto, seguramente, porque es muy parecido a lo que pasó en Venezuela, nos hubiéramos ido a niveles de 95, 98% de pobreza.
Voy a ser un poquito no técnico, porque esto lo requiere, pero nosotros hemos demostrado que somos liberales libertarios y no que somos liberales libertarados. Hago la mención porque algunos anarcocapitalistas radicalizados me acusan de comunista, básicamente porque no cerré el Banco Central que lo podría haber hecho el primer día. Concretamente, uno de los que los hace es Hans-Hermann Hoppe y lo que no se da cuenta es que si yo hubiera cerrado el Banco Central el primer día, los pases y la base monetaria son deuda. Y que si ustedes no honran su deuda, el valor de esa deuda se hace cero. Para que el valor del dinero se haga cero, es decir que los saldos reales se hagan cero, significa que los precios tienden a infinito. Lo señalo porque uno tiene el marco normativo y trata, cada vez, parecerse más a ese marco normativo, pero -a veces- no es tan fácil, a veces demanda tiempo y en ese contexto, si nosotros hubiéramos hecho esa estupidez básicamente hubiéramos desatado una hiperinflación, aún peor de la que estoy describiendo, en términos monetarios dados los desequilibrios. Y si hubiéramos hecho eso –seguramente- los peronistas hubieran empezado con los saqueos y todo ese tipo de maquinaria que manejan a la perfección. Y –probablemente- nos hubieran destituido. Hoy, yo no estaría acá en este rol de Presidente de la Argentina. Argentina se parecería muchísimo a la peor versión de Venezuela. Y, seguramente, usarían -nuestro caso- como un caso, donde las ideas de la Libertad fallaron.
Por lo tanto, otra cosa que tenemos que tener en cuenta es que, en la política, es importante la secuencialidad; es decir, tenemos que tener claro a dónde queremos ir, pero tenemos que tener todo el tiempo el modelo de equilibrio general intertemporal en la cabeza, y tener en cuenta no sólo lo que pasa con la economía, sino cuáles son las interacciones con la política y el equilibrio social. Entonces, proponer cerrar el Banco Central el primer día como una tarea que demanda una hora, verdaderamente es una estupidez. Afortunadamente para los argentinos y -en contra de toda la dirigencia- no lo hicimos y estamos saliendo.
De hecho, lo que voy a pasar a contar ahora es –básicamente- qué es lo que hicimos para evitar este calvario. Lo primero que hicimos es, nosotros consideramos que la inflación es de naturaleza monetaria. Nosotros consideramos que la inflación es -siempre y en todo lugar- un fenómeno monetario generado por un exceso de oferta de dinero, ya sea porque subió la oferta y/o cayó la demanda, es decir, pueden pasar las dos cosas juntas y eso lleva a una pérdida del poder adquisitivo del dinero, y eso significa que todos los precios - expresados en unidades monetarias - suben. Por lo tanto, lo primero que teníamos que hacer si queríamos terminar con la inflación era – básicamente - cortar con la emisión monetaria.
El primer grifo, que teníamos para cortar la emisión monetaria era el déficit fiscal, y ahí teníamos que hacer un ajuste de 5 puntos del PBI, pero se imaginarán que -dadas las circunstancias- no era la obra de un cirujano, era la obra de un carnicero. Entonces, el ajuste original no fue de 5 puntos del PBI, fue de 7. Básicamente cortamos de cuajo la obra pública, que es una fuente de corrupción enorme en Argentina; cortamos de cuajo las transferencias discrecionales a las provincias. No solo eso, sino que además echamos a 50.000 empleados públicos. Por otra parte, todos los contratos que se van venciendo no se renuevan, salvo que sean en situaciones muy, muy particulares.
Y, además, empezamos a recomponer las tarifas; empezamos a hacer el ajuste de tarifas. Cuando nosotros llegamos, el precio de los servicios públicos solamente cubría el 20% de los costos; hoy, estamos orgullosos de poder decir que se cubre el 100% del costo. Por lo tanto, también hicimos todo esto con recomposición de tarifas.
