Conferencia magistral a estudiantes del presidente de la Nación, Alberto Fernández, en el Instituto de Estudios Políticos de París

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Conferencia magistral a estudiantes del presidente de la Nación, Alberto Fernández, en el Instituto de Estudios Políticos de París


Su español es muy bueno, debería soltarse más, no quiera saber cómo me iría a mí si se me ocurriera dar la conferencia en inglés o en francés, así que debería soltarse más.

De verdad feliz de estar en Francia, feliz de estar en Paría, feliz de estar con ustedes. Hace más de 30 años enseño derecho penal en la universidad de Buenos Aires, dediqué mi vida académica al derecho penal, al estudio de la teoría del delito y de la pena. Y cada vez que vengo a dar estas charlas, conferencias, pónganle el título que quieran, empieza una contradicción en mí sobre qué debo hablar, debo habla como profesor, debo hablar como Presidente, debo hablar como abogado, debo hablar como político. Pero estoy en una universidad y las universidades son lugares de debate, son lugares para abrir las cabezas, solamente para eso. Así que le voy a pedir a todos permiso para que me dejen ser libre para hablar y que entiendan qué es lo que creo, que no necesariamente lo que digo es la verdad, pero que sí quiero sembrar un montón de dudas para que ustedes piensen, para ver si están en lo correcto o no. Y voy a hacer esto a riesgo de ser políticamente incorrecto, tal vez la condición de Presidente me requeriría ser más cauto, pero no se puede ser cauto en una universidad, en las universidades las cabezas se abren y se piensa. Así que los invito a que pensemos un poco juntos, sobre lo que pasa en este momento de la historia que nos toca vivir.

He tenido la oportunidad de hablar con el Santo Padre, con él nos entendemos muchos, somos argentinos, vivió ese país tanto años como yo, más, porque es más grande que yo el Papa, y la charla con él siempre es muy simple, siempre es muy fácil, porque venimos del mismo mundo. Hablé con el primer ministro Conte en Italia, con el Presidente de Italia, con la canciller Merkel, con mi amigo Pedro Sánchez, con el Rey Felipe, a quien conozco hace muchos años, me cuesta llamarlo Rey porque me sale la palabra Príncipe cuando hablo de él, y con el presidente Macron hoy. Y todos están muy preocupados por lo que pasa en América Latina, y hacen muy bien en preocuparse porque deberíamos pensar un minuto lo que nos pasa como continente ¿Cuántos latinoamericanos hay aquí? Muchos, veo que los argentinos acá somos menos. Miren, van a entender de lo que hablo. Todos nosotros venimos de un continente que tiene peculiaridades, es un continente que si se lo mira en abstracto es un continente formidable; es un continente con petróleo; es un continente con gas; es un continente con oro y con plata; es un continente con litio; es un continente con extensas llanuras donde se produce la mejor agricultura y la mejor ganadería; hoy me enteré que es el continente que produce la mejor lana del mundo, me lo contó un francés, no es que me he vuelto otra vez soberbiamente argentino; es un continente bañado por mares, por océanos por el Pacífico, por el Atlántico, con un recursos pesqueros increíbles, en esas plataformas continentales el petróleo surge.

¿Por qué en este continente tan rico, es el continente que tiene el pulmón del mundo en la amazonia? ¿Por qué en este continente tan rico se sufre tanto? Hay una sola respuesta: desigualdad, el problema de América Latina es la desigualdad, la brecha que separa a los ricos de los pobres, la concentración del ingreso en unos muy pocos y la distribución de la pobreza en millones. Y ahí es donde debemos reparar un instante, un instante, porque no parece ser justo, no parece ser justo vivir en semejante tierra y tener que padecer tanta pobreza y tanta desigualdad. Y esto no es un problema de ideologías, no es un problema de si somos más socialistas o más liberales, es un problema ético que tenemos como sociedad, hasta dónde nosotros podemos seguir conviviendo con semejante desequilibrio, hasta dónde. Esa yo creo que es la gran disyuntiva que tiene América Latina y es un poco lo que le está pasando en estos días. Yo quiero mucho a mi continente, soy un argentino pero que ama América Latina, que la quiere ver unida, que la quiere ver progresar, que le duele mucho todo lo que le pasa, le duele la desigualdad, le duele las faltas de libertades ahí donde faltan, le duele. Y quisiera una América Latina muy integrada, creciendo juntos, y una América Latina integrada con lógicas de mayor igualdad social.

