Palabras del presidente de la Nación, Javier Milei, junto a Laura Richardson en Ushuaia

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Palabras del presidente de la Nación, Javier Milei, junto a Laura Richardson en Ushuaia

Buenas noches, si bien esta visita no estaba programada en principio. Voy a arrancar de vuelta por el sonido. Buenas noches, si bien esta visita no estaba programada en principio, no queríamos dejar de aprovechar la ocasión para darle bienvenida a la Argentina a la general Richardson, Comandante del Comando Sur de los Estados Unidos, y expresar nuestro agradecimiento por su visita y por el apoyo que el gobierno de los Estados Unidos ha demostrado este nuevo gobierno. Hoy nos encontramos aquí en Ushuaia para monitorear los avances en el desarrollo de la base naval integrada y seguir fortaleciendo la relación de amistad y colaboración entre ambos países.

Más allá de los vaivenes políticos y diplomáticos que han tenido los gobiernos de distintos signos políticos tanto aquí como allá los argentinos como pueblos tenemos una afinidad natural con los Estados Unidos, ambos pertenecemos a la tradición occidental con una cultura una historia política y una forma de vivir en sociedad en buena parte compartida una tradición que tiene en su base las ideas de la libertad la defensa de la vida la libertad y la propiedad privada que fueron el estandarte de los padres fundadores de ambas naciones cuando diagramaron sus primeras constituciones es una tradición que debería darnos orgullo porque estas ideas enriquecieron a todos los países que las abrazaron y permitieron que la humanidad evolucionara pasos agigantados en los últimos 300 años pasando de tener el 95% de la población mundial en la pobreza extrema en 1810 a solamente el 5% en el 2020.

Tanto el pueblo norteamericano como el argentino tienen en común que cuando las adoptaron pudieron emprender las expansiones territoriales más importantes de sus historias a la altura de la ambición y vitalidad de sus pueblos. Tristemente, la Argentina se apartó hace mucho tiempo de estas ideas e insistió por un siglo con valores contrarios a los de nuestros padres

fundadores. Hoy las estamos volviendo a abrazar para revertir 100 años de decadencia. Pero veo con preocupación que Occidente tal como conocemos corre riesgo, corre peligro, en parte por darle la espalda a estas ideas. Por eso, hoy más que nunca, es importante reforzar los lazos de amistad entre quienes sostenemos estos valores y la forma de vida que permiten. Hoy estamos aquí para ratificar nuestro esfuerzo en el desarrollo de nuestra base naval integrada. Se trata de un gran centro logístico que constituirá el puerto de desarrollo más cercano a la Antártida y convertirá a nuestros países en la puerta de entrada al continente blanco. Esta obra nos permitirá desarrollar la economía local, brindar un servicio logístico que permita las reparaciones y apoyo a los cruceros de buques comerciales que operan en el Atlántico Sur. Brindará apoyo logístico real al desarrollo científico de los diversos programas antárticos internacionales y permitirá que navíos y rompehielos argentinos y del mundo puedan acceder en Ushuaia a reparaciones, reabastecimiento u otros servicios que necesitan antes de dar el último paso de su travesía.

Este es el camino para seguir asegurando nuestro derecho soberano en la Antártida, territorio en el que fuimos el primer país en haber plantado bandera, el país con más bases permanentes y el único que tiene ciudadanos viviendo en el fin del mundo desde hace más de un siglo, cuando se fundó la base Orcadas en 1904. La falta de una base de este tipo en las últimas décadas ha tenido por efecto que el nexo logístico entre el continente y la Antártida haya sido nuestro país hermano de Chile, haciendo perder a la Argentina una oportunidad comercial y estratégica durante años y debilitando nuestro rol protagónico en el Atlántico Sur.

Esto no es casualidad. Muchos gobiernos de la Argentina de distinto signo político en las últimas décadas se han llenado la boca hablando de soberanía, pero no han hecho nada por ella. No han hecho nada por defender nuestras fronteras territoriales y fluviales del ingreso del narcotráfico. No han hecho nada por investigar el terrorismo islámico que lamentablemente hemos sufrido. Y no han hecho nada por defender la integridad territorial de nuestro mal argentino, que año tras año ha sido invadido por pesqueros ilegales. Nosotros estamos convencidos de que la soberanía no se defiende con aislacionismo y discursos rimbombantes, sino con convicción política y construyendo alianzas estratégicas con aquellos

con quienes compartimos una visión del mundo. En un mundo de escala global, pero con conflictos como el que vivimos hoy, defender la soberanía se juega en que todos aquellos que compartimos los valores de occidente trabajemos juntos, asistiéndonos y apoyándonos frente a los avances de quienes pretenden limitar nuestras libertades. Por eso hoy el mejor recurso para defender nuestra soberanía y para abordar de forma exitosa estos problemas es precisamente reforzar nuestra alianza estratégica con los Estados Unidos y con todos los países del mundo que defienden la causa de la libertad. Estamos muy agradecidos por la visita de la general Richardson y por el apoyo que el gobierno de los Estados Unidos ha decidido brindarle a la Argentina. Esperemos que estos primeros pasos sean el comienzo de una relación especial entre ambas naciones, que permita que el árbol de la libertad extienda sus raíces a todos los rincones del planeta para que ningún ciudadano del mundo sea sometido nunca más a los arbitrios de dictadores, autocracias, fanáticos religiosos o del comunismo.

Muchas gracias a todos, que Dios los bendiga y que las fuerzas del cielo nos acompañen. ¡Viva la Libertad, carajo! Muchas gracias.