Palabras del Presidente de la Nación, Alberto Fernández durante su reunión con representantes de las uniones industriales del NEA y el NOA y dirigentes sindicales, en San Javier, provincia de Tucumán.

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Palabras del Presidente de la Nación, Alberto Fernández durante su reunión con representantes de las uniones industriales del NEA y el NOA y dirigentes sindicales, en San Javier, provincia de Tucumán. 

Muy bien, muchas gracias a todos y todas, gracias Juan por tus palabras, siempre es lindo volver a Tucumán, lindísimo este lugar, aunque las nubes no nos dejan ver la belleza del lugar, pero uno la presume y muy feliz de estar acá, en un momento singular, de la Argentina. Como bien decía Juan todo lo que nos tocó pasar, todo lo que debimos enfrentar cuando nosotros, en marzo, ahí con Matías, con Martín veíamos los primeros datos de que la economía empezaba a funcionar y ya estábamos muy alentados con la idea de que estábamos enciendo la economía – como decía en campaña – cayó la pandemia y la pandemia no es que nos afecto a nosotros sólo, dio vuelta al mundo, cambió toda la realidad del mundo. Y apareció, de repente, otra urgencia, en un escenario tan penoso, como el escenario económico que habíamos recibido, el escenario penoso – en este caso – era el sistema sanitario argentino, que había sido abandonado absolutamente, por los que gobernaron antes que nosotros, que hasta había eliminado el ministerio de Salud, que había dejado vencer vacunas, en los galpones de la Aduana.

Nosotros nos dimos un plan preservando la salud de los argentinos. Ahora ¿cómo se puede preservar la salud de los argentinos, en una pandemia? Del modo que lo hicimos: garantizando que ningún argentino se quede sin salud; después sabíamos que enfrentábamos un virus, que cuando afectaba a los adultos, a los mayores, se volvía letal y era muy difícil evitarlo y hoy cuando miramos los resultados para atrás nos damos cuenta que ese era un dato cierto, porque el promedio de edad de quienes han fallecido por este virus es de 74 años. Y a ellos nos dedicamos a cuidarles todo lo que pudimos y advertimos la complejidad, la dificultad y el riesgo que corrían en la pandemia, pero la mayor preocupación que teníamos es que no nos pase lo que habíamos visto ocurrir, en Europa y en muchos países de Latinoamérica, que es que los ciudadanos llegaban en busca de atención médica, a los hospitales y los hospitales no tenían donde recibirlos. Y en tiempo récord tuvimos que poner en marcha y tuvimos que construir hospitales, que habían quedado a medio hacer.

Entonces, pusimos en marcha una cantidad de hospitales modulares, que construimos a velocidad increíble, en distintos lugares del país y así logramos que 3.600 camas, unidad de terapia intensiva se incorporen al sistema de salud, y así logramos que ningún argentino, que se haya enfermado por coronavirus, haya ido a un hospital y el nosocomio le haya dicho: “yo no tengo como atenderle”. Y eso a nosotros nos da una gran tranquilidad.

También descubrimos – de repente – que había un aparato imprescindible para atendernos, en esta situación, que se llama respirador automático, y que el mundo no tenía y descubrimos, que – en la Argentina – dos hermanos cordobeses: un ingeniero y un médico, hace años, habían puesto una empresa que hacía respiradores de alta calidad, pero hacía 40 respiradores, al mes, y tuvimos que ponerle todo el apoyo del Estado y ellos hicieron, con sus trabajadores todo el esfuerzo necesario y de repente empezamos a tener 400 respiradores, por mes, y pudimos llenar la Argentina de respiradores y pudimos mandarle respiradores a países vecinos, que estaban asombrados porque, en la Argentina, se construían respiradores.

