Palabras del Presidente de la Nación, Javier Milei, en el Council of the Americas 2025, en el Alvear Palace Hotel de la Ciudad de Buenos Aires

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Palabras del Presidente de la Nación, Javier Milei, en el Council of the Americas 2025, en el Alvear Palace Hotel de la Ciudad de Buenos Aires

Buenas días a todos. Les agradezco nuevamente a Susan Segal, a Natalio Grinman y a los demás integrantes del Council of the Americas y también de la Cámara de Comercio y Servicios por haberme invitado a hablar a este evento tan importante para las relaciones políticas y económicas del continente americano. Hola, Eduardo, ¿cómo anda? Hoy no es un día como cualquier otro. Ayer asistimos a un espectáculo macabro en el Congreso de la Nación. Nos dejaron bien en claro una vez más que enfrente tenemos un Congreso secuestrado por el kirchnerismo, un Congreso que solo responde a sus propios intereses; nos recordaron que ellos tienen una sola agenda legislativa: quebrar al Estado Nacional. Es sorprendente escuchar de parte de estos “honorables” legisladores kirchnerista que su festival de gasto es para frenar la crueldad de este Gobierno. Ellos que - hace dos años - nos dejaron a todos al borde de la catástrofe esconden que el punto de llegada, de todas estas iniciativas, es quebrar al Estado.

Saben que sin acceso al financiamiento externo por culpa de sus constantes y desajuste fiscales y maltratos a los acreedores, este gasto deficitario sólo se podría financiar vía emisión monetaria. Volver a abrir la canilla de la emisión monetaria implica volver al sendero catastrófico de destrucción inflacionaria, que tanto nos costó dejar atrás.

Por eso decimos que los kirchneristas, en el Congreso, no tienen ninguna otra intención más que devolver a los 47 millones de los argentinos el peor momento del 2023, y también, por qué no decirlo, la crisis que tanto dejaron plantada y que pudimos evitar exitosamente. Y por qué querrían al supuesto paladines de la pobreza destruir al país, no son acaso almas nobles, que sienten en carne propia sufrimiento de los más miserables; es sencillo, ellos buscan romper la economía porque saben que la suya siempre va a estar - y más aún - la suya va a estar siempre que la gente crea que dependen de ellos. A ver si se entiende de una vez: al kirchnerismo no le importa arruinarle la vida a todos los argentinos de bien, con tal de ir contra nuestra gestión.

Y es muy fácil de comprender por qué. Ellos no conocen - en carne propia - lo que es sufrir un país con inflación; un país con caos económico; sin oportunidades laborales y estancados sin horizonte alguno. Porque ellos siempre vivieron de la política y siempre se aumentaron sus propios sueldos a gusto, tan sólo levantando la manito. Porque todos sus familiares y amigos viven, desde hace años, del Estado, ya sea porque son empleados públicos o porque tienen negocios ilegítimos con el Estado y las provincias. Ellos ven en la destrucción económica, que causan, una gran oportunidad. Porque es – entonces - cuando le acercan a sus futuros clientes la mano ensangrentada del Estado escondida de un velo de caridad. Para ellos cada pobre no es - ni más ni menos - que una oportunidad de acumular aún más poder, de someter económicamente al ciudadano honesto. Por eso los multiplican; por eso no quieren que salgamos del pozo. Cualquier argentino de trabajo entiende que, a la hora de crecer, primero viene el esfuerzo, el ahorro, el sacrificio, y luego vienen los resultados. Eso es algo que un político no entiende o que no le sirve admitir públicamente.

Ellos le quieren hacer creer a la gente que los resultados pueden aparecer por arte de magia. De esa forma se presentan como los que podrían solucionar los problemas, problemas que, desde luego, ellos mismos causaron en primer lugar. Y así gobernaron toda su vida, ignorando las condiciones naturales de trabajo y la administración de los recursos. Ellos no comprenden ni les importa el calvario que vivió la sociedad, durante la última década y media. En el 2023, el modelo de la casta llegó a su límite, los argentinos miramos al abismo del caos y la hiperinflación, y frente a eso, asumimos los riesgos de emprender un cambio de 180 grados. Decidimos dejar de hacer lo mismo de siempre; cambiar verdaderamente de dirección. Por eso votaron al primer Presidente liberal libertario de la historia y todo esto a pesar de que ese cambio no prometía soluciones mágicas ni mucho menos instantáneas. No prometía ser más de lo mismo que nos arruinó, pero ahora haciéndolo bien. El compromiso con la sociedad no fue hacer las cosas malas correctamente, sino hacer el bien a sabiendas de que aun atravesando el esfuerzo los frutos cosechados serían duraderos.

