Un equipo del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), dirigido por Hugo Luján, diseñó una plataforma para reemplazar las tradicionales vacunas inyectables por dosis orales.
Hasta ahora, la única vacuna oral que existe en el mercado es la Sabín, que se desarrolló en los años ‘60 y que se aplica contra la poliomielitis en niños de seis meses a cinco años de edad.
La plataforma, que fue difundida recientemente a través de la revista Nature Communications, podría utilizarse en la generación de vacunas orales que combatan cualquier agente infeccioso, incluso contra células tumorales.
Las tradicionales funcionan a partir de un mecanismo sencillo: a través de una jeringa, ingresa al cuerpo una cantidad pequeña de virus o bacterias que le indican al sistema inmunitario cómo reconocer, defenderse y atacar a esos microorganismos cuando eventualmente invadan el organismo.
El equipo pudo sortear el problema de las vacunas orales, que se degradan fácilmente en el intestino durante el proceso de digestión, con el empleo de unas proteínas que tienen propiedades protectivas.
Este método fue validado en el laboratorio y luego en animales domésticos, con resultados satisfactorios, que le permitieron al CONICET su licenciamiento a una empresa internacional.
Está respaldado por una cadena de ensayos y más de veinte años de dedicación en el estudio de los mecanismos de adaptación de parásitos patógenos humanos y de animales.
Con ese desarrollo patentado, Luján se reunió con investigadores franceses y surgió la idea de desarrollar vacunas orales para prevenir otros agentes infecciosos.