Palabras del presidente de la Nación, Alberto Fernández, en la Cumbre de Jefes de Estado del Mercosur, desde el Museo Casa Rosada

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Palabras del presidente de la Nación, Alberto Fernández, en la Cumbre de Jefes de Estado del Mercosur, desde el Museo Casa Rosada

Señores Presidentes de los Estados Partes del Mercosur, del Estado Plurinacional de Bolivia y Estados Asociados, nuestra Presidencia pro tempore ha coincidido con los 30 Años del Tratado de Asunción. En estas tres décadas, hemos construido un proyecto común basado en el pleno compromiso de los valores democráticos y de libertad.
Unidad en la diversidad, siempre digo, significa en el caso del Mercosur más diálogo y más solidaridad. Estos valores van más allá de constituir un espacio económico común y una plataforma cohesionada de inserción internacional en un mundo que se globaliza, son básicamente los cimientos que hacen que nuestros pueblos sientan que son parte de ese proyecto, ciudadanos con una identidad común, de un Mercosur con una mirada de futuro. Este espíritu se ve plasmado en el Estatuto de la Ciudadanía que presentamos, como dijo el Canciller, el pasado 26 de marzo, al momento de conmemorar los 30 años de la creación de este Mercosur. Nos anima la construcción común de un Mercosur al servicio de nuestros Pueblos, un Mercosur productivista, que dé trabajo, que genere industria y con cohesión social. Un Mercosur que escucha la voz de quienes a menudo no tienen voz en la mesa donde se toman las decisiones.

Tenemos la responsabilidad histórica de fortalecer el Mercosur frente a la crisis del COVID-19, que aceleró de modo exponencial las transformaciones mundiales. Se reorganizan las cadenas globales, se reorganizan las cadenas de valor, con un comercio mundial más influenciado por consideraciones geopolíticas y de seguridad nacional. Y se hacen intentos, que no siempre exitosos, de revivir algo que tanto valoramos, como es el multilateralismo. El resultado de estos procesos no será necesariamente el de una reversión de la globalización, sino el de una economía mundial más regionalizada. Miremos el caso de la Unión Europea, allí en la Unión Europea, por ejemplo, la respuesta a la pandemia ha consistido en un fortalecimiento del bloque mediante un paquete de revitalización económica de una escala sin precedentes, que incluye para su financiamiento un endeudamiento europeo común.
La reciente firma del acuerdo para la Asociación Económica Integral Regional por parte China, Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda y los diez países miembros de la ASEAN, también es un claro testimonio de una apuesta por fortalecer las cadenas regionales de valor.

Por lo anterior y por todo lo que he dicho, creemos que es a través de más integración regional y no de menos integración regional, que estaremos en mejores condiciones de producir, comerciar, negociar y competir. El ejercicio de la Presidencia pro tempore Argentina, en ese sentido, reafirmó el compromiso en recorrer una integración que promueva el desarrollo económico y social, la erradicación del hambre y la erradicación de la pobreza en nuestras sociedades y la mejora de la calidad de vida de nuestros pueblos. Durante este semestre se continuó promoviendo la dimensión social y política del Mercosur. Destaco principalmente el trabajo desarrollado con relación a las comunidades residentes en áreas fronterizas, que tuvo por objetivo diseñar e implementar políticas públicas focalizadas en reconocer que el bienestar y el desarrollo social, económico y ambiental de esas comunidades debe ser una preocupación primordial del proceso de integración. La necesidad de fortalecer la integración física entre nuestros países es otra deuda pendiente.

Por eso, convocamos a la primera reunión de los ministerios responsables de la planificación y ejecución de infraestructuras físicas de integración. Abordamos los principales desafíos que enfrentamos en materia de conectividad con otras regiones y países, articulación territorial interna, generación de empleo genuino y adaptación y mitigación del cambio climático. Yo estoy seguro que no hay Mercosur sin pueblos, y no hay Mercosur sin un oído atento al mundo social y productivo regional. La integración es una palabra hueca si no se hace eco del drama de la pobreza, del drama de la desocupación, la falta de oportunidades laborales, la precarización productiva. Por eso, durante esta primera mitad del 2021, hemos actuado de forma coordinada para revitalizar los espacios de diálogo económico y social del bloque. Nos propusimos movilizar a las fuerzas vivas del Mercosur, empresas, sindicatos, cooperativas, la sociedad civil, la academia. Lo hicimos como un ejercicio de construcción de propuestas para enfrentar los grandes desafíos que nos plantea la compleja coyuntura actual.