Un año y medio después, hemos demostrado que hacer las cosas de otra forma es posible, que no hay que reinventar la rueda, que con el esfuerzo y la responsabilidad - tanto el Gobierno como de los argentinos - se puede sacar el país adelante; y así es que se empiezan a ver los primeros resultados de este arduo proceso. Estamos asentando, finalmente, los cimientos fuertes de un nuevo país, una tarea que la clase política desterró de su ideario por considerarla imposible. Todos los políticos se contentaban con administrar la decadencia.

Nosotros - en cambio - nos atrevemos a soñar con la grandeza. Todos ellos no veían más allá del presente inmediato y fueron la causa de nuestro pasado miserable, y nosotros pensamos en el futuro y seguimos pensando en el futuro. Por eso mucha gente está ilusionada, a pesar del gran esfuerzo de estos años, y por eso la política está aterrada, porque - como confesó una encumbrado referente del socialismo del siglo XXI - cuando a la gente le va mejor, cuando los pobres empiezan a tener, dejan de escuchar a los gobiernos de izquierda, porque saben que si el país sale adelante la gente ya no los va a necesitar, porque nunca creyeron que fuera siquiera posible lo que logramos en este año y medio. Ellos necesitan romper la ilusión de la gente porque si esa ilusión se concreta, ellos pierden para siempre. Por eso su único plan en el presente es sabotear el futuro, porque quieren devolvernos directo al pasado. Esto es lo que ha quedado demostrado en los últimos tres meses, en el Congreso, y ya ni siquiera buscan esconderlo.

Acá quiero quiero hacer una referencia adicional porque, a veces, uno tiene la sensación de que no tienen en claro - los analistas o los periodistas o los que se dedican a mirar la política - qué es lo que tenemos enfrente, qué es lo que está pasando. Quizás ni siquiera se toman el trabajo de mirar las cosas dantescas que se hacen, en el Congreso. Pero hay muchos que hacen como crítica diciendo: en el primer año o en el durante el 2024, hubo gestión política y – ahora - no hay gestión política. La realidad es que ahí hay, básicamente, dos grandes errores en esa forma de hacer el planteo: primero, es no entender qué son y cómo son los kirchneristas.

Nosotros, durante el primer año, hemos logrado pasar muchísimas reformas; de hecho, hemos hecho la reforma más grande de la historia argentina; hemos hecho 8.000 reformas estructurales, en el contexto también del plan de estabilización más exitoso de la Argentina. Sin embargo, uno podría decir: pero - durante el 2024 - la agenda legislativa fluyó y - durante el 2025 - está empastada, atascada. Es muy simple, el motivo por el cual no se aprobaban las cosas es porque creían que iban a salir mal; es decir, lo habilitaron porque estaban convencidos que íbamos a terminar de incendiar las ideas para que ellos pudieran perpetuarse en el poder; lo que pasa es que las ideas de la libertad funcionan y empezaron a funcionar muy bien. Entonces, cuando decían que no íbamos a poder bajar la inflación porque la inflación es multicausal, nosotros le demostramos que la inflación es siempre y, en todo lugar, un fenómeno monetario.

Y de tener una inflación que viajaba al 1.5% diario; hoy, o si ustedes quieren 17.000% anual, hoy los números son del 1.5% mensual, es decir niveles del 20%. No sólo eso, hicimos el ajuste fiscal más grande de la historia de la humanidad. Hicimos casi 7 puntos de ajuste fiscal, en el primer mes de Gobierno, algo que no logró nadie en los 123 años anteriores, sino que, además, también limpiamos el balance del Banco Central y, además, sacamos el cepo, a pesar de que dijeron que, en un año electoral, no lo íbamos a hacer, pero lo que prima siempre es la solución moral sobre la utilitarista; y vaya que fue un éxito también.

