Palabras del presidente Alberto Fernández en el lanzamiento del Registro Nacional de Empresas Recuperadas (RENACER), desde la Aceitera La Matanza.

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Palabras del presidente Alberto Fernández en el lanzamiento del Registro Nacional de Empresas Recuperadas (RENACER), desde la Aceitera La Matanza.

Buenos tardes a todos y a todas; muchas gracias por acompañarme: gracias Fernando, gracias por recibirme acá, en la capital nacional de la promoción y el trabajo, en La Matanza y felicitaciones porque hoy la Federación Argentina de Municipios tiene como presidente al Intendente del municipio más grande de la Argentina, felicitación. (APLAUSOS).

Déjenme contarles, un poco, una historia y acá viene Uma, gracias Uma, me querrá dar un beso o sacarse una foto. Vamos a hacer una foto. Hago la foto con Uma. Aplausos para Uma, aplausos para Uma.

Les decía que es un acto particular para mí, ¿cómo te llamás? Maximiliano. Saben por qué le pregunté? Porque estuve hablando con Maximiliano, cuando empecé, pero todo el rato que habló el “Vasco”, lo miraba a Maximiliano con los ojos llenos de lágrimas y pensaba, bueno son lágrimas de alegría, Maximiliano, son las lágrimas del esfuerzo, de los resultados, y pensaba cuántos argentinos y argentinas viven momentos como estos, donde la pelean, la pelean, la pelean y tienen que pelearla mucho para poder ver los resultados.

Yo tengo una historia particular, con las empresas recuperadas; al “Vasco” lo conocí, allá por el año 2001, cuando la Argentina estalló en pedazos y yo era legislador de la Ciudad de Buenos Aires; entonces presidía una comisión que se llamaba Legislación General y empezaron a aparecer proyectos para recuperar empresas y qué era lo qué pasaba. Había explotado la Argentina en mil pedazos, se había caído la convertibilidad y la Argentina – por entonces – tenía 18 o 19 puntos de desocupación, estaba en una situación muy crítica, se había hecho el famoso megacanje de la deuda, que había traído más penurias, para la Argentina. Había pasado el 19 y el 20 de diciembre, que se llevó la vida de tantos argentinos, que salieron a la calle a reclamar por sus derechos.

Y un día, entre otros, apareció el “Vasco”, con su pedido de que recuperemos empresas y yo le decía, pero qué es eso, explícame de que se trata porque no lo entiendo. “Bueno, lo que pasa es que los dueños se fueron, se fueron, abandonaron todo, nos dejaron y nosotros lo que queremos es seguir trabajando y necesitamos que el Estado nos apoye”, decía él. Y yo le respondía: “pero, ‘Vasco’, la empresa es de los que se fueron”, pero fueron, abandonaron todo ¿te acordás? Y entonces empezamos, con el “Vasco” y otros compañeros a ver cómo hacer una ley para recuperar empresas.

Había una enorme sastrería, allá en Buenos Aires; había una gran imprenta, estaba IMPA, estaban empresas importantes, ese era un fenómeno que nunca habíamos vivido. Los dueños se iban y abandonaban la empresa. Esto era lo que pasaba y había un problema legal: ¿de quién era la empresa? Porque había gente que trabajaba allí y quería seguir trabajando, que necesitaba tener insumos, los créditos, los recursos que le pedía al Estado y trabajaban en la propiedad de otro que se había ido y así salieron las primeras leyes, allá en la Ciudad de Buenos Aires, de empresas recuperadas. Y allí conocí al “Vasco” que era uno de los que lideraba el movimiento de empresas recuperadas.

