Palabras del presidente de la Nación, Alberto Fernández, en el acto del Frente de Todos, en la provincia de Chaco

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Palabras del presidente de la Nación, Alberto Fernández, en el acto del Frente de Todos, en la provincia de Chaco

Buenas noches a todos y a todas; buenas noches Chaco, chaqueños, chaqueñas gracias por tanto cariño, muchas gracias: yo también los quiero Chaco, gracias por tanto cariño y tanto afecto. No saben cuánto los quiero, de verdad, de corazón. Yo a ustedes, compañeros. Quise, hoy, estar con el Gobernador, con mi querido amigo, el “Coqui” Capitanich, este Día de la Industria, acá. No fue casual la elección, yo estoy convencido que vivimos, en una Argentina, profundamente injusta, que tenemos que cambiar, una Argentina, que tiene un centro rico y tiene dos periferias, una al Norte y otra al Sur. Se lo dice alguien que tiene un padre, que nació en La Rioja, y que –desde chico – escuchó contar, a su padre de las penurias que en el Norte se vivían. Y que desde siempre me interesé por ver cómo reparamos esa construcción de país que – insisto – es una construcción profundamente injusta, que posterga a muchos sin ninguna razón y sin ningún argumento serio.

Esa idea de una Argentina central y dos Argentinas periféricas yo la detesto, porque la Argentina es una sola, todos somos argentinos y argentinas y todos debemos tener las mismas posibilidades de desarrollo, vivamos allá en Ushuaia, o vivamos en La Quiaca, vivamos dónde vivamos tenemos que encontrar las posibilidades del desarrollo. Y por eso, desde el primer día, me comprometí a construir un gobierno, donde gobernara un Presidente con 23 Gobernadores y un Jefe de Gobierno de la Ciudad y – desde el primer día – lo hice así.

Ningún Gobernador, sea del signo que sea puede atribuirme no haber contestado un llamado, no haber acudido ante la necesidad que me plantean. Ninguno, ninguno. (APLAUSOS).

Llegamos al gobierno con la idea de cambiar, un tiempo muy ingrato, que fueron los cuatro años que me precedieron en mi gestión, muy ingrato porque fue un tiempo, donde la especulación financiera se adueñó de la economía argentina y vimos caer 23.000 pequeñas empresas, y ver caer el salario, y ver caer el trabajo y vimos caer los ingresos jubilatorios, y vimos que los jubilados se veían obligados a pagar sus medicamentos, que las tarifas subían indiscriminadamente.

Me acuerdo que hacía campaña, y una vez, una señora me dijo que tenía que elegir entre pagar la luz o comprar el remedio. Esa Argentina fue la Argentina que nos dejaron, una Argentina que tenía el 70 por ciento de la obra pública paralizada. En 4 años habían entregado 10.000 viviendas, habían contraído – en nombre, de la Argentina, una deuda externa impagable. Primero, el chico de la champion league fue a buscar el crédito por el mundo y estaba orgulloso de haber endeudado, a la Argentina, en un crédito a 100 años. Escuchen bien, era orgullo, en aquel momento. Decía, con orgullo que les dieron, un crédito que iban a pagar en 100 años, pero la realidad es que, cuando uno hacía cuentas, al año 14 ó 15, había pagado todo, el resto eran intereses que le regalábamos a los acreedores. Pero fueron allí y le pidieron acreedores privados, hasta que un día los acreedores privados dijeron: “no, esto no nos lo van a pagar nunca” y dejaron de prestarles. Y cuando dejaron de prestarles fueron al Fondo y allí contrajeron el crédito más impresionante que la historia registra. Piensen ustedes que el Fondo Monetario Internacional, hoy, para poder ayudar a los países que han quedado castigados por la pandemia, todos los países del mundo, ha destinado 50.000 millones de dólares para ayudar a todos los países del mundo a salir de la pandemia, y esa vez – a la Argentina – a Macri le dieron 57.000 millones de dólares. Además se obligaba a pagar eso en un término perentorio de pocos años, de muy pocos años.

Piensen ustedes, que el año que viene, por ese crédito, que tomó el gobierno que me precedió, la Argentina, debiera estar pagando 19.000 millones de dólares y el año siguiente otro tanto. Dense cuenta de lo que estamos hablando. Y ese fue un país, además, donde la salud pasó a un segundo plano, no lo digo yo lo dice el que era ministro de Salud, de ese gobierno, que decía que la salud no era prioridad de ese gobierno. No lo digo yo, lo dice ese ex ministro que, hoy, es precandidato de Diputado, de la CABA.