Durante todos estos años, cada vez que me invitaban, como me invitaron ustedes a hablar de América Latina, solían hablarme de un milagro, era el milagro chileno. Y les quiero aclarar que tengo muchos amigos chilenos, y que tengo muchos amigos de la concertación chilena, y que muchos de esos chilenos se educaron en Francia, en Alemania, en Europa, cuando Pinochet los perseguía y se vinieron a exiliar a estas tierras. Y la realidad es que me hablaban del milagro chileno y yo los miraba con cara de qué me estarán hablando estos tipos, porque claro en verdad el milagro chileno era que un continente con mucha inestabilidad económica y con muchas caídas de la economía, Chile crecía, Chile crecía. Lo que nadie reparaba era que Chile fue durante décadas el país más desigual de América Latina, y que hoy debe ser el segundo, o el tercero, país más desigual de América Latina. Pero cada vez que me hablaban del milagro chileno, ¿saben lo que yo decía? Miren, el milagro chileno es que los chilenos no reaccionen, que los chilenos no adviertan lo que les está pasando, pero hay un día donde se dan cuenta, porque Lincoln dijo algo que tuvo mucha razón, aquella frase que decía “se les puede mentira a algunos todo el tiempo, se les puede mentir a todos algún tiempo, lo que no se puede es mentirle a todos todo el tiempo porque un día te descubren”. Y un día se dieron cuenta los chilenos, se dieron cuenta. Y reaccionaron, reaccionaron como reaccionaron, obviamente hay que preservar la institucionalidad en Chile, yo he hablado con el presidente Piñera, nada de esto justifica el alzamiento contra la democracia pero sí es un llamado de alerta lo que pasó en Chile. Lo que pasó en Chile no es distinto a lo que pasó en Ecuador o lo que pasó en Colombia, no es distinto, no es distinto. Miren, el gran debate que América Latina hoy tiene es cómo encarar el futuro para darle mayor igualdad a sus sociedades, ese es el gran debate, ese es el gran desafío.

Dar igualdades quiere decir, antes que nada, rescatar de la pobreza a los que han caído en el pozo de la pobreza, porque ninguna sociedad puede sentirse digna sabiendo que parte de la sociedad padece la pobreza, y la pobreza es un problema en América Latina. Yo vengo de un país donde el 40 por ciento de los argentinos está por debajo de la línea de pobreza, y mi primera obsesión es sacar de la pobreza a los que cayeron en la pobreza y darle alimento a los que padecen hambre, porque además ustedes saben que los argentinos somos jactanciosos, ¿no? Por momentos insoportables yo lo admito, y tenemos muchos récords, tenemos por ejemplo la Avenida más larga del mundo, la Avenida más ancha del mundo, tenemos el río más ancho del mundo, me enteré hoy que tenemos la mejor lana del mundo, tenemos al mejor jugador del mundo que se llama Messi, tuvimos al mejor jugador del mundo que se llamó Maradona, tenemos un Papa, pero tenemos un 40 por ciento de pobres, nada de eso sirve para calmar la vergüenza y el dolor como sociedad de la pobreza, nada.

Yo llegué al Gobierno y esa fue mi principal preocupación, trabajemos para que dejen de pasar hambre los que hoy están pasando hambre, porque en realidad entre las cosas que decimos los argentinos es que somos capaces de producir alimentos para 400 millones de personas, y no podemos alimentar a 15. Algo no está bien en Argentina y algo está en Argentina tan mal como está en toda América Latina.

Argentina a su vez tiene otros problemas, que todo esto ocurre en el mismo momento que estamos asediados por una deuda cuantiosa, que ha sido tomada irresponsablemente en muy poco tiempo, y el problema no es que se tomó mucha deuda en muy poco tiempo, el problema que además se comprometieron a pagarla muy rápido, y esa es una ecuación imposible. Venimos de años de recesión económica, venimos de más de dos años consecutivos de caída del consumo, venimos de una balanza comercial deficitaria, porque durante todos estos años fue más lo que se importó, que lo que se exportó, pero nos obligamos a pagar rápidamente esa deuda. Y entonces tenemos que andar recorriendo el mundo, como hice ahora yo empezando por Europa, explicándoles a los líderes lo que objetivamente nos pasa, y que a veces en nombre de la libertad de los mercados, en nombre de la apertura económica, se condena a los pueblos a lo que están condenados hoy mi pueblo, la Argentina. Hay que entender porque el capitalismo lo que necesita esencialmente es de gente que se desarrolle y consuma, esencialmente, y si eso no existe el capitalismo se pone en crisis, y cuando el capitalismo deja de invertir para generar empleo, producir, dar trabajo, permitir el desarrollo social y a cambio de eso especula financieramente, el capitalismo fracasa, inexorablemente fracasa. Yo estoy seguro que los primeros liberas los primeros cultores del capitalismo y del liberalismo en su mejor idea, no habrán pensado en ninguna de estas cosas, y estoy seguro que cuando el liberalismo cambió la idea de invertir con riesgo para producir y la cambió por invertir en mercado para ganar rápidamente plata, empezó a invertir cuando los bonos no funcionaban en commodities y hacer subir el precio de los commodities para especular y ganar dinero. No se dio cuenta cómo estaban destruyendo al mundo, no se dieron cuenta, o se dieron cuenta y no nos dimos cuenta nosotros que ya estamos llegando un poco tarde, pero nunca es tarde, nunca es tarde, porque finalmente lo que hace falta es hablarnos con la verdad y ver qué empezamos a hacer para cambiar esta realidad.

