Palabras del presidente de la Nación, Alberto Fernández, en el encuentro de cierre de año del Consejo Económico y Social, desde el Teatro Nacional Cervantes.

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Palabras del presidente de la Nación, Alberto Fernández, en el encuentro de cierre de año del Consejo Económico y Social, desde el Teatro Nacional Cervantes.

Buenas tardes a todos y todas, gracias a todos y todas por estar aquí: quiero agradecer especialmente a los que han estado participando de un modo muy comprometido, en este Consejo Económico y Social, empresarios de todas las ramas productivas, trabajadores, trabajadoras de todos los sectores gremiales, universidades, hombres y mujeres de la sociedad civil, del sistema científico y tecnológico, de las academias. A todos y todas gracias; cuando pusimos en marcha esta experiencia inédita para nuestra vida democrática apostamos al diálogo, a la unidad en la diversidad y a la armonía por encima del conflicto.

Hoy, 10 meses después, tengo la certeza de que esa apuesta valió la pena; el volumen y la densidad de su producción ya han sido enumeradas, en el vídeo que vimos, y en las palabras que se escucharon antes de estas palabras mías, y demuestras que – en la Argentina – las coincidencias programáticas son tan plausibles como impensables. Estas coincidencias conducen a resultados concretos, por ejemplo, este programa de Inteligencia Artificial para la formación de dirigentes gremiales – que hoy lanzamos – y que es único, a nivel mundial y que demuestra cómo puede funcionar la interacción entre empresas, Estados y de la universidad, de mi querida Buenos Aires. Este programa – del que van a participar muchos jóvenes trabajadores – tendrá un resultado final, los 15 mejores calificados, en este programa, el Estado Nacional los enviará al exterior a seguir preparándose y a seguir capacitándose para construir un mejor país. (APLAUSOS).

Sin querer caer en un triunfalismo ingenuo, este tiempo argentino nos lleva a tener coraje de ser innovadores. Poner en marcha esa valentía creativa, de la que suele hablar el Papa Francisco. Por eso, quisiera convocarlos – esta tarde – a redoblar el esfuerzo y que pensemos y analicemos con espíritu amplio y fecundo una serie de desafíos estructurales que la Argentina tiene que asumir en su camino rumbo a un desarrollo humano integral.

Yo visualizo diferentes pilares, son diez, en los cuales fundar el renacer argentino. En ellos está contenida – a mi juicio – la gran agenda de la formación que nuestro país debería estar en condiciones de transitar, durante el año 2022 y en los años venideros.

Antes que nada, debemos reconstruir el federalismo, debemos asumir el desafío de volcar nuestras miradas hacía nuestras provincias y nuestros municipios y redoblar el esfuerzo de poblar, a la Argentina, con un sentido armónico, en lo territorial, y productivo, en lo social. Pensando en todo esto confesé, ayer mismo, en el Norte de la Argentina, en Tucumán, que ronda en mi cabeza la idea de trasladar nuestra Capital Federal al interior del país. Si lo hiciéramos no sólo generaríamos otro polo de desarrollo, allí donde la Argentina lo necesita, sino que también esa decisión nos obligaría a repensar el Área Metropolitana, de Buenos Aires para superar esta concentración macro-cefálica, que hoy tenemos.

Nos debemos una reflexión profunda y colectiva sobre sus divisiones institucionales, su mejor organización y distribución de competencias. Se trata de asumir este desafío histórico sin generar más gastos y más burocracias, sólo buscamos superar esta perspectiva excesivamente centralista y aislacionista, que hoy existe, en la Argentina. No vengo a imponer una decisión, sí quiero proponer una saludable discusión, no pretendo escuchar rechazos ni aprobaciones, dichas a priori. Quiero darnos la posibilidad de analizar con datos y con casos prácticos cuál podría ser el mejor modo de reconstruir un real federalismo, en la Argentina, un federalismo que incluya los múltiples aspectos, que están en juego.

Precisamente por eso, quisiera proponerles que – desde este Consejo Económico y Social – efectúen, junto a todas las fuerzas sociales, productivas y parlamentarias del país una serie de consultas, debates y revisión de propuestas, que mejor puedan iluminar la toma de decisiones sobre este aspecto clave para el desarrollo argentino.