Y tampoco creían en la educación pública, decían cosas increíbles que uno las recuerda y se pregunta cómo se animaron a decir semejantes cosas. Decían – por ejemplo- que algunos tienen la suerte de ir a la escuela privada y otros tiene la desgracia de “caer”, en la escuela pública. La desgracia, si es tu obligación, como Presidente, dar la mejor educación, en la escuela pública.

Y otra decía, que para qué vamos a abrir universidades. “Basta de abrir universidades, si los hijos de los pobres no llegan a las universidades”. Hace pocos días, celebramos los 200 años de la Universidad de Buenos Aires, la universidad donde yo estudié. ¿Saben por qué se creó, en 1821, la Universidad de Buenos Aires? Porque los porteños, entonces, para estudiar tenían que viajar a Córdoba, Chuquisaca o Europa, entonces, quienes entonces gobernaban Buenos Aires, dijeron: “no, hagamos una universidad acá, para que no tengan que irse”. Aplicaron la regla de que si vos no vas a la universidad, que la universidad vaya a vos. Fue la misma regla, que empezamos a usar con Néstor, y que después usó Cristina y que yo sigo usando de llevar universidad, al interior de la Patria. Porque para los chicos y chicas que viven en el interior, de la Argentina, trasladarse a Córdoba, a La Plata, a Rosario, a Buenos Aires tiene un costo inmenso, pero si acercamos la universidad a ellos es una posibilidad de progreso enorme.

Hay que cruzar la General Paz, la avenida que divide a la Ciudad de Buenos Aires de la provincia, para darse cuenta para qué sirven esas universidades. Hay que ir a La Matanza y descubrir, allí, que el 90 por ciento de los alumnos que estudian son primera generación de estudiantes universitarios de su familia. Pero esto que me pasa, en La Matanza, me pasa en la Universidad de La Rioja, me pasa en la Universidad de Villa María, pero a ellos no les preocupa eso, no les preocupa. Porque ellos creen, finalmente, que el que nació pobre va a seguir siendo pobre y su familia no tiene posibilidad de progreso. Esa fue la Argentina que planteaba, la misma que decía que no tenía sentido abrir universidades porque los hijos de los pobres no llegan a las universidades, era la misma que decía, que suspiraba, ante las cámaras y decía que: “no voy a abrir un solo hospital más”. Y así nos encontró la pandemia, así nos encontró, sin hospitales, sin ministerio de Salud; sin ministerio de Trabajo, así trataban a los que trabajaban; sin ministerio de Ciencia y Tecnología, porque para ellos eso era problema de los privados y que los privados lo resolvieran. Esa fue la Argentina que nos tocó, y sobre esa Argentina endeudada, diezmada anímicamente, sin trabajo, con Pymes que se caían, sin créditos nos vino la pandemia.

Pero como bien dijo el Senador y como bien dijo “Coqui”, nosotros somos peronistas y al problema ponerle pecho y hacer frente, dijimos. Y allí fuimos a enfrentar una enfermedad que nadie conocía, no teníamos remedios, no sabíamos – no nosotros, el mundo – no sabía cómo enfrentar la pandemia. Y nos unimos para trabajar juntos y nos dimos cuenta de las carencias que teníamos, cada uno en su lugar.

Un día, me acuerdo que “Coqui”, en un momento muy difícil, que vivía Resistencia me dijo: “mirá, andamos bien con las camas, andamos bien con los respiradores, pero no tenemos terapistas”. Allí descubrí yo la importancia de un terapista, que no es simplemente un médico, es otra cosa y me acuerdo que empecé a pedir, en las provincias, que tenían menos problemas, a ver si nos podían mandar terapistas y reclutamos una decena de terapistas, de todo el país, para que vinieran al Chaco, que lo necesitaban. (APLAUSOS). Y ese es un aplauso que nos merecemos como sociedad, porque lo necesitaron unos hermanos fuimos a socorrerlos. (APLAUSOS).

