Palabras del Presidente de la Nación, Alberto Fernández, por el acto que da inicio al año del bicentenario de la UBA, en la Manzana de las Luces, CABA

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Palabras del Presidente de la Nación, Alberto Fernández, por el acto que da inicio al año del bicentenario de la UBA, en la Manzana de las Luces, CABA

Muchísimas gracias querido amigo Alberto, Rector de mi Universidad, Axel, Horacio. A todos y todas los que están acá, muy buenos días.

La verdad es que no se si todos pudieron escuchar este acto, pero fue un acto muy emotivo, donde alumnos, docentes, Axel, Horacio, hablaron de nuestra querida Universidad, y el Rector obviamente que dio inicio a todo este acto. Hablamos de nuestra Universidad. En verdad si uno trata de buscar un común denominador en la palabra de todos nosotros, es que nosotros tenemos impregnado en nuestra alma algo que hace que nos sintamos distintos, somos de la UBA, somos de la UBA. Y esto no es en desmedro de ninguna Universidad, es el enorme mérito que tiene la Universidad de generar esto en nosotros.

Mi padre llegó a los doce años a la Ciudad de Buenos Aires, viniendo de Chilecito, de La Rioja. Hizo todo su colegio secundario en el Nacional Buenos Aires, como Axel, como Julio, como muchos compañeros nuestros, como ‘El Cuervo’, como Mariano Recalde, me confundo con el padre. Los que salieron del Colegio Buenos aires son personajes especiales, porque dicen que no fueron a un colegio, fueron al colegio. Y desde entonces, empiezan a impregnar ese sentimiento de pertenencia. Nuestro sentimiento de pertenencia, en mi caso empezó después. El día que abracé a la carrera de derecho siguiendo a mi padre, que también egresó de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales en aquel entonces, en ese edificio gótico y magnífico que está en Las Heras y Pueyrredón, cerquita de ahí a una cuadra, y que era la vieja Facultad de Derecho en ese entonces. Después yo abracé esa carrera con mucha devoción, amo el derecho, y tuve maestros inigualables. Eso siempre se lo voy a agradecer a la UBA, porque la UBA recibió a un hombre exiliado de la España franquista, que se llamó José Luis Jiménez de Asúa, y Jiménez de Asúa construyó esa generación dorada de penalistas que fueron mis maestros. De allí salió Julio Maier, David Baigún, Enrique Bacigalupo, Eugenio Raúl Zaffaroni, y mi maestro ‘El Bebe’ Righi, Esteban Righi. Y la verdad es que yo tuve profesores, en ellos, maestros de lujos como ojalá la UBA pueda generar no solamente en el mundo del derecho esa generación dorada de penalista, sino también en otros ámbitos, que seguro por lo que veo lo generan. Yo no los conozco, simplemente. Pero la verdad es que si no hubiera habido esa amplitud, esa apertura, ese respeto a la Universidad que la UBA tiene, difícilmente podría yo haber disfrutado de semejantes profesores, difícilmente, pero pude hacerlo porque estudié en la UBA, porque estudié en la UBA.

Acá se dijeron cosas todas valiosas, y tomé nota de todas esas cosas que dijeron. Lucille, en todo su discurso, lo que nos dio o lo que nos dejó en claro es que lo que ella siente es que la UBA es igualdad, es la posibilidad que todos tenemos de entrar a un centro de estudios enorme, inmenso, por historia y por presente, sin que nos discriminen. En la UBA, no sabemos cómo pensamos los que entramos, no sabemos de qué familia venimos, no sabemos nada, pero ahí adentro todos recibimos el mismo trato, todos somos respetados y todos nos respetados, y podemos progresar y podemos crecer en ese ambiente diverso. Y la UBA, también, es eso de lo que habló Ramiro, la importancia de la Educación, como elemento de transformación de una sociedad. No hay ninguna posibilidad en los tiempos que vivimos, que una sociedad progrese sino es a través de la enseñanza y la educación, y por lo tanto allí hay un elemento central del porqué de la Universidad Pública y el porqué de la UBA.

Todos hablamos de la reforma del 18, de la reforma y todos hablamos de la reforma del 49. La reforma del 18 fue muy importante, como bien explicó Axel, como bien explicó Alberto antes, porque dejó que la universidad deje de ser algo tan elitista y que en la gestión y en la cotidianeidad de la universidad convivan los que enseñan, los que aprendan, los que colaboran como los no docentes, los que colaboran en el sostenimiento de la universidad y los que se egresaron de esas universidades. Todo eso le dio un plano de democratización a la Universidad y de apertura inmenso. que fue modelo y es modelo en el mundo entero. La reforma universitaria argentina es razón de orgullo. Hace un tiempo atrás visite la Universidad de Córdoba, y allí el amigo Juri, el Rector de la Universidad, un extraordinario rector me sentó en el lugar donde nació la franja morada, seamos francos, que es el lugar donde la universidad expresó un cambio y la Universidad de Buenos Aires siguió ese cambio, pero ese cambio no era suficiente si no permitimos el acceso para todos. Y allí apareció, en el 49, el peronismo, generando esa gratuidad, de la que hablaba en un modo también Lucille permitiendo que todos ingresen y no solamente aquellos que pudieran llegar a la Universidad. Y por eso el número de alumnos creció como marcó Axel. Y por eso, nació en la conciencia argentina la idea de mi hijo, el doctor. El sueño, la aspiración de eso que hoy llamamos un sistema social ascendente, que el hijo de un trabajador podía entrar a una Universidad y en la Universidad tener una profesión, doctorarse, crecer socialmente.

