Palabras del presidente de la Nación, Alberto Fernández, en la LX Cumbre de Jefes de Estado del Mercosur y Estados Asociados, desde Luque, Paraguay

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Palabras del presidente de la Nación, Alberto Fernández, en la LX Cumbre de Jefes de Estado del Mercosur y Estados Asociados, desde Luque, Paraguay

Muchísimas gracias querido presidente y amigo, Mario Abdo. Gracias por la palabra que me cede. Gracias por el esfuerzo de este año haber presidido, lo bien que lo hicieron en un momento singular y difícil para el mundo y para el MERCOSUR, haber presidido al MERCOSUR del modo en que lo hicieron. Felicitaciones y gratitud.

Miren, venía con la idea de leer un discurso, pero me parece que la ocasión bien sirve para que reflexionemos un poco juntos y pensemos un poco los desafíos que tenemos por delante como pueblos Latinoamericanos que somos y como pueblos del MERCOSUR que somos. Los que somos miembros Brasil, Paraguay, Uruguay, Argentina; países que quieren ingresar, Bolivia; países que participan de nuestras reuniones, Ecuador, Colombia también son bienvenidos.

Miren, el tiempo que nos ha tocado gobernar es un tiempo singularmente difícil en el mundo. Días atrás le preguntaba a un gobernador argentino si te dijeran elegí 4 años para gobernar, ¿Qué años elegirías? Y me dijo rápidamente cualquiera menos estos 4 que nos han tocado. Y lamentablemente ese es el producto de lo que el mundo ha vivido, de lo que tal vez no todos tomamos cabal dimensión de la gravedad del problema. Argentina heredo lo que heredo. No voy a aburrirlos con la situación económica que tenemos en la Argentina vivió y el nivel de endeudamiento que recibió. Pero a los 99 días de ser presidente nos encontramos con una pandemia que asoló al mundo, que asoló al mundo, que lo encontró desguarnecido. Muchos de nuestros países tenían su sistema de salud desarmados y hubo que hacer un enorme esfuerzo por volver a reconstruir esos sistemas de salud y poder hacer frente a lo que la pandemia generaba.

Hablaba yo en aquellos días con mi amigo Pedro Sánchez, con mi amigo Macron y les preguntaba, ¿Qué están haciendo ustedes en Europa? Y la única recomendación que me daban era que la gente se aislé porque no tenemos modo de evitar los contagios. Y era casi decepcionante, no hay nada más decepcionante de que invitar a un pueblo a que se quede encerrado en su casa, nada peor que eso. La pandemia generó un año de quiebre en la economía mundial. Durante un año la economía mundial se paralizó y todos los padecimos. Algunos lo padecieron más, otros lo padecieron menos. Nadie quedo a salvo, absolutamente, nadie. Y empezamos a recuperamos al año siguiente. Algunos nos recuperamos más, otros se recuperaron menos. Pero todos empezamos un proceso de recuperación paulatina. Y cuando la recuperación paulatina empezaba a aparecer que era sostenida se desata una guerra en el hemisferio norte que tiene las consecuencias del tiempo que vivimos.

¿saben qué ha cambiado desde que el MERCOSUR se fundó allá en el año 89, sino me equivoco? Lo que más cambió es que en aquellos días la globalización estaba en sus albores y uno no entendía muy bien la dimensión que esa globalización iba a tener. Pero hoy en día la globalización funciona plenamente y lo que ocurre en cualquier latitud del mundo repercute inexorablemente sobre todas las regiones del mundo. Y cuando alguien estornuda en Moscú, un argentino se resfría.

