Palabras del presidente de la Nación, Alberto Fernández, en la inauguración del nuevo edificio sanatorio Anchorena Itoiz de Avellaneda, desde Costa Salguero.

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Palabras del presidente de la Nación, Alberto Fernández, en la inauguración del nuevo edificio sanatorio Anchorena Itoiz de Avellaneda, desde Costa Salguero.

Buenas tardes a todos y a todas, muchas gracias compañeros y compañeras, gracias querido Andrés, por dejarme participar de esta inauguración de este sanatorio, de este hospital: miren, pensaba, mientras escuchaba todo esto y mientras veía – en este caso UPCN – fue creciendo y avanzando, en su obra social, de la que soy socio, (APLAUSOS), cómo fue creciendo y avanzando y pensaba, mientras lo escuchaba a Andrés y miraba los vídeos, pensaba un poco en experiencias personales mías, que de algún modo demuestran mucho de lo que dijo recién Andrés. Miren, el 2 de abril de 1959, nació un pibito, que se llamaba Alberto Fernández y ese pibito nació en el Sanatorio Antártida, que queda en la Avenida Rivadavia; cada vez que pasaba con el auto, mi mamá me mostraba y me decía: “ahí naciste vos” y me quedó grabado.

La historia hizo, que ese sanatorio, que era un sanatorio privado, como producto de las crisis que la Argentina vive, se fuera deteriorando, cayendo y ¿quién recuperó ese Sanatorio? Un sindicato, el sindicato de los Camioneros. Allí, donde nací yo ese sanatorio hoy existe, porque un sindicato con su obra social lo recuperó e hizo un sanatorio de excelencia, que nada tiene que pelearle a los mejores sanatorios privados, de la Ciudad de Buenos Aires o de la Argentina toda. Pasaron los años, y allá un 30 de junio de 1966, nació Pablo, mi hermano menor. ¿Y dónde nació, Pablo? Nació en el Sanatorio Anchorena. (APLAUSOS). Y el Sanatorio Anchorena, que era un sanatorio muy importante, en pleno barrio Norte, Peña y Pueyrredón, si no me equivoco, con el correr del tiempo se fue deteriorando y las crisis económicas hicieron que sus dueños fueran abandonando y dejando caer ese sanatorio. ¿Y quién levantó ese sanatorio maravilloso, que es hoy? UPCN, compañeros. (APLAUSOS).

El tiempo siguió y un día me tocó ser vicepresidente ejecutivo del Grupo Banco Provincia, y ahí tuve que crear la aseguradora de riesgos de trabajo y como aseguradora de riesgos de trabajo, del Banco Provincia, tuve que buscar prestadores y allá, en Avellaneda, todos recomendaban un Sanatorio, que era el Itoiz, un sanatorio de prestigio, de una familia de muchos años, que tenía cuatro o cinco pisos. Ese sanatorio también producto de la Argentina y de la imposibilidad de sus dueños se terminó cayendo. ¿Y quién levantó, compañeros, el Sanatorio Itoiz? Otro gremio, de la Argentina, UPCN, compañeros. (APLAUSOS). ¿Y saben cuándo lo hizo? Cuando, en el mundo y en la Argentina, también, arreciaba una pandemia. Tal vez, ustedes no lo sepan, pero todas esas camas, que hoy están en el Sanatorio Itoiz fueron producidas por argentinos, y en Argentina y de ese modo también profundizamos el trabajo argentino, para poder darles la mejor calidad y atención.

Ahora, ustedes dirán, compañeros, compañeras, amigos y amigas, por qué Alberto nos cuenta todas estás historias personales. ¿Saben por qué? porque nosotros venimos de vivir la peor de las pesadillas, que es una pandemia y allí se puso en juego el sistema de salud. El sistema de salud público estaba totalmente abandonado, porque así quisieron que esté el sistema de salud pública quienes gobernaron antes que nosotros, pero allí están cuando la pandemia golpeaba a sus puertas (salto en el video).

¿Saben por qué cuento toda esta historia, compañeros? Porque quiero que nadie nos confunda: estamos orgullosos de nuestros sindicatos y de nuestras obras sociales y eso es algo que debemos preservar por el bien de todos los argentinos y argentinas. (APLAUSOS). Nosotros estamos superando un tiempo difícil, el mundo está superando un tiempo difícil.

