El presidente Mauricio Macri en el acto por los 25 años de la reforma de la Constitución Nacional

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PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA NACIÓN, MAURICIO MACRI, EN EL ACTO CONMEMORATIVO DE LOS 25 AÑOS DE LA REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN NACIONAL

Buenos días a todos, muy contento de estar acá en mi visita número veintiséis a Santa Fe, pero esta es distinta, esta es muy especial.

Quiero comenzar saludando al señor Presidente Provisional del Senado; al Presidente y miembro de la Corte Suprema de Justicia; al señor Gobernador; a los señores convencionales de la Reforma Constitucional de 1994 y sus familiares; legisladores; Intendente; autoridades nacionales, provinciales, municipales; señoras y señores.

Hoy estamos acá para homenajear a nuestra Constitución a 25 años de su reforma. Y nos reunimos para celebrarla porque la Constitución es la ley que nos transforma en una Nación, es lo que nos constituye, es el acuerdo sobre el que los argentinos construimos nuestra sociedad.

Y en estos días difíciles, de angustia para tantos argentinos, sin duda alguien podría pensar que ponernos justo ahora a hablar de la Constitución es un capricho, un lujo para otros momentos. Pero no, por el contrario, creo que hoy más que nunca tenemos que hablar de la Constitución, porque nuestra Constitución se trata antes que nada de valores, sí, de valores; se trata de la unión, de la justicia, de la paz, de la libertad. Es el principio de un sueño común, una declaración que establece la Argentina es esto, este es el país que queremos, así queremos convivir, esto somos los argentinos, y lo que somos me llena de orgullo.

Hace unos días recibí el mensaje de un argentino que me decía: “somos millones los que queremos ser Nación, millones los que queremos ser realmente ciudadanos, y no meramente habitantes con derecho a voto. Millones los que seguimos creyendo que el trabajo es lo único que va a sacar a nuestras familias y a la Nación adelante. Millones los que queremos dar trabajo y ver a nuestros empleados crecer, ver a nuestros hijos progresar, y soñar que nuestros nietos puedan contar otra historia, otra historia, una mejor, una nueva historia como la que soñaros aquellos patriotas”. Y es así, como dice este señor que me escribió, somos millones.

Y déjenme decirles que aquellos patriotas de los que me habla este hombre no eran unos locos fuera de serie, eran argentinos apasionados, que creían en el potencial de nuestra tierra, que intuían que en nuestra gente estaba la capacidad para llegar bien lejos. Y por eso construyeron pueblos, caminos, escuelas en los lugares más alejados y recónditos de este inmenso país. Por eso crearon nuestra Constitución, que fue la base para la convivencia por años. Y cuando llegó el momento de adaptarse a nuevos desafíos, después de uno de los períodos más oscuros de nuestra historia, hubo una generación valiente que en 1994 se animó a construir algo diferente.

Esa reforma podemos decir que fue una apuesta a nuestra madurez, una apuesta a la institucionalidad, a nuestro sistema electoral, para que sea más representativo. Una apuesta y un reconocimiento a la diversidad, con avances en los tratados de derechos humanos, que recién hablaba con los jóvenes que introdujeron por primera vez a las mujeres, a los chicos, a los adolescentes y a los pueblos originarios.

A la humanidad le llevó muchos siglos encontrar mecanismos para reemplazar la violencia por acuerdos, modos de convivir en paz. A nosotros los argentinos también nos costó mucho llegar a una Constitución que fuera verdaderamente de todos, y que estuviera por encima de viejas divisiones y heridas. Pero aprendimos, crecimos, en los últimos veinticinco años sufrimos crisis, algunas muy graves, pero nunca dudamos de la democracia, que se convirtió en nuestra identidad y en nuestra esencia. Por eso está en nosotros cuidarla, porque la democracia es una forma de vivir, es una forma de relacionarnos, de vincularnos unos con otros, de respetarnos. Y quienes gobernamos tenemos que ser los primeros en dar el ejemplo, nuestro sistema político por momentos pareció estar más enfocado en beneficiar a los políticos que a quienes tienen que representar.

Como Presidente e incluso desde antes, siempre concebí el poder como una herramienta para servir, para servir a los verdaderos dueños de ese poder, a los que nos dan ese poder. Y me da mucho orgullo ver que hoy hay una cultura de poder diferente en la Argentina, porque eso repercute en el día a día de todos los argentinos, porque a aquellos que lideramos ellos nos están observando. Hoy se respira libertad y hay transparencia, y sobre la mesa está la verdad, siempre la verdad, incomode a quien incomode. Hoy no hay abuso de poder, porque entendemos que a mayor poder, más humildad. No hay imposición de ideas ni castigo a los que piensan distinto, hay una sociedad plural en la que podemos dialogar tratándonos bien, respetando nuestras posiciones y, sobre todo, respetando nuestras instituciones.

Los argentinos queremos vivir en democracia republicana, con instituciones respetadas, que también nos respeten a nosotros, a todos los argentinos, y no solo a aquellos que tienen acceso a funcionarios o dirigentes para pedir un favor o alguna excepción. Ese es un gran paso que dimos juntos, lo dimos juntos como sociedad, y tenemos que seguir dando pasos en ese sentido, y es imposible hacerlo sin una Constitución fuerte, sin argentinos dispuestos a defenderla, a vivir en paz de acuerdo a lo que establece.

Y defenderla, no hay mejor manera de defender la Constitución que acatarla, no atacarla, acatarla. (APLAUSOS)

Y cuando hablamos de acatarla, no es acatarla solo declamar la libertad de prensa, sino dar la cara cada vez que haga falta, dejar que los periodistas pregunten lo que quieran sin presiones y responder todas las preguntas. Acatarla no es solo hablar de división de poderes, sino respetarla en la práctica, sin nunca querer influir, nunca, en las decisiones de los jueces o en las votaciones de los legisladores. Acatarla es aceptar que somos todos iguales ante la ley y no pretender tener privilegios injustos sobre los demás. Es trabajar no pensando en los beneficios personales, sino con la mirada puesta en el que todos puedan tener la vida que se merecen. Es convivir en paz. Es respetar al que piensa distinto. Es ser libres y promover la libertad.

Como dice el Preámbulo: “para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino”.

La Constitución, queridos argentinos, está viva en la medida en que la respetemos, no como una guía sino como una verdadera forma de vivir y regir nuestra acción, y para mantener una buena convivencia todos los días.

La posibilidad de seguir transformando para siempre la Argentina, para siempre la Argentina, está en nuestras manos, como se los he dicho una y otra vez, depende de nosotros y de nadie más, queridos argentinos: depende de nosotros y de nadie más, y por eso confío en que tenemos un enorme futuro por delante.

Muchas gracias a todos y felicitaciones. (APLAUSOS)