He podido participar de la Cumbre de las Américas en estos últimos meses, en noviembre participé del G20 en Roma, hace dos semanas estuve en el G7 en Múnich, participé de la Cumbre Virtual de los BRICS. Todos tenemos una mirada común que habla de la complejidad que vive el mundo, de la enorme complejidad que vive el mundo. Un mundo que se divide, una guerra desatada por la invasión rusa a Ucrania. Europa que queda en el medio del debate. Estados Unidos de la OTAN sosteniendo esa gran guerra como lo hace Rusia también. Ucrania padeciendo y el mundo hambreándose. Porque cuando Rusia y Ucrania entraron en guerra lo que hay que tener en claro es que salieron del mercado millones de toneladas del trigo, millones de toneladas de cereales, millones de toneladas de girasol, que el 75 por ciento del aceite que se consume en Europa y que viene de Ucrania desapareció también. Y que el hambre empieza a sedear al mundo entero. Y cuando fui al G7 que fui porque le pedí a Macron y a Scholz, en esta discusión de la guerra donde está el hemisferio sur discutiendo que somos las principales víctimas. Y allí tuvieron la inteligencia y la generosidad, porque no decirlo, de invitar al presidente de la Unión Africana, de invitar al presidente de India, al primer Ministro de India, de invitar al presidente de Indonesia y de invitarme a mí como presidente de la CELAC.

Y hay que escuchar ese mundo, hay que escuchar a Europa decir que se queda sin energía, hay que escucha a Europa decir que sus inflaciones aumentan el 300 o 400, o 500 por ciento, hay que escuchar a Estado Unidos que su inflación aumenta un 800 por ciento, hay que escuchar a los trabajadores alemanes decir que sus salarios se deterioran porque no crecen a la velocidad que crece la inflación. Hay que ver como de repente el carbón volvió a ser importante cuando todo venía hablando de la necesidad de lo verde, de lo ambiental.

¿saben por qué cuento todo esto? Porque tengo que darles cuenta en el mundo que estamos y si no nos damos cuenta en el mundo en el que estamos nos vamos a equivocar, nos vamos a equivocar mal. La FAO anunció hace un mes atrás que como consecuencia de este conflicto bélico el mundo va a enfrentar una hambruna que va a lastimar a 300 millones de habitantes de este mundo, ¿dónde están esos 300 millones de habitantes de este mundo? En el hemisferio sur, en nuestro hemisferio.

Vivimos en Latinoamérica, en el continente más desigual del mundo, frente a semejante realidad no tenemos que reaccionar de algún modo. No tenemos que ver cómo nos protegemos, no tenemos que ver cómo nos garantizamos que eso no nos ocurra. No es ese el deber que nos cabe.

Tenemos una enorme suerte que es que América Latina es una zona de paz a nosotros a la guerra no nos convocan y eso debemos celebrarlos. Vivimos en el continente más desigual, pero vivimos en un continente sin vocación de guerra. Es un continente que no se arma, que no se prepara para las guerras. Y eso es una gran ventaja en los tiempos que vivimos, pero las guerras del norte…, en el norte vuelas balas y en el sur vuela el hambre. Y eso es lo que no podemos seguir permitiendo.

Todos los que somos parte del continente queremos la paz. No he escuchado a ningún país de América Latina promover la continuidad del estallido bélico que geográficamente se ubica entre Rusia Y Urania. Todos queremos la paz, pero lo que debemos querer además de la paz es un continente más junto, más equilibrado, más igualitario. Es un continente que interactúe con otra inteligencia donde podamos hablarnos mucho más y tomar decisiones de conjunto porque en verdad el mundo que se viene es el mundo de las regiones, no es el mundo de los países. Y debemos hacer mucho más fuerte nuestra región y debemos hacer fuerte al MERCOSUR para que la CELAC sea fuerte porque mientras hablamos todo esto el cambio climático sigue ocurriendo. Y el carbón vuelven a quemarlo porque no tienen el gas ruso y la contaminación ambiental vuelven a aumentarla porque no tienen el gas ruso, ¿y quiénes padecemos eso? ¿quieren saber quién lo padece? Miren, lo padece centro América que zonas que antes eran fértiles, hoy son zonas áridas y perdidas, prácticamente, para la producción agropecuaria. Lo padece el Caribe que ve como el mar crece y todos los días sus islas se hunden un poco más. Esas son las víctimas de este tiempo.