Por lo tanto, dijeron que – después - nos íbamos a caer en una suerte de gran depresión; después, mientras que nosotros seguíamos insistiendo que iba a ser una V, empezaron con que en realidad era una L, que se iba a aplanar; después que era la pipita de Nike suave; después reconocieron que era en V corta, y después - no les quedó otra - que mirar azorados que fue una tilde. Porque si tomamos el PBI - medido por el EMAE, en su frecuencia mensual desestacionalizada - diciembre del ‘24 terminó 6% por encima de diciembre del ‘23. Es decir, no sólo hemos logrado derrotar a la inflación, sino que, además, lo hicimos con crecimiento; no sólo eso sino que, además, los crueles liberales sacamos a 12 millones de personas de la pobreza, y – hoy - los que decían que la gente no le alcanza para comer hay 6 millones más de argentinos que sí hoy pueden comer.

Por lo tanto, no es que nos apoyaron y acompañaron o no obstruyeron porque querían colaborar por haber entendido el mensaje de las urnas. En realidad creían que todo se iba a prender fuego y lo que le salió mal porque las ideas de la libertad verdaderamente funcionan; y naturalmente – ahora - estamos en año electoral. Si ustedes miran los números de las encuestas van a entender lo que está pasando, van a entender cada una de las cosas que está pasando porque es muy simple: estamos en un momento bisagra, estamos frente a la posibilidad de terminar – definitivamente - con el kirchnerismo, concretamente desdoblan las elecciones porque no pueden enfrentar al Gobierno Nacional de manera plena y genuina.

Por eso es tan importante la elección del 7 de septiembre, porque – básicamente - el kirchnerismo va a tirar todo ahí; no se olviden que se vota de una manera distinta y van a intentar todo tipo de fraude, el voto cadena, la urna embarazada, punteros comprándose directamente los colegios, no solo eso, sino que - además - el fraude moral que son las candidaturas testimoniales. Y todos los intendentes tirando el aparato. Es decir, que - para septiembre - vamos a estar viendo el techo del kirchnerismo.

Por otra parte, nosotros sabemos que, en la elección de octubre, se vota con boleta única papel; reforma que hicimos nosotros, que nunca hizo un oficialismo porque cuando los oficialismos son oficialismo quieren utilizar la maquinaria del Estado para torcer el rumbo de las elecciones. Nosotros, en cambio, sí hacemos las reformas que la Argentina necesita, a pesar de que nos beneficien o no.

Y tampoco van a estar las testimoniales y tampoco van a estar los intendentes jugándose la vida con sus aparatos, y además es la elección nacional. Por ende, nosotros tenemos un piso, en septiembre, y en octubre, va a ser mucho mejor. Más o menos para que tengan un orden de magnitudes: nosotros cuando enfrentábamos el balotaje, la clave para poder ganar el balotaje era que perdiéramos la provincia de Buenos Aires por menos de 16 puntos; como perdimos la provincia de Buenos Aires en el balotaje por dos puntos, ganamos en el balotaje por 14 puntos. ¿Cuál es el problema que enfrenta hoy el kirchnerismo? Que, dada su mejor elección, que va a ser la de septiembre, estamos en una pelea pareja y que si la gente va a votar esa pelea se puede llegar a inclinar en favor nuestro, porque cuanto más gente vote, menos pesa el aparato, y la realidad es que si, además, le llegamos a ganar - en septiembre -, porque en octubre les vamos a ganar, pero si les ganamos en septiembre estaríamos poniendo el último clavo al cajón del kirchnerismo y terminar con el populismo decadente y operador que tanto nos agobia.

