Palabras del Presidente de la Nación, Alberto Fernández, por el Día de la Lealtad, desde el salón “Felipe Vallese”, de la CGT, en CABA

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Palabras del Presidente de la Nación, Alberto Fernández, por el Día de la Lealtad, desde el salón “Felipe Vallese”, de la CGT, en CABA

Muchísimas gracias, muchas gracias a todos y todas, gracias a todos por estar: hoy, es un día muy especial para los que somos peronistas. El 17 de octubre no es un día más para todos, lo llamamos el Día de la Lealtad, ese fue el día en el que el pueblo entendió que había alguien preocupado por ese pueblo, que hasta entonces había quedado al margen de todo, que había quedado al margen de derechos, por el olvido de muchos otros, muchos otros que creían que centralmente lo importante era la renta de cada uno y no vivir en una comunidad más igualitaria, donde todos pudieran crecer.

Todo empezó en una situación que yo diría tiene cierta semejanza con el presente, el país había vivido la tragedia, del terremoto de San Juan y después de ese terremoto la historia hizo que Perón y Evita se conocieran y allí empezaron a escribir una historia única en la vida de nuestro pueblo, única, única. Antes del 17 de octubre, un mes antes, en la Argentina, el 19 de septiembre, se llenaron las calles, muchos argentinos en nombre de la República y la Constitución reclamaban la renuncia de un coronel, que le estaba dando muchos derechos a la gente. Y se envalentonaron y ver tantas gentes en las calles les hizo creer que podían llevarse puesto a ese general y lo detuvieron y lo llevaron, a Martín García. Y ese fue el inicio de toda esta historia.

Y cuando el pueblo vio a su coronel, a quien les había dado derechos, a quien les había reconocido un lugar en la sociedad, y salió a la calle a reclamar por ese dador de derechos, que era el coronel Juan Domingo Perón, ahí la historia cambió para siempre. Y entonces todos entendieron que había una Argentina invisible, que muchos creían que no existía y que – de repente – asomó para llamar la atención de la Argentina y decir: “aquí estamos millones de argentinos y argentinas, que queremos un lugar en esta Patria”. Así nació el peronismo.

Durante los años de Perón fueron tiempos, donde un pedazo de la sociedad argentina, que sistemáticamente había quedado al margen y condenada al olvido empezó a ingresar dándoles derechos. Muchos de esos derechos los veíamos, recién, acá, así el trabajo se dignificó; así surgieron los sindicatos; los derechos gremiales, así surgió el aguinaldo, surgieron las vacaciones, así por primera vez los que trabajaron tuvieron derecho a tener vacaciones, en lugares dignos y las playas argentinas empezaron poblarse de trabajadores y trabajadoras. Y eso no lo entendía esa Argentina subyacente, latente, que lo único que pregona es el odio. Alguien dice que el odio no es otra cosa que desearle el mal al otro y esa parte de la sociedad argentina sólo le deseo el mal a los que sólo reclamaban un lugar dentro de la sociedad.

El peronismo escribió 10 años magistrales, en la sociedad argentina porque los logros de entonces, con Perón y con Evita nunca pudieron ser conculcados, pese a todo lo que hicieron por conculcarlos. Una y mil veces hicieron lo necesario para que el peronismo desaparezca de esta tierra, una y mil veces lo mataron, una y mil veces lo proscribieron. Tuvimos que pasar, con nuestro líder, 18 años exiliado, vivir en una tierra, donde el nombre de Perón y de Evita no podía pronunciarse; vivir en una tierra donde la marcha estaba prohibida. ¿Y por qué? Solamente porque habíamos llegado a las entrañas mismas del pueblo y le habíamos dado a ese pueblo los derechos que ese pueblo reclamaba, solamente por eso.

Han pasado muchos años, algunos recuerdan aquel 17 de octubre, Marechal dice que vivía, en Caballito, y su esposa enferma tomaba morfina para calmar los dolores y acababa de darle la dosis de morfina que necesitaba, cuando un vecino le dijo que una movilización de gente venía caminando por la Avenida Rivadavia en dirección a Avenida de Mayo y después escuchó que lo mismo pasaba con gente que venía de Dock Sud, que venía de Avellaneda, que venía de Berazategui, que venía de diferentes lugares del Gran Buenos Aires y de repente asomaron millones de argentinos, a los que la Patria había olvidado; “invisibles”, dijo Marechal, una Argentina invisible asomó a los ojos de todos.

