Palabras del presidente de la Nación, Alberto Fernández, el acto de homenaje del Justicialismo a las y los trabajadores a 40 años de la movilización “paz, pan y trabajo, desde el Instituto Nacional Juan Domingo Perón, CABA.

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Palabras del presidente de la Nación, Alberto Fernández, el acto de homenaje del Justicialismo a las y los trabajadores a 40 años de la movilización “paz, pan y trabajo, desde el Instituto Nacional Juan Domingo Perón, CABA.

Gracias a todos y todas por estar aquí. Voy a tomarme unos minutos, antes de empezar, a hablar de lo que quiero. Es la primera vez que vengo al Instituto y de verdad es maravilloso y felicito a los que lo sostienen, lo mantienen de esta forma y además es maravilloso que está en este lugar, es maravilloso, porque si hay un lugar donde uno no piensa peronistas es en este lugar, en esta zona y que en este lugar hayamos logrado enclavar – nada más y nada menos – al instituto que lleva el nombre de Perón es maravilloso, maravilloso.

Para mí es un privilegio, sinceramente, poder escucharlo y hablar con Lorenzo, porque lo que decía Saúl, hijo, era lo que yo sentía también, en esos años, en que trabajaba, como asesor, en la Cámara de Diputados, de Miguel Unamuno, muy cerca del “Ronco” García, muy cerca de Roberto Digón, dos miembros del 25.

La verdad Lorenzo es – a mi juicio – de los mejores oradores, que yo he escuchado en mi vida; es alguien que atrapa con sus palabras, que uno pudiera estar horas escuchándolo porque todo lo que dice es importante, todo lo que dice es lindo, todo lo que dice suena muy bien, ya la verdad logra llegar al corazón de uno, no solamente a la cabeza, también al corazón, con lo cual me pasó lo mismo que a vos, Saúl, yo dije: “uy, hablar después de Lorenzo, qué bajón, qué voy a decir”. Tengo un enorme honor poder hablar, después de ustedes vos, de verdad te lo digo, porque sabés lo que te respeto como dirigente, como militante, como persona, por las tres cosas. Gracias, en serio, por recibirme acá. (APLAUSOS).

Ahora, lo que no esperaba es que también tuviera un gran orador, en Saúl, hijo, eso sí no lo esperaba, ahí ya me complicaron mucho más la vida, porque la verdad es que todas las reflexiones que Saúl hizo, no sólo de su padre, sino de lo qué significó y del modo en que trascendió su padre, en la vida pública argentina, y cómo lo vivió como hijo, que también es un tema adicional, que uno debe considerar. La verdad que fueron hermosas palabras, Saúl, hermosas palabras, muy lindas palabras que a uno también lo convocan y le llenan el espíritu. Y mil gracias por esa campera, que no va a ser mía, va a ser de los argentinos, esa campera va a ir al Museo del Bicentenario para que todos los argentinos vean la campera que usaba Saúl. Y de verdad gracias, es el homenaje que merece tu padre. (APLAUSOS).

Miren, días atrás, estábamos cumpliendo 40 años, el próximo sábado, del comienzo de la gesta de Malvinas, y la BBC, de Londres, estaba haciendo un documental y me pidió una entrevista y me preguntó todo lo concerniente a aquella época, cómo lo había vivido aquella época, cómo era para la Argentina y de repente me hizo una pregunta que me cayó pésimo – debo confesar – me dijo: “los argentinos tienen la democracia gracias a esa guerra”. Y yo dije: “no, de ninguna manera, por qué usted dice eso”. Bueno, me apuntó: “porque gracias a esa guerra los militares empezaron a perder poder. Yo le dije: “no, no, usted no conoce cómo fue la Argentina, de esos años”. Dos días antes o tres días antes de que ocurra la toma de Malvinas, el 2 de abril, la Argentina se movilizó porque un grupo de dirigentes sindicales llamó a una movilización general y salimos a la calle millones de argentinos. Usted no lo sabe – le expliqué – pero ese día, hubo cerca de 3.000 argentinos que terminaron presos por haber salido a la calle pidiendo el fin de la dictadura. Usted no lo sabe pero esa vez por primera vez, en la Argentina, se cantó: “se va a acabar, se va a acabar la dictadura militar”.

Y usted no lo sabe, pero yo era un empleado judicial y salí con los judiciales, a marchar aquel día, convocado por los 25 y por la CGT Brasil. ¿Qué era la CGT Brasil? Era la CGT que uno sentía que realmente defendía los derechos de los que trabajaban, esa era la realidad. Había algo, que se llamaba la Comisión de Gestión y Trabajo, CGyT, que, en verdad, eran los complacientes con el poder de turno, en un tiempo muy difícil porque – nos contaba y yo escuchaba, con mucha atención, a Lorenzo – cuando contaba cómo había nacido la CGT de los argentinos, que tan importante fue en los años 60 y que le significó una parada de carro, a la dictadura de Onganía, esa llamada revolución argentina, pero la verdad que cuando uno conoció la dictadura y conoció la última dictadura, todas las dictaduras se volvieron blandas y empezamos a decir: “hay una dictadura y hubo dictablandas” porque nadie se animó a hacer lo que hizo la dictadura, que tomó el poder el 24 de marzo del 76.

