Palabras del presidente de la Nación Alberto Fernández, luego de tomar la promesa de lealtad a la bandera de alumnos y alumnas de escuelas públicas, por el Día Nacional de la Bandera, desde Olivos

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Palabras del presidente de la Nación Alberto Fernández, luego de tomar la promesa de lealtad a la bandera de alumnos y alumnas de escuelas públicas, por el Día Nacional de la Bandera, desde Olivos

Buenos días a todos y todas; felices de recibirlos a ustedes, aquí, en la Residencia, en un día muy especial, el Día de la Bandera. Hoy homenajeamos a nuestra bandera, la bandera que nos une, la bandera que nos hermana, la bandera que – definitivamente – refleja lo que nosotros sentimos por la Patria.

Ustedes hoy van a jurarle fidelidad y lealtad a la bandera, y es un día muy importante para ustedes, todos lo vivimos cuando pasamos la edad de ustedes.

Esta bandera fue creada, por un hombre magnífico, que tuvo la Argentina, un patriota inigualable, que se llamó Don Manuel Belgrano.

Belgrano fue un hombre de características singulares, fue un abogado, un economista, que estuvo presente, desde las primeras horas en que la Patria empezó a caminar el tránsito de su libertad. Formó parte de aquella primera Junta de Gobierno, después de la Revolución del 25 de mayo de 1810, pero después la Patria lo reclamó y se convierte en militar, algo que nunca había sido. Había sido sí un abogado, había sido un economista, había sido sí un periodista, que había trabajado y había escrito y había llamado a la reflexión, en ese momento, a muchos de los criollos, que habitaban esta Patria, pero se lo necesitó, primero, para cuidar la parte Oriental de la Argentina, del ingreso de las tropas realistas, que podían acceder por lo que, hoy, es Uruguay hoy en día, y después se le reclamó algo más serio aun, que se lo pidió San Martín, que se hiciera cargo del Ejército del Norte, porque San Martín – ustedes se acuerdan – que cruzó la cordillera; en Chile, con O’Higgins, lograron liberar a Chile, de las tropas realistas, después se fue por mar, hasta Lima, hasta Perú, pero necesitaba que alguien cuide, que los españoles no reingresen, por la frontera norte, y hubo que crear un ejército, el Ejército del Norte, y de ese ejército estuvo al frente, Don Manuel Belgrano.

Belgrano peleó incansablemente por defender esa frontera norte y lo logró; tuvo un socio extraordinario, al que le rendimos homenaje, hace pocos días, el 17 de junio, se llamó Don Martín Miguel de Güemes. Y tuvo también socias extraordinarias, mujeres como “Macacha” Güemes, la hermana de Don Martín Miguel de Güemes; Juana Azurduy, una mujer que peleó con toda su familia, por garantizar que por el norte, los realistas nunca más ingresen a la Argentina. Ellos lucharon denodadamente y consiguieron aquello, que San Martín les había pedido, que frenen a las tropas realistas, en lo que – en aquel momento – se llamaba el Alto Perú, que es lo que hoy es Bolivia. ¿Y San Martín de qué se ocupó, mientras tanto? De liberar Perú.

San Martín y Belgrano fueron, en esto, socios esenciales para que la Argentina, hoy, sea el país independiente que es, para que nos liberemos, en aquel momento, de lo que era una colonia de la corona española y para que tengamos nuestra propia identidad, nuestra propia Patria, para que seamos artífices de nuestro futuro.

Por eso, en el día de hoy, recordamos a Don Manuel Belgrano, que murió muy joven, a los cuarenta años, muy joven, con tan sólo cuarenta años pasó a la historia argentina y eternamente estará en nuestros corazones. Su socio, en esa experiencia del Ejército del Norte, Don Martín Miguel de Güemes, murió con tan sólo 36 años y ocupa un lugar de privilegio, en la historia de los argentinos. Así es que hoy, como muy merecidamente y como cada año, tenemos que renovar nuestra gratitud y nuestro reconocimiento a Don Manuel Belgrano un hombre enorme, un patriota inigualable, que fue capaz de todo, de hacer aquello para lo que se había preparado y de tomar las armas, cuando la Patria se lo reclamó y de ponerse al frente de un ejército, cuando la Patria se lo reclamó. Honremos a Manuel Belgrano, hoy y siempre. Ha sido una figura, que debe ser para nosotros una inspiración permanente.

Hoy es el Día de la Bandera, en honor a Manuel Belgrano, que la creó y la enarboló, por primera vez, a orillas del Río Paraná, allí en la Ciudad de Rosario y es mi deber, hoy, tomarles juramento de lealtad a la bandera; todos pasamos por este momento.

Quiero que tomen, este momento, como un momento importante de sus vidas, porque hoy se van a sentir más argentinos, que nunca, porque están jurándole lealtad, a esta, que es nuestra bandera y por esta bandera y por nuestra Patria, siempre debemos trabajar, en unidad para construir un mejor futuro.

Así es que – si ustedes me permiten – los invito a que se pongan de pie, y voy a leer el juramento que ustedes van a prestar y muchas gracias a nuestros queridos granaderos:

“Alumnos y alumnas: esta es la bandera Manuel Belgrano, en los albores de nuestra libertad, que simboliza a la República Argentina, nuestra Patria. Es el símbolo que las y los fundadores de la nacionalidad defendieron y promovieron con sus luchas y sus sacrificios, con sus triunfos y derrotas. Esos valores son los de la libertad, la tolerancia, el respeto, la justicia, la paz y la solidaridad.

Es el símbolo de nuestra libre soberanía, que hace sagrados a los hombres y mujeres y a todos los pueblos del mundo; convoca al ejercicio de nuestros deberes y nuestros derechos y a respetar las leyes y las instituciones. Es la expresión, de nuestra historia, forjada con la esperanza y el esfuerzo de millones de hombres y mujeres, que nacieron en nuestra tierra, y vinieron a poblarla, al amparo de nuestra bandera y nuestra Constitución. Representa nuestra tierra, nuestros mares, nuestros ríos y nuestros bosques, nuestros llanos y montañas, el esfuerzo de sus habitantes, sus sueños y sus realizaciones; simboliza nuestro presente, en el que día a día, debemos construir la democracia, que nos ennoblece y conquistar el conocimiento que nos libera y representa nuestro futuro, el de nuestros hijos e hijas, el de las sucesivas generaciones de argentinos y argentinas.

Alumnos y alumnas, queridos argentinos y argentinas: ¿prometen defenderla, respetarla y amarla con fraterna tolerancia y respeto, estudiando con firme voluntad, comprometiéndose a ser ciudadanos y ciudadanas libres y justos, aceptando solidariamente – en sus diferencias – a todos los que pueblan nuestros suelo y transmitiendo en todos y cada uno de nuestros actos sus valores permanentes e irrenunciables? (“Sí, prometo”, dicen los alumnos y alumnas con la mano en el corazón).

Los felicito”. (APLAUSOS).