Argentinos, que – tal vez – por primera vez llegaban al centro de la Ciudad y en un acto de rebeldía ocuparon la fuente, se sentaron al borde de la fuente y calmaron su calor, después de tanta caminata poniendo sus pies dentro de la fuente. Los diarios de la época dijeron, más o menos, las mismas cosas que ahora, hablaron de un aluvión zoológico, hablaron de una horda de desorbitados y eso no era más que un pueblo, que reclamaba un lugar dentro de la sociedad.

Desde entonces, pasaron 75 años y el peronismo siempre mantuvo la regla de ser leal a su pueblo. Perón y Evita fueron leales cuando a su pueblo le dieron los derechos que necesitaban para vivir en ese mismo pueblo, para ser parte de la sociedad, que le negaba un lugar.

Néstor vino años después y su lealtad a la gente le permitió a muchos volver a recuperarse, después de una crisis tan tremenda, como la que vivimos, en el 2001.

Después vino Cristina y le otorgó derechos a las minorías, como nunca nadie le otorgó, en la democracia. Y así nació la AUH, el matrimonio igualitario, la identidad de género, la muerte digna; todos derechos que muchas minorías reclamaban, pero que nadie reconocía. Ahí vimos, recién, un vídeo de dos que celebraban ese cambio.

Y el peronismo ha querido que ahora me toque a mí ser quien conduzca este presente y yo decía que noto como cierta similitud entre el comienzo de todo, porque también a nosotros nos toca hacernos cargo en el medio de la tragedia, que significa la pandemia.

Allá están todos nuestros Gobernadores, lo veo al “Flaco” Gioja, el presidente de nuestro partido también, todos nuestros Gobernadores, todos y los que están acá, todos somos los gobernantes de la pandemia, y así nos recordarán. Nos habrá tocado sobrepasar el momento más difícil que el mundo ha experimentado, que derrumbó las economías de todo el mundo y que en una Argentina en crisis, como era la Argentina de diciembre, del año 2019, esa pandemia la condenó infinitamente más, hizo un daño infinitamente mayor.

Ahí lo veo al Gobernador Zilioto, que hoy me decía Sergio, el Gobernador de La Pampa que Dios debe ser peronista, porque menos mal que el peronismo está gobernando la Argentina, en este momento. (APLAUSOS). Porque tiene razón Sergio, en todos estos meses nuestra mayor preocupación fue que nadie padezca más que lo que la pandemia nos hace padecer. Estuvimos presentes al lado de todos y como somos peronistas hicimos lo que siempre hacemos los peronistas: pararnos primero al lado de los que más lo necesitan y como dice el Papa Francisco: “los primeros, los últimos”, porque si uno abandona en la pobreza a esos últimos, esa sociedad nunca va a ser una sociedad valiosa, va a ser una sociedad injusta, una sociedad desigual. Y allí trabajamos y trabajamos mucho, trabajamos con Gobernadores, trabajamos con Intendentes, trabajamos con organizaciones sociales, todos pusimos el esfuerzo para que nadie tenga que padecer, en la Argentina, más de lo que lo pandemia ya lo condenaba a padecer. Y así vamos pasando este año, con el esfuerzo de todos, recuperando – poco a poco – la economía, recuperando poco a poco el ánimo social.

Agradezco a todo los que hoy están los que están participando hoy de este evento, agradezco aunque confieso que hubiera querido que se queden en sus casas, a todos los que se volcaron a las calles con sus autos para expresarnos el apoyo y el afecto que nos han expresado.

Nosotros empezamos hoy un tiempo distinto, el tiempo de la reconstrucción de la Argentina. Y me toca a mí ponerme al frente de ese barco. Y estoy orgulloso de poder hacerlo, porque estoy seguro de cuáles son los intereses que represento, y estoy seguro de que no claudicaré en ninguno de los compromisos que he asumido, y estoy seguro que los primeros a los que vamos a socorrer son los que hoy están en peor situación, y estoy seguro que vamos a hacerlo con el acuerdo de todos, y vamos a convocar a los mejores y las mejores argentinas para que entiendan aquello que nos dijo Perón el 17 de octubre, “¡únanse!”, vamos a hacerlo unidos compañeros y compañeras.
El mundo nos exige más que nunca estar unidos, porque la crisis mundial no ha terminado, pese a los muchos que dicen que el virus no existe, que la situación no es tan crítica: deténganse un minuto y vean lo que está pasando hoy en Europa, y dense cuenta lo lejos que estamos de haber resuelto el problema.

