Entrevista de interés

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Nicolás Dujovne: "No puedo negar que hay un componente económico en el voto"

¿Qué balance hace de 2018?
Venimos de un año difícil en el que tuvimos viento de frente de afuera y también la sequía. A la Argentina, la afectó especialmente porque veníamos corrigiendo los desbalances, pero no habíamos terminado aún esa tarea. Con lo cual nos pegó mucho más fuerte que a otros países emergentes, que venían haciendo las cosas bien desde hace 20 años. Y, desde el mes de septiembre, nosotros pensamos que hemos logrado ordenar muy bien nuestro esquema macroeconómico. Tenemos un programa financiero muy sólido, en el cual no necesitamos acceder a los mercados externos durante este año, y probablemente, depende de cómo sigan los niveles de renovación de la deuda, tampoco el año próximo. Tenemos un programa monetario muy fácil de monitorear por parte del sector privado y una política fiscal más fuerte

Pero la inflación...
La tasa de inflación todavía es alta pero está bajando. Tuvimos un pico de 6,5 en septiembre y 2,6 en diciembre. Así como cuando empezó el shock en abril del año pasado, tardó en traspasarse al nivel de actividad, porque tiene rezagos, la política monetaria más restrictiva también los tiene. La estabilidad, la mayor certidumbre y la mayor confianza que vemos que se refleja en la mejora en el precio de los activos argentinos, en las acciones, en los bonos. También tiene efectos rezagados para producir la recuperación de la economía. El consumo se va a sumar a la recuperación lentamente de la mano de la baja de inflación y la mejora en los salarios reales. Entonces, va a ser un proceso lento pero sostenido, donde esperamos que mes a mes, el nivel de actividad vaya mejorando lentamente respecto del mes precedente.

¿A qué se debe el mejor rendimiento de la bolsa, y por otro lado la paz cambiaria?
Hay dos factores, uno es externo. Durante el último trimestre del año pasado, casi todos los países emergentes sufrieron un aumento en la volatilidad, producto de la incertidumbre por la política monetaria en EE.UU. y una probable suba de tasas mayor a la esperada en ese momento. Número dos, el recrudecimiento de las relaciones comerciales entre China y EE.UU. Y desde que ha comenzado el año, por un lado se ve una distensión en la batalla comercial, en la discusión comercial entre EE.UU. y China, la Reserva Federal ha cambiado un poco su posición respecto a la política monetaria para adelante. Y por otro lado las perspectivas acerca del crecimiento de Brasil, que es muy relevante para la Argentina, han mejorado notablemente en los últimos dos meses. Eso configura un escenario externo mucho mejor para la Argentina.

¿Cuánto le preocupa un cambio monetario internacional como el de 2018?
Siempre tenemos que estar atentos a lo que pasa con los flujos internacionales porque nuestro mercado de capitales es muy chico. Pero yo creo que el trabajo que venimos haciendo en los últimos meses, especialmente desde septiembre, ya con la nueva política monetaria del Banco Central y con la decisión de converger al equilibrio primario en el año 2019, han despejado las dudas que tenían muchos inversores sobre la Argentina. Hoy ven que tenemos un programa financiero muy sólido, donde ya no hay dudas sobre la capacidad de la Argentina de completar su programa financiero en 2019 o 2020.

Algunos analistas ponen ahora la mirada en el día después...
Se va corriendo ¿no? Hace unos meses había preocupación por 2019, después por 2020, y después por 2021. La semana pasada hemos colocado deuda en pesos a 18 meses, que ya pasa el calendario electoral. Y en la medida que seguimos haciendo eso están, por un lado mejorando el perfil de la deuda argentina, que tenía mucha concentración en moneda extranjera, y por otro lado achicando nuestros programa financiero de este año. Así que, en la medida que emitimos pesos también, mantenemos como capital de trabajo los dólares que nos desembolsa el Fondo, y cuanto menos los usemos más chances hay de que vayamos traspasando del 2019 a 2020 los desembolsos, y luego de 2020 a 2021, y llegar a una situación, o poder mantener esta situación inédita de una Argentina muy prefinanciada. Porque la Argentina históricamente nunca ha tenido un año prefinanciado para adelante.

¿Por qué algunos economistas aseguran que tarde o temprano habrá que renegociar con el FMI?
Porque en la Argentina hay una visión muy complaciente con el cumplimiento de los contratos, y de lo que implica una reestructuración o un default. La Argentina es uno de los países que más reestructuraciones y defaults ha tenido en los últimos 50 años, y es uno de los grandes componentes de nuestro riesgo país. La Argentina no solo hizo default en 2001, sino que en 2014 volvió a hacer un default en un error no forzado del gobierno anterior. Entonces la ligereza y liviandad con la cual muchos actores de la política argentina, inclusive de la profesión, se permiten pensar en reestructurar la deuda, es lo que nos ha condenado a tener un riesgo país muy muy alto.

¿Se va a llegar al déficit cero?
No tengo ninguna duda.

¿Cuándo?
Vamos a cumplir con nuestra meta de equilibrio primario en 2019. En enero vamos a tener superávit primario y vamos a cumplir con el compromiso que hemos asumido. Así como el Banco Central va a cumplir con sus compromisos monetarios, nosotros en materia presupuestaria vamos a cumplir con el presupuesto que votó el Congreso.

¿Qué margen de tolerancia tienen con el FMI?

Es nuestro programa. Y nosotros le propusimos al Fondo que nos apoye en nuestro camino al equilibrio primario en 2019 y al superávit primario en 2020. Entonces no tiene que ver con la tolerancia o no tolerancia del Fondo el cumplimiento de nuestra meta.