Además, nosotros tenemos el mandato y la obligación moral de que - por primera vez en décadas - la ilusión sea correspondida con un futuro mejor y por eso hemos dedicado todo nuestro esfuerzo de Gobierno a construir un país desde los cimientos hacia arriba, no desde arriba hacia abajo como si va a estar con tirar de sus hojas para que un árbol crezca. Recordemos, por un segundo, dónde estaba Argentina, hace un año, cuando expuse ante este mismo Consejo. Teníamos una economía aún muy golpeada por la herencia; con distorsiones severas con el cepo cambiario y una brecha en torno al 40%; con una inflación que aún viajaba por encima del 4% mensual y con un riesgo que estaba por encima de los 1.500 puntos. En aquel entonces, los invitamos a juzgar por nuestras intenciones de cumplir el camino trazado e incluso auguramos que el camino se sostendría, a pesar de cualquier turbulencia global, que pudiera existir, y vaya que han existido turbulencias globales en los últimos 12 meses. Hoy, un año después, hemos transitado un importante trecho de ese camino y los invitamos nuevamente a juzgarnos, pero - esta vez - a que nos juzguen por lo hecho, por los resultados obtenidos. Tenemos bien en claro que estos resultados son los primeros y que aún nos queda mucho porque si hay algo que aprendimos del pasado es que si queremos llevar adelante a la Argentina lo más alto y convertirla en un rascacielos, primero debemos asentar cimientos seguros y profundos. Así aseguraremos que el edificio no colapse, como ha sucedido tantas veces.

Y en eso se basó nuestra primera mitad de Gobierno: en remover la tierra y calar profundo para hacer cambios desde la raíz; en sanear una macroeconomía devastada para que la misma no sea un freno a la creatividad y a la inversión de los argentinos; recomponer el sistema de precios para que todos los agentes económicos puedan tomar mejores decisiones. Tal como anticipamos, en aquel entonces, nuestra intención es hacer las cosas bien en lugar de hacerlas rápido, y así fue. Tomo - por ejemplo - el cepo cambiario, una de las mayores distorsiones económicas que heredó nuestra gestión y una de los principales focos de ansiedad del sector privado, desde el día cero. Este año - tal como lo prometimos - logramos salir del cepo sin una disparada del dólar, sino con una convergencia del dólar paralelo al oficial y sin una disparada inflacionaria; otra cosa que van a tener que reconocernos: que el pass-thru es solamente una falacia y que es un error propio de economistas que no saben de teoría monetaria. O sea, que - a pesar de los constantes intentos de esa desestabilización, vía el tipo de cambio - la economía argentina no experimentó ningún pass-thru, gracias a nuestro torniquete de pesos no existió convalidación monetaria que justificara un aumento en el resto de los precios de la economía. Y tal como aclaré antes, todo esto lo logramos en un contexto de volatilidad internacional que no se veía hace años.

Argentina, gracias a mantenerse fiel a sus anclas macroeconómicas, logró atravesar las tempestades en forma de shock externos para encontrarse donde está hoy. Ustedes podrían preguntarse entonces, ¿dónde está Argentina hoy? Hoy nos encontramos con un país, cuya inflación viaja en la zona del 1,5% mensual, es decir, estamos en torno al 20% anual; con un Riesgo País ubicado en torno a los 700 puntos; un país cuya economía viene creciendo sostenidamente al ritmo del 6% interanual, según el último dato.
Quiero hacer una nota de color sobre esto porque a veces nos gana la ansiedad, aquellos que hayan tomado algún curso de crecimiento, para entender la lógica de cómo trabaja el interés compuesto, es decir, cómo trabaja las funciones exponenciales, en especial en materia de crecimiento, hay algo que se llama la Regla del 70. La Regla del 70 tiene que ver con la cantidad de años que ustedes necesitan para duplicar el PBI.

Entonces, por ejemplo, si ustedes crecen al 7%, en 10 años van a lograr duplicar el PBI. ¿Por qué es importante? Porque nosotros venimos creciendo a tasas del 6%, en este momento, y obviamente que cuando dejemos atrás al riesgo kuka y que nadie ya tenga miedo por la estabilidad del equilibrio fiscal, que agradezco, además, a los 83 héroes, de ayer, que defendieron el equilibrio fiscal frente a los degenerados fiscales…, solamente el equilibrio fiscal va a asegurar un crecimiento del 4%, pero si - además - sumamos las enormes reformas estructurales que venimos haciendo, desde el Ministerio Desregulación y en Capital Humano y en lo que tiene que ver con la apertura, vamos a poder hacer permanente una tasa de crecimiento claramente más alta. De hecho, si fuera del 6%, en 10 años, en 11 años estaríamos duplicando el PBI, pero en 22 años lo estaríamos multiplicando por 4 y estaríamos ya en niveles propios de una potencia. Es decir, no está tan lejos, sólo se trata de hacer las cosas bien, sólo se trata de abrazar las ideas de la libertad, y - en tanto y en cuanto - sigamos abrazados a ese camino, Argentina va a ser grande nuevamente, no tengan dudas.