Me acuerdo, que un día, vino Ginés y me dijo. “hay que cerrar las exportaciones de respiradores automáticos”. Yo le dije, pero por qué es eso – recuerden que soy un abogado – y qué quiere decir esto de cerrar. Tenemos una fábrica, en Córdoba que hace respiradores automáticos y ahí tienen vendida toda su producción, porque el mundo empezó a demandar respiradores automáticos y no todo el mundo producía respiradores. Pero nosotros, en Córdoba, teníamos dos hermanos: uno médico y el otro ingeniero, que hacía ya muchos años habían unido sus conocimientos para desarrollar esos equipos y fuimos y prohibimos esas exportaciones y les dijimos: “les compramos todos.
Pero necesitamos muchos respiradores muy rápido, y no los conozco, no tengo el gusto de conocerlos, pero siempre les voy a estar agradecido, porque le explicamos que necesitábamos tener muchos respiradores y que el mundo no nos vendía respiradores, por lo tanto teníamos que hacerlo en la Argentina, y pusieron tres turnos, pusieron a trabajar las 24 horas y así conseguimos repartir en la Argentina más de tres mil respiradores en cada rincón de la Patria, que se pusieron al lado de cada cama de terapia intensiva que nosotros íbamos buscando, son de las que habla el Gobernador, de esas camas, que hablaba el Gobernador. Y así enfrentamos la pandemia, sin remedios para la pandemia, probando un suero equino, probando el plasma humano, dejando en evidencia la calidad médica de nuestros médicos, la atención sanitaria de alta calidad de nuestros enfermeros y enfermeras. Y fuimos sobrellevando la pandemia, supimos que se estaba pensando en vacunas, y que había algunos lugares donde se estaban produciendo vacunas, y cuando escuché fui a buscar vacunas a donde hubiera, y firmamos un acuerdo con la Universidad de Oxford y con AstraZeneca, y firmamos un acuerdo con el Fondo Soberano de Rusia, y firmamos un acuerdo Sinopharm en China, y firmamos ahora un acuerdo no Moderna y con Pfizer en los Estados Unidos, y fuimos trayendo las vacunas, en un mundo donde el noventa por ciento de las vacunas quedaban en manos del diez por ciento de los países. Pero nosotros empezamos a vacunar en diciembre del año 2020, estuvimos entre los primeros países del mundo en empezar a suministrar vacunas. (APLAUSOS)

Descubrimos en el andar que la producción de vacunas no era constante, y que era irregular y que a veces se demoraba las entregas, cada partida de vacunas que entró se distribuyó equitativamente entre cada provincia de la Argentina, nadie salió privilegiado, nadie, y lo cuidamos estrictamente que así sea. Cuando llegaron aquellas vacunas nos acusaron de cosas terribles, nos dijeron que envenenábamos gente, me denunciaron por envenenar gente, como no les salió alguno tuvo el tupé de decir que había en verdad hecho acuerdos espurios con algún laboratorio, en verdad lo único que queríamos nosotros era tener vacunas para los argentinos y argentinas. Cuando empezamos a vacunar nos empezaron a decir que no teníamos segundas dosis, y allá cuando terminaba julio les dije a todos ustedes que íbamos a dar en agosto siete millones de segundas dosis, y los siete millones de segundas dosis fueron dadas, y hoy los mayores de 60 años están prácticamente todos con su segunda dosis dada, y yo espero que cuando llegue el fin de septiembre o los primeros días de octubre la mitad de la población argentina tenga las segundas dosis administradas. (APLAUSOS)

Tengo hoy la tranquilidad de decir que el 85 por ciento de los mayores de 18 años ya han recibido por lo menos una dosis de la vacuna, y créanme, esto no fue fácil de conseguir, no fue fácil, fue muy difícil, y la verdad lo hicimos no solo en mucha soledad, lo peor es que conseguimos esto teniendo muchos argentinos trabajando para que no lo pudiéramos conseguir, eso es lo que más me duele, pero lo conseguimos. (APLAUSOS)

Mientras afrontábamos la pandemia nuestro mayor preocupación era qué pasaba con el trabajo, porque claro, la pandemia había paralizado al mundo y también había paralizado a la economía argentina, y ahí fuimos en socorro de todos los argentinos, fuimos en el socorro del trabajo formal, con el ATP, porque no fue casual que nosotros propusimos esa asistencia al trabajo y a la producción para la Pequeña y Mediana empresa, lo hicimos sabiendo que teníamos que preservar el trabajo formal porque un día iba a terminar la pandemia y necesitamos que ese día esa pequeña, esa mediana empresa volviera a producir sin demoras, y lo logramos, por eso es que tenemos ahora la capacidad instalada funcionando en 65 por ciento; y por eso ha aumentado la producción industrial alrededor de un 14 por ciento comparado con julio del año 2019, porque el día que la economía volvió a funcionar y que los cuidados empezaron a ceder, porque todos recibimos la vacuna, la economía volvió a activarse y todo volvió a funcionar.