Vengo de dos encuentros, en el G20, en Roma y en Glasgow, en Escocia, donde pude hablar con muchos mandatarios de distintas latitudes y me doy cuenta que todos hemos sufrido lo mismo, en mayor o menor medida, todos, todos. Y me doy cuenta que muchos ven que en la Argentina hay un proceso de recuperación muy grande y lo cuentan, preguntan e indagan.

La máxima autoridad de la Organización Mundial de la Salud (OMS) me felicitó por el modo en que, en la Argentina, se enfrentó la pandemia y eso – compañeros y compañeras – no es el logro de un gobierno, es el logro de cada uno de ustedes, de cada uno de nosotros, es el esfuerzo colectivo. Fue la solidaridad lo que nos hizo cuidarnos.

Recién dijo algo Andrés, que por ahí pasó desapercibido, pero que no debe pasar: ¿por qué los sanatorios privados caen y las obras sociales lo recuperan? ¿Y por qué funciona las obras sociales, que son – básicamente – una creación argentina? compañeros, porque allí rige la solidaridad, no rigen las ganancias, lo que rige es el espíritu solidario de atender a quien lo necesita. (APLAUSOS).

La Argentina ha entrado en un tiempo distinto; a diferencia de lo que muchos mandatarios me contaron, en las charlas que tuvimos, la verdad es que tenemos la suerte de tener una cultura muy desarrollada respecto del respeto a la vacuna y ese proceso de vacunación vertiginoso, que logramos; ese proceso de vacunación tan rápido, que logramos, nos da – ahora – cierta tranquilidad porque estando vacunado la inmunidad crece y con la inmunidad creciendo las posibilidades de contagio bajan y ceden.

Ahora que estamos pasando, este tiempo trágico, lo que debemos ver es cómo encarar el futuro, qué mundo queremos construir. Porque – como dije, en cada uno de mis discursos – la verdad que hayamos vivido tanto dolor, que hayamos sufrido tanto, que hayamos padecido tanto, que debamos un aplausos a más de 115 mil muertos, en la Argentina, para que, después, todo siga haciendo igual. Si hacemos eso – compañeros y compañeras – no aprendimos nada, tanto dolor nos tiene que haber enseñado; nos tiene que hacer ver – efectivamente – la desigualdad en la que vivíamos, nos tiene que mostrar qué es lo que pasa, cuando el Estado se retira y deja en manos de los privados cuestiones tan elementales como la salud y la educación. Y es eso lo que estamos discutiendo, no estamos discutiendo otra cosa. ¿Cuál es el mundo que soñamos? El mundo de la cultura del descartes, del que habla el Papa Francisco, un mundo donde unos pocos ganan mucho y donde millones sufren la pobreza. ¿Ese es el mundo que queremos reconstruir? Queremos volver a reconstruir el mundo que tuvimos, donde lo único que imperaba era el egoísmo, la avaricia y la solidaridad no existía entre nosotros. No, compañeros, yo no llegue a la presidencia para eso. Yo llegué a la presidencia para que - desde el lugar que me toca - poder cambiar, a la Argentina, y hacer una Argentina mas igualitaria, una Argentina que contenga a todos y a todas; una Argentina donde nadie sobre; una Argentina donde haya trabajo; una Argentina donde los que producen sean más importantes que los que especulan, compañeros. (APLAUSOS).

Yo soy, como todos ustedes, compañeros y compañera, un militante más, antes que nada soy un militante y yo también – como decía Andrés – abracé los principios que Perón y Eva nos dejaron. ¿Cómo estaremos cumpliendo con el legado de Perón, si nosotros seguimos mirando displicentemente al que ha quedado sumergido en el pozo de la pobreza? ¿Cómo estaremos cumpliendo el mandato de Perón, si no nos preocupamos porque la industria crezca, se reactive, dé trabajo? ¿Cómo vamos a cumplir, el mandato de Perón, si no llenamos de trabajo, la Argentina? ¿Cómo vamos a cumplir, el mandato de Evita, si nos acostumbramos a convivir con la pobreza, y en todo caso la única salida, que ofrecemos, son planes, donde sólo se sobrevive en la pobreza, pero no se logra la dignidad que brinda, exclusivamente, el trabajo?