Es decir, lo interesante de este Programa de Estabilización es que nunca violentó el derecho de propiedad; se respetó la deuda del Banco Central, pues, en otros momentos se hicieron y se aplicaron plan Bonex. Nosotros hemos honrado esa deuda, no hemos violentado el derecho de propiedad. No sólo eso, no hemos aplicado controles de precios. No sólo eso, sino que además nunca le mentimos a la gente haciendo el ajuste de las tarifas antes y lanzar el programa de estabilización después. Lo hicimos durante el propio programa. Por eso la baja de la tasa de la inflación en el indicador minorista, o sea, en el precio de consumidor, es más lenta. No sólo eso: tampoco fuimos al atajo de fijar el tipo de cambio y, a pesar de todo eso, hoy la tasa de inflación ha bajado mucho más rápidamente que el programa más exitoso de la historia argentina que fue la convertibilidad. Si ustedes toman la inflación en dólares, es decir corrigen por el crawling peg que teníamos, básicamente van a ver que la inflación en dólares bajó muchísimo más rápido. Es decir que -en términos de estabilización- el programa diseñado por Toto Caputo, Santiago Bausili y todo el equipo es mejor que el programa de convertibilidad que había diseñado Domingo Cavallo.
A su vez, nosotros -en la cuestión monetaria- tuvimos que ir haciendo distintas etapas. Entonces, la primera etapa fue cortar con el déficit fiscal; la segunda etapa, entonces, requería ahora cortar con el déficit cuasifiscal, que es la deuda del Banco Central. En rigor, esa deuda nunca debería haber estado en el Banco Central, porque era el déficit que tenía el Tesoro Nacional, que se financiaba con emisión monetaria, y como era tanto el dinero que tiraban a la calle, lo esterilizaba el Banco Central y pagaba tasa de interés. No hace falta que les cuente lo que eso implica en términos de la desagradable aritmética monetarista de Sargent y Wallace. Entonces, básicamente, una vez que corregimos el tipo de cambio para cerrar la brecha, una de las cosas que sucedió es que arbitramos las tasas en dólares, y eso tuvo un efecto de que, si bien las tasas en dólares eran positivas; en pesos en términos reales era negativa. Y eso permitió, en parte, licuar la deuda en pesos, aun cuando se mantuvieran retornos positivos en dólares. Y, al tiempo que el Tesoro seguía mostrando equilibrio fiscal, nos permitió ir pasando la deuda desde el Banco Central al Tesoro Nacional, y en 6 meses terminamos de limpiar el balance del Banco Central.
Pero, una vez concluida esa parte, nosotros pasamos a un programa, como tuvimos un ataque especulativo, nos dimos cuenta de que estábamos cometiendo un error con la política monetaria, y era que estábamos comprando dólares. Y nosotros, originalmente y de manera equivocada -porque creíamos que esa compra de dólares estaba acompañada de demanda de dinero- . En general, cuando ustedes tienen un tipo de cambio fijo, o tienen crawling peg, sigue ese sendero - lo cual es una forma de fijarlo también, pero que le permite en "saltitos"-, nosotros comprábamos muchísimos dólares, que además los usamos para pagar deuda. Para que -más o menos tengan una idea- es la primera vez en la historia argentina que Argentina paga en un año 45.000 millones de deuda. O sea, bajamos la deuda en 45.000 millones de dólares. De hecho, la relación deuda/producto de Argentina pasó de niveles del 90 %, a niveles del 40 %.