Por otra parte, también hay toda una discusión sobre el tipo de cambio y demás siempre acá, a pesar de que el tipo de cambio flota, el tipo de cambio flota; parece que esa todavía no la internalizan. Igual, ya hasta me cansé de enojarme con los economistas, o sea, parece que le tienen alergia a leer a Hayek, Mises, a Rothbard, pero en algún momento los leerán y entenderán cómo funciona el sistema de precios, entenderán qué es la fatal arrogancia, entenderán de qué se trata el uso de la información en la sociedad. Pero si queremos mirar el problema cambiario, no sólo que hoy nuestro tipo de cambio es libre y unificado y su valor se encuentra debajo del que se encontraban los dólares financieros, hace un año atrás. Es decir, hoy el dólar… es más, no difiere mucho de que cuando asumimos el paralelo, ni qué hablar si lo ajustan por inflación. Y la verdad que esto hay cuestiones coyunturales y con cuestiones de largo plazo porque esto podría explicarse - en parte - por nuestro superávit comercial sostenido, a base de exportaciones récord en distintos sectores de nuestra economía; en el sector energético, por ejemplo, tuvimos el mayor saldo comercial de los últimos 35 años, impulsado por un incontable cantidad de inversiones que se están haciendo en el sector. De hecho, ayer, estuvimos reunidos con dos mineras y cada una de ellas va a terminar haciendo, cada una, una inversión de 20 mil millones de dólares. Que, además, van a generar una cantidad enorme de divisas en lo que tiene que ver con la exportación de minerales. Es decir, ni que hablar todo lo que tiene que ver con seguir desarrollando Vaca Muerta, ni que hablar todo lo que aporta el campo argentino, ni que hablar de todo lo que tenemos para hacer en materia nuclear. Es decir que - de acá para adelante - lo que sobran son dólares, pero también hay que tener en cuenta que no es solamente los dólares, porque - en el fondo - no es ni más ni menos que cuando uno mira el dólar es el precio relativo…, el dólar respecto al peso y también es importante la dura política monetaria que llevamos, de no dejarnos llevar por los cantos de sirena que piden emisión monetaria para que alguien esté tranquilo, con la tasa de interés. Muchachos, si uno fija la cantidad de dinero, están en año electoral, tienen volatilidad en la demanda de dinero y del otro lado está el riesgo kuka, ¿a dónde la quieren la tasa de interés? ¿Qué creen, pueden tener una tasa de interés de condiciones normales y de presión y temperatura cuando del otro lado tienen los que quieren romper todo el país? Imposible. Así que menos llanto por la volatilidad de la tasa que bastante, que estamos llevando sin sobresalto toda la economía, a pesar de los kukas.

Y, por otra parte, como siempre están los quejosos, sí, hay gente que se queja de la cuenta corriente; ahora el tema es que el déficit de cuenta corriente, el mismo está explicado – principalmente - por el aumento de importaciones de bienes de capital para la rehabilitación de nuestra economía, y este déficit es financiado enteramente por el sector privado. Acá hay varias cuestiones para discutir. En el fondo, el déficit de la cuenta corriente no tiene más que ver con la diferencia entre el ahorro doméstico y la inversión y cuando las condiciones de equilibrio de la economía local implican una tasa de interés de coordinación intertemporal por encima de la internacional, la economía genera déficit de cuenta corriente; exactamente. ¿Por qué? Porque hay oportunidades de inversión que se pueden realizar y que - en otros contextos - no se podrían realizar. Por lo tanto, si el déficit de cuenta corriente es generado por inversión, no es un problema. Es más, si ustedes se fijan nosotros - en el 2017 - teníamos déficit de cuenta corriente de 8 puntos del PBI, y 7 eran explicados por el déficit fiscal. Hoy, 1.8% de déficit de cuenta corriente, o sea, nada. Y todo derivado del sector privado. Es más, les voy a decir algo: superada las elecciones, terminado el riesgo kuka, ¿saben qué? La tasa de interés va a bajar, ¿y saben qué va a generar? Más déficit de cuenta corriente, obviamente.