Yo no llegué para eso, llegué con otro fin, llegué con otros objetivos. Arranqué con toda la ilusión y toda la fuerza, el día 99 la pandemia nos había apresado y después tuvimos que hacer frente a ese desafío, como todo el mundo. Le decía, días atrás, a Macron, la sensación que a mí me quedó, después de pasar todo lo que pasamos, y es que para los que gobernamos la pandemia fue lo más parecido a caminar sobre un pantano, porque único estaba seguro el lugar que pisaba, porque pisaba lo desconocido, porque la ciencia no nos daba respuestas y fuimos sobrellevando, escuchando a la ciencia, aprendiendo de la experiencia de los otros, responsabilizándonos nosotros frente a los demás. Cada barbijo que ustedes tienen no lo portan sólo para cuidarse ustedes, pues están cuidando al de al lado.

Así fuimos sobrellevando este tiempo, nos dimos cuenta de los muchos argentinos que necesitaban, y tengo la tranquilidad de que así como a nadie le faltó una cama, llegamos con recursos y con alimentos a cada rincón, de la Argentina. Y nadie debió soportar necesidades extremas, porque siempre estuvo el Estado cerca para auxiliarlos. Y allí, le tengo que dar un reconocimiento especial a la militancia, a la militancia de los movimientos sociales, a la militancia de los sindicatos, que permanentemente estuvieron al frente del auxilio social para los que lo estaban requiriendo. Hay una Argentina, compañeros, que es definitivamente maravillosa, aunque quieran hacernos creer que vivimos en el peor país, del mundo. (APLAUSOS). Fue esa Argentina maravillosa, la que se dejó ver, en la pandemia.

Si uno revisa la historia – lo contaba yo siempre, en la campaña del 2019 – es impactante ver la capacidad que tiene la Argentina, como sociedad, de recuperarse a tragedias. Nos recuperamos de los bombardeos, del 55; de los fusilamientos, del 56; nos recuperamos de los golpes de Estado, del Plan Conintes, de las proscripciones; tuvimos aquella primavera, con el retorno, de Perón a la Patria, nos duró poco. Allá en el 76, volvieron los golpistas, esta vez, no sólo eran golpistas, además eran genocidas; nos persiguieron; nos condenaron a la tortura; a la desaparición forzada de personas; a la muerte,; nos condenaron a una guerra, que se llevó la vida de más de 600 argentinos y nos repusimos y volvimos a pelear y salimos a la calle. Un 30 de marzo – si no equivoco – la CGT convocó a una marcha multitudinaria que puso en jaque a la dictadura y empezó a caerse la dictadura. Y poco tiempo después votamos y llegó la democracia.

Y fue una democracia complicada, como toda democracia que sobreviene a una dictadura, que no pudo – por ejemplo – resolver ni el problema de la deuda externa, que había heredado, ni resolver la inflación, que se vivía por esos años y otra vez caímos en un proceso de hiper inflación que generó un dolor social enorme y una pobreza enorme. Y nos recuperamos, nos volvimos a levantar y crecimos muchos años, con un plan que contenía la inflación, pero que no ayudaba a la construcción de la Argentina; contenía la inflación y la Argentina y las industrias, todos los días, se deterioraban y perdimos muchos puestos de trabajo. Y allá por el año 99, ya teníamos 18 puntos de desocupación. Y llegó la Alianza y la Alianza nos dijo que tenía todo resuelto, que con el megacanje ellos resolvían todo el problema y lo que hicieron fue un festival de deuda que desencadenó el default y la pobreza más extrema. Y ahí creímos que ya no había salida, que ya no sabíamos como salir de semejante brete: solo en el mundo, sin créditos, 60 puntos de pobreza, 24 puntos de inflación, ese día, llegamos con Néstor al Gobierno. Ese día. (APLAUSOS)

Y ese día dijimos: “tenemos que dar vuelta a esa realidad” y lo hicimos, lo hicimos, poco a poco. Así poco a poco se fueron reabriendo las empresas, se fue recuperando el trabajo, la Argentina creció; en 120 años últimos, la Argentina solamente tuvo cinco años, donde hubo superávit fiscal, donde hubo superávit comercial, donde el PBI creció permanentemente, donde la acumulación de reservas fue permanente, donde el desendeudamiento ocurrió. Fueron los cinco años, donde Néstor fue su presidente y yo fui su Jefe de Gabinete. (APLAUSOS).