Nada pasó de casualidad, tuvimos agudizar nuestro ingenio para que los costos que pagáramos por la pandemia fueran menores, y ahí estamos, terminando este año y seguramente creciendo más de un 7 por ciento. ¿Estamos ya tranquilos con esto? No, no estamos tranquilos, sé que hay mucha gente que está sufriendo y que la está pasando mal, yo tengo dos objetivos en mi cabeza, dos o tres objetivos, el primer objetivo no voy a parar hasta que el último argentino y argentina tengan las dos dosis de vacunas que se merecen, cuando tengamos eso ya el miedo a la pandemia quedará en segundo plano, pero tampoco voy a parar hasta que cada argentino, cada argentina tenga un puesto de trabajo donde encontrar su sustento diario. Y si para eso tengo que desarrollar muchas políticas activas del Estado para ayudar al pequeño y mediano empresario, a invertir, a dar puestos de trabajo, a producir, a ganar, claro que lo voy a hacer, esa es la Argentina que hace falta, la Argentina que necesitamos es este Chaco pujante que vi ahí, en este galpón que está detrás de mí, ese es el país que necesitamos, no otro.

En el medio de todo lo que pasó tuvimos que arreglar la deuda con los acreedores privados, y encontramos un acuerdo, que es un acuerdo que no le hicimos pagar a los argentinos y a las argentinas, lo pagaron los acreedores, por eso al cabo de diez años, que es tiempo que dura ese acuerdo, la Argentina se ahorró 37.500 millones de dólares que podemos usar para que la Argentina crezca, nos queda la discusión con el Fondo Monetario, y todos queremos encontrar un acuerdo, pero el acuerdo no va a ser a costa de la gente. (APLAUSOS) No va a ser porque ya lo hemos vivido esto.

Todo esto pasó y nosotros en ese escenario hicimos infinidad de cosas que ahora miradas a retrospectiva nos damos cuenta de lo que hicimos. ¿Se acuerdan que le conté que el gobierno que nos precedió entregó 10 mil viviendas? En un año y medio nosotros entregamos 22 mil viviendas. ¿Saben ustedes que de aquí a fin de año en toda la Argentina se van a estar construyendo 100 mil viviendas para que los argentinos y las argentinas tengan el techo que se merecen?

¿Se acuerdan que les dije que el 70 por ciento de la obra pública estaba paralizada cuando nosotros llegamos? Habían hecho un invento extraño que llamaban Participación Pública Privada, y habían hecho algunas concesiones de rutas, de autopistas a empresas con ese acuerdo público privado, que nosotros fuimos tirando abajo, y cuando después de tirar abajo esos acuerdos llamamos a licitación, nos dimos cuenta que el Estado Nacional estaba pagando tres veces lo que correspondía a una obra, los paladines de la ética, tres veces. Ahora: ¿se acuerdan que el 70 por ciento de la obra estaba paralizada? Hoy en la Argentina hay más de 2.300 obras públicas haciéndose en cada rincón de la Argentina, obras públicas de distinta magnitud, pero obras públicas que hacen mejor la vida de los argentinos y las argentinas.

A todos nosotros nos ha tocado pasar un tiempo muy difícil, recordaba, hablándoles a los industriales hace un ratito, cuando uno busca para atrás, ¿a quién le tocó vivir lo que vivimos Coqui y yo?, uno se lo encuentra a Sarmiento, que vivió la fiebre amarilla, que no fue una pandemia, fue una epidemia, pero que fue muy traumática para la Argentina. Y después Yrigoyen, que vivió la gripe española, de Yrigoyen hasta acá nadie ha vivido lo que tuvimos que vivir, a nadie le ha tocado gobernar lo que nos tocó gobernar, no teníamos ningún manual que nos explique cómo se hacía en un caso de este tipo, donde el único remedio que nos daba la ciencia era decir no te acerques al otro, aíslate, tapate la cara, no te acerques. Nosotros la pandemia la sufrimos como la sufrió toda la Argentina y toda la humanidad, pero lo que no hizo la pandemia es derrotarnos, la pandemia nos dejó de pie, no paramos de gestionar la cosa pública y nos pusimos a trabajar en lo que la pandemia nos urgía, que era la salud pública, y si cometimos un pecado, ¿saben cuál fue?, el de cuidar la salud de los argentinos y las argentinas, si me van a condenar por eso, condénenme, ese es el pecado que cometimos, ahora, que estamos sobrellevando ese tiempo, y que entramos a la recuperación, les pido por favor, con la esperanza de siempre, con el amor que tenemos nosotros los que queremos la causa popular, los hijos de Perón y de Evita, de pie, con toda la fuerza, recuperemos la Argentina que nos merecemos para que podamos vivir la vida que queremos.
¡Gracias Chaco, gracias norte grande argentino, los quiero y los abrazo!