Parémonos en lo que pasa hoy en el interior de nuestra Patria, con todo el esfuerzo que hicimos, con todo el esfuerzo que hacen los gobernadores y los intendentes, las gobernadoras y las intendentas, y sin embargo el virus avanza, avanza pero nos derrota, porque seguimos de pie, porque estamos convencidos que finalmente haremos todo lo que haga falta para que la Argentina se reconstruya. Y como decía antes, lo vamos a hacer en unidad, convocando a todos.

Perón cuando pensó aquel 17 de Octubre no pensó en una Argentina de clases, pensó en una Argentina integrada, y siempre creyó en la necesidad de que los emprendedores se unan a los que trabajan, de que los que invierten se unan a los que trabajan y los que dan empleo se unan a sus empleados. Y siempre promovió el desarrollo de la industria argentina sobre esas bases, y logró cosas que hoy añoramos, en los años del peronismo tuvimos autos hechos en la Argentina, tuvimos aviones hechos en la Argentina, en los años del peronismo tuvimos satélites hechos en la Argentina.

Lo hicimos siempre así, trabajando juntos, convocando a los hombres y mujeres de bien que definitivamente quieren un país integrado, una sociedad integrada. ¿Quién puede pensar que una comunidad se organiza si algunos pocos disfrutan de mucho y algunos muchos solo padece n pobreza? Nadie seriamente puede querer vivir en ese lugar. Yo no quiero. Ustedes tampoco. En la Argentina millones de argentinos reclaman otro lugar, otro futuro, un país que los integre, un país que no los deje de lado. Vamos a construirlo como prometí hacerlo, vamos a hacerlo con Cristina, vamos hacerlo con Sergio, vamos a hacerlo con Máximo, vamos a hacerlo con Héctor, vamos a hacerlo con Hugo, y el otro Hugo también, vamos a hacerlo con todos y con todas, vamos a hacerlo con cada gobernador, la veo ahí a Alicia, la veo a Fernanda, la veo Cristina, la veo a Malena, acá nadie sobra, todos hacemos falta. ¿Y saben por qué vamos a hacerlo? Porque estamos seguros, absolutamente seguros, que hay otro país que nos merecemos, y ese país lo vamos a construir nosotros; a esta Argentina derrumbada la vamos a poner de pie nosotros; a esta Argentina que se enferma la vamos a curar nosotros, y la vamos a curar como siempre hizo el Peronismo, si odios. Las víctimas del odio fuimos nosotros, a nosotros en nombre de la libertad nos echaban del Gobierno; a nosotros en nombre de la democracia nos fusilaban y nos hacían desaparecer compañeros. Estamos en un Salón que lleva el nombre de un joven de la Juventud Peronista que es primer desaparecido que tiene la Argentina: Felipe Gallese. Vamos a terminar con esa Argentina del odio, vamos a construir otro país, vamos a hacerlo entre todos y todas, los que piensan como nosotros y los que tienen diferencias con nosotros. Porque nosotros creemos en la diversidad. Estoy convencido que una sociedad que tiene un discurso único no es una buena sociedad. Vamos a construir esa sociedad de la diversidad, y vamos a darles a todos el derecho.

Allí veía yo a una mujer joven que contaba con orgullo que era primera egresada de la Universidad en una familia de trabajadores. El Rector de la Universidad de Buenos Aires es primera generación de universitarios en una familia de trabajadores, y eso fue posible porque Perón hizo gratuita la educación universitaria. Y eso es posible que siga ocurriendo porque nosotros seguimos creyendo en la educación pública. Y si la pandemia no se nos fue de las manos es porque cada gobernador que está allí, y este Presidente, y estos gobernadores que están aquí, nos pusimos al frente para garantizar el sistema de salud que otros destruyeron. Cada argentino que en este tiempo se puso del lado nuestro por superar la pandemia o enfrentar este mal momento le doy las gracias, a cada enfermero, a cada enfermera, a cada médico, a cada médica, a cada hombre o a cada mujer de las Fuerzas de Seguridad, de las Fuerzas Armadas, a cada militante social, a cada militante político, que van a los barrios a alimentar a los que están con hambre: a todos les doy las gracias. A cada empresario que se comprometió con su aporte ayudando también a alimentar a los que las están pasando mal, también las gracias. Esa es la prueba de que si nos unimos de una vez por todas y dejamos de lado los odios y los rencores es posible hacerlo otra vez.

Todo el día me la pasé viendo con atención que decían que esto era el acto del anti-banderazo. Nacimos del amor, de Perón y Evita; vivimos el amor de Néstor y de Cristina; sentimos solo amor por nuestro pueblo, acá no hay odios ni rencores, acá lo que hay es ganas de poner de pie a la Argentina de una vez y para siempre.
Gracias compañeros, gracias compañeras.