Palabras del presidente de la Nación, Alberto Fernández en el acto de presentación del Proyecto de Renta Inesperada, desde el Museo del Bicentenario.

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Palabras del presidente de la Nación, Alberto Fernández en el acto de presentación del Proyecto de Renta Inesperada, desde el Museo del Bicentenario.

Buenas tardes a todos y todas; gracias por estar aquí, gracias por habernos esperado: cuando días atrás anunciamos el auxilio de unos bonos para los sectores más postergados – en ese momento – yo plantee la necesidad de que revisemos cómo aquellos que estaban obteniendo una Renta Inesperada, podía colaborar con el conjunto social.

Estamos en un tiempo singular de la historia, de la que por ahí todos no nos percatamos adecuadamente, pues el mundo está viviendo una guerra singular, por lo menos una guerra que no tiene las características que tradicionalmente tuvo. Esta es una guerra que se globaliza; esta es una guerra donde no hay un teatro de operaciones, que se ve afectado por bombas, por tiros. No, acá hay una guerra - de carácter económico – que trasciende las fronteras de los países en conflicto. Lo marqué aquel día, lo marqué el viernes pasado, en Tecnópolis, y definitivamente estamos en riesgo de que el mundo entre en un proceso de falta de alimentos muy grande, un riesgo creciente, porque han salido dos grandes exportadores del mercado de trigo, por ejemplo, dos grandes exportadores del mercado de girasol y eso, hoy, no está en la oferta del mundo, eso es alimentos que faltan en el mundo.

Comentaba, el viernes, que cuando hablé con Sholtz, cuando hablé con Macron le expliqué que esa guerra – que estaba ocurriendo, en el norte del mundo - iba a tener efectos devastadores sobre el Sur del mundo, en ese hemisferio sur, y no es muy difícil verlo, pues la crisis ya afecta a África, ya afecta a Asia, ya afecta a países de Centroamérica, ya afecta al Caribe.

Hoy miraba - en un WhatsApp - que subió, un CEO, de una cerealera multinacional argentina, cómo se incendiaba otra cerealera, en Ucrania y eso era trigo, que se perdía para el resto del mundo. Y cuánto más trigo falta, más sube el precio del trigo y el trigo ha llegado superar los 400 dólares, algo absolutamente inesperado, no hace seis años atrás, inesperado, en noviembre o en diciembre.

En verdad, esta guerra nos somete a dos realidades: a que millones de seres humanos entren en riesgo y a que muy poquitos ganen muchísimo con los efectos de esta guerra. Y esa es la inmoralidad que no podemos permitir, esa es la indecencia que – desde le política y desde el manejo del Estado – no se debe permitir, porque está claro que esta guerra se convierte en una oportunidad; está claro que esta guerra, que hace faltar petróleo hace que el petróleo suba. Y es verdad que hace falta el trigo, hace falta el girasol y por lo tanto todos esos precios suben y que el maíz también sube porque también falta. Y es cierto, también, que esos precios se pagan, que en el mundo alguien los paga y es cierto también, que, unos pocos, medran con todo eso y eso no llega al conjunto social; esa ganancia que nadie esperaba tener, porque nadie esperaba una guerra de estas características, no llega al conjunto social y sus efectos es mayor precio. Es más, en la Argentina tienen un efecto dual. Ganamos vendiendo trigo porque el trigo sube, pero a su vez nadie desacopla los precios internos y entonces hacen subir los precios del trigo a la par del precio internacional. Este debate debimos darlo de una vez de cara a la gente porque todos nosotros. El otro día lo escuchaba a Perón explicar que el trabajo era tan trascendente como el capital y que el trabajo necesitaba asociarse al capital para que una sociedad crezca. La realidad es que, lo que uno percibe, es que las compensaciones en situaciones como estas no son iguales. Preocupa, además, que eso ocurra en el Continente más desigual del mundo, porque lamentablemente vivimos en el continente más desigual del mundo y por lo tanto no podemos quedarnos de brazos cruzados frente a semejante realidad.

Como anticipé en aquellos días, quería trabajar para que a fines de mayo pudiéramos presentar esta ley. Nos extendimos un poco, pero lo estamos haciendo hoy. Y lo que más queremos es generar u enorme debate sobre cómo queremos vivir en Argentina. Porque una sociedad es una sociedad donde todos ganan. Cuando algunos ganan mucho y millones se empobrecen, eso no es una sociedad, se parece más una estafa. Y la verdad que no hemos venido acá para convalidar estafas, hemos venido acá para convalidar igualdades, para equilibrar aquello que se ha desequilibrado. No estamos irrumpiendo con ninguna norma tirada de los cabellos, sacada de la galera. Estamos viendo que estamos haciendo algo que el mundo hizo antes y que el mundo hace ahora. Y no lo hacen los países que aplican los regímenes democráticos o que, para hablar con tono habitual, están volcados a la izquierda. Lo hace Gran Bretaña, lo hace Italia, lo plantea Estados Unidos.

Siento que tenemos la obligación de dar este debate y tenemos la obligación y el Congreso tiene la obligación de acompañar y sacar esta ley. Y como bien dijo Martín, no es una obligación del Frente de Todos, es una obligación de todos los Diputados y de todos los Senadores, porque lo que necesitamos es que, en una situación tan ingrata, que ni siquiera sabemos cuándo va a terminar, unos pocos no ganen tanto en desmedro de las inmensas mayorías. Hemos venido a poner igualdad, hemos venido a construir justicia social. Eso es todo lo que estamos haciendo. Gracias a todos y todas.