Palabras del presidente de la Nación, Alberto Fernández, el acto de firma del compromiso "Ni un pibe, ni una piba menos por la droga", en Luján

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Palabras del presidente de la Nación, Alberto Fernández, el acto de firma del compromiso "Ni un pibe, ni una piba menos por la droga", en Luján 

Muchas gracias a todos y todas por estar hoy aquí, muchas gracias Pepe, de verdad, porque todo esto es mérito – en gran medida – tuyo. Yo debo confesar que tengo un enorme respeto por los llamados curas de las villas o curas villeros, son personajes enormes con una sensibilidad única que a todos nos conmueve y que a todos nos compromete. Estuve muchos años enojado con la iglesia, porque veía una iglesia muy alejada de los pobres y alejada de las necesidades de los pobres, y algún día se lo dije a Francisco, cuando era Bergoglio, y él me dijo: “pero yo no puedo hacer mucho porque soy solamente el jefe de la Iglesia, en la Argentina, pero no soy el jefe de la Iglesia”. Cuando lo vi por primera vez, le dije: “ahora es el jefe de la Iglesia, ahora no tiene excusa” y la verdad es que hizo algo maravilloso Bergoglio; lo más maravilloso que yo siento es que a mí me volvió a hacer creer en la Iglesia, porque vi una iglesia lejos de la riqueza, lejos de los poderosos, lejos de la fortuna y cerca de los más necesitados, cerca de los desposeídos.

Esta enseñanza evidentemente prendió en los apóstoles de Francisco, que son ustedes…prendió y ustedes fueron capaces de hacer cosas como esta, como los Hogares de Cristo, que – definitivamente – se ocupan de las víctimas, de las
nuevas víctimas de esta nueva forma de esclavitud, que es la droga y se ocupan dando lo que más necesita alguien que ha caído en esa situación: solidaridad, amor, afecto, cariño, comprensión, alguien que los abrace, alguien que no los
expulse, alguien que nos los eche a un costado, alguien que – como dijo el Papa, recién – sea capaz de animarlos a levantarse del piso y volverlos a hacer caminar. Eso lo hacés vos Pepe, tal vez no te diste cuenta pero lo has hecho
cada día, desde que empezaste esto con tus compañeros. Y en realidad yo hoy no quise estar ausente, acá, porque la droga es un serio problema, en la Argentina, es un serio problema, más afincado en algunos lugares que en otros, evidentemente el problema del narcotráfico – como recién decía Cristina – es un problema gravísimo porque es parte de lo que, en Derecho Penal, llamamos crimen organizado y es un crimen que tiene una triste
capacidad, que es la de meterse dentro del Estado corromper a las fuerzas policiales, a las Fuerzas de Seguridad, al Poder Judicial, a la política y encontrar en esos corruptos mecanismos de protección para seguir alimentando el tráfico
de drogas y seguir generando víctimas. Y está claro que hay que ir y estar presente y está claro que hay que ir, que la presencia militar, que la presencia policial no es suficiente, está claro que lo más falta hace es que desaparezcanesos corruptos, que se han enquistado en el Estado y que los protegen y defienden y que podamos avanzar a partir de todo eso. Y está claro – que así como lo hizo Cristina, en el 2013, como ella comentó, lo estamos haciendo ahora, porque pensamos lo mismo, porque creemos lo mismo que vos, Pepe.

En verdad ustedes son esclavos de esos narcotraficantes, ustedes son esclavos y ese imperio de narcotraficantes – como Cristina contaba, de Guatemala – hay que acordarse de que alguna vez, en Colombia, le propuso a Colombia pagar
toda su deuda externa, fíjense el poder que el narcotráfico puede tener, pero es un poder perverso, es un poder odioso, que además nosotros – en democracia – no debemos permitir que exista. Estamos cumpliendo 40 años de democracia, yo reivindico cada día de nuestra democracia, somos mejores en democracia que cuando la democracia no existe. ¿Perfectible la democracia? Perfectible la democracia, pero la democracia nos garantiza igualdad, nos garantiza que hoy esté acá al lado de un Padre, que se dedica, en San Martín y en muchos lugares del país, a hacer esta obra, nos iguala, la democracia nos compromete, la democracia nos obliga a ser parte de los problemas cotidianos de cada uno y de cada una de las argentinas. Y este es un enorme problema y no podemos dejarlo de lado. La democracia, además, es el camino ideal para recuperar la paz, para terminar con los desencuentros, la Argentina necesita terminar con los desencuentros, necesita recuperar la paz, necesita terminar con los agravios, necesita terminar con los insultos, con las voces altisonantes, necesita que volvamos a hablarnos y escucharnos, porque ellos y ellas lo necesitan. Porque si no lo hacemos ellos quedan postergados, porque si no entendemos que esto que estamos firmando, acá, es un compromiso hacia el futuro, donde debemos entender que esto como política de Estado debemos terminar con el narcotráfico, pero también debemos auxiliar a los que han caído en el flagelo de la droga para sacarlos de ese lugar y volver a traerlos al lugar de la sociedad que corresponde, entonces no habremos aprendido nada.