Entre estas actividades quisiera destacar el caso del Sexto Foro Empresarial reunido el 26 de mayo pasado, que contó con el apoyo técnico de la CEPAL y la participación de las entidades empresariales de los cuatro países. De ese ámbito surgieron tres temas estratégicos para nuestro desarrollo humano integral: la agroindustria, la industria y los servicios basados en el conocimiento. Las reflexiones y recomendaciones de sus participantes exponen una dirección clara. Por una parte, hacer uso de las potencialidades de nuestra región en el desarrollo agroindustrial y de sus capacidades exportadoras, en un mundo más urbanizado y más demandante de alimentos, y exigente con el compromiso ambiental en los modos de producción. Por otro lado, la importancia de trabajar en pos del aumento de la competitividad y la ampliación de la integración intra y extra bloque, así como en fortalecer áreas en las que tenemos falencias, tales como la logística, el transporte y la infraestructura. A esto, deberíamos agregar un imprescindible proceso de actualización tecnológica de la Industria 4.0, y el reconocimiento de las Pymes como factor de desarrollo y generación de comercio y empleo. Nuestros países lideran las exportaciones regionales del sector y tenemos aún mucho por crecer para consolidar esta nueva frontera de desarrollo. En el mismo sentido, el Mercosur tiene mucho que decir y aportar en materia ambiental. Es la hora de definir estándares comunes y de ratificar nuestro compromiso con una transición justa y sostenible, sin dejar de rechazar la utilización de normas ambientales como barreras no arancelarias al comercio. Debemos buscar los necesarios equilibrios entre visibilizar las acciones desplegadas en nuestros países en materia de protección y cuidado ambiental, sin dejar de expresarnos cuando advertimos el uso de la agenda ambiental para esconder prácticas discriminatorias. Es importante avanzar hacia una estrategia común para mostrar al Mercosur como productor de alimentos sanos y saludables, con respeto a la ecología. El Mercosur también es nuestra referencia y principal herramienta de vinculación con el mundo, es una plataforma indispensable, donde nosotros podemos mostrar la producción, le podemos agregar valor y podemos generar cada vez más y mejores trabajos para nuestras sociedades.

La Argentina como Presidencia pro tempore del Mercosur ha venido conduciendo los debates de la revisión del Arancel Externo Común y sobre la política de relacionamiento externo del bloque. En ambos casos, nuestro compromiso fue con la búsqueda del consenso, que es la columna vertebral constitutiva del Mercosur. Así lo dicen sus estatutos, consenso es respetar la ley de nuestro bloque, su ADN fundante, su razón de ser. Creemos que no podemos resignar este principio, somos todos partes de estados de derecho y de respeto a la Ley, es una regla, y menos podemos olvidar esas reglas en un contexto global de gran incertidumbre, de disputas comerciales que se viven en el mundo entero, de redefinición de áreas de influencia económica y de una cruda competencia por posicionarse a la vanguardia de la tecnología y la producción industrial. En este plano, hemos señalado especialmente la necesidad de que el proceso de revisión del Arancel Externo Común debe contemplar a los sectores sensibles y darle un sentido productivista, apuntando a una rebaja en insumos y materias primas y manteniendo los niveles actuales de protección a los bienes finales, promoviendo el fortalecimiento de las cadenas regionales de valor. En ese proceso, se hicieron grandes esfuerzos para buscar acuerdos. La presidencia pro tempore identificó una base de coincidencias en un 75 por ciento de las posiciones de la totalidad del Nomenclador Arancelario con las propuestas presentadas por los estados parte. Ese 75 por ciento no es un número bajo, es una base importantísima que significa que todos los integrantes del Mercosur estamos dispuestos a entender mutuas políticas domésticas. Es importante destacar que las propuestas que Argentina acercó a la mesa, se fundamentan en la búsqueda de mayor competitividad para el sector productivo, preservando e impulsando el trabajo, la agregación de valor, el desarrollo tecnológico y la creación de fuentes de trabajo. La propuesta argentina toma especialmente en cuenta los enfoques de los sectores productivos del Mercosur, sus aportes y reflexiones, así como sus genuinas preocupaciones ante un mundo más proteccionista y comercialmente más agresivo.