¿Habrá nuevos aumentos de tarifas, de energía y de transporte, después de las elecciones?
Nosotros tenemos un esquema donde el precio mayorista de electricidad y de gas se revisa semestralmente. Cuando asumió el presidente Macri, los consumidores cubrían con el pago de las tarifas cerca del 10% del costo de producir los servicios públicos. Es decir, los privados ponían $1 de cada 10 y el Estado $9 de cada 10. Hoy estamos con los privados poniendo $3 de cada $4, en materia del pago de los servicios públicos. Eso va a ser inclusive algo superior ya con las revisiones que tenemos en los precios mayoristas de electricidad y gas de febrero y abril, que ya fueron comunicadas en diciembre. Y para adelante, como sigan evolucionando los precios de los servicios públicos, va a tener que ver con la inflación, con el movimiento del tipo de cambio. Pero ya hemos recorrido la mayor parte del camino que había que recorrer.

¿Cuánto se ahorró en subsidios, desde el último aumento de tarifas? 

Cuando asumimos el gobierno había 5 puntos del PBI de costo en subsidios económicos, hoy estamos en 1,5, donde una participación relevante todavía tiene que ver con los ferrocarriles, por ejemplo, que se subsidian en todo el mundo. Entonces ya prácticamente lo que queda de subsidios tiene que ver con ferrocarriles, con tarifa social, que la vamos a mantener, con lo cual ya es prácticamente un componente, digamos muy cercano al nivel que tenemos que llegar.

¿Por qué cree que cuesta tanto derrumbar la inflación?
Bueno, por un lado porque la expectativa inicial del Gobierno fue demasiado optimista acerca de cuáles eran las chances de bajar drásticamente la inflación en un contexto en el cual todavía el Banco Central financiaba el Tesoro, y en el cual había que salir del cepo, lo cual implicaba ofrecer un tipo de cambio oficial distinto que el que reconocía el gobierno precedente; y había que normalizar el precio de los servicios públicos. En ese contexto era muy difícil bajar la tasa de inflación. Ahora, lo que se ha logrado finalmente es tener una tasa de inflación en la cual ya tenemos un tipo de cambio competitivo, normalizado el precio de los servicios públicos, y eliminado el financiamiento del Banco Central al Tesoro. Es decir, tenemos una tasa de inflación parecida a la que tenía el kirchnerismo, pero habiendo resuelto todos los problemas, y sin prohibiciones a importar y exportar.

Entonces...
A partir de ahora, el camino que hemos recorrido nos permite sí pensar de manera realista en que la inflación va a poder bajar año tras año, de manera persistente, a menos que suframos shocks externos de magnitud. Pero sin que ello ocurra, ahora sí tenemos las condiciones básicas como para que la inflación pueda mostrar un descenso gradual. En 2019 la inflación va a ser sustantivamente más baja que en el año 2018.

¿Cuánto incide la economía en las elecciones?
No puedo negar que hay un componente económico en el voto, pero creo que la sociedad no se va a enfocar solamente en variables de corto plazo, sino que va a reconocer el esfuerzo que se ha hecho durante estos 4 años. No se puede subestimar a la sociedad argentina y pensar que no se dan cuenta de cuál fue el punto de partida, y que no podíamos seguir viviendo con cepos, con reservas que caían todos los años, con prohibiciones a importar, con prohibiciones a exportar, en default, sin pagar por los servicios públicos, con una emisión monetaria descontrolada. Y a pesar de que la inflación no esté en el lugar que todos queremos, también no va a querer volver atrás. Y por otro lado, creo que además de la discusión estrictamente económica, hay una discusión de valores. Sobre en qué sociedad queremos vivir los argentinos, si queremos vivir en una sociedad plural, democrática, republicana, con respeto a la ley, integrada al mundo, donde cada argentino pueda obtener frutos del esfuerzo que realiza. En las elecciones estos valores van a ser muy importante.

En el mundo empresario dicen que al cambiar la interpretación de la resolución 46 (sobre subsidios a las petroleras en Vaca Muerta) es un nuevo cambio de reglas de juego...
Nosotros interpretamos que hemos mantenido las reglas de juego. La resolución 46 establecía un sendero de precios para determinados volúmenes de producción, que los seguimos reconociendo. Por supuesto había muchas empresas que tenían una expectativa de poder ver aprobados sus proyectos, pero fue tal el éxito que tuvo el desarrollo de Vaca Muerta que hoy no podemos destinar más recursos fiscales a apoyar nuevos proyectos, puesto que ya contamos con una producción de gas que abastece al mercado interno. De hecho, hoy la Argentina también está exportando gas.

Varias petroleras amenazaron con demandar al Estado...
No creo que haya demandas, y pensamos que si las hubiera nos asiste la razón. Así que estamos muy tranquilos con respecto a las decisiones que hemos tomado.

¿Si tuviera que definir su prioridad para 2019, cuál sería?
Consolidar la estabilidad. Nosotros tenemos que hacer una corrección fiscal cercana a los dos puntos y medio del PBI este año. Es un desafío muy exigente, vamos a ser exitosos en lograrlo, pero eso implica un nivel de coordinación con el resto de los ministerios muy grande, porque tenemos que administrar la escasez de manera inteligente, y ese es mi principal foco para este año. La economía argentina está mucho más sólida hoy que la que teníamos unos años atrás.

¿Puede haber nuevos sobresaltos con el dólar?
No. Tenemos un esquema que funciona muy bien y el de hoy claramente es un tipo de cambio competitivo.

¿Se va a empujar una reforma laboral en el país?
No le pondría ese nombre, lo llamaría modernizar, que es lo que está intentando llevar adelante el Gobierno de la mano del ministro de Producción, Dante Sica.