Palabras del presidente de la Nación, Alberto Fernández, en el cierre del Segundo Diálogo Regional de Alto Nivel sobre Transporte, en América Latina y el Caribe, en el CCK

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Palabras del presidente de la Nación, Alberto Fernández, en el cierre del Segundo Diálogo Regional de Alto Nivel sobre Transporte, en América Latina y el Caribe, en el CCK

Buenas tardes a todos y a todas. Es un gusto tenerlos en Argentina, hablando de un tema que definitivamente nos preocupa y nos debe obligar a repensar juntos cómo hacerlo funcionar.

En realidad la humanidad ha vivido distintas instancias, distintos momentos. En algún tiempo las naciones fueron primordiales para el desarrollo y se construyeron los transportes, de acuerdo a la matriz de crecimiento de cada una de las naciones. Si ustedes miran a la Argentina pensada por una generación de argentinos que, en 1880, salió a la luz y diseñó un modelo de país, ese país fue pensado como un país agrícola ganadero, que lo que debía hacer era proveer granos y carne al mundo, fundamentalmente de Europa. Y lo que van a encontrarse es como una gran araña, el cuerpo de la araña es el puerto de Buenos Aires, que lo tienen por aquí cerquita, y un montón de vías ferroviarias que confluyen al cuerpo de la araña y un montón de caminos y rutas que confluyen en el cuerpo de la araña, y de allí barcos, que salían hacia Europa.

Ese modelo de crecimiento que tenía que ver con el desarrollo de Estados Nacionales, fue poco a poco cediendo porque irrumpió en la época de los 90’ algo que conocimos como globalización. La globalización fue un momento de ensueño del mundo, de la humanidad, que pensó que podían ir cediendo espacio las Naciones, que la comunicación había logrado una relación entre los seres humanos distinta, y que el mundo dejaba de ser un conjunto de estados nacionales para pasar a ser la gran aldea. Un lugar donde todos vivíamos, casi en comunidad y donde cada uno hacía su aporte.

Lo que pasa es que, es muy cierto que la globalización así fue pensada y es tan cierto que la globalización es un fenómeno, por sobre todas las cosas, comunicacional. Internet ha permitido que, por ejemplo, los mercados financieros no dejen de operar, porque cuando es de día en América Latina, es de noche en Oriente; Y en Oriente están operando sobre los mercados Latinoamericanos y norteamericanos, y cuando es de noche en el continente americano, operan en los mercados asiáticos. Ahora, lo cierto también, es que el fenómeno de la globalización hizo que, no que cada uno construya su auto, sino que el auto se construya con partes de diferentes países. Las autopartes vienen y confluyen a los que construyen el auto final, de diferentes lugares.

Y ustedes me dicen, ¿Por qué me habla de todo esto? Porque la necesidad del transporte ahí se multiplica, se hace mucho más imprescindible. Y después que tenemos el producto terminado, tenemos que ver cómo mandarlo a ese mundo globalizado. Y ahí empieza otro nuevo problema. Y si quieren ver la dimensión del problema, piensen solamente en lo que ha ocurrido durante la pandemia y la guerra, cómo los fletes multiplicaron sus costos, y lo difícil que fue para muchos países, como nuestros países latinoamericanos, hacerse de insumos que no llegaban, o porque los fletes estaban muy caros, o porque no habían suficientes fletes para poder traer aquello que necesitábamos. Y así como le pasaba a la Argentina les pasaba a todos los países.

Con lo cual, el transporte adquiere una dimensión, en la economía moderna, indudable, incuestionable. Y por lo tanto, se convierten en un costo a tener en cuenta a la hora de producir y de vender, en un mundo en donde, además, todo lo que se mueve se sigue moviendo con energía fósil, y donde el precio de esa energía no para de subir y sigue siendo un problema, un conflicto.

Ahora, tenemos ese problema para resolver y también tenemos el problema para resolver dentro de nuestro continente. Detengámonos un minuto en América Latina. En América Latina hemos logrado formar diferentes bloques, con los uruguayos, los brasileros, los paraguayos y los argentinos pudimos hacer el Mercosur, el Bloque económico más grande de América del Sur; pero México, que es la primera economía de América Latina, está en el NAFTA, está en el Norte, y después hay otros conglomerados de países que son parte de otros proyectos de grupos regionales. No hemos logrado una unidad absoluta, y deberíamos trabajar para lograrla. ¿Por qué? Porque nuestro continente tiene una particularidad, que sus costas son bañadas por el Océanos Atlántico y por el Océano Pacífico y que nuestra mercadería que llega a nuestro continente, llega por el Pacífico y llega por el Atlántico. Y la necesidad de conectar ambas costas es imperiosa. Y eso supone una gran inversión, ¿de quién? De los Estados.