Nosotros cuando empezó aquella pandemia, nos cambió toda la agenda, como al mundo entero, no a nosotros solo, con la diferencia que el mundo entero, no tuvo que encontrar la pandemia, después de Macri y yo sí, con esa diferencia, pero aún así nosotros nunca nos apichonamos, fuimos pusimos el cuerpo, pusimos nuestro esfuerzo, frente a lo desconocido, porque una pandemia es eso, es luchar contra un enemigo invisible que nunca sabes bien por dónde ataca y nunca sabes hasta dónde llega la ferocidad de cada ataque, pero lo sobrellevamos y logramos contenerlo. Y logramos – como repito siempre – que ningún argentino se haya quedado sin atención, en la salud.

Y además, volvimos a poner en marcha la economía y ya – en el último trimestre, del año que culminó – empezamos a notar una recuperación cierta, una recuperación clara.

Yo vengo de Alderete, allí en Alderete fuimos a una fábrica textil, cuyos dueños me habían mostrado, en el mes de marzo, del año pasado, una empresa, que tienen en una fábrica semejante a la que vi hoy, que tienen en La Rioja, que estaba totalmente paralizada y yo fui a anunciar que le iban a poner en marcha y tenía 16 empleados ese centro productivo, la verdad era casi una fábrica fantasma y fui con toda la intención de que eso empiece a moverse. Bueno, ahora vengo de ver la fábrica que ellos tiene acá, en Alderete, es una fábrica que hoy produce un 50 por ciento más de lo que producía, en octubre, pero en octubre ya producía un 35 por ciento más, que lo que lo producía, en diciembre de 2019 y la verdad es que ya no era una empresa fantasma, sino una donde todas las líneas de producción estaban funcionando y donde no había una docena de empleados, sino que estaba repleto de empleados, trabajadores y trabajadoras.

Y la verdad es que lo que uno ve ahí, es un poco lo que se repite en todas las actividades industriales argentinas, un crecimiento muy vigoroso, muy fuerte, muy rápido, que además nos expone a un segundo dilema y se los plantee a ellos que vienen de un sector, que históricamente siempre caímos en el mismo debate, que es sector textil. Este sector es muy importante en la Argentina, porque no solamente ha desarrollado un grado de nivel tecnológico muy alto y de calidad en sus textiles, sino que da mucho trabajo, pues precisa de mucha mano de obra; entendiendo por sector textil la hilandería, el tejido, el teñido de los tejidos y la confección, tiene mucha mano de obra que ocupa. Y yo les marcaba que a mí me encanta verlos crecer, pero me preocupa que los precios de los productos textiles crezcan como crecen, porque es un problema que históricamente repetimos: crece la producción, crece la demanda y aumentan los precios. Y enseguida viene la salida mágica de los que todo lo saben, hasta que les toca gobernar. Ellos dicen: “si suben los precios de los textiles lo que tenemos que hacer es abrir la importación de textiles y cuando abrimos la importación de textiles lo único que hacemos es mandar a la muerte a todas estas empresas.

Entonces, yo le decía: “tenemos que terminar con este dilema”, hay que producir más y hay que cuidar a la gente, hay que cuidar al consumidor argentino, las dos cosas hay que hacer. Cuento la experiencia que acabo de vivir, de la industria textil, porque es aplicable a muchos otros sectores, también a los alimentos y en los alimentos el problema es mucho más serio aún, es mucho aún. Porque cuando uno dice que tenemos que cuidar el precio de los alimentos, que consumen los argentinos, la harina, el pan, la carne, la leche, los pollos, los cerdos, los huevos, uno de lo que está hablando es de cuidar el bolsillo de la gente. Es que esto que todos celebramos que ocurra, que la Argentina crezca, que los precios internacionales mejoren, que la Argentina exporte, que todo esto que es glorioso y venturoso no se nos vuelva en contra. Y me pregunto por qué cíclicamente la Argentina debate lo mismo, digo cuando va a ser el momento en que hayamos aprendido que no podemos repetir una y otra vez la misma experiencia. ¿Cuándo va a ser, dónde vamos a terminar? ¿No nos alcanza enfrentar una pandemia que se lleva la vida de la gente, para entender que no podemos seguir con la misma lógica de siempre y que algo debemos cambiar, no nos alcanza? ¿Qué más nos hace falta para entender que hay cosas, que no pueden seguir ocurriendo.

