Palabras del presidente de la Nación, Alberto Fernández, por videoconferencia, junto a su par Luis Arce Catacora, con motivo de la celebración del Día de la Amistad Argentino-Boliviana, para la Televisión de Bolivia (BTV)

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Palabras del presidente de la Nación, Alberto Fernández, por videoconferencia, junto a su par Luis Arce Catacora, con motivo de la celebración del Día de la Amistad Argentino-Boliviana, para la Televisión de Bolivia (BTV) 

Muchas gracias, “Lucho” querido: todos deben saber cuánto yo lo quiero, aprecio y valoro “Lucho” Arce, un gran Presidente que tiene Bolivia y un gran amigo y para mí es una enorme felicidad, que podamos compartir este día para hablar de la hermandad de bolivianos y argentinos, del pueblo de Bolivia y del pueblo argentino, que es una hermandad que data de mucho tiempo, de los años de Juana Azurduy, allá – cuando en 1816 – se declaraba la independencia. Entonces, Juana Azurduy ya era reconocida por Belgrano como Comandante de las milicias populares, teniente coronel, creo que la nombró de aquellas milicias populares y lo acompañó a Belgrano, en el Ejército del Norte, defendiendo esa frontera Norte, mientras San Martín luchaba, en Perú, tratando de terminar con los realistas, entrando por el Pacífico, después de lograr la liberación de Chile y le había encomendado San Martín, primero a Belgrano, y después a Güemes y siempre Juana Azurduy estuvo en los dos momentos ante la necesidad de contener – lo que es hoy Bolivia, y en aquel momento se llamaba el Alto Perú – a las fuerzas realistas, porque había que hacer como un juego de pinzas para que las fuerzas realistas queden atrapadas, desde Lima y desde el Norte argentino. Allí Juana Azurduy, fue un personaje inmenso, fue una mujer enorme, que luchó junto a su marido, que perdió a su marido, en una situación muy desgraciada, que perdió a sus hijos, a varios de sus hijos, y que nunca claudicó en la lucha. Y que después – como le pasó a muchos de nuestros próceres – termina siendo reconocida y murió en una situación de miseria absoluta, tanto que hasta fue enterrada en una fosa común.

Pasaron muchos años para que tuviera la reivindicación que ella merecía y esta película, que vamos a ver – querido “Lucho” – seguramente va a servir para darnos cuenta de la dimensión de esa mujer, de la trascendencia se esa mujer, en un tiempo que nos toca vivir donde la mujer se ha vuelto protagonista del presente, actora central de las sociedades y Juana Azurduy ya lo fue entonces, acompañando con su coraje, con su valentía a su compañero de vida, llevando a toda su familia a la lucha por la liberación americana. Recibió, tuvo el honor de recibir el Sable de Belgrano, que le reconoció el coraje que tuvo y acompañó a Güemes, que fue un hombre inmenso, que tuvo la Argentina, lo acompañó hasta su temprana muerte, a los 36 años. Así que yo estoy seguro, que vamos a disfrutar mucho de este trabajo de este cineasta boliviano y espero que me traigas las películas para verlas, que seguro la voy a disfrutar como las disfrutamos.

Y a los argentinos y a los bolivianos, que mientras miremos la película, tengamos conciencia de lo que somos: hermanos, indisolublemente unidos, que nada nos puede separar y que debemos seguir trabajando juntos, en esta América latina, donde la democracia tantas veces ha sido asediada y maltratada.

Ustedes han vivido, no hace mucho tiempo, un golpe institucional y gracias a Dios, al año, los bolivianos recuperaron la democracia, poniendo al querido Presidente Arce, en el lugar que corresponde y tenemos que trabajar, todos los días, por cuidar esa democracia. Yo sé que la Argentina, de aquellos días, no se portó bien con los bolivianos y estoy muy avergonzado, porque el gobierno, de entonces, no se haya portado bien, pero tengo la íntima tranquilidad – “Lucho” – que sabés que siempre estuve al lado de ustedes y que ayudé a todos los bolivianos, que pude, y que trabajé por la vida de Evo y de tantos compañeros perseguidos, en Bolivia, y lo recibimos, aquí, como lo que es la Argentina, una casa para cualquier boliviano.

Así que me es grato verte, me es grato compartir este tiempo contigo. Gracias.