Cuando le hablaba a cada líder, que les mencioné de acá de Europa, me miraban con cara de asombro, no entendía de qué les estaba hablando, y dos de ellos me dijeron, después de hacer silencio, “yo no entiendo, yo estuve en Buenos Aires en el G-20 hace menos de un año, y no fue lo que me dijeron las autoridades argentinas”. Miren, no hay ninguna forma de encarar la realidad que no sea asumiéndola, no hay ninguna forma de pedir ayuda que no sea diciendo la verdad, porque finalmente la mentira siempre aparece y todo sucumbe, y eso fue lo que nos pasó. Durante cuatro años hubo un Gobierno que en Argentina vendió una realidad que no existía y lo que todos los datos nos indicaban es que cada día estábamos peor, y un día descubrimos lo mal que estamos cuando ya era bastante tarde, pero nunca es tarde porque podemos cambiar y acá estamos.

¿Por qué empezamos nosotros nuestras giras para contactar al mundo por Europa? Porque somos hijos de Europa simplemente, no es poco, es mucho. Octavio Paz, un gran escritor mexicano, alguna vez dijo que Latinoamérica de latinoamericanos bajaban de los barcos, eso es bastante cierto para algunos países, no tanto para otros. Hay países donde el pueblo de sus comodidades autóctonas es muy fuerte y la presenciad e los pueblos originarios es muy fuerte, pero en una país como la Argentina es bastante cierto que los argentinos llegamos de los barcos, barcos que traían polacos, que traían franceses, que traían españoles, que traían italianos, que traían alemanes, que traían portugueses, y así construimos esto, que se llama la argentinidad. Hace muchos años doy clases en España, en Salamanca y en la Universidad Camilo José Cela, y tengo muchos alumnos europeos ahí, y siempre digo medio en broma, solo en broma mejor dicho, no medio en broma, sólo en broma, que ustedes saben que las dos mayores comunidades que tiene la Argentina es la comunidad española y la comunidad italiana, y yo siempre digo eso parece haber probado que la peor prueba genética, mezcla genética, es la de mercar italiano con españoles porque salen argentinos. (RISAS) Pero lo cierto es que con todo, bromas aparte, los argentinos tenemos una enorme capacidad de recuperarnos, enorme capacidad de recuperarnos. Por momentos me asombro, si ustedes miran nuestra historia reciente, yo en la campaña se lo recordaba a los argentinos, uno puede ver las veces que nos hemos caído y nos levantamos. Allá por los ’70 tuvimos el primer gran proceso hiperinflacionario, que destruyó a un Gobierno peronista, y facilitó la llegada de los dictadores allá en el ’76, y vivimos una enorme tragedia, la tragedia de un genocidio.

Días atrás en Jerusalén se lo trasmití a Netanyahu, cuando le decía “miren, ustedes nunca deben olvidar el Holocausto y nosotros nunca debemos olvidar no que nos pasó como país”. Nosotros tuvimos nuestros centros clandestinos de detención, tenemos nuestros desaparecidos, tenemos nuestros torturados, tenemos nuestros muertos, tenemos nuestros exiliados. Esos mismos genocidas nos llevaron a una guerra que perdimos, donde murieron soldados de 18 años en Las Malvinas, que es una tierra que todavía reclamamos. Y pese a toda esa tragedia un día recuperamos la democracia, y Raúl Alfonsín nos devolvió la institucionalidad, no era peronista, merecía serlo, no era peronista, era radical, un gran hombre, un gran hombre. (APLAUSOS) Y lo cierto es que con Alfonsín vivimos una primavera democrática que no terminó del todo bien, porque terminó también con un proceso hiperinflacionario enorme que lo obligó a dejar el Gobierno seis meses antes, y entonces llegó el peronismo en una de sus variantes, y en esta variante controló la inflación a través de la convertibilidad pero la convertibilidad paraba la inflación y terminaba con el empleo. Porque lo que fue un plan antinflacionario se convirtió en un plan económico, y cuando un plan económico prescinde de la moneda pierde una enorme herramienta para poder trabajar, y entonces se generó un enorme retraso cambiario, que determinó el cierre de muchas industrias y la pérdidas de muchos empleos, y el enojo de los argentinos. Y así un día los argentinos se enojaron, en el medio de toda esa crisis y votaron un proyecto que fue el proyecto de la Alianza, una suerte de coalición de sectores progresistas y radicales, que al cabo de los años nos dejó en el peor de los mundos. Y después vino el default, y cuando vino primero la salida de la convertibilidad y el default, los argentinos creíamos estar en el peor de los mundos. La pobreza había subido al 57 por ciento, la desocupación al 25 por ciento, le debíamos al mundo un PBI y medio.