Y yo voy a leer dos cosas, de esos días y quiero que ustedes nunca olviden que esto que pasó, esa convocatoria de la CGT Brasil, de los 25 ocurrió en una dictadura que ejercía el terrorismo de Estado, nunca una dictadura había aplicado el terrorismo de Estado, en la Argentina, y había que tener coraje para plantarse frente a los dictadores y decirles: “Basta”, como le dijeron este grupo y como fueron capaces de hacerlo este grupo de dirigentes sindicales, junto a un montón de pueblo. Yo que era un militante oculto en la Facultad de Derecho, porque no se podía militar, porque también nos perseguían y nos hacían pasar malos momentos, salí rápidamente a la calle, con la convocatoria, también a decir: “Basta”.

Ahora, cuando se cumplieron 6 años, de la llegada de la dictadura militar, la CGT Brasil, hizo un comunicado, el 24 de marzo, del año 82; seis días antes de que salieran a la calle millones de argentinos, miles de argentinos. Los diarios decían, que había, ese día, 50.000 argentinos, movilizados en la Plaza, y en el microcentro.

Y voy a leer un párrafo, de esa documento - que sacó la CGT Brasil - y piensen ustedes cuánta semejanza con la realidad, con la que vivimos, hay, porque ahí vamos a darnos cuenta por qué cayó Perón y por qué vino lo que hubo, después que cayó Perón. Por qué el 76 nació y por qué se aplicaron las políticas, que se aplicaron después del 76 y por qué perdimos, en el 2015 y se aplicaron las políticas, que se aplicaron, en el 2015, pues porque hay un hilo conductor. Yo le voy a leer lo que decía la CGT Brasil, el 24 de marzo de 1982 y díganme si esto no lo podríamos estar diciendo nosotros, del gobierno que nos precedió. Entonces, dijeron en ese documento: “no hubo, no hay, un habrá pueblo sobre la faz de la tierra, que acepte dócilmente que se convierta a su Patria, como nos sucede a los argentinos, en una timba especulativa y financiera, subordinada a los centros del poder económico mundial. Se quiebra la industria nacional a través de la apertura indiscriminada de la importación, con sus lógicas secuelas de quiebres, suspensiones, cierres y despidos degradando a la gran mayoría de las familias argentinas a condiciones de vida infrahumanas sumergiéndolas en la miseria, el hambre y la desesperanza”. 24 de marzo de 1882 con el terrorismo de Estado funcionado a plena. Eso lo dijo la CGT Brasil, que conducía Saúl Ubaldini. Díganme, ¿esto no lo podríamos afirmar hoy, respecto de las políticas que empezaron, el 10 de diciembre, del año 2015? No podríamos afirmarlo, hoy.

Definitivamente sí, y ese es el verdadero debate, que tenemos nosotros cuando decimos qué modelo de país queremos porque los que nacimos peronistas no nos tienen que explicar nada de esto, pues protegemos la industria, promovemos la producción, promovemos el empleo, preservamos la producción argentina, no abrimos alocadamente las importaciones, cuidamos nuestra moneda, preservamos las reservas. Eso es lo que hacemos cuando gobernamos, en cualquier tiempo, eso es lo que hacemos cuando gobernamos. Porque eso es lo que Saúl, Lorenzo, los que estamos aquí, y yo aprendimos de Perón. Yo no tuve la suerte de conocerlo a Perón, ojalá hubiera tenido la posibilidad de pasar 21 días, como vos, escuchándolo, pero – sin duda – fue un hombre inmenso, que los argentinos tuvimos la suerte que nazca en nuestra tierra.

Y yo siempre digo, que la gran enseñanza que Perón nos dejó, porque seguramente él lo sabría, es que él era único y por lo tanto difícilmente repetible. Y Perón fue capaz de convocar a un movimiento nacional, de convocar a gente de diferentes posiciones, con un común denominador: producción y trabajo, con ese común denominador siempre. Pero Perón hizo cosas increíbles, creo la Universidad del Trabajo, que es hoy la Universidad Tecnológica, pero después le cumplió el sueño, a los trabajadores, de tener un hijo Doctor, el sueño de mi hijo el Doctor, haciendo gratuita la Universidad, pero además – antes de eso – a un enorme pedazo de la sociedad argentina, que trabajaba y no tenía derechos, le dio derechos, que para nosotros, hoy, son cosas usuales, pero no existían esos derechos y esos nos hizo distintos en todo el mundo. Dio el derecho a agremiarse, dio el derecho a la sindicalización, dio el derecho a las vacaciones pagas, dio el derecho a las licencias, dio el derecho al aguinaldo, dio el derecho a la salud. Nosotros nos olvidamos, pero esos derechos no existían, hasta el día en que Perón llegó, a la Argentina. Y Perón fue inmenso, tan inmensos que se sabía irremplazable Perón, y él lo sabía. Y esto lo digo siempre, no es la primera vez que lo digo, pero ya en su madurez dijo una frase, que para algunos pasó desapercibida y para otros nos hizo decir: “ qué está diciendo”, pero que solo entendieron los sindicalistas, siempre voy a decir lo mismo. Perón sabía que se iba a morir y nos dijo a todos: “muchachos y muchachas, la organización vence al tiempo y el tiempo me va a vencer a mí, si quieren que no todo muera conmigo hay que organizarse”.