Y es por eso creo que esto, alguien me decía, el otro día: “llenás tus discursos de demandas morales”. Sí, lleno mis discursos de demandas morales, porque la política es altamente moral, es altamente ética y apelo a la moral y a la ética, de todos los argentinos para que entiendan que no podemos caer – por enésima vez – en el mismo problema, que siempre nos ha complicado, no podemos.

Por eso cuando digo, miren, yo tengo que cuidar, como decía en campaña Daniel cuando era candidato a presidente, tengo que cuidar la mesa de los argentinos, tengo que cuidar que todo esto, que es muy importante para Argentina, que el precio del maíz crezca como creció, que crezca el precio de la carne como crece, porque China ahora importa carne de cualquier tipo, ya no solamente envasada, importa carne con hueso; que el trigo suba, bienvenido sea; que la soja suba, bienvenida sea, la soja preocupa menos porque consumimos menos de soja, solo el cinco por ciento de la producción de soja es la que consumimos en la Argentina, pero en el maíz, en el trigo, en la carne, por favor, ahí tenemos que garantizar que estos precios internacionales, que nos alegra que crezcan y que nos favorece que exporten, no se vuelvan en desmedro de los argentinos. Y la verdad es que uno no quiere ejercer la espada del poder, lo que uno quiere creer es que vive en una sociedad que es capaz de contemplar la experiencia y capaz de entender que no puede tropezarse una y otra vez con la misma piedra, no puede, no puede ser; no puede ser que sea esta la misma discusión que yo tuve años atrás, y que antes que yo la tuvieron otros, no puede ser.

Y en esta tarea tenemos que unir los esfuerzos, los que producen, los que trabajan y el Estado, y darnos cuenta que tenemos una sola tarea, que es la tarea central de la política, que es hacer más tranquila la vida de los ciudadanos, ese es el sentido central de la política, que la gente pueda prever su futuro y vivir tranquila, de eso se trata.
Cuando yo planteo estas cosas no estoy peleándome con nadie, no me estoy peleando ni con los textiles, no me estoy peleando con los que producen trigo, ni me estoy peleando con los que producen maíz, ni me peleo con las aceiteras, ni me peleo con los ganaderos, lo que estoy diciendo es la verdad, y lo que estoy expresando es mi preocupación por la gente que está en una situación más delicada, y yo quiero creer que vivo en una sociedad que le presta atención a los que están mal, y quieren ayudar a que los que están mal no padezcan más, pues ayudemos entonces, pues ayudemos entonces.

Digo todo esto en el norte del país, que es a mi juicio la región históricamente abandonada por la Argentina, una y otra vez abandonada por la Argentina, y que de una vez por todas nosotros tenemos que integrarla a la Argentina. Integrar a la Argentina no es que yo venga y dé un discurso, es que la volvamos una región interesante para desarrollarse, producir, dar trabajo y crecer, eso es integrarla, y para lograr ese objetivo tenemos que hacer lo que hicimos días atrás con los gobernadores del norte grande, donde Juan estuvo presente, y ampliar esa discusión a la Unión Industrial del norte grande, a los trabajadores del norte, y ver cómo empezamos a resolver los problemas del norte grande.

Acá tenemos que entender que producir es parte de asimetría muy grande y complica mucho la vida de los que producen, ya por lo pronto tienen que hacer, al que mejor le va, mil kilómetros para llevar al puerto lo que producen, o para llevar a los grandes centros urbanos del país. Tenemos que entender que algo debemos hacer para que esas asimetrías desaparezcan, que el Estado tiene que hacer una parte importante, también tienen que hacer una parte importante los empresarios, y que tenemos que dar trabajo a los que están en el norte, que tenemos que terminar con esta Argentina donde los que están en el norte sueñan con irse a Córdoba, a Buenos Aires o a Rosario, pensando que allí van a encontrar un mejor futuro, y al í lo único que encuentran, en la mayoría de los casos, es hacinamiento y olvido. De eso se trata este debate, de eso se trata.