Cuando llegamos, con Néstor, cuando iba a actos como esté, con compañeros y compañeras que iban a escucharlo a Néstor y nos dejaban sus cartas, en esas cartas nos pedían planes sociales. Cuando nos fuimos, con Néstor, del gobierno nos pedían mejores condiciones de trabajo. Y un día le dije a Néstor: “che, lo hicimos bien, la gente ahora quiere trabajar mejor, no encontrar un trabajo” y entonces sentí, que una vez más, nos habíamos levantado y después vinieron los años de Cristina, donde el salario siguió creciendo y el Salario Mínimo, Vital y Móvil llegó a ser, en el año 2005, el Salario Mínimo, Vital y Móvil, más alto de América Latina. Cuando ella se fue, ya no pedía trabajo. ¿Saben qué pedían los trabajadores? No pagar Impuesto a las Ganancias, mire cómo había cambiado todo, miren cómo había cambiado todo. (APLAUSOS). Y ahí sentí – una vez más – que más allá de las diferencias, que por entonces tenía con Cristina, para que voy a ocultarlo, la Argentina seguía avanzando y una vez más la Argentina se ponía de pie.

Y después vinieron los cuatro años trágicos, de Macri; lo escucho decir, mientras le arranca los micrófonos a los periodistas, cuyas preguntas le incomodan, que él el problema de la deuda lo arregla en cinco minutos. Fue el mismo tiempo, que necesitó para endeudarnos y para generar un conflicto, que va a durar generaciones y generaciones de argentinos. Igual, miren – compañeros y compañeras – para que nadie se confunda yo también puedo acordar con el Fondo, en cinco minutos, pero nunca más podría mirarles a los ojos a ustedes, porque sólo lo que puedo hacer, en cinco minutos, es arrodillarme y cumplir con las exigencias, que los acreedores me ponen. Y eso no vine a hacerlo yo, eso no lo hace un peronistas, nosotros sabemos a quiénes representamos. Nosotros los representamos a ustedes, no a los acreedores. (APLAUSOS). Y pasaron, esos cuatro años trágicos, que nos dejaron una Argentina con 53 puntos de inflación, con 38 puntos de pobreza, y nos levantamos y cuando empezamos a levantarnos cayó la pandemia. Y allí fuimos a pelearla, conseguimos vacunas, nos llenaron de difamaciones, nos dijeron que éramos “envenenadores”, nos denunciaron por “envenenar” gente, pero no escuchamos y seguimos trabajando y trayendo vacunas. Hoy tenemos uno de los índices más altos de vacunación, en todo el mundo, compañeros y compañeras.

¿Saben qué quiero decirles con todo esto? Somos un pueblo maravilloso, que mil veces se ha caído y mil veces volvió a ponerse de pie. Como decía aquella canción de María Elena Walsh: “tantas veces nos mataron, sin embargo estoy acá”: vamos a estar acá, pongámonos de pie, recuperemos la confianza en nosotros mismos, hagamos lo que tengamos que hacer para que el trabajo vuelva a existir, en la Argentina. Cuidemos a nuestros sindicatos, cuidemos nuestras obras sociales, hagamos todo lo que haga falta, porque hay una Argentina que está muy cerca, que es la Argentina que crece a un 10 por ciento, por año, es una Argentina que crea empleo, es una Argentina que rinde homenaje a sus médicos, a sus médicas, a sus enfermeros y enfermeras, es una Argentina que no reniega de la política, es una Argentina que se avergüenza de los especuladores, que gobernaron, la Argentina. Esa Argentina pongámosla de pie, saquémosla a la calle y el próximo domingo, cuando llegue la hora de votar, votemos por el futuro, digámosle sí a la vida; digámosle sí al trabajo; digámosle sí a la dignidad; digámosle sí a la igualdad de género, digámosle sí a la Argentina que queremos. Hay una Argentina que nos merecemos y vamos a construirla entre todos y todas.

Gracias, compañeros y compañeras, gracias. (APLAUSOS)