Discurso del Presidente Javier Milei en la Knéset, el Parlamento del Estado de Israel, en Jerusalén
Buenas tardes a todos; con el permiso de mi querido amigo, el Primer Ministro, Benjamin Netayanhu; el Presidente Isaac Herzog; el Presidente de Knéset, Amir Ohana; de los Ministros y Diputados, a todos muy buenas tardes. Es un honor estar de vuelta en este gran nación, por la cual siento un profundo amor, me siento especialmente honrado de ser el primer presidente argentino en tener el privilegio de pronunciar un discurso en la Knéset y mediante este acto poder ahondar el vínculo entre nuestras dos naciones.
Lamentablemente no tengo la fortuna de estar aquí en tiempos alegres; con el ataque de Hamas el 7 de octubre de 2023, el pueblo israelí ha sido víctima de la agresión más aberrante en los últimos 80 años y todo el mundo libre ha sido testigo del rostro de la más abyeta barbarie. En paralelo vemos como - junto con el avance el terrorismo barbárico – la oscura y antigua sombra del antisemitismo se vuelve a extender como un cáncer por el mundo contemporáneo, inclusive en aquellas naciones que creían haberlo exterminado.
El nazismo nos mostró lo peor de la humanidad, escribiendo las páginas más negras de nuestra historia como especie. Vencerlo costó millones de vidas. Gracias a su noble e inolvidable sacrificio, el mundo libre logró construir un nuevo orden basado en la democracia y la libertad. Pero – lamentablemente - el aprendizaje humanitario que, hasta hace poco, creíamos definitivo – hoy - está cada vez más borroso. Creíamos haber dejado atrás horrores como el Holocausto; creímos haberle puesto un punto final a la barbarie, y - sin embargo - la tragedia del 7 de octubre, nos ha despertado de este apacible sueño. Nos ha recordado, con su salvajismo, que el fundamentalismo asesino está más vivo que nunca. Ese mismo afán de exterminar al pueblo judío - manifestado bajo diversas formas a lo largo de la historia - se las ha arreglado para resistir el paso del tiempo.
Los argentinos supimos vivirlo en carne propia, durante los atentados a la Embajada de Israel y la AMIA en 1992, y 1994, respectivamente, dejando un saldo de 114 muertos. En su más reciente y cobarde manifestación, el 7 de octubre del 2023 se cobró más de 1200 vidas y 251 personas secuestradas, entre las que había 21 ciudadanos argentinos. Al día de hoy, 55 siguen aún en cautividad, entre los que se encuentran cuatro argentinos: Eitan Horn, David y Ariel Cunio, y Lior Rudaeff. Seguiremos exigiendo su liberación inmediata e incondicional.
Lo aceptemos o no, Occidente – hoy - se enfrenta a una prueba de fuego, porque así como está siendo asaltada por despotismos bárbaricos de distinto tipo que nada tienen que ver con la libertad y la democracia, de los cuales el terrorismo es su rostro más atroz, también está viéndose envenenado por una barbarie interna y autoinfligida, que es la ideología woke con su relativismo moral, que descalibra la brújula moral y genera, entre otras cosas, que la dirigencia global le dé la espalda a Israel.
Párrafo aparte para la ex activista climática que se convirtió en una mercenaria del activismo para cualquier cosa que le dice la izquierda internacional, a cambio de un poquito de prensa y cámaras. Hablo de Greta Thunberg, que - en los últimos días - hizo una performance de victimización con que estaba secuestrada, mientras decenas de ciudadanos israelíes y del mundo - incluyendo argentinos - siguen realmente secuestrados en condiciones inhumanas, por la organización asesina de Hamas.
El punto es que esta corrupción de nuestros principios morales fundamentales, es demasiado cara, porque le terminan allanando el camino al terrorismo, al tomar por válidos los reclamos y las formas de una bandada de asesinos, sin escrúpulos. ¿Cómo es posible que el mundo libre permita que Hamás, una organización salvaje y terrorista, siga teniendo secuestrados a civiles inocentes? ¿Cómo es posible que critiquen - desde la comodidad de la distancia y desde un pedestal moral imaginario - el proceder de una guerra en la que el enemigo ha cometido los más atroces crímenes, una y otra vez, y ha demostrado, irrefutablemente, no tener el más mínimo apego a la verdad? Cuando las fuerzas en pugna en el conflicto son el bien y el mal no hay equivalencia moral posible.