En segundo lugar, quiero convocar a todo el país a debatir y diseñar un modelo educativo, de la escuela secundaria; la formación para los trabajos del futuro requieren repensar profundamente la relación entre la educación media y el mundo tecnológico, las universidades, las empresas, los institutos de formación profesional de los gremios, la jerarquización y capacitación docente, los títulos intermedios habilitantes; el tiempo, calidad y profundidad de los conocimientos adquiridos; el desarrollo de un pensamiento crítico, la promoción de valores solidarios y el cultivo de una cultura común que respete a las diversidades también resultan pilares esenciales, en una educación secundaria de calidad. Deseo que todo el país escuche especialmente a las y a los jóvenes, que hoy son los protagonistas de esas educación, que tienen que resultar actores entusiastas de los cambios por venir. Tenemos también por delante el desafío del regreso a las aulas de quienes las abandonaron, durante la pandemia.

Desde el ministerio de Educación vamos a estar impulsando, con un criterio federal y participativo una discusión en la que nadie puede resultar excluido, porque se trata de la definición de nuestro futuro como nación solamente integrada. Aunque – recientemente – el Consejo Federal de Educación – ha aprobado, por amplio consenso poner en marcha este camino de transformación creo que el Consejo Económico y Social es un ámbito propicio para enriquecer ese debate.

En tercer lugar, deseo enfatizar, que no hay políticas de Estado, sin un Estado; necesitamos una administración eficaz y soberana y a la altura de los grandes cambios tecnológicos y sociales. Vamos a poner en marcha, a la brevedad – a través de la Jefatura de Gabinete de ministros – una convocatoria para seleccionar a los 8.000 cargos directivos esenciales del Estado Central, que tengan un proceso de formación que recojan las mejores experiencias mundiales.

La real soberanía estatal consiste en convocar a los mejores cuadros técnicos y políticos, que defiendan los intereses nacionales y procedan, con una ética de la solidaridad que les haga recordar que primero, siempre están los más postergados.

La creación del Cuerpo de Innovadores Gubernamentales y la elaboración del proyecto de ley de creación de la Agencia Nacional de la Evaluación de Políticas Públicas son también dos logros de gran importancia, de este Consejo Económico y Social, que celebro y promoveremos, desde el Poder Ejecutivo. Finalmente, a través de la Jefatura de Gabinete, estaré instruyendo a todos los ministros y reparticiones públicas a presentar un plan de simplificación de trámites y mejoras de la atención públicas a los ciudadanos y a las empresas. Creemos en un Estado innovador que debe existir para promover la inclusión social y no para postergar el bienestar de los ciudadanos y ciudadanas.

En cuarto lugar, señalo que tenemos que decirle: Nunca Más a la violencia; es una deuda de la democracia argentina, que lleva ya 38 años desde su reinstauración. En los próximos 100 días y con el apoyo técnico e institucional de las Naciones Unidas, convocaremos a todas las instancias políticas, sociales, y de conocimiento del país al diseño de un Plan Maestro de Acción que guíe la constitución de una Agencia Nacional de Prevención de la Violencia. (APLAUSOS). Tenemos que construir una política de Estado, atendiendo a las características multicausales de este drama que afecta la paz social. Esto supone desarrollar un esfuerzo institucional, legislativo y presupuestario que parta de la coordinación y fortalecimiento de todos los eslabones del problema; prevención social de la violencia; policías y fuerzas federales de seguridad; justicia penal y sistema penal juvenil; cárceles y sistema penitenciario; adicciones, crimen organizado, pleno respeto a los derechos humanos. Tenemos que dar un salto de calidad que nos permita transformar y gestionar el sector, con el acuerdo de todo el país.

Lo anterior no será factible sino somos capaces, como comunidad organizada de reconstruir una prestación del servicio básico de justicia. Los problemas de impunidad se solucionan con más y mejor justicia; los problemas de descrédito ciudadano se solucionan con mejor y más participación pública. Necesitamos impulsar un cambio profundo, en ámbitos institucionales claves para que se desarrollen en resguardo de la república y la confianza social.

Deseo también promover un debate sobre el mejor modo de seleccionar y elegir a los jueces, a través del Consejo de la Magistratura de la Nación. Se trata de un ámbito esencial para la credibilidad institucional que requiere una evidente mejora. Nuevamente tenemos que abrir las puertas sobre una discusión franca sobre el particular, que en breve, nos permita consagrar una ley para su mejor transformación.

