Presentaron proyecto para remover arsénico del agua en la zona de la cuenca lechera

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Un grupo de técnicos del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) presentó el proyecto que idearon para remover el arsénico del agua en la zona de la cuenca lechera argentina, y que está basado en un material nanoestructurado.

De hecho, el Centro Lácteos de Rafaela ya construyó una planta piloto portátil para tal fin, ya que en esa ciudad santafesina se encuentra la mayor cantidad de tambos del país.

Allí se hace uso del acuífero Pampeano, que a su vez tiene -en varios puntos-, una concentración de arsénico superior al límite recomendado para aguas de bebida de ganado.

En el marco de la novena Noche Europea, los especialistas del INTI brindaron en el Centro Cultural de la Ciencia (C3), en el barrio porteño de Palermo, una exposición acerca del proyecto denominado Nanoremovas.

El INTI fue invitado, a través de la secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación, a sumarse a esta presentación.

El evento se desarrolló en simultáneo en más de 340 ciudades de ese continente y por primera se invitó a una ciudad extrazona a participar de la iniciativa. Por eso, hubo actividades especiales en Buenos Aires, a cargo de científicos beneficiados por ese programa, bajo la premisa de acercar los investigadores a los ciudadanos para que conozcan su trabajo, los beneficios que aportan a la sociedad y su repercusión en la vida cotidiana.

El proyecto de Nanoremovas, que comenzó en 2015 y finalizará en diciembre de este año, cuenta con financiamiento de la Unión Europea, dentro de las acciones Marie Skłodowska-Curie del Horizon2020, programa que financia proyectos de investigación e innovación de diversas áreas temáticas.

La elección de la cuenca lechera como zona geográfica se explica por el riesgo que el arsénico representa para el ganado: estudios veterinarios demuestran su presencia en riñones e hígado de distintas especies.

Usualmente, para tratar agua con ese componente se lleva adelante la metodología de ósmosis inversa, mucho más costosa. Esta vía, en cambio, emplea un material determinado -una esponja con capacidad de absorción de arsénico-, al que se le fijan nanopartículas de óxido férrico a fin de enriquecer y aumentar la función buscada.