Palabras del Presidente de la Nación, Javier Milei, en el acto de juramento por el Día de la Bandera
Buenos días a todos. Quiero comenzar saludando al señor Ministro de Defensa, Luis Petri; al Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas; a los Jefes del Estado Mayor General de la Armada y del Estado Mayor General del Ejército; y al Subjefe de Mayor de la Fuerza Aérea; al Jefe de Tropa y a los demás miembros del Ejecutivo que hoy nos acompañan. También felicitar a todos los cadetes, aspirantes y soldados voluntarios que hoy juran la bandera en este acto solemne, así como lo haría también el personal de todas las unidades militares que juraron en el día de hoy a lo largo y ancho del país.
Es un orgullo para mí cumplir el rol de Presidente y Comandante en Jefe de nuestras Fuerzas Armadas. Por eso, quiero agradecerles en nombre de toda la ciudadanía por la valiente decisión que tomaron al unirse a nuestras fuerzas. Esta decisión deberá ser refrendada y honrada a diario en el ejercicio de sus funciones, sabiendo que ponen en riesgo sus vidas para cuidar a todos los argentinos, lo que constituye el más noble de los servicios a la Patria.
Quiero también hacer un reconocimiento aparte a sus familias e instructores, quienes los acompañaron durante todo su proceso de formación. La reconstrucción del país no solo tiene como pilar a nuestra Fuerza, sino también a las familias argentinas, de las que se nutren y a las cuales juran proteger.
Hoy, 20 de junio, a 205 años del fallecimiento del general Manuel Belgrano, creador de nuestra bandera, prestamos juramento a nuestro máximo símbolo nacional en señal de fidelidad, como aquel 27 de febrero de 1812 a orillas del río Paraná. Producto de este acto, todos ustedes pasan a integrar la larga lista de soldados argentinos que comienza hace dos siglos con quienes lucharon junto al general Belgrano en cada una de sus campañas y que perdura hasta hoy. Por eso, jurar la bandera no es una mera formalidad: es un compromiso tan grande como su propia vida, la cual deberán estar dispuestos a dejar si la Patria lo demanda.
Durante años, la política utilizó a las Fuerzas Armadas como un chivo expiatorio para justificar la reducción del gasto en defensa, bajo el argumento de que los uniformados eran los malos y los grandes culpables de la decadencia nacional. La política desatendió las necesidades del país ante las nuevas amenazas que surgían a nivel global. Como si fuera poco, en paralelo, se llenaron la boca hablando de soberanía, como si la soberanía fuera a agrandar el Estado con un fin en sí mismo, en lugar de asegurar la prosperidad de su pueblo. Una verdadera deshonra para aquellos que forjaron nuestra Patria poniendo en juego su vida durante las guerras de la Independencia y marcaron el punto de partida para la libertad de los argentinos. Esto que digo no son meramente palabras: es lo construimos con cada una de las decisiones que tomamos en materia de defensa, y esperamos que ustedes obren a conciencia de las mismas. Es por eso mismo que buscamos grabar estas bases en la historia de la Nueva Argentina, porque sabemos que el día de mañana nosotros no estaremos, pero la relación entre los argentinos y sus protectores deberá mantenerse inmaculada.
Es necesario que los argentinos puedan hacer su vida y descansar tranquilos por las noches, sabiendo que hay héroes velando para que estén a salvo.
Queridos cadetes, aspirantes y soldados: ustedes son el futuro de la Patria. Tomen el ejemplo que nos legó Belgrano y hagan lo suyo frente a las adversidades que nos depara el futuro, porque en un mundo cambiante las nuevas amenazas no se circunscriben exclusivamente al campo de batalla, sino que los pondrán a prueba de manera física y mental, de formas que aún no imaginan y para las cuales deberán estar preparados.
Nuevamente, los felicito por haber elegido el más noble de los destinos: entregar la vida a la protección de sus compatriotas.
Que Dios los bendiga a ustedes y a todos los argentinos, y que las fuerzas del cielo nos acompañen. ¡Viva la Patria! ¡Viva la Patria! ¡Viva la Patria!