La Universidad de Buenos Aires es todo eso, es todo eso, lo que han dicho también los docentes, la emoción de Jorge, ¿no? Contando que de su abuelo para acá hasta sus hijos, todos se involucraron en la no docencia pero si con la Universidad. La idea de Adriana, la idea de que la Universidad se tiene que pensar como un mecanismo de cambio para desarrollo. La Universidad no es un lugar quieto de ideas, es un lugar donde las ideas se mueven. La Universidad de Buenos Aires no es un lugar donde las ideas se fosilizan, es el lugar donde las ideas vibran, es el lugar donde la transformación nos convocan. Eso es la Universidad de Buenos Aires. Y el orgullo que tenemos por Célica, el orgullo que tengamos a una docente de la universidad, habiendo sido jefa de terapistas en el peor momento que en la Argentina se recuerde para nosotros. Lo hemos vivido Axel, Horacio y yo como ningunos. Y tener una egresada que tuvo el poder, la ciencia, la sabiduría de hacer frente a semejante cosa. Vos, Fernán, sos egresado también de la UBA, como lo es Ginés, y seguramente como lo debe ser Daniel, personas que tuvieron que ponerse la pandemia al hombro y pelearla, y a las que siempre estaremos reconocidos, siempre. Y el orgullo que sentimos por Alicia, Alicia se dedica a temas más duros de los que yo conozco, ciencias a ciencias más duras, de la que yo estoy acostumbrado, pero el orgullo por su premio, por su premiación, por el reconocimiento internacional que ha merecido.

A veces me preguntan por qué sigo dando clases en la Universidad de Buenos Aires. Yo empecé las clases el miércoles pasado, y claro que es difícil y entiendo a Axel la dificultad de dar clases, pero yo insisto en dar clase, porque sé que lo que soy se lo debo a la UBA. Y yo siento que dando clases estoy pagando mi deuda, eso siento, y siento que en mi condición de Presidente no debo dejar de pagar esa deuda, debo seguir pagando esa deuda, para que todos entiendan la importancia y la trascendencia de la Educación Pública, para que todos sepan que sin la UBA yo no estaría acá, y Axel no estaría allí, y Horacio tampoco estaría ahí, y Carla tampoco estaría ahí, y Santiago tampoco estaría ahí, y Julio tampoco estaría ahí, y ‘Kato’ tampoco estaría ahí. Le debemos mucho a la UBA, le debemos mucho a la Educación Pública. Y todo lo que hagamos va a ser poco, porque vivimos un tiempo, como alguien dijo recién, una frase que la voy a buscar si me dejan que tome los anteojos, algo que dijo Jorge: la Universidad es el mejor lugar del mundo para ser lo posible para cambiar el mundo. Y efectivamente es eso, efectivamente es eso. Y tenemos que trabajar para eso, y tenemos que trabajar sin descanso, y tenemos todos los días que comprometernos más, y tenemos que estar orgullosos de ser parte de la UBA. Y si un desafío tiene la UBA, ¿sabes cuál es, Alberto? Más allá de seguir potenciando toda la excelencia que tiene, y que es una idea que permanentemente me viene a la cabeza, a partir de la experiencia que nos condujo la pandemia, de tener que hacer frente a las carreras a distancia, por zoom, una cosa rara. Ahora, los alumnos no levantan la mano para hablar aparece una voz que interrumpe el zoom y empiezo a buscar donde está en la ventanita el alumno que me habla, pero hay una cosa que tenemos que pensar es cómo llevar la UBA a todo el país. Con aquellas carreras donde es posible la educación a distancia por esta vía, que se ha vuelto habitual en la educación. Hay carreras donde es difícil porque las practicas la hacen muy difícil al tema, pero hay carreras más teóricas, como la nuestra, donde eso es absolutamente posible pensarlo. Y es una forma de llevar la UBA al país. Y yo siempre digo que hay quienes piensan que son los alumnos los que deben llevar a la universidad, y yo estoy convencido que es el Estado que debe llevar las universidades a los alumnos. Y por eso, admiro lo que hemos hecho en la Provincia de Buenos Aires creando tantas universidades nacionales que están dando tan buenos frutos, pero también pienso que por ahí la UBA podría aprovechar en llevar educación a distancia, en carreras que lo permitan, y que también de ese modo llevemos la Universidad de Buenos Aires, más allá de nuestra hermosa Ciudad. Y me parece que es un desafío que podríamos tener y afrontar más adelante.

Yo estoy muy, pero muy contento de que en mí mandato se cumplan 200 años de la Universidad que me educó, que educó a mí padre, que educó a mis hermanos. Estoy muy pero muy contento de que me hayan dejado participar de este acto. La UBA es igualdad, da hombres tan importantes como los que aquí nos rodean. Y estoy feliz de brindar porque eso ocurra en el país en el que vivo y en el que me toca presidir.

Gracias Alberto, feliz 200 años UBA querida. (APLAUSOS)