Cuando lo encontré, hoy, aquí, la verdad, lo abrecé con mucho cariño, porque aquel trabajo no fue en vano, aquel trabajo tuvo mucho sentido. Y lo más importante es que tuvimos que innovar y encontrar respuestas en algo totalmente desconocido para nosotros, nunca nos había pasado esto, de que los dueños se fugarán y dejarán todo a merced de Dios y los que trabajaban sólo pedían: “déjame el derecho de seguir trabajando, dame las herramientas para seguir trabajando, si los dueños se fueron, se fueron… se fueron, nosotros vamos a trabajar y vamos a repartir entre nosotros lo que producimos con nuestro trabajo”. Y así aparecieron las primeras cooperativas de trabajo, entonces vino la crisis del 2001, que fue fatal, vino el default y llegamos con Néstor, con Néstor la desocupación ya había trepado, del 18 al 34 por ciento, uno de cada cuatro argentinos no tenía trabajo y la pobreza había llegado al 60 por ciento y había muchas dificultades para que la Argentina crezca, había condiciones para que la Argentina volviera a crecer, pero había muchas dificultades y una de esas dificultades era que las empresas se caían, los dueños desaparecían y los que trabajaban en esas empresas decían queremos seguir produciendo. Ahí empezó a formarse algo raro para nosotros que Néstor impulso mucho, justo es reconocerlo, que fueron las cooperativas de trabajo, Hacer que aquellos que iban quedando sin trabajo se juntaran, formaran cooperativas y siguieran trabajando, a veces en las empresas que abandonaba sus dueños, a veces en la calle. En la calle se juntaban y ofrecían sus servicios para la construcción para llevar adelante Obra pública, para prestar los servicios que podían prestar y a parecieron las cooperativas de trabajo y se multiplicaron. Todo eso fue conformando una nueva realidad en la economía argentina, que a la economía argentina le cuesta mucho aceptar, que a la Argentina le cuesta mucho aceptar. Fue confundiéndose, la Argentina tenía dos categorías de economía, economía formal y la economía informal, pero aparecía una nueva economía que era la economía popular que a nosotros nos costaba mucho entender de qué se trataba porque la primera tentación nuestra es decir, pero bueno eso es gente en la informalidad, pero era mucho más que eso porque no era tanto en la informalidad. Habían construido cooperativas, se habían hecho cargo de empresas, habían distribuido su modo de trabajar y habían creado un modo de vida que era muy difícil de percibir. Saben, además, que las sociedades todas, todas, todas tienen una cuota de hipocresía y viven más tranquilos si hay ciertos temas que no tocamos, si hay ciertos temas de los que no hablamos, pero si hay algo que no me caracteriza es la hipocresía. Y si hay algo que no me gusta es ocultar lo que pasa. Y si hay algo que jamás me perdonaría es no prestar atención a un problema que existe y que hay que resolver porque el problema es del otro mientras yo no lo conozco, pero el día que conozco el problema del otro es mi problema también. Y así un día, muchas charlas con Emilia, que me trató de hacer entender una y otra vez que esto no era la economía informal, que esto era otra cosa, era una economía que funcionaba en paralelo. Que tenía muchísimos recursos humanos, que había invertido en industria, en herramientas, en maquinarias, que tenían problemas para acceder al crédito y que no eran un grupo de cien personas, eran miles, miles de personas distribuidas a lo largo y a lo ancho de la patria.
Días atrás, otro gran luchador de la economía popular a quien yo también quiero tanto como a todos ustedes, vino a tomar un café conmigo, el gringo Castro. (APLAUSOS) Y el gringo me decía: Alberto (tratando de explicarme una vez más no) entendé que esto no tiene retorno porque es un modo de vida distinto es un modo de vida fundado en la solidaridad. Nosotros comemos comunitariamente, nuestros hijos meriendan comunitariamente y no queremos renunciar a eso, es nuestro modo de vida, así pudimos sostenernos, así vivimos y así queremos crecer y claro y cuando me dijo todo eso, dije claro, hay una parte de la Argentina que ha desarrollado otros valores valiosísimos que no pueden quedar en el corset de la economía formal, que no pueden quedar, no entran, no entran. La economía formal, además, producto de este capitalismo salvaje en la que uno vive, ha desarrollado el individualismo y ha desarrollado la meritocracia como valores supremos. Y el mérito es muy importante. Miren el mérito que tienen los trabajadores que han mantenido en pie esta empresa. Enorme mérito, pero el mérito es posible valorarlo si todos tenemos las mismas condiciones para acceder a hacer lo que tenemos que hacer y no vivimos en esa sociedad. Algunos tienen muchas condiciones y a otros les faltan condiciones de acceso para poder pelearla. Ahora ya nadie tiene que convencerme de nada, ahora soy yo uno de los que tiene que tiene que convencer al resto de la Argentina de que la economía popular existe. Ha venido para quedarse, es valiosa y hay que darle las herramientas para que siga creciendo. (APLAUSOS)

Lo que acabo de hacer es una historia de vida. Empezó aquél día con el Vasco cuando en la Legislatura de la Ciudad les trataba de explicar lo que estaba pasando y me decían: pero nosotros no queremos que se nos caiga nuestra empresa. Si se fuero los dueños que se vayan, la queremos mantener nosotros. Dejanos que hagamos una cooperativa. Y sacamos la ley, y lo pudimos hacer en la Ciudad de Buenos Aires que ahí es donde todo empezó y miren lo que se ha logrado.

La verdad es que cuando miro la economía popular, miro estos regalos, miraba esta agenda y ese resultado tiene un eslogan abajo que resume muy bien lo que ha pasado desde aquellos días Vasco hasta el presente. ¿Saben qué dice acá? Ocupar lo que otros abandonaron. Resistir a los que no entienden. Producir para la Argentina. (APLAUSOS) Maravillosa síntesis, maravillosa síntesis de cómo ha evolucionado todo esto. Así es que hoy aquí, en La Matanza gobernada por mi querido amigo Fernando Espinoza. Capital de la producción y el trabajo. Feliz de estar con empresas que se han recuperado, feliz que los que la que hayan recuperado esas empresas sean trabajadores y trabajadoras argentinas. Felices que de ese modo construyamos una economía fundada en la solidaridad. Es la vida comunitaria, es del respeto al otro. Esa es la Argentina con la que yo sueño. Por eso en la Argentina en la que yo sueño, primero los últimos. Gracias compañeros y compañeras. (APLAUSOS)