Nadie piensa una ruta interoceánica, o bioceánica, como le llaman algunos, que no sea con el aporte del Estado Nacional, nadie piensa eso; nadie piensa que Brasil, Paraguay y Argentina se benefician con una hidrovía, que nos permite sacar productos por el Océano Atlántico, a través del Río Paraná, y que la verdad, eso lo tiene que hacer un Estado, porque el sector privado no lo considera como un negocio para asumir riesgos. Y allí la presencia del Estado es muy importante. Y lo que nos está pasando, es que hay muchas provincias argentinas, donde les es mucho más fácil sacar los productos desde Chile, que sacar los productos de Buenos Aires. Toda la zona Cuyana, pensemos en los vinos que podemos exportar. Es mucho más fácil exportarlos sacándolos por los puertos chilenos que sacándolos por el Puerto de Buenos Aires, mucho más fácil. Sin embargo, no hemos construido, los caminos, los pasos ferroviarios que hagan más fácil el transporte de esa mercadería para salir por el Pacífico. Y eso cabe también en algún caso, no sé si podrá caber, pero supongo que para los chilenos es mucho más fácil tratar de ir a un Puerto patagónico para exportar a Europa, que tratar de cruzar el Estrecho de Magallanes y perder todo ese tiempo y todo ese costo en ese transporte.

Tenemos, además, un continente maravilloso, pero que geográficamente es muy difícil, no somos una llanura, no somos una planicie, somos un continente repleto de montañas, repleto de selvas, repleto de bosques, con algunas llanuras, pero todas esas montañas, todos esos bosques, todos esos ríos, nos obligan a emprendimientos arquitectónicos de ingeniería de mucha calidad y muy costosos, pero que es hora que pensemos a pensar en cómo hacerlos. No puede ser que en América del Sur la única forma de pensar en unir los dos Océanos siga siendo el Estrecho de Magallanes o el Canal de Panamá, no puede ser. Tenemos que buscar otros caminos, tenemos que buscar otras vías y tenemos que construirlas en conjunto, ese es el verdadero desafío que tenemos.

Yo no quise estar ausente, hoy, más allá de querer acompañar este ministro, a quien tanto quiero y a quien tanto valoro, y que me dio cuenta de la importancia de este encuentro. Quiero también convocarlos a una reflexión colectiva de cómo pensamos la región como un todo y ya no ver qué hacemos, desde cada uno de nuestros países. Porque todo lo que hagamos individualmente, desde cada uno de nuestros países, va a terminar siendo insuficiente, va a terminar siendo insuficiente. Tenemos que buscar la manera de que podamos trabajar en conjunto para la construcción de esos caminos, de esas vías ferroviarias, de esos puentes y de hidrovías para que todos podamos utilizarlas, aprovecharlas entendiendo que somos un continente, que somos una región y que, en la nueva globalización, que se ha dado después de la crisis y la pandemia y –fundamentalmente - después de la guerra, desatada por Rusia contra Ucrania, es muy evidente que la globalización ha cambiado; es muy evidente que ya la gran aldea no existe. Y es tan evidente como que las naciones empiezan a mirarse a sí mismas y lo que antes eran localizaciones de empresas, en otras latitudes del mundo; ahora empiezan a ser deslocalizaciones de empresas para que vuelvan a sus países de origen, y hay deslocalizaciones, en China, de empresas alemanas y francesas y hay deslocalizaciones norteamericanas, de empresas que se fueron a México y hoy están volviendo, a Estados Unidos. ¿Y todo eso qué está indicando? Está indicando que hay una nueva reevaluación de las regiones. Así el mundo va a empezar a funcionar, a partir de grupos de países; la mejor prueba es Europa: abroquelada en una región, que quiere fortalecerse, frente a la amenaza china y la amenaza americana, con el NAFTA.

¿Y nosotros qué vamos a hacer? ¿Vamos a seguir discutiendo si queremos ser parte del mundo chino, o del mundo americano, o vamos a ser los constructores de nuestro mundo? Esa es la discusión, que nos debemos como latinoamericanos. Esa es la discusión y es en lo que tenemos que trabajar. Y para eso el desarrollo del transporte, favorecer el desarrollo del transporte, a través de la construcción de vías férreas, con los caminos, los puentes. Es una tarea, que debemos asumir en conjunto.

Es lo mismo, que le decía, días atrás, a Gabriel Boric, cuando hablaba de la energía. Ahora, la Argentina tiene mucha energía, tiene mucho gas, energía de transición por Vaca Muerta; una vez nos portamos mal con los hermanos chilenos y le cortamos – de la noche a la mañana – el suministro de gas y era un contrato en firme que, de repente, desapareció y – obviamente – empezaron a dudar de nosotros. Y tuvieron mucha razón en dudar de nosotros, por aquel incidente, que – en algo – pudimos remediar, pero resolvieron su problema contratando gas licuado, que re-gasifican, en Chile. Y el otro día le decía a Boric: “bueno, mirá, nosotros ahora tenemos un montón de gas, que cuesta mucho más barato comprar el gas, que tenemos nosotros, que seguir comprando gas licuado, que es tan costoso; son esos barcos donde el flete es costosísimo y encarece ya el muy caro gas licuado, que en el mundo se vende.

Y ese gas, que nosotros podemos darle, hoy, a Chile, es el mismo gas, que podemos darle a Brasil, en un momento en que Bolivia entró en una crisis energética, ha mermado mucho su producción y le genera problemas a Brasil y le genera problemas a Argentina, que éramos los que le comprábamos el gas, a Bolivia. Pensar en integrarnos, pensar en que somos una región, pensar que – como región – tenemos que diseñarnos y pensar que – como región – tenemos que ser capaces de discutir ante el mundo, qué es lo que necesitamos. Ese es el secreto… ojalá lo entendamos.

Gracias a todos y todas, por haber estado aquí. Muchas gracias. (APLAUSOS)