Palabras del Presidente de la Nación, Alberto Fernández, por la Cumbre de Presidentes de los Estados Partes del Mercosur y Estados Asociados, desde la Residencia Presidencial de Olivos

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Palabras del Presidente de la Nación, Alberto Fernández, por la Cumbre de Presidentes de los Estados Partes del Mercosur y Estados Asociados, desde la Residencia Presidencial de Olivos

Muchísimas gracias, buen día a todos y todas.

Quiero agradecer especialmente a mi colega, al Presidente de la República oriental del Uruguay, Luis Lacalle Pou, por los esfuerzos realizados por su Gobierno para llevar adelante la agenda del Mercosur, bajo esta emergencia sanitaria provocada por la Pandemia del COVID-19. A pesar de estas dificultades, el Uruguay logró organizar con éxito esta Reunión Ordinaria del Consejo del Mercado Común y Cumbre de Jefes de Estado; muchas gracias por el trabajo y dedicación de este semestre.

La Argentina apuesta a la región como clave de desarrollo humano integral, el Mercosur es el proyecto político regional más importante para nuestro país, es una política de estado y sentimos que es una vocación de nuestros pueblos. Por eso, quiero compartir con ustedes el sueño de un Mercosur convertido en nave insignia del desarrollo sustentable, de la innovación tecnológica y por sobre todas las cosas de la inclusión social. Superar esta pandemia planetaria supone que construyamos un continentalismo solidario, entendiendo -como suele decir el Papa Francisco- que ningún lugar del mundo, tampoco en América Latina, “nadie se salva solo”. No necesitamos menos Mercosur, necesitamos más y mejor Mercosur. Con sabiduría asociativa e inteligencia colectiva, en primer lugar, vamos a hacer que el Mercosur sea más y mejor. Eso implica construir un Eco-Mercosur. Tenemos la inmensa oportunidad de consolidar nuestro espacio común como un modelo regional bajo en carbono y sustentable, cuidando nuestras selvas y bosques nativos, tanto como nuestras reservas de agua; creando nuevas cadenas de valor, vinculadas al litio, al hidrógeno, a otras energías renovables; afianzando la cooperación científica y tecnológica en biotecnología y nuevos materiales;
adaptándonos a mejores estándares ambientales, que ya no son imposiciones del exterior, sino demandas de nuestros propios pueblos. Sustentabilidad es una palabra clave que debe acompañar todas las iniciativas del bloque, debemos identificar e implementar acciones que contribuyan a una recuperación económica, sostenible e inclusiva. Asimismo, es necesario identificar mecanismos de articulación y cooperación en materia de economía circular, eficiencia de recursos, y consumo y producción siempre sostenibles. Tenemos que entender que, en el mundo de la post pandemia, la integración será ecológica o no será.

Hay un segundo tema: más y mejor Mercosur significa construir una real justicia social tecnológica, tenemos que continuar trabajando por un Mercosur digital, centrándonos en las cuestiones que hacen a la conectividad universal. Es hora de invertir en el pleno desarrollo del potencial científico, tecnológico y de comunicaciones, fibra óptica y satelital. Educación 4.0 para la Industria, eso es un tema clave, eso está vinculado a la conectividad como un nuevo derecho humano básico y universal. Es hora de consolidar una transición digital justa e inclusiva. El desarrollo de nuestras cadenas de valor en el sector automotriz y de manufacturas han requerido en el pasado acordar estándares comunes, tenemos que potenciar nuestras economías digitales también a través de acuerdos comunes. El acuerdo para la eliminación del roaming es un buen ejemplo, esperamos que la finalización del protocolo de comercio electrónico se convierta en un paso decisivo en ese sentido.

La agenda también incluye la coherencia en la regulación de la protección de datos personales e iniciativas conjuntas, para el desarrollo de habilidades digitales, compras públicas para la innovación y el intercambio de recursos humanos calificados, entre otros ¿Por qué no construir, por ejemplo, una estrategia coordinada en materia de cobertura satelital integrada y de 5G, a fin de avanzar juntos en este campo que tendrá un enorme impacto en la transición productiva de la región? Hay un tercer tema que quiero enfatizar, más y mejor Mercosur también significa comenzar por los últimos, para llegar a todos, no hay integración regional exitosa con integración social fracasada, no hay economía robusta con una economía interna desnutrida. Es hora de superar la globalización de la indiferencia y construir la universalización de la solidaridad, y esa tarea también comienza por nuestra nave insignia, el Mercosur, con matices y diversidad, como marcó el Presidente del Uruguay. Lo hemos comprendido en esta calamidad sanitaria, cuando nuestros países se dispusieron reforzar redes de protección social para los más vulnerables en la pirámide social. La dimensión del Mercosur trasciende el ámbito económico y comercial, que tuvo en sus comienzos.
Ahora abarca mucho más: el intercambio cultural, las políticas migratorias, la democracia y los derechos humanos, la integración física, la equidad racial, la promoción de la mujer, la lucha contra el crimen organizado, la ciudadanía social regional. Esas son, entre muchas otras, materias en las que nos encontramos trabajando de manera común. La ampliación y profundización del Mercosur es la herramienta más adecuada para mejorar las condiciones de vida de nuestros pueblos, básicamente para aquellos que se encuentran en una situación de mayor vulnerabilidad.
Creemos que la incorporación del Estado Plurinacional de Bolivia como un estado parte será un enorme logro en este sentido; un verdadero hito en este proceso de integración regional que debemos seguir profundizando. Avanzar en la agenda interna del Mercosur no solamente sirve para fortalecer a nuestro bloque, sino que también es fundamental para afianzar nuestra posición en las negociaciones comerciales externas que estamos llevando adelante, como bien marco el Canciller uruguayo. No hay duda de ello.