Y los trabajadores argentinos se organizaron en sus sindicatos, dieron sus dirigentes, crearon sus dirigentes, pusieron al frente de esos sindicatos a grandes dirigentes que estuvieron presentes en momentos trascendentales de la historia de la política argentina y saben por qué existe el peronismo porque esos sindicatos existieran y porque esos dirigentes sindicales existieron, por eso existe el peronismo. (APLAUSOS). Y no reconocerlo es ser poco honesto con nuestra propia historia porque hoy estamos acá ¿saben por qué? Conmemorando el coraje de un grupo de sindicalistas argentinos que se puso de pie frente al terrorismo de Estado cuando la Argentina estaba aterrada, viendo desaparecer gente todos los días, viendo matar gente todos los días. Y hubo un grupo de dirigentes sindicales que dijo: punto hasta acá llegamos. Y al frente de esos dirigentes estaba Saúl. Que era algo también novedoso, que de repente un sindicalista de la industria cervecera terminará convocando a millones de argentinos y de trabajadores y de trabajadoras. Saúl fue alguien realmente importante, yo lo conocí siendo diputado y debo reconocer que lo que más me impresionó en las dos o 3 charlas que tuve con él, es lo mismo que rescata Lorenzo, su tremenda humildad. El tipo se sentía, por sobre todas las cosas, un laburante y hablaba con la humildad del laburante y uno decía - pero tengo enfrente a Saúl Ubaldini. Que había hecho tanto por tirar una dictadura que parecía que nunca se iba a caer y que empezó a caerse ese 30 de marzo de 1982.(APLAUSOS) Y que, porque esto lo leo ahora, y la verdad lo podría escribir cualquiera de nosotros porque no corremos riesgos. Había que decir esto eh, con los dictadores con la metralla en la mano. Había que animarse a decir esto eh, había que animarse a firmarlo, había que animarse a decir: la sede de mi CGT está en Brasil 1482. Había que animarse para que todos vayan a ubicarlo. Había que animarse. Esto no era la clandestinidad, esto era público, dando la cara y saliendo a la calle. Había que animarse. Ese coraje fue inmenso y es necesario que lo reconozcamos porque es el coraje que necesitamos todos los días para afrontar el futuro de la Argentina. Y hay que entender la dignidad que esta gente tuvo para reclamar por los derechos de los que trabajan, para reclamar por la vida de los argentinos que en ese tiempo estaba en riesgo y hacerlo desde el lugar que lo hacían. Lo contaba Lorenzo recién. Hicieron la marcha, al día siguiente le llamaron a una reunión al ministro de trabajo, todos adentro. Eso era lo que costaba tomar este tipo de riesgos entre comillas. El 30 de marzo, eso que yo le leí fue una proclama que sacó la CGT Brasil a los 6 años de la dictadura. La convocatoria del 30 de marzo fue, si bien es cierto que además nos convocaban con la consigna de “Paz, pan y trabajo” había una consigna que a mí me encantaba mucho más, que me parecía mucho más profunda, Horacio por ahí se acuerda porque volanteamos en tribunales. La convocatoria era “La patria llama al pueblo” .Era como que la patria nos estaba pidiendo que nos sublevemos. La patria existe, y esa patria nos estaba pidiendo que nos sublevemos, que nos levantemos que terminemos con tanta ignominia y allí fuimos y marchamos. Yo me acuerdo que cuando la marcha empezó a complicarse terminé, entre otros, con Miguel Unamuno en la oficina de tu abuela en la calle Lavalle. Me acuerdo como si fuera hoy. Pero el 30 de marzo hicieron un documento y muchas de las cosas que en ese documento piden son tan tremendas, porque vuelvo a repetir, esto dicho ahora a 40 años de distancia en plena democracia, sin riesgos personales, la verdad parece una sonsera. Pero escribirlo en el Gobierno que provocó la mayor tragedia de la Argentina había que tener coraje. Hizo un documento que se llamaba: “De los trabajadores, a toda la nación”. Y uno de los párrafos pedía: “que se reinstaure la democracia, que se posibilite la concertación social, que vuelvan a regir salarios justos, la plena ocupación y la vida digna. Exigimos el levantamiento del Estado de sitio, la derogación de las leyes represivas la liberación de todos los detenidos por razones políticas y gremiales y la clarificación definitiva sobre el problema de los desaparecidos”. 30 de marzo de 1982. Gloria y honor a los que se animaron a tanto. Gracias a todos y todas.