Pero esta situación hizo que –básicamente- nosotros comprábamos los dólares e inyectábamos pesos, pero claro, como había control de capitales, no es que en rigor a mí me estaban comprando pesos. Como yo tenía la restricción de liquidar las exportaciones, no es que me estaban comprando pesos; en realidad, me vendían dólares porque estaban obligados. Eso que -en un mercado libre- la operación es el espejo una de la otra, con control de capitales, no; y eso hacía que nosotros estuviéramos emitiendo dinero de más, y eso hacía que la inflación tardara en bajar, lo cual a mi me generaba una situación bastante... se imaginarán que no le tengo mucho apego a la inflación. Y ahí nos dimos cuenta que eso era un error, que nosotros mismos estábamos dándole combustible a la inflación. Entonces pasamos a lo que fue el Programa de Emisión Cero, es decir, base monetaria cero. Y como básicamente estábamos obligando a los exportadores a liquidar, entonces comprábamos los dólares, pero -por otra ventana– devolvíamos en el mercado, y entonces para que -más o menos- se pareciera en algo a un mercado libre; no es que estábamos saliendo a controlar el tipo de cambio, no. O sea, mi obsesión era que no creciera la cantidad de dinero. Y así es que la base monetaria amplia está fija desde el año pasado - y si uno considera que los rezagos de la política monetaria en Argentina, son entre 18 y 24 meses, yo hoy les puedo asegurar que -para mitad del año que viene- en Argentina la inflación habrá sido una mala historia, pero que se terminó.
Pero, después, nos encontramos con otro problema. Como verán, la política económica, todo el tiempo, resuelve problemas. Entonces, lo que lanzamos fue la idea de la dolarización endógena, es que la gente pudiera usar en sus transacciones, cualquier moneda: es decir, para pagar, para comprar, para vender. Porque lo que estábamos empezando a ver es que - si nosotros dejábamos la cantidad de dinero fija - si la demanda de dinero se empezaba a recomponer, porque - por ejemplo - la base monetaria, en términos del PBI, estaba en 2 puntos y medio; históricamente la base monetaria en Argentina tiene pisos de 8 a 9 % y techos de 15. Entonces, claramente, hay un problema de muy poco dinero en la economía. Y además la economía está creciendo. Entonces, evidentemente, se iba a generar un fuerte exceso de demanda de dinero. Eso no nos preocupaba demasiado, porque como todavía hay sobrante monetario, en tanto y en cuanto haya sobrante monetario, la tasa de inflación va a empezar a ceder, pero el problema radica en que el día que llegue a 0, quiere decir que nos absorbimos todo el money overhang, y, consecuentemente, tenemos que prepararnos para una economía de deflación, y no tenemos la estructura contractual armada para tener deflación. Y, si eso ocurre, podría terminar generando un atascamiento, o que se empaste el crecimiento económico. Entonces, por eso es que propusimos esto de que la gente empezara a utilizar su moneda.
Pero no funcionó, no funcionó. La gente no quería usar sus dólares, la gente no quería hacer transacciones en moneda extranjera. Entonces habíamos arreglado la cuestión fiscal; habíamos arreglado el pasivo del Banco Central. Entonces -para darle más seguridad a los argentinos- decidimos arreglar el activo del Banco Central, concretamente. Entonces fuimos al Fondo Monetario Internacional y le hicimos una propuesta para recapitalizar el Banco Central. Es decir - a diferencia de lo que fueron todos los programas con el Fondo Monetario Internacional - que eran para financiar el déficit fiscal y manejar la transición, nosotros el ajuste ya lo habíamos hecho. Además, hay un fuerte compromiso no sólo mío por el equilibrio fiscal, sino también por cada uno de mis ministros.
Hay algunas anécdotas de mis ministros que son maravillosas. Por ejemplo, un día Toto Caputo, el Ministro de Economía, tenía que salir de la reunión porque estaba en algunas negociaciones, y entonces yo le digo al resto de los ministros: “Este hombre está haciendo un esfuerzo enorme, estamos haciendo un ajuste fiscal enorme. Lo que nos va a mantener adentro de la administración es el equilibrio de las cuentas públicas. Así que les pido que vayan pensando un ajuste de 10% extra, sobre cada uno de sus ministerios”. Lo más sorprendente es que cuando fui a la reunión de Gabinete posterior, todos me habían traído sus powerpoints con sus ajustes. Eso es maravilloso. Tengo todos los ministros alineados con mantener el equilibrio fiscal. Esto es pocas veces visto. En general, los ministros suelen gastar, y el malo de la película es el ministro de Economía. Yo no sé si es porque a mis ministros actuales no les gusta gastar o porque saben que no se la van a tener, que ver con el ministro, sino que se la van a tener que ver conmigo.