En esta realidad que estamos viviendo he podido escuchar en el mundo desarrollado dos grandes preocupaciones, las dos grandes preocupaciones es de dónde vamos sacar alimentos, de dónde vamos a sacar energía. Miren, Paraguay, Uruguay, Brasil y Argentina, somos enormes productores de alimentos, tenemos por delante una oportunidad formidable para ir en socorro del mundo hambriento, una posibilidad única, si es que sabemos ponernos de acuerdo para aprovechar la oportunidad única, y además éticamente tenemos un imperativo moral de ponernos de acuerdo para producir el alimento que el resto del mundo necesita. Escuché lo que le pasa a África, se lo escuché decir al Presidente de Senegal, Presidente de la Unión Africana, me causó pavor escuchar lo que escuché, todos sabemos el padecimiento africano, es el continente que funciona sobre lagunas de petróleo sobre las que lucran otros que no son africanos, que tiene gas que le puede servir a Europa para que Europa lucre y que no van ganar los africanos.

Le escuché decir al Presidente de Senegal que el mayor problema que tiene África hoy en día es el problema de la electricidad, la falta de electricidad para poder desarrollarse, y dio un dato que me dejó perplejo, contó que un día de electricidad de África, el consumo de electricidad de África de un día es menor al consumo de electricidad de Manhattan en ese mismo día, ¿quieren saber dónde está la desigualdad del mundo? Ahí la tienen, ahí la tienen, cuánto tiempo más vamos a soportar esto está en nosotros, porque además de poder ser grandes proveedores de alimentos, que podemos serlo, además de eso, también podemos ser grades proveedores de energía, porque el gas falta, porque los hidrocarburos faltan, porque todos esos precios se potenciaron, ¿pero ¿qué les pasa a los otros?, resulta ser que entre Bolivia, Chile -bienvenida canciller chilena-, entre Bolivia, Chile y Argentina tenemos las mayores reservas de litio que hay en el mundo, ¿qué pasaría si nos ponemos de acuerdo a trabajar en la unión de litio que nos permita producir y darle el litio que el mundo necesita y que está demandando?

Tenemos en Chile y en Argentina, y Uruguay creo que también, la posibilidad de hacer hidrogeno verde, ¿Por qué no nos ponemos de acuerdo a ver cómo potenciamos todo nuestro esfuerzo y le vendemos a Europa el hidrogeno verde que está demandando? En Argentina tenemos un proyecto en la Patagonia de 8.600 millones de dólares que ya se ha iniciado; tenemos en la Argentina la segunda reserva de gas no convencional, que nos permite exportar gas al mundo en cantidades inmensas, ¿por qué no nos ponemos a trabajar juntos? ¿Por qué no convertimos esos proyectos en proyectos del MERCOSUR; ¿por qué no hacemos que de eso ganemos todos porque Argentina tiene gas y por ahí algunos de ustedes pueden ayudarnos en algo del financiamiento, y pueden participar con algo en estos proyectos, y hacerse dueños de estos proyectos.
Hoy Argentina, que tiene ese gas excedente, ha vuelvo a firmar el contrato con Chile para darle el gas que Chile necesita, y hoy podemos hacerlo, estamos en un continente que tiene lo que el mundo busca para el mañana. Y si no nos damos cuenta que tenemos que estar más unidos que nunca, vamos a cometer el peor de los errores, el peor de os errores.
Esto quiere decir que no debemos discutir problemas que preocupan, vamos a ponerle nombre y apellido porque no me quiero hacer el distraído, problemas que nos preocupan a mis queridos amigos presidentes del Paraguay y del Uruguay desde siempre, por la asimetría que Paraguay y Uruguay tienen frente a Brasil y Argentina no me quiero hacer el distraído, eso hay que resolverlo, eso hay que resolverlo. Por eso propongo, porque no vemos de hacer juntos un proyecto que se hace en Argentina donde ustedes son socios y ustedes también ganen, y les pido a los hermanos de Brasil, por qué ven ustedes también de participar en ese proyecto, se van a beneficiar, porque ese gas a ustedes les va a llegar por vía de gas natural cuando términos los gasoductos que estamos construyendo, ¿por qué no pensar en este esfuerzo común, de unir esfuerzos para vender alimentos, de unir esfuerzos para venderle energía al mundo? ¿Por qué no hacerlo, y de ese modo eliminar las asimetrías que existen, y que a mí no me gusta explotar asimetrías? Porque una sociedad donde uno gana mucho y el otro pierde no es una sociedad, y yo quiero una sociedad donde todos ganen, ahora, en este escenario tan difícil que nos toca enfrentar, lo único que yo pido a todos es que no nos ilusione la idea de separarnos; que no nos ilusione la idea de buscar soluciones individuales; que no ilusione la idea de que yo puedo salir con un proyecto propio que me alcanza a mí, porque todo eso es de corto aliento. Yo no me niego en nada a analizar todo lo que haya que analizar, en eso mi querido Luis Lacalle llama flexibilización del MERCOSUR, no me niego en nada, no me niego en nada porque me doy cuenta que estoy viviendo en un mundo que está cambiando y que en ese cambio estamos caminando en una cornisa, y yo no quiero que ninguno de nosotros se caiga de la cornisa, lo que quiero es que todos sigamos transitando juntos este camino, y que lo superemos juntos. Y que mañana siempre es mejor, lo podemos empezar a construir en unidad, lo podemos construir con nuestra lógica, podemos hacernos todos participes de lo que el otro está haciendo.