El Poder Ejecutivo ha presentado, recientemente, una propuesta que a de abrirse, en breve, al debate parlamentario. En el mismo sentido, resulta necesario establecer una discusión honesta sobre el mejor diseño, de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. (APLAUSOS). Las demoras en el servicio de justicia, junto a elementos que no hacen a su aceitado funcionamiento imponen revisar sus mecanismos de trabajo, números de integrantes y división de tareas, en el máximo tribunal. Se trata de una tarea que tenemos que impulsar con el máximo nivel de patriotismo; amplio espíritu republicano y apego a la verdad. Nadie tiene la razón absoluta en este tema, porque se trata de armonizar posiciones, que permitan consagrar una institución ejemplar por los años por venir.

Allá en el año 2003 con el aporte plural de instituciones de la sociedad civil y el mundo académico, en el comienzo del gobierno que me tocó integrar como jefe de Gabinete, fuimos capaces de recrear una Corte para la democracia, creíble, prestigios y elegida por mecanismos novedosos de participación ciudadana, ese es el camino que tenemos que reconstruir hoy para el bien de todos y de todas.

En cuanto a la Justicia Penal, la Constitución tiene en una de sus cláusulas de 1853 aún incumplidas a nivel federal, y estoy hablando del juicio por jurados populares, elegidos entre toda la población, como el modo más transparente y legítimo de hacer justicia en los casos más graves de delitos que afectan la paz social. Si la sociedad administra la Justicia de un modo participativo y responsable, los problemas de impunidad también dejarán de estar relacionados con la politización o la manipulación de causas y casos. Todos estos aspectos hacen un elemental concepto de seguridad jurídica, que requerimos fortalecer para encaminar el sendero de un desarrollo sostenido e inclusivo. Su discusión puede quedar encerrada en un concepto tecnocrático y limitado a meros especialistas que muchas veces tienen intereses creados. Por eso espero que el Consejo Económico Social, con su diversidad de miradas y perspectivas, pueda enriquecer este debate esencial, en conjunto con el resto de los actores institucionales y el Parlamento de la Argentina.
Todo lo anterior, todo lo que he dicho hasta aquí, tiene que conducirnos al corazón del renacimiento argentino, consolidar de modo colaborativo la cultura del trabajo y la producción, el sendero esencial para superar la pobreza. Esto es lo que le brinda sentido a cualquier acción política y a cualquier acción del Estado.

Estaremos convocando en las próximas semanas, junto a varios ministerios del Poder Ejecutivo, a un Congreso Nacional de la Productividad, para analizar más formas de vinculación entre el capital y el trabajo. En el tiempo de la cuarta revolución industrial, de la que aquí se habló, y de la economía, de las plataformas, debemos plantearnos una visión humanista, atendiendo especialmente a la cuestión tecnológica y al fomento de la competencia empresarial, sin ningún tipo de concentración monopólica y en un marco de discusión social.

Debemos otorgar especial atención a las pequeñas y medianas empresas, y al mejor modo de incorporar a las expresiones de la economía popular, al empleo formal con todos los derechos. También debemos superar las brechas de género que impiden la equidad en el mundo laboral.

Todas las provincias que conforman economías regionales deben ser oídas, el movimiento obrero organizado y las diferentes cámaras empresariales, a través de las convenciones colectivas de trabajo, que son ejemplo de diálogo a nivel mundial serán protagonistas centrales de estas deliberaciones, junto a los actores de la economía social. Debemos asumir también el desafío de recuperar la cultura de la planificación científica, transformadora y participativa, a través del Ministerio de la Producción y en coordinación con el Consejo Económico y Social, vamos a promover la realización de planes quinquenales en sectores productivos claves que hacen a nuestra posibilidad de incrementar exportaciones, trabajo argentino genuino y equilibrio territorial y ambiental.

El desarrollo no es producto de ninguna mano milagrosa sino de la realización deliberada de las fuerzas público-privadas, con un objetivo de justicia social, así lo entendemos. Como parte sustancial de estos planes quinquenales, vamos a priorizar las grandes obras de infraestructura en el período 2022-2026, que abarcan un total de 30 mil millones de dólares de financiamiento provenientes de organismos multilaterales y bilaterales. Estas obras deben ser consagradas como políticas de Estado, con participación amplia de todos los sectores.