La Argentina no se va a mantener al margen. Como anuncié en mi primera participación en la ONU, la Argentina levantará la voz y hará fuerza a favor de la defensa de nuestros semejantes. Las naciones que defendemos la cultura Occidental, nuestra forma de vida, nuestro entendimiento político y civil basado en la defensa de la libertad, la propiedad y la vida, tenemos que estar juntos y alinearnos para custodiar ese legado, estableciendo nuevos lazos políticos, comerciales, culturales, diplomáticos y militares: una alianza de naciones libres.
He dicho desde el principio de mi gestión que considero a Israel, junto a los Estados Unidos, nuestro socio estratégico más importante. Nuestra agenda presente es diametralmente opuesta a la de los gobiernos anteriores, que - desentendiéndose del inquebrantable lazo entre nuestros pueblos - decidieron pactar con dictaduras de toda índole. Ellos hacían causa común con la opresión, el despotismo y la intolerancia, quizás porque hacia allí querían dirigir los destinos de nuestra nación. Nosotros elegimos la libertad, la democracia y los valores occidentales, las mismas máximas que Israel defiende en una región donde son tan escasos.
Compartir estos valores nos hace aliados, pero los lazos históricos e inquebrantables entre nuestros pueblos nos hacen también amigos. Prueba de ello es que Argentina alberga la comunidad judía más grande, de Latinoamérica, y la séptima más grande de todo el mundo. A su vez, Argentina fue de los primeros países en reconocer el Estado de Israel. Esta administración, y muy especialmente este Presidente, afirma el derecho de Israel a la legítima defensa, y nuestra vocación es honrar la amistad histórica que caracteriza a nuestros países y profundizar los lazos culturales, diplomáticos, estratégicos y comerciales que nos unen. En línea con esta vocación, no hemos titubeado en declarar a Hamás una organización terrorista, y tengo el orgullo de anunciar ante ustedes que, en 2026, haremos efectiva la mudanza - de nuestra embajada - a la Ciudad de Jerusalén Occidental como lo prometimos.
Y - como muchos de ustedes saben -, mañana mismo estaremos firmando un Memorando de Entendimiento entre nuestras naciones. Se trata del Memorándum de Libertad y Democracia, en Combate del Terrorismo y el Antisemitismo. Hermanos de Israel: Argentina está con ustedes en este difícil momento.
Lamentablemente, no puede decirse lo mismo de la comunidad internacional que se ha dejado manipular por la propaganda terrorista, invirtiendo las categorías de víctima y victimario. En esa confusión, una nación que se defiende de la barbarie - como Israel - es considerada la agresora, mientras se tolera de la manera más hipócrita el accionar del terrorismo. Es importante entender, que estamos en una batalla existencial y moral, entre el bien y el mal; batalla que empezamos a perder, en el momento en el que nos volvimos incapaces de distinguir entre uno y el otro, batalla de la que depende el futuro de la civilización, ante el avance implacable de la barbarie.
Urge que la comunidad internacional se reencuentre con su brújula moral y – finalmente - se decida: ¿Prefiere estar del lado del terror o del lado de la libertad? ¿Prefieren la vida o la muerte? ¿El bien o el mal? Para decidir, basta simplemente con remitirse a los hechos. De un lado, hay un terrorismo barbárico que mata y destruye, que miente y tergiversa; del otro lado, una nación que lucha por su derecho a existir, y es el único bastión - en la región -, donde imperan la libertad y la democracia.
Tanto el pueblo judío - como la nación de Israel - son protagonistas de muchos milagros a los que la humanidad eterna les debe reconocimiento. Para empezar, el primer milagro fue la consolidación de un Estado soberano, tras la supervivencia al mayor crimen de lesa humanidad que haya visto el mundo, que fue el Holocausto. El segundo milagro es la supervivencia física de Israel, ante los constantes ataques con los que sus vecinos intentaron y siguen intentando exterminarla. Sin ir muy lejos, el primer ataque sufrido por esta gran nación por parte de sus vecinos, fue apenas unas horas después de su consolidación como Estado soberano. Israel salió triunfante de semejante embestida porque tal como cita Macabeos 3:19, “la victoria en la batalla no depende de la cantidad de soldados, sino de las fuerzas, que vienen del cielo”.
Así, lograron sobrevivir ese primer ataque y todos los posteriores, hasta posicionarse como una de las potencias mundiales en materia de defensa, seguridad e inteligencia. En este sentido, quiero recuperar una anécdota de Borges, autor que también citó mi querido amigo Bibi. En 1969, Jorge Luis Borges pasó 10 días en Israel y expresó una admiración semejante. Dijo - y cito textual -: "Sentí que toda la nación estaba de pie, digamos, en estado de guerra, y que todos estaban esperando cualquier cosa en cualquier momento, y que esa esperanza era una esperanza valerosa". Y cerró diciendo: "Yo admiro a Israel porque en un mundo de cobardes, ha sido valiente, ha defendido su derecho a existir."