El Mercosur exporta al mundo más de 120 mil millones de dólares en alimentos, para una demanda que tras la pandemia se muestra creciente. Frente a los desafíos que la pandemia ha generado en materia de crisis alimentaria en el mundo, el Mercosur tiene la oportunidad de jugar un rol importante, aumentando ya su muy alta productividad e impulsando un comercio agrícola más abierto. Debemos mejorar las condiciones que enfrentan nuestros productos para ingresar a los mercados externos, así como debemos abrirnos más al comercio internacional, preservando nuestras economías. Por supuesto, esto no puede implicar una apertura frívola y principista, de la misma forma que tampoco podemos pensar en cerrarnos al mundo de manera anacrónica, se trata de analizar el verdadero valor de cada acuerdo comercial y avanzar en aquellos casos en los que realmente podemos lograr una apertura de mercados externos. En ese contexto, propongo que reflexionemos sobre las consecuencias muy dolorosas que esta crisis ha infligido a nuestra estructura productiva. Es hora de continuar con la estrategia integradora, sin perder de vista que tenemos que reactivar nuestro tejido industrial y cuidar -como siempre digo- a los sectores más postergados. Se trata de alcanzar un equilibrio de derechos y obligaciones, de conseguir aperturas de mercados relevantes sin asumir cargas imposibles de cumplir. Esto nos exige inteligencia comercial y capacidad de coordinación para atender a cada uno de nuestros intereses nacionales. La negociación y firma de acuerdos comerciales sin atender a estas condiciones representa un riesgo. De los numerosos frentes negociadores del Mercosur, varios cumplen las condiciones que he mencionado, y debemos trabajar intensamente en ellos para alcanzar acuerdos, yendo de la mano con nuestro sector empresarial, con el sector privado, que es una pieza clave. También vemos que existen negociaciones que deben ser analizadas cuidadosamente para determinar su verdadera valía, buscando reciprocidad para culminar esos procesos. Argentina está plenamente involucrada con nuestra agenda de relaciones externas y tiene expectativas de que ciertos acuerdos significativos puedan finalmente cerrarse, se trata de firmar instrumentos realistas, posibles y que representen oportunidades concretas para mejorar nuestro perfil productivo y exportador, que ayuden a mejorar la competitividad sin afectar nuestro empleo. Dicho de otro modo: un desafío múltiple y que no se debe abordar desde una retórica binaria.

Permítanme también decirles que no alcanza sólo con pensar políticas comerciales y políticas industriales comunes, los invito a soñar con una estrategia de integración financiera común, que está ya presente en todos los acuerdos de integración global, que hoy están firmando los países en el mundo entero. Para conseguir una integración productiva complementaria, con más valor agregado, no alcanza con discutir solamente aranceles, tenemos que ser capaces de construir una acción común y solidaria en materia financiera, aprovechando las oportunidades que brinda un mundo de liquidez inédita y tasas de interés casi cero, inexistentes. Tenemos que capturar los excedentes globales de capital, incluyendo los de la propia región, para financiar las obras de infraestructura que necesitamos, pero también robustecer nuestra región de las contingencias externas y los shocks de volatilidad que cada tanto sufrimos, tenemos que ser capaces de integrar mejor nuestras bolsas de valores. Para mejorar la calidad del financiamiento del sector privado, necesitamos mercados de capitales de calidad que apalanquen la internacionalización empresarial con más y mejor trabajo. Tenemos que profundizar el uso de monedas locales para nuestro intercambio comercial, y repensar por, sobre todo, el rol de la banca regional para el desarrollo de infraestructura con proyectos bien costeados, bien planificados y que salgamos a ofrecer en conjunto al mundo entero. Nada de lo que estoy hablando es una quimera. Ya en 2008, con una crisis financiera planetaria inédita, fuimos capaces de trabajar codo a codo en la coordinación macroeconómica para mitigar la recesión mundial.

Queridos presidentes del Mercosur, queridos pueblos de América, no quiero terminar estas palabras sin agradecer nuevamente la muy valiosa expresión de fraternidad que ustedes expresan, por los legítimos reclamos de soberanía argentina sobre las Islas Malvinas, Sándwich del Sur y Georgias del Sur, y los espacios marítimos circundantes.
Es una magnífica muestra de todo lo que nos une como horizonte común, no sólo del pasado sino del presente y del futuro. El creador de la genial definición de Patria Grande, don Manuel Ugarte, alguna vez señaló que “no hay obstáculo serio para la fraternidad y la coordinación de países, que marchan por el mismo camino hacia el mismo ideal”. Si somos capaces de poner un oído en el corazón de nuestros pueblos y otro oído en el mandato histórico de este momento universal de cambio de paradigmas, no vamos a levantar muros allí donde hacen falta puentes, ni poner obstáculos burocráticos o de miope política allí donde hacen falta miradas grandes, almas solidarias, épicas de reconstrucción con humanidad y fraternidad. En 2021, como se ha dicho, vamos a cumplir con el Mercosur 30 años, inmejorable edad para combinar valentía con sabiduría, esperanzas con realismo, imaginación con pragmatismo. Yo cuento con ustedes, nuestros socios, las hermanas repúblicas del Mercosur. Cuento con ustedes para avanzar juntos en el gran pacto de solidaridad, que hoy expresan nuestros pueblos con un clamor de humanidad, que está herida. Nadie se salva solo. Empecemos por el Mercosur, que es nuestra casa común.

Muchas gracias.