El 25 de febrero, se me complicaron un poco las fechas a mí porque tengo que viajar a México, pero voy a tratar de estar, pero el 25 de febrero, que es la próxima reunión del norte grande, nosotros de esa reunión primera que hicimos en Chilecito, en La Rioja, nosotros nos llevamos unos serie de deberes, y a esos deberes vamos a empezar a dar respuesta en esa próxima reunión, y nos llevamos todas las preocupaciones, las preocupaciones que la Unión Industrial del norte siempre me ha plantado con el 814, el Decreto que tanto les sirvió para mejorar la competitividad, todos los deberes nos los llevamos y estamos viendo cómo resolverlos y darles una repuesta a todo eso.
El norte no tiene que preocuparse por qué va a pasar con el biodiesel, o qué va a pasar con el bioetanol, porque allí ha habido una inversión muy grande y lo que hay que hacer es preservar esa inversión (APLAUSOS) Lo que sí hay que hacer es hacer que las cosas funcionen, porque tal como están no están funcionando, pero que las cosas funcionen no quiere decir que se deje de producir, eso creen otros, para nosotros que las cosas funcionen es que se produzca, se venda y se crezca, y por lo tanto cuando decimos revisemos lo que está funcionando, no es para achicar, no es para dejar de producir, no es para dejar de dar trabajo, es para producir más, para que esa producción sirva más a la Argentina y para que el trabajo se sostenga y crezca, es para eso, no es para otra cosa.

Nosotros no somos los que creemos que la mejor Argentina es la Argentina que excluye, nosotros creemos que la mejor Argentina es la Argentina que ampara. Nosotros no somos los que creemos que la Argentina que mejor funciona es la Argentina que ajusta, la Argentina que mejor funciona es la Argentina que contiene a todos, y a todos les da un lugar en la sociedad donde desarrollarse y crecer. Esa es la Argentina que uno quiere. Y en esa Argentina, vuelvo a repetir, como dije al comienzo, el norte es un norte prioritario, porque las políticas sucesivas que se han dado a lo largo del tiempo, y fundamentalmente estos últimos cuatro años, lo que hicieron fue dejar al norte en un estado de abandono absoluto, absoluto, y como suelo decir que no soy amigo de eso que el Papa llama la teoría del descarte, porque yo no creo que a la Argentina le sobren argentinos, lo que creo que le falta a la Argentina son ideas, voluntad y ética de muchos para poner en marcha una Argentina más justa, una Argentina socialmente más justa. Y como sé que eso finalmente en la inmensa mayoría de los argentinos anida, porque yo no creo que los argentinos seamos una sociedad perversa que lo que busca es una sociedad desigual, donde algunos ganen muchos y millones pierdan tanto, lo que creo que debemos h hacer es sentarnos seriamente a ver cómo construimos eso y cómo lo construimos a través del diálogo, y prestarle menos atención a los profetas del odio, que cuando uno dice quiero preservar la mesa de los argentinos, ellos leen promueven una nueva pelea con el campo; y cuando uno dice queremos revisar la Ley de Biocombustibles, ellos leen quieren terminar con los biocombustibles. Cuando nosotros decimos queremos revisar, es que queremos hacerlo mejor, y cuando decimos queremos hacerlo mejor, queremos que ustedes produzcan más y den más trabajo, eso quiere decir. (APLAUSOS)

Así que lo que nos queda por delante es todo una tarea de debate, de discutir, a mí no me asusta el debate, me asustan las mentiras, no el debate, me asusta que impregnen mentiras en los argentinos, yo no sé cómo pasó, pero hasta hace veinte días atrás yo era un envenenador serial, había comprado unas vacunas para envenenar a la gente, y ahora resulta que no sé cómo pasó, pero me piden por favor que consiga veneno para todos los argentinos, no sé cómo pasó, es el país que nos tocó en suerte, igual yo creo que en este país somos muchos más la gente honesta, la gente ética, la gente decente, la gente de bien, la gente que quiere vivir en un país más igualitario, somos muchos más, vamos a ganarles a los otros.

Gracias por estar acá y mucha fuerza, gracias a todos y todas.