Y, en ese sentido, una de las cosas que hicieron los gobiernos anteriores: le colocaban deuda al Banco Central, en formato de letras intransferibles, con lo cual, instrumentos absolutamente inlíquidos, y se llevaban los dólares. Y si ustedes se fijan, si los saldos reales de largo plazo, tienen que tender a cero, o sea, la condición de transversalidad es cero, yo puedo llegar, supongamos que lo pongo en un té grande, después lo hacen todo lo grande que quieran, pero si los saldos reales tienen que ser cero, o son cero porque M es 0 o porque P tiende a infinito. Entonces, ¿eso qué es lo que hace? Cuanto más dañado está el balance del Banco Central, el nivel de precios que hace los saldos reales cero es cada vez más alto. Entonces, ustedes toman la línea que une los precios actuales, con ese nivel de precios que cierra la condición de transversalidad: les da implícita la tasa de inflación a la cual viajaba la economía argentina. Por lo tanto, en la medida que recompusiéramos el balance del Banco Central, el índice de precios para ser cero es cada vez menor. Y, en ese sentido, es que fuimos y recompusimos el balance del Banco Central. Nosotros calculábamos que necesitábamos para esa operación, 12.000 millones de dólares y poder abrir el cepo. Como tanto “Toto”, como yo somos muy aversos al riesgo, aunque no parezca, pero la silla eléctrica corrige algunos comportamientos. Y en ese sentido dijimos: “bueno, vamos a decir que si nos dan 15.000 millones de dólares salimos”; así teníamos para tirar al mercado 3.000 millones de dólares. Y, bueno, empezamos a trabajar en un acuerdo con el Fondo, y la verdad es que recibimos un paquete de 20.000 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional; 12.000 millones de dólares del Banco Mundial; 10.000 millones del BID, además una REPO por 2.000 millones de dólares, que la sacamos ayer. Y además, China nos renovó el vencimiento del swap, que eran 5.000 millones de dólares más. Es decir, que el paquete total era, básicamente, de 49.000 millones de dólares, donde cerca de 20.000 iban a ser cash. Por lo tanto - a diferencia de lo que decía toda la clase política y todos los economistas - que no íbamos a abrir el cepo, en un año electoral, fuimos y lo abrimos.
Es más - al momento de abrir el cepo - nos dijeron que el tipo de cambio se iba a ir al techo de la banda, que íbamos a perder un montón de dólares, que no lo íbamos a poder sostener, que la inflación iba a saltar a niveles del 5 o 7 por ciento y que se iba a quedar estacionado en esos niveles. La realidad es que los meses de marzo y abril, fueron meses muy duros. Durante, el mes de marzo, tanto en mi caso como en el del equipo económico, dormíamos cuatro horas por día. Obviamente que los fines de semana después tratábamos de recuperar, y en los últimos 15 días dormíamos 2 horas por día. O sea, fue bastante, bastante duro todo ese proceso. Pero todo el ruido político hizo que la demanda de dinero cayera y que la tasa de inflación saltara al 3,7%. Pero, después- a diferencia de todos los que decían que se iba a ir a cinco y a siete - fue de 2,8%. Y hoy está saliendo el índice de precios al consumidor, y la realidad es que si el número logra romper con claridad el 2%, puede ser que – efectivamente - como dice uno de mis grandes ministros, que es Federico Sturzenegger, la inflación caiga antes, que lo que nosotros estamos esperando a mitad del año que viene, y que el cero empiece a mostrarse ya a diciembre o sobre el final del año. Así es que la buena teoría económica funciona, pese a que a la política no le guste.
Hay una frase hermosa de un economista de Chicago, que se llama Thomas Sowell, que - originalmente era marxista - después se volvió libertario, y dice: “La primera ley de la economía es la escasez, es decir, no hay de todo para todos. Y, la primera ley de la política es ignorar la primera ley de la economía”. Afortunadamente para la economía argentina, y - desafortunadamente para los ladrones de la política - yo voy a hacer cumplir la restricción presupuestaria a rajatabla.