Todo lo anterior fue corporizado por medio de canales como el Consejo Industrial del Mercosur y las diferentes reuniones de trabajo mantenidas con un amplio espectro de las entidades productivas. En cuanto al relacionamiento externo del Mercosur y el debate sobre la denominada flexibilización, Argentina sostiene propuestas consistentes con el artículo primero del tratado de asunción, el tratado que nos rige y que preserva el principio de la política comercial común. Esto implica, por un lado, que las negociaciones deben iniciarse y concluirse de manera conjunta. En segundo lugar, cualquier propuesta debe estar basada en la regla del consenso. Las propuestas que formuló nuestro país se apoyan en el concepto fundacional del Mercosur de acción conjunta de los estados parte frente a otros estados o regiones, e incorpora un mecanismo para establecer prioridades en materia de negociaciones en marcha y negociaciones a iniciar de relacionamiento externo. Señalamos que antes de comenzar nuevas negociaciones, era necesario realizar estudios de impacto, con el objetivo de evaluar los distintos escenarios y las oportunidades y desafíos que ofrecen diferentes países y regiones a nuestros sistemas productivos. Hemos mantenido una actitud constructiva para permitir que avancen negociaciones en curso, facilitando su continuidad sin afectar el interés de los restantes estados parte.

El Mercosur es un bloque regional abierto al mundo, con negociaciones activas con siete contrapartes que comprenden 36 naciones. Nuestra posición es clara: creemos que el camino es cumplir con el tratado de asunción, negociar juntos con terceros países o bloques y respetar la figura del consenso, como base en la toma de decisiones en nuestro proceso de integración. Creemos en la defensa del estado de derecho, todos somos parte de estados de derecho, el estado de derecho también le dio vida al Mercosur. Es importante honrar los contratos fundacionales, que como estados de derecho nosotros firmado. El tratado de asunción y el protocolo de Ouro Preto diagraman, yo diría sabiamente, el marco de nuestro proceso de toma de decisiones.
Nos basamos, por un lado, en el principio de la intergubernamentalidad, no tenemos instituciones supranacionales, y no hemos caído ni cedido en la soberanía a un tercero, y nuestros estados son los responsables de sus decisiones. Por el otro, nos regimos por el principio del consenso. Esos dos principios son el resultado de valores compartidos, de objetivos comunes, que permean todos los aspectos del qué hacer y el qué no hacer en el Mercosur. El consenso siempre ha evitado tomar decisiones que impacten o perjudiquen a uno o varios miembros. Gracias al consenso buscamos llegar a un espacio común de acuerdo, que contribuya a la concordia y al diálogo. El consenso es el camino, es el camino más racional para preservar nuestros intereses comunes, fortalece la convivencia y pone sobre la mesa de debate cuánto nos necesitamos unos a otros.

Quiero reafirmar que este es el compromiso inalterable que la República Argentina tendrá en todo tiempo y lugar frente a este hogar regional, que hemos construido hace tres décadas. Nos están mirando nuestros pueblos, en un momento histórico donde las divisiones de América Latina sólo pueden fomentar debilidad, fragmentación, polarización, disgregación de energías comunitarias y fisuras de proyectos grandes y generosos. Solos, alimentaremos el espejismo de una vana prosperidad. Unidos, podemos consolidar un Mercosur creativo, que avanza de la mano de sus pueblos, y no se corta solo imponiendo visiones unilaterales. Como diría, siempre lo menciono, nuestro querido Papa Francisco, tenemos que ser artesanos de concordia, tenemos que sembrar el bien, tenemos que ser profetas de esperanza. En ese espíritu, la Argentina reafirma una vez más que nadie se salva solo y que un Mercosur de corazón solidario es la nave insignia de su estrategia de integración.

Convencido de todo ello, les doy las gracias por su tiempo y por haberme escuchado. Muchas gracias.