Todos los organismos de créditos internacionales habían cerrado sus puertas para nosotros. Y allí llegamos con Néstor en el año 2003, yo era su Jefe de Gabinete, y empezamos otra vez, no nosotros, la Argentina, y otra vez nos pusimos de pie, y creamos cuatro millones y medio de empleos, salimos del default, le pagamos toda la deuda a los organismos a los que les debíamos dinero, la Argentina empezó a crecer a un ritmo del 8 por ciento anual, tuvimos durante los cincos años que gobernamos superávit fiscal y comercial, nos fue muy bien.

Y después vino Cristina, y Cristina empezó en un momento más difícil, porque a Cristina le tocó gobernar con las hipotecas subprime en crisis, con la crisis del Lehman Brothers. Le comentaba a Merkel la otra noche, la crisis del Lehman Brother en Europea golpeó mucho, pero no saben lo que golpeó en el sur, golpeó mucho más, porque ahí, como diría Benedetti, es donde se termina el mundo, y cuesta mucho sobrevivir allí. Sin embargo nos volvimos a recuperar, con muchas dificultades, convivimos con la inflación, con la evasión de divisas, y dejamos a Macri un país con tres problemas, los tres problemas Macri los profundizó, y no saben cuántos otros problemas nos trajo. Pero nos volvimos a levantar y nos vamos a volverá levantar.

No me pregunten cómo hacemos, porque la verdad no lo entiendo, pero lo hacemos. Acá el amigo mexicano me contaba que trabajó algunos años con Marco Aurelio García, Marco Aurelio era un gran pensador de la izquierda latinoamericana, que era el asesor de Lula en cuestiones internacionales. Cuando era estábamos en el Gobierno con Néstor se generó un problema que fue que Evo Morales había nacionalizado el petróleo y el gas, y esto había enojado mucho a los brasileros, porque lo que habían nacionalizado era Petrobras, que era de los brasileros. Y entonces tuvimos que hacer una reunión urgente del MERCOSUR, para ver cómo hacíamos para sobrellevar el tema, y empezó muy mal la reunión, con un Lula muy demandante y un Evo muy firme en su posición. Y entonces Néstor dijo “yo propongo hacer un cuarto intermedio antes que el MERCOSUR termine hoy, entonces hagamos un cuarto intermedio, calmemos los ánimos, veamos cómo seguimos”, y así lo hicimos, pasamos a un cuarto intermedio y Néstor me dijo “andá a verlo a Evo y decile algo que ayude un poco”. Entonces me fui a verlo a Evo, me fui caminando hasta un lugar del salón donde estaba Evo solito, y le digo “Presidente, cómo le va”, “hola Alberto”, me dice, “antes que nada quiero hacerte una pregunta: ¿Cómo es que hicieron ustedes para salir de la deuda externa”. Entonces le dije es un tema largo Presidente, porque era de lo último que quería hablarle a Evo, ustedes se darán cuenta, pero Evo era más vivo que yo, se la vio venir y me preguntó algo que no tenía nada que ver con el problema que estábamos teniendo, entonces le digo “es un tema largo Presidente”, “pero es que a mí me interesa mucho” me dice Evo.

En eso llega Marco Aurelio García, que se ve que Lula le había mandado lo mismo que me había mandado a hacer a mí Néstor, y entonces nos abraza Marco Aurelio, que siempre es tan afectuoso, y dice “¿cómo van mis amigos?”, y entones yo le digo yo estoy acá, me está pidiendo el presidente Evo que le explique cómo salimos de deuda externa. Y entonces lo mira así con cara seria y le dice: “no Evo, eso se pregunta, nunca sigas el ejemplo de Argentina”. Y cuando me dijo eso la verdad no me cayó bien, (risas), que ahí tenía muchas ganas de contar lo que habíamos hecho con la deuda externa, y entonces le dice “no, no, Evo, nunca sigas el ejemplo de Argentina, Argentina es un país muy raro, es muy raro”. “Mirá, te voy a conta3