Y, entonces, ahora tenía que empezar a funcionar la dolarización endógena, y no funcionaba. La gente no sacaba los dólares del colchón o de la caja fuerte o de donde fuera. Y ahí es que hicimos un nuevo paso adicional, que es lo que se llama la Reparación Histórica de los Ahorristas. En realidad, los argentinos no es que fugaban del sistema los dólares porque odiaban al país o algo por el estilo; en realidad fugaban sus dólares para escapar del impuesto inflacionario. Es decir, ustedes no pueden pretender que alguien ahorre en helados de vainilla -porque es el gusto que me gusta a mí- en el medio del Desierto del Sahara, les va a ir mal. El helado es justamente un bien que tiene tasa de interés negativa.
Entonces los argentinos buscaban cómo protegerse del archivillano ladrón, el máximo ladrón de todos, que es el Estado, y uno de sus mecanismos de robos más perversos, que es el impuesto inflacionario. Entonces, porque en Argentina se hicieron varios blanqueos, pero es como si hubieran hecho algo malo y, en realidad, no me hicieron nada malo, solo se estaban escapando del torturador. Es más, por eso me fastidian tanto la izquierda y los periodistas, es más, diciendo “Ah no, bueno, pero entonces los que quedaron adentro…” Pero es como que salen, de Cuba, cagándose a trompadas con los tiburones; llegan a Miami, y ustedes quieren castigar a los que llegaron a Miami, porque todavía quedó gente en la isla-cárcel. Es un disparate, es un disparate verdaderamente.
Por lo tanto, lo que hicimos fue cambiar la forma de cómo el fisco miraba las cosas. En Argentina, todos eran culpables, salvo que demostraran lo contrario, un disparate; la revolución es que, ahora, son todos inocentes salvo que ARCA pueda demostrar lo contrario. Y eso significa que la gente ahora puede usar sus dólares libremente, pero no era solamente decir: “bueno, ahora lo pueden usar libremente”, o sea, había que hacer las reformas. El total de reformas involucradas, en esa operación, son 500, era un sistema soviético, prácticamente. Pero, entonces, lo voy a hacer con un ejemplo para que sea fácil: ustedes, por ejemplo, declaraban ingresos, pero al mismo tiempo les hacían declarar el consumido. Entonces, ¿qué pasa? Si ustedes tenían 100 de ingresos y gastaban 400, de alguna manera tenían que explicar esos 300. Entonces les pedían el consumido para detectar si mapeaba con los ingresos, pero - al mismo tiempo - les miraban la variación patrimonial; su patrimonio, en este caso, tendría que estar cayendo 300. ¿Qué es lo que hicimos nosotros? Eliminamos el consumido; eliminamos la variación patrimonial, con lo cual – ahora - todo el mundo puede gastar sin ningún tipo de problema que yo no los voy a ir a buscar.
Y bueno, ahora eso parece que, entonces, está funcionando: hasta 50.000 dólares por mes, pueden gastar libremente, todo lo que se les dé la gana y nadie tiene que declarar nada. Y si quisieran gastar más, se tienen que adherir a un régimen que hace que, además, borre todas las operaciones vinculadas a eso, con lo cual no quede ninguna marca. Así que se terminó esta persecución del fisco, es decir: estamos castigando al ladrón, no al honesto. Y eso es lo que tiene que ver con lo monetario. Y otra cosa que va a ocurrir es que, básicamente, Argentina tiene el equivalente de 10 bases monetarias fuera del sistema. Por lo tanto, la monetización la van a terminar haciendo los propios individuos. Igual, si ustedes toman un sistema de tipo de... miren, no importa, sea tipo de cambio flexible, tipo de cambio variable, la cantidad real de dinero, de la economía, la determinan los individuos. Porque - en realidad - la demanda de dinero es un espejo de lo que ustedes hacen con el mercado de bienes; es un espejo del sendero intertemporal de consumo. Pero, más allá de eso, cuando entonces el Banco Central determina la cantidad de dinero, lo único que hace es determinar el nivel de precios, y si empieza a molestar bastante, entonces genera algunos daños adicionales.