Hagamos todo esto sabiendo que estamos en un continente donde la democracia funciona, que está convulsionado, Argentina ha convulsionado económicamente, Chile está convulsionado con una reforma constitucional que se avecina, Colombia acaba de vivir un proceso electoral, Bolivia sigue con su pleno desarrollo equilibrado y maravilloso desde el querido Lucho, y Brasil está iniciando un proceso electoral, ¿por qué en este momento no nos concentramos en ver cómo mancomunamos esfuerzos en un mundo que ha entrado en guerra y no sabemos cuándo termina esa guerra, y no sabemos cuánta pobreza, cuánta hambruna, cuánta miseria va a deparar esa guerra y unimos esfuerzos para que nos sea lo menos dolorosa posible esa guerra, ¿por qué no nos dedicamos a so? Y así como hicimos con Singapur, que fue posible, insistir en la posibilidad de insistir en que China tuviera un acuerdo con el MERCOSUR, ¿por qué no lo analizamos juntos, por qué no vemos la factibilidad juntos? Es mucho más importante el acuerdo, sobre todo a los 200 millones de habitantes que tiene Brasil, hace mucho más fuerte a ese acuerdo, y también tengamos presente que tenemos entre los cuatro un país que tiene otra relación comercial con China. ¿Por qué no pensamos en nosotros, en lo que somos, un espacio único, por qué no lo volvemos a hacer?

Yo les digo francamente, sé que me ha tocado, y a todos, gobernar en el peor momento de la historia mundial, el peor momento de la humanidad, pero no quiero que sea en vano, quiero que para algo sirva, quiero que sirva pero lo menos para que entendamos que debemos estar juntos, que debemos estar más unidos que nunca, que unidos somos más fuertes, y somos un continente que damos cátedra al resto del mundo en materia institucional, en materia de otorgamiento de derechos, en respeto a la diversidad y al género, en respeto a los derechos humanos, ¿por qué no aprovechamos toda esa potencia que tenemos para empezar a escribir otra historia; ¿por qué no empezamos fundar otro MERCOSUR que nos haga trabajar juntos, donde nos prestemos las potencias que somos y las potencias que tenemos para que todos seamos más potentes. Yo los invito a pensar en eso antes que pensar lo que algunos diarios, cuando Luis habló de su preocupación y de su idea de pensar en China, el MERCOSUR se muere. El MERCOSUR debe vivir muchos años más, debe vivir siempre, y América Latina y el Caribe deben estar unidas de una vez y para siempre, porque el mundo geopolíticamente ha cambiado, y si no lo entendemos, y si creemos que cada uno puede salvarse por sí solo, no han aprendido la enseñanza del Papa Francisco, “nadie se salva solo”.

Muchas gracias a todos.