Pero es un déficit de cuenta corriente que lo va a generar, ¿quién? el sector privado, y se resuelve entre privados, y se manifiesta en el mercado de cambios, ¿tanto miedo, tanto miedo le tienen al sistema de precios? Básicamente, no veo motivo para tanta cuestión sobre algo que la teoría económica lo tiene explicado y probado tan ampliamente. Es increíble que se sigan tomando decisiones y cargándose de miedos, en función de modelos impropios, que llevan 70 u 80 años fallando y además que encima están mal. O sea, no son ni buenos, en lo teórico, porque son colecciones de modelo de equilibrio parcial no consistentes, es decir, tener un sistema de ecuaciones no implica que ustedes tienen un sistema de equilibrio general, habría que explicar la diferencia, necesitamos hacer un poquito más de docencia. Pero, entonces, son casi resultados naturales porque de hecho, todos los países que han hecho convergencia fuerte han vivido, muchos años, con déficit de cuenta corriente. Así es que cuando les aparecen los economistas atemorizándolo por la cuenta corriente, miren de qué se compone la cuenta corriente y si es por inversiones y queda todo en el sector privado, y ahí no está metido el sector público, vayan para adelante porque se resuelven el sector privado y es la antesala de un fuerte crecimiento económico.

No podía dejar de desviarme un poco siempre… Además, también logramos poner en funciones el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones, que catapultan a distintos sectores industriales, como energía y minería. Ya llevamos cerca de 20 proyectos presentados… Yo recuerdo que, de hecho, lo que decía la oposición, y yo creo que es el motivo por el cual lo aprobó, era que no iba a funcionar, y no sólo que llevamos 20 proyectos aprobados, ya están comprometidos 35.000 millones de dólares, mientras tanto el soviético no tiene RIGI, en la provincia de Buenos Aires. Y por si fuera poco, todo esto lo logramos desendeudando nuestro país, gracias a nuestro compromiso férreo con el superávit fiscal. Así logramos reducir la deuda pública consolidada en más de 50 mil millones de dólares. ¿Escucharon bien? Redujimos la deuda en 50.000 millones de dólares, lo que representó reducir un 10% del stock, de nuestra deuda pública. Y esto lo logramos sin acceso a los mercados internacionales, por lo que debimos recurrir a pagar cash los vencimientos de deuda. Aquellos que manejan empresas y demás, saben de lo difícil que es vivir sin rollover; acá el mejor Ministro de Economía de la historia lo hizo, junto a Pablo Quirno. Gracias ‘Toto’, gracias Pablo.

Pero todos estos logros no son más que comenzar a salir del pozo en el que nos fuimos hundiendo por la política. Es cierto que hemos avanzado, pero no hemos salido la tormenta; al contrario, estamos en medio de una turbulencia política, cuyo resultado determinará el futuro, de la República Argentina. Por primera vez, en el último siglo, se han puesto sobre la mesa dos modelos de país distintos, aguardando la decisión del soberano pueblo argentino. En el fondo lo que estoy diciendo es: hay una maldición china que dice: “ojalá te toque vivir tiempos interesantes”. Y la realidad es que estamos frente a un momento muy interesante de la historia. Por primera vez, los argentinos van a llegar a las urnas para poder enfrentarse a dos modelos y – afortunadamente - y gracias al talento enorme de cada uno de mis Ministros y cada uno de los argentinos, que acompañó con esto podemos además exponer resultados y la gente va a poder elegir, la gente va a poder elegir entre el camino de la libertad y la prosperidad o seguir abrazando las ideas colectivistas-socialistas y que nos terminemos hundiendo en un pozo. Así es que eso es maravilloso, estamos frente a un momento bisagra y espero que los argentinos decidan por la libertad.