Cuando ustedes tienen tipo de cambio fijo, esa relación de que la cantidad de dinero la determina la gente y todavía es muchísimo más obvia, porque solamente se expande contra la demanda de dinero, se vuelve mucho más evidente. Ahora, pero lo que pasa es que nosotros no queremos emitir; nosotros queremos equilibrio fiscal, no queremos emitir dinero, queremos tipo de cambio libre, un balance del Banco Central saneado. Entonces, ¿qué es lo que ocurre? Los dólares para hacer las transacciones los tienen que ingresar los agentes cuando se les dé la gana. La monetización va a quedar en manos de los individuos, y cuando la economía sea lo confiable que amerite para los individuos en relación con las necesidades de cash que tienen, van a ir monetizando. Y eso significa que, si hoy yo puedo respaldar toda la base con los dólares que tengo, quiere decir que me voy a ir a una relación 11 a 1. Es decir, que el sistema va a quedar, a un chasquido de dedos, de poder ser dolarizado y de poder cerrar el Banco Central.
Dicho esto, quiero terminar con dos cuestiones que son muy importantes para el crecimiento y que son cosas no convencionales que nosotros hicimos: una es el tema, del Ministerio de Capital Humano. Si ustedes revisan la literatura, no voy a arrancar desde Adam Smith, que me encantaría, pero yo no tengo tiempo; ustedes no tienen tiempo; los que me esperan no tienen tiempo. Entonces voy a arrancar en 1956. En el año 56, dos autores por separado, Robert Solow y Trevor Swan, desarrollaron lo que se conoce como el Modelo de Crecimiento Económico Neoclásico. Ese modelo, en el año 57, fue testeado por Solow y solamente pudo explicar el 15%, es decir, todo quedaba en el residuo, con lo cual el modelo explicaba muy poco. A la luz de eso - desde la Universidad de Chicago - George Stigler sugiere que, en realidad, ese resultado deriva de no haber contemplado el capital humano. Para los que conocen las cosas que se discutían también, en ese momento, también se había hecho la matriz insumo-producto de Estados Unidos, y le daba intensivo en trabajo. Había un montón de cosas que andaba dando vuelta por el ambiente y que los tenía desconcertados. Entonces lo que dice es que ahí hay que meter el capital humano. Y es que - en ese sentido -a nivel microeconómico-, se desarrolla la Teoría del Capital Humano, con Gary Becker, y a nivel macroeconómico, se desarrolla el Modelo Bisectorial de Uzawa, que fue además tutor de tesis de Miguel Sidrauski, probablemente, uno de los cinco economistas argentinos más importantes de la historia, que además Miguel era judío y venía a Israel, que traían chicos en colonias de vacaciones, que con eso se ganaba la vida.
Y, después se creyó que lo que había que hacer era, se trataron de emparchar estos modelos: apareció la Regla de Oro de Phelps; apareció la versión Cass-Koopmans del modelo Ramsey, pero la verdad es que todo quedaba de dedo y la línea que ganó fue la línea de poner el progreso tecnológico exógeno, con lo cual todo venía explicado fuera del modelo, con lo cual el modelo no tenía mucho sentido. Hasta que en el año 83, Paul Romer, en su tesis doctoral, desarrolla la Teoría del Crecimiento Endógeno, tutoreado también por un profesor de Chicago, Robert Lucas Junior. Y, en ese sentido, aparece toda la discusión de crecimiento endógeno y el capital humano, discusión que termina en el año 89, cuando Mankiw, David Romer y David N. Weil hacen un testeo empírico incorporando el capital humano y demuestran que 85% del crecimiento, ahora, podía ser explicado. Por lo tanto, si uno quiere crecer, le tiene que poner mucho al capital humano. Me parece que estoy en un lugar que - justamente - da testimonio de eso.