Yo creo que 40 años de democracia, estar acá, en el Cabildo de Luján, con Pepe, él sabe cuánto lo quiero, lo respeto y admiro, con el “Tano”, que él sabe también cuánto admiro lo que él hace, allí en La Matanza, y con cada uno de los
curas villeros, con el Obispo Carrara, tengo profunda admiración por ellos, profunda y sincera admiración por ellos, son los que me reconcilian, día a día, con la iglesia. Porque la iglesia es eso, es ese Papa que lavaba los pies, como
símbolo de igualdad y como símbolo de prestarle atención a los que peor están, es ese Papa (APLAUSOS). En estos días, que se cumplen 10 años del Pontificado de Francisco, cuando a mí – en alguna entrevista me preguntan que
diga a quién admiro – digo a Francisco. Me preguntan que diga cuál es su ejemplo y digo Francisco, porque es el mayor líder moral, que el mundo tiene; es el mayor líder ético que el mundo tiene, es un Papa que se animó a cuestionar al
mundo financiero, al mundo capitalista y a todas las desigualdades que eso genera. Y cuando hizo eso no lo hizo para pelearse con los ricos, sino para llamar la atención de lo que ese sistema estaba generando, en materia de desigualdad y pobreza. El Papa, dijo alguna vez, que nadie solo y yo lo repito siempre. Cuando dijo que nadie se salva solo – entiendo yo – que nos estaba reclamando que dejemos de lado el individualismo y empecemos a pensar con criterios solidarios, solidaridad, lo que nos salva es la solidaridad. Si hay algo que yo, en estos años de Presidente, que he salido mucho de mi despacho, que he recorrido provincias, el Gran Buenos Aires algo que más a mí me impresionó ¿saben qué es? Que los más atentos a las necesidades de los pobres, los más solidarios con las necesidades de los pobres son los pobres. Uno debería pensar que son precisamente los que más tienen los que se solidaricen y apoyen a los otros, pero no es lo que pasa; la solidaridad está absolutamente desplegada en aquellos que viven en la pobreza. Nosotros tenemos que hacer que la solidaridad se generalice y tenemos que hacer que el individualismo ceda, nadie es imprescindible, de imprescindibles se llenaron los cementerios, lo que sí somos todos muy importantes, a la hora de tender la mano al que está necesitado y nadie puede quedarse afuera, nadie.

Y cuando que hoy nos propone el Padre Pepe, y cuando él me dijo que quería hacer esto, pobre siguió las vías, los cursos legales y un día me llamó no sé quién y me dijo: “el Padre Pepe quiere que vaya, pero nunca le has contestado”.
“Adónde quiere que vaya”, le dije, y me hablan de que estaba organizando esto y yo contesté: “pero a mí nunca me invitó”. Y me dicen que sí, que mandó dos notas, pobre la burocracia… debe estar dando vuelta la nota en la burocracia y
le dije, pero qué va a hacer el Padre Pepe y me contaron. Y dije: “pero por supuesto que estoy, dile que estoy, si me llamaba por teléfono lo hacemos más fácil”. Pero como no lo voy a acompañar, es un imperativo moral estar hoy aquí,
es un imperativo moral y ético para apoyar al Padre Pepe, es un imperativo ético y moral por ustedes y por los miles de chicos y chicas que en los Hogares de Cristo son salvados de la droga, es un imperativo moral estar al lado del
solidario, es un imperativo ético ir en apoyo del solidario. Si Argentina se une y se hace más solidaria vamos a ser un gran país. (APLAUSOS). Gracias, Pepe por tu ejemplo, muchas gracias.