El tercer milagro es el ascenso vertiginoso que ha visto Israel, en el camino de la tecnología y el emprendedurismo. A lo largo de la historia, siempre se reconoció al pueblo de Israel como trabajador y productivo, y hoy podemos entender - de manera clara y concisa - el por qué, siendo la nación con mayor número de startups per cápita, hoy es una de las potencias tecnológicas más consolidadas del mundo, con empresas que brindan bienes y servicios a todos los países del planeta, y son punta de lanza en diversos sectores productivos, desde el software hasta la agricultura. En este sentido, podría considerarse un cuarto milagro a la revolución agrícola que llevaron adelante y que les permitió convertir en tierra fértil al mismísimo desierto. Lograron hacer crecer elementos en un suelo donde no crece nada, sorprendiendo a la inclemencia de la naturaleza.
Tal como Hashem, al momento del Éxodo de Egipto, le proveyó al pueblo judío el maná necesario para alimentarse y sobrevivir en el desierto, en la actualidad le proveyó el conocimiento para generar alimentos por sus propios medios. Otro milagro no menor, que es digno de destacar - y lo digo como economista - es el milagro económico que llevaron adelante, en la década del 80, controlando una hiperinflación que llegó a tocar el 444% anual. Se hizo también la tarea, en materia económica, que incluso, hoy en día, luego de más de un año y medio de guerra ininterrumpida, su economía se mantiene sólida y estable.
Háblenme de milagros, de resiliencia y de sorprenderse ante las caídas que nos depara la vida. De hecho, Mark Twain se preguntaba cuál era el secreto de la inmortalidad del pueblo judío, a lo que podemos encontrar una respuesta, en la Parashá, de esta semana: al salir de la esclavitud de Egipto, los judíos se encomendaron a la travesía por el desierto. La Parashá afirma que la travesía era como el arca, del pacto de Dios marchando delante de ellos. Los comentaristas explican que el arca iba adelante para protegerlos, abrir el camino ante ellos y guiarlos. En el arca estaban las tablas de la ley, con los 10 mandamientos. Esa es su historia, esa es su esencia. Cada uno de ustedes porta la libertad de la salida de Egipto y la moralidad y la espiritualidad de los diez mandamientos.
En respuesta a Mark Twain: este es el secreto de la inmortalidad del pueblo de Israel; mantenerse fieles a estos principios y valores atemporales, sin importar las circunstancias temporales, que siempre son mutables. El bien siempre es el bien, el mal siempre es el mal. Sólo se necesita la sabiduría para distinguir la una de la otra y el coraje para obrar en consecuencia, ya como lo pedía el rey David.
Paralelamente, hoy Argentina está atravesando su propio éxodo: se está liberando, tras cien años de una casta política que avanzó – descontroladamente - sobre sus ciudadanos. Nuestro país terminó siendo uno de los Estados con mayor carga fiscal. Según el último relevamiento, realizado por el Banco Mundial, hace algunos años, la carga impositiva sobre las ganancias empresariales ascendía al 106%, es decir, que hacer negocios - de forma legal - implicaba una ruina garantizada, y los ciudadanos argentinos le pertenecían fiscalmente al Estado, por lo que se veían obligados a manejarse en la informalidad para escapar de sus garras.
El resultado del esclavismo fiscal, al que estábamos sometidos los argentinos, era tal que nuestra gestión heredó una pobreza superior al 50 %. Así fue que el pueblo argentino - al igual que el pueblo judío - optó por la incertidumbre de la libertad, por sobre la ruina certera que ofrecía la servidumbre. Eligieron a un nombre nuevo, a un outsider de la política, para que conduzca la nación, porque entendieron que una Argentina distinta era imposible con los mismos de siempre. Hace un año y medio, inauguramos un modelo inédito, para nuestra población, basado en el equilibrio fiscal; la inversión privada y la protección de la vida, la libertad y la propiedad. Porque sin la protección de estas tres anclas morales no podría existir nunca la inversión ni el equilibrio. A raíz de este cambio de paradigma, es común escuchar que – hoy - el mundo esté hablando del milagro económico argentino. Ganamos las elecciones bajo la promesa de que íbamos a comerciar más y comerciar mejor, y para eso, primero, debimos abrirnos al comercio.