Y, en ese sentido, nosotros armamos el Ministerio de Capital Humano, justamente, desde el primer día teníamos planeado crecer. Entonces, el primer rol que tuvo el Ministerio de Capital Humano, fue el de contener la pobreza frente al ajuste. Ahí, la Ministra Pettovello tuvo una acción brillante y fue descubrir que cuando se le pedía prestación a los beneficiarios de los planes sociales, en ese momento, se les sacaba la mitad del plan. Entonces, recibían dos planes y les cobraban uno. Y en ese contexto, una de las cosas que nosotros hicimos fue quitar esa contraprestación. Obviamente, al otro día nos estaban amenazando con hacernos una marcha donde supuestamente iban a venir 100.000 personas, y ahí también, junto a la valentía de la ministra Patricia Bullrich, que planteó el protocolo anti-piquete - piensen que Argentina tenía cerca de 9,000 piquetes por año - y el accionar del Ministro de Infraestructura, Guillermo Ferraro, que usó toda la infraestructura para comunicar que el que corta no cobra y que denunciaran a aquellos gestores de los planes sociales que los extorsionaban -hubo 18,000 denuncias. Lo más interesante es que, por un lado, pudimos duplicar la cantidad de recursos que llegaron a los sectores más vulnerables, sin girar un solo peso más, y - al mismo tiempo - intentaron tomar la calle, pero fue tan efectivo el mecanismo que de los 100.000 que esperaban fueron solamente 3.000, es decir, había más policías que manifestantes. Y como consecuencia de ello, a partir de eso, también logramos el orden en las calles.
El Ministerio de Capital Humano ha tenido un rol fundamental en esto de la baja de 10 millones de pobres, y – básicamente - lo que hace es integrar niñez y familia con salud, de modo tal de poder cumplir las necesidades del capital humano de primera generación, para que después puedan ingresar al mercado a estudiar; el capital humano de segunda generación, que tiene que ver no solo con la educación, sino con que las personas puedan volver a reentrenarse para poder ingresar al mercado laboral. Y, esas dos ideas, que también están adentro del Ministerio de Capital Humano, ya sea por el lado de la educación como la parte del reentrenamiento, liga con lo que tiene que ver con el mercado laboral y con el sistema previsional. Porque - en la medida - en que nosotros podamos seguir ingresando más personas en el mercado laboral, no solo para acompañar el crecimiento, sino también para el hecho de que las personas que están en el mercado informal pasen al mercado formal; una vez que tengamos un mercado laboral más robusto y con una población económicamente activa más grande, eso nos va a abrir la puerta para poder encarar una reforma previsional seria. Por lo tanto, ahí estamos determinando uno de los bloques del crecimiento económico.
El otro, que también es muy popular, que está a cargo de ese economista formidable y maravilloso, que es el doctor Federico Sturzenegger, es el Ministerio de Desregulación. La idea es muy simple: si ustedes tienen un modelo y tienen la realidad, y la realidad no mapea con el modelo, y el modelo erra sistemáticamente ¿ustedes qué harían? Tirarían el modelo, ¿sí o no? Si están tomando decisiones, donde los echan del trabajo, van a ver que van a elegir los datos, no el modelo que dice cualquier cosa. Bueno, los economistas neoclásicos tenemos un defecto que cuando la realidad no mapea con el modelo, lo llamamos fallo de mercado. Bueno - desde mi punto de vista- los fallos de mercado no existen, porque el mercado es un proceso de cooperación social, donde se intercambian derechos de propiedad voluntariamente, por lo tanto no puede haber un fallo de mercado si las transacciones son libres. Eso no quiere decir que no me vaya a equivocar, que es otro problema. Entonces, si ustedes miran la economía neoclásica - de manera crítica - el core central, está hecho sobre la naturaleza y las características del equilibrio, que tiene que ver con la existencia, con la unicidad y la estabilidad, pero con el agravante que, después, vienen la idea de Pareto y el Primer Teorema del Bienestar y el segundo, y ahí es donde la pone más complicada porque entonces cada vez que el mundo no se parece a lo que nosotros creemos lo llamamos fallo de mercado.