De hecho, sin ir muy lejos estamos a pocos días de las elecciones legislativas locales en la provincia de Buenos Aires, nuestra provincia más grande, y a dos meses de las elecciones legislativas nacionales, que cambiarán significativamente la composición de nuestro Congreso. Esto representa una señal de alarma para los kirchneristas, saben que se les acaba el tiempo, saben que vamos a arrasar y les vamos a quitar los asientos que hoy utilizan para su propio beneficio. Por eso están desesperados, echando mano a cualquier recurso a su alcance para detonar el orden macroeconómico y generar una crisis que termine con el Gobierno elegido por el voto popular. A ellos no les importa incendiar la economía y el orden social. Es más, ya lo han hecho y- luego - se ofrecieron como salvadores, dispuestos a gobernar sobre las cenizas del incendio que ellos mismos provocaron. Así de canallas son. El kirchnerismo es un caso emblemático, su llegada al poder no fue más que un estallido social, generado por los mismos que luego se repartieron los cargos. Ellos saben que nuestra mayor fortaleza es el orden macroeconómico porque si nuestro modelo de superávit actúa como un barco acorazado, el modelo deficitario al que quieren devolvernos ellos es semejante a una balsa llena de agujeros, y la razón es simple: han venido a extraer la riqueza de los argentinos lo más rápido posible, y el beneficio - a largo plazo - de tener las cuentas en orden no forma parte de sus preocupaciones.

Quieren volver, ya mismo, a seguir exprimiendo la vaca lechera; por eso sacan leyes que atentan contra nuestro superávit fiscal. Por eso intentan separar las elecciones locales de la nacionales para confundir a la gente y asegurar la prevalencia del voto rentado, pero la gente ya los conoce, ya los padeció durante 20 años, y está al tanto de todas sus mañas y así - como en el 2023 - otra vez les va a decir: basta.

Para que comprendan la clase de políticos con la que estamos tratando, hace poco, un candidato de la oposición hizo alarde en televisión acerca de que su único plan es frenar el proceso desregulatorio para evitar que lleguen las inversiones que nuestro país necesita. Ese es el tipo de psicópatas que son el lastre histórico del país, creen que Argentina les pertenece, incluyendo su gente y su riqueza; y prefieren ser dueños de un país destrozado antes que ciudadanos de a pie de una Nación próspera y grande. Por eso son capaces de transformar el paraíso en un infierno con tal de volver; por eso digo que no es simplemente ellos o nosotros, es ellos o los argentinos. Yo solamente estoy en el medio.

Argentina está jugando el partido más importante de su historia, debe decidir si persiste en el camino del cambio y el crecimiento o si da marcha atrás para retornar el camino de la miseria y la servidumbre kirchnerista. Hay sólo dos caminos: o terminamos lo que empezamos y cambiamos el país de forma definitiva, o volvemos atrás y tiramos a la basura todo nuestro esfuerzo.

Nuestras puertas están abiertas a todo aquel que quiera acompañarnos en este momento bisagra, quien quiera empujar a la dirección de una Argentina próspera siempre será bienvenido, pero sepan que somos inquebrantables, nuestra convicción de hierro nos impide desviarnos un milímetro del rumbo que hemos trazado. Argentina dejará atrás su siglo de humillación de una vez por todas.

Por eso, no votar no es una opción viable en esta oportunidad, porque - del otro lado - hay pirómanos fiscales dispuestos a ir a votar cuantas veces sean necesarias para quedarse con el fruto de nuestro esfuerzo. Nunca les interesó hacer otra cosa, por lo que depende de nosotros inclinar la balanza y decirles nunca más: nunca más a sus atropellos; nunca más a su miseria; nunca más a usar la plata de todos los argentinos como un botín de guerra; nunca más al esclavismo fiscal; nunca más al kirchnerismo.

Por todo esto, quiero darle las gracias a todos los presentes por ser parte de esta conferencia. Que Dios bendiga a los argentinos, que la fuerza del cielo nos acompañen y…¡viva la libertad, carajo! Muchas gracias.