La integración regional e internacional de la Argentina es otro tema que merece una política de Estado, con un horizonte claro de previsibilidad. Este Consejo Económico y Social cuenta con el muy valioso aporte internacional de personalidades tales como Mariana Mazzucato, Geoffrey Sacks, Alicia Bárcenas, Enrique Iglesias, Pepe Mujica, José Antonio Ocampo y Ricardo Lagos, entre otras figuras. Vamos a convocar desde nuestra Cancillería a todos los embajadores de la Argentina destinados en el mundo, para que pongan en marcha planes estratégicos de promoción de exportaciones, aperturas de nuevos mercados y generación de oportunidades de negocios. Tenemos que ser capaces de movilizar inversiones, capitales e interés en las oportunidades que ofrece nuestro país, de ahí la importancia que estas acciones estén integradas con iniciativa de la Cancillería, que trabajará codo a codo con provincias y con municipios.

En estrecha relación con nuestro modelo de desarrollo inclusivo y de inserción internacional, se encuentra el tema del cambio climático, en cada viaje por el mundo y en cada contacto con líderes del planeta, me reafirmo en una sola convicción: el cambio será ecológico o no será. La Argentina tiene todo para ser protagonista de esta transformación a nivel mundial, que debe exhibir un modelo nacional competitivo y sustentable, que transcienda barreras neoproteccionistas y sea capaz de innovar con inclusión social. Vamos a enviar al Parlamento, durante el año que se inicia, un conjunto de leyes especiales para ordenar la materia: transición energética; preservación de bosques y humedales; agua y riego; Agencia Nacional de Evaluación Ambiental. Pongo un especial énfasis también en el Plan Nacional de Ciencia y Tecnología 2030, que está siendo discutido por toda la comunidad científica, y que es orgullo de nuestro país, y que tiene entre sus ejes de prioridad el cambio climático.

Como parte de los asuntos pendientes que la Argentina tiene que resolver, se encuentra el acuerdo de renegociación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional, la madurez que necesitamos como país significa advertir que este tema exige la responsabilidad y sensibilidad de toda la dirigencia. La reconstrucción del crédito público y el valor de la moneda tienen que estar acompañados de un proceso que no detenga nuestra recuperación productiva, que nos permita seguir creciendo de un modo sostenible, y que alinee las expectativas de todos los sectores productivos, en pos de un objetivo prioritario: reducir los niveles de pobreza y de exclusión que hoy tenemos.

Aspiramos a una discusión racional y tenemos un único objetivo, defender con firmeza el interés nacional, tarea a la cual convoco también a todos los sectores de la sociedad argentina. (APLAUSOS)
Para terminar, amigos y amigas, permítanme enfatizar lo siguiente: sé muy bien que en la enumeración de los temas anteriores no pretendo se excluyente de tantos otros que puedan surgir, pero como Presidente he querido señalarlo con el propósito de convocar a todo el pueblo argentino a ser parte de una reflexión colectiva que nos permita superar este presente que nos toca vivir. Tenemos por delante el inmenso desafío de conjugar puntos de encuentro, a todos los niveles, en el Parlamento, en las instituciones sociales, en la academia, en el mundo gremial y también en el mundo empresarial. El nuevo pacto social de la Argentina debe estar fundado en la solidaridad, no podemos seguir viviendo en una sociedad donde el crecimiento se concentra en pocos y la pobreza se distribuye en millones. Nada de todo lo anterior será posible si antes no le deponemos el interés faccioso de defender un privilegio. Nuestra Patria tiene todo para encaminarse a un horizonte de despegue, si somos capaces de unir energías, emociones y visiones con sentido generoso y fraterno podremos alcanzar ese horizonte, para eso debemos dejar de lado toda avaricia y todo egoísmo. El milagro argentino no depende de ninguna mano mágica, ni de ningún regalo externo que caiga del cielo, el milagro de Argentina depende de una Argentina unida y querida, que deje atrás el maltrato de las fracturas permanentes y el egoísmo de excluir a quienes piensan distinto, necesitamos de todos y de todas, sin exclusiones, para lograr esos objetivos. Pero no se trata de una reconstrucción que sea un mero resucitar de nuestras inequidades prepandemia, se trata de una reconstrucción que signifique una justa y equitativa transformación, una autentico renacimiento en cuerpo y alma, que deje atrás, de una vez y para siempre, la cultura del descarte. Ese renacimiento supone un renacer de mentes y de corazones, de ideas y de actitudes, de emociones, y esencialmente supone manos que trabajen día a día sin descanso, para consolidar una paciente esperanza que lo haga posible.

Como bien decía mi siempre recordado Antonio Cafiero, el que sueña solo, solo sueña, y el que sueña con otros hace historia. Entre todos y todas hagamos historia. Muchas gracias.