El fallo de mercado que más me irrita de todos - no voy a entrar en todos porque, estoy ya en tiempo-, es el que se llama No Convexidades: es decir, las estructuras concentradas, si ustedes lo quieren llevar muy al límite, los monopolios. Y la realidad es que los monopolios -salvo que sean monopolios generados por el Estado-, donde el Estado dice: “bueno, en este cuadradito solamente participa X X y si alguien lo viola, yo lo reviento a garrotazos”, salvo en ese caso, el monopolio no tiene por qué ser malo. Porque, de hecho, supongan que yo tengo 10 empresas de celulares y aparece una y hace un celular de mejor calidad, a un mejor precio ¿qué creen que va a pasar con las otras 9? Van a quebrar. Y sin embargo, yo estoy muchísimo mejor. Y dicen: “no, bueno, pero gana mucha plata”, ¿qué me importa? Si yo ahora tengo un bien de muchísima mejor calidad a un mejor precio; encima me libera recursos para gastar en otro lado y gana mucha plata. ¿Y cuál es el problema de que gana mucha plata? Si se la gasta en otro lado, generará actividad en otro lado; si la ahorra, generará inversión en otra parte; y si es un tirano y es tan malo y odia tanto a la gente que hunde el dinero ese en el piso, lo que hace es – básicamente - que el nivel de precios baje; o sea, un benefactor social. Es decir, lo que hay que tener claro es que ganar plata, la función social del empresario es ganar plata, porque solamente puede ganar plata sirviendo al prójimo con bienes de mejor calidad, a un mejor precio. Entonces, a los empresarios exitosos habría que llevarlos en andas, todos los días, y no perseguirlos.
Y, en ese contexto ¿qué es lo que se sucede? Como en la Economía Neoclásica...Hago un punto adicional. Cuando ustedes se encuentran eso en la Economía Neoclásica, ¿qué van a hacer? Lo van a regular para que se termine pareciendo a una empresa competitiva. Ahora, ¿cuál es el problema? El problema es que, si yo lo hago parecer, a una empresa competitiva, los rendimientos son constantes a escala. Si ustedes miran el riesgo, desde la era cristiana, el PBI per cápita, en la serie de Madison, van a ver que hasta el 1800 el PBI per cápita está constante, o si ustedes quieren, crecía al 0,02% anual. Es decir, que para duplicar el PBI necesitaban 3500 años. Bastante aburridos en términos económicos. Ahora, si ustedes se fijan - desde el año 1800 hasta el año 2000 - el PBI se multiplicó por cerca de 10 veces, y la población, hasta el año 2000, lo hizo cerca de 8 veces. Con lo cual, a pesar de que la población se multiplicó por 8, la producción se multiplicó por 10. Quiere decir que el PBI subió 80, tal que el per cápita se multiplicó por 10. Eso se llama rendimiento creciente. Y el problema es que los rendimientos crecientes es una No Convexidad, que implicaría que no pueden obtener un máximo...Hay toda una serie de errores en el análisis neoclásico aquí, pero no viene al caso. Pero lo importante es que, cuando ustedes lo regulan, matan los rendimientos crecientes. Y el problema es que, cuando ustedes matan los rendimientos crecientes, el modelo se termina, por ejemplo, pareciendo al de Solow o al del Ramsey. ¿Y qué les pasa en esos modelos en estado estacional? No tienen crecimiento. Por lo tanto, cuando ustedes regulan la economía, lo que están haciendo es matar los rendimientos crecientes, y cuando matan los rendimientos crecientes, están matando el crecimiento económico.
Y entonces, desde el Ministro, desde la acción de Federico Sturzenegger y muchos de los ministros involucrados en esto, nosotros - en Argentina ya hemos hecho 2500 reformas estructurales en un año y medio. Y esto, ¿por qué es importante? Porque - yo les había contado - que el programa de estabilización más exitoso de la Argentina hasta el que hizo “Toto” Caputo, había sido el de la convertibilidad. Y, básicamente, hay un trabajo de Gerardo Della Paolera, Bózzoli y Irigoin, que se llama “Passing the Buck" y compara todos los gobiernos de la historia argentina. Y el mejor gobierno de la historia, es el primer gobierno de Menem, donde básicamente fue la convertibilidad, más 100 reformas estructurales. Nosotros tenemos un programa de estabilización mucho más exitoso, que la convertibilidad y 25 veces más de reformas estructurales. Por lo tanto, no tengo ningún pudor en decirles que somos el mejor gobierno de la historia.
Muchísimas gracias.