Y si, en este frente, teníamos a todo el establishment dispuesto a cualquier cosa para detener el progreso, nosotros tendríamos que estar dispuestos a todo y más para asegurarlo. Por eso encaramos la gestión en la forma en la que lo hicimos: ordenar la macroeconomía; sanear el Banco Central y salir del control cambiario, bajo tres anclas inamovibles que de tanto repetirlas ya las grabamos a fuego en la memoria, de todos los argentinos: el ancla fiscal, el ancla monetaria y el ancla cambiaria. Aunque esta última, el ancla cambiaria, ya cumplió su cometido y – hoy - nos encontramos en un sistema de flotación, y el comportamiento del tipo de cambio dependerá de nuestros compromisos, con las otras dos anclas. Así inauguramos un modelo de déficit cero, emisión monetaria cero y brecha cambiaria cero.
Para ordenar la macro tuvimos que atacar el huevo de la serpiente, que era el déficit fiscal. Así, avanzamos - sin tregua - sobre una infinidad de gastos espurios, que la política había cargado sobre las espaldas de todos los argentinos y de los cuales se servía para beneficiarse económica y políticamente. Gracias a estas medidas alcanzamos el superávit fiscal, en nuestro primer mes de mandato, algo que todos decían que era imposible, y lo sostuvimos durante ya 17 meses, algo que no sucedía en ese país hace más de 100 años. Hoy, la Argentina es uno de los 5 países del mundo, con superávit financiero.
Y planeamos seguir recortando cualquier gasto no esencial que tenga el Estado y pueda ser reemplazado por gestión privada, y vetar cualquier proyecto de ley que atente contra el equilibrio fiscal, porque - como bien decían Friedman y Rothbard - la verdadera carga fiscal está en el tamaño del Estado.
Para sanear el Banco Central, por otro lado, tuvimos que solucionar dos grandes bombas que nos dejó la gestión anterior: por un lado, la avalancha de emisión endógena que nos dejaron, lo cual solucionamos, hace ya varios meses; por otro lado, la recomposición de activos de nuestro Banco Central, que ya logramos rescatar gracias a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional en abril. Todo esto nos permitió sacar el control de cambios que oficiaba como una piedra en la puerta giratoria y, a costa de impedir que salieran divisas, impedía que las inversiones también entraran. Todo esto lo cuento para demostrar que nosotros ordenamos la macroeconomía con soluciones de mercado, sin vulnerar contratos, ni defaultear deudas, porque la confianza es la piedra angular sobre la que se sostiene el comercio y la economía, y nadie puede confiar en un país que no te permite hacer lo que quieras, con el fruto de tu trabajo y tus inversiones, y nadie confiará jamás en un país que pide plata prestada pero no la devuelve.
No es por casualidad que hayamos heredado un riesgo país, de cerca de 3000 puntos básicos y que el mismo – actualmente - esté camino a los 600 y buscando romper ese piso de 600. Hoy, habiendo atravesado un año y medio de nuestro gobierno con el foco puesto en generar las condiciones necesarias para que el comercio se desarrolle debidamente, nos encontramos ante números muy prometedores. Si al inicio, de nuestro mandato, invitamos a todo el planeta a juzgarnos por nuestras intenciones, hoy los invitamos - amablemente - a juzgarnos por los resultados que alcanzamos en menos de dos años.
La actividad económica, en el primer trimestre del año, creció un 6% y hoy, en el segundo trimestre viene viajando al 8%. Eso, después de haber hecho el ajuste fiscal más grande, de la historia de la humanidad, habiendo ajustado 15 puntos del PBI. A su vez, el patentamiento de vehículos creció un 90% interanual y vio su mejor primer trimestre desde el 2018. En abril, tuvimos la mayor cantidad de hipotecas en un mes, desde 2008 y la mayor cantidad de escrituras de compraventa en nuestra provincia con mayor cantidad de habitantes desde que se empezaron a medir en 2005.
Según los últimos datos publicados, en abril de este año, la industria creció 8,5%, respecto al año anterior y la construcción casi un 26%, también, en forma interanual. En el transporte aerocomercial venimos de récord en récord, pues tuvimos - el febrero - con mayor cantidad de pasajeros transportados en avión en la historia de nuestro país; vimos también el mejor abril de nuestra historia, superando por 9% el de abril de 2019, el mejor hasta hoy, con un aumento de 21%, en pasajeros internacionales y 13% de pasajeros de cabotaje comparado contra el 2024. En abril, la producción de petróleo en Vaca Muerta creció un 22% interanual, también vimos un crecimiento interanual del 7,3% en la producción de gas. En términos de exportaciones - este año - tuvimos nuestro mejor primer trimestre en toda la historia, en términos de cantidades exportadas. Y estos son solo algunos números, que se dieron a conocer en las últimas semanas; llevamos meses con noticias de este tipo que - a los medios - no les gusta informar.
Esto se da porque, por un lado, está cayendo – notablemente - la inflación, la cual en menos de un año será tan solo un mal recuerdo, y a su vez, en una situación donde aumenta la demanda de dinero, dado que los pesos ya no se derriten en las manos, de sus dueños. Pero también se da porque, por otro lado, está creciendo el salario privado, de manera sostenida hace 12 meses. Aquí quiero contarles que, cuando sinceramos las variables macro la pobreza - en Argentina - era del 57%. Es decir, el 57% de la población argentina estaba debajo de la línea de la pobreza; y hoy, después de más de un año de implementar la reforma pro mercado más grande de la historia argentina, la pobreza es del 35%. Pero, a veces, los números parecen algo fríos en esta mejora en donde la pobreza cae 22 puntos. En términos de cantidad de seres humanos, quiero contarles que - en un año - sacamos de la pobreza a 10 millones de argentinos.
En otras palabras - gracias a bajar la inflación - estamos recuperando el cálculo económico y eso le permite a todos los argentinos planificar sus cuentas personales con horizontes más largos y a los bancos les permite brindar créditos con seguridad. Eso logra que las personas de a pie puedan acceder a consumos que antes consideraban inaccesibles, como - por ejemplo - comprarse una vivienda, comprarse un auto o cambiar los electrodomésticos.
Además, tenemos activo el régimen de incentivos a las grandes inversiones, que le da un marco regulatorio y fiscal lógico a las inversiones de más de 200 millones de dólares. Ya aprobamos cuatro inversiones por un valor total de 12.500 millones de dólares y tenemos 10 más, en etapa de evaluación, por miles de millones de dólares más y esto es solo el comienzo. Acaba de iniciar una nueva fase de nuestro gobierno, el de la motosierra profunda, que va a remover capas geológicas de regulaciones, impuestos y trabas al libre comercio. No me voy a cansar nunca de enfatizar que nosotros llegamos al gobierno para hacer, de Argentina el país más libre del mundo y no vamos a descansar hasta que eso suceda. Ya hemos llevado adelante - en un año y medio - más de 2500 reformas estructurales.
Nuestra labor es la de quitarle las malezas y los obstáculos a este tren del crecimiento que desea avanzar a toda velocidad y convertir - a la Argentina - en la región más pujante del planeta en los próximos años. Todos aquellos que tengan el mismo objetivo están cordialmente invitados a unirse a nosotros en este propósito. Aquellos que aún duden, es mi deber informarles que los mejores lugares del tren siempre son los primeros en agotarse. Si Israel - siendo un pequeño país desértico - logró ser vanguardia mundial en tantas áreas por haber seguido las ideas de la libertad, imagínense de lo que es capaz la Argentina, siendo el noveno país más grande del mundo y habiéndose decidido - de una vez por todas - a seguir las mismas ideas. Tenemos llanuras agrícolas, montañas repletas de minerales, desiertos llenos de petróleo y gas, diversidad de climas y paisajes para el turismo, el vino y la carne más famosas del mundo y tantas otras ventajas comparativas para ser aprovechadas, y los mejores jugadores de fútbol del mundo.
Tenemos todas las condiciones necesarias para convertir una energía potencial prácticamente infinita en energía cinética que ponga el gran tren del crecimiento económico en marcha por el resto de los tiempos. Es hora de recoger la antorcha encendida por el fuego de Occidente y, tal como hizo Israel en Medio Oriente, convertir a la Argentina en el faro austral que ilumine desde el sur y guíe en el camino hacia el progreso al resto de las naciones. Porque de esto se trata: ser un faro en un mundo que ha caído en tinieblas; ser un norte para un Occidente que ha perdido contacto con los valores que representa, deambulando hacia el suicidio colectivo. Y no encuentro lugar más apropiado para la introspección que Israel, cuya influencia - en Occidente - llega hasta el más profundo de sus cimientos, que es un bastión de los valores que nos hicieron prósperos y representa un gran punto de partida para reencontrarnos con nosotros mismos.
Por mi parte, siempre he considerado la libertad como el mayor de todos los valores, y ser libres no es otra cosa que tener la capacidad de elegir entre el bien y el mal. Esto tiene que estar - especialmente claro - en los tiempos que corren, donde para muchos la línea entre el bien y el mal está difusa. Nosotros como argentinos lo tenemos bien claro. Hoy, junto con todos ustedes, alzo mi voz en un gran ¡Am Israel Jai!
Finalmente, pido a Hashem que bendiga a Israel, que bendiga a la Argentina y que las fuerzas del cielo nos acompañen. ¡Viva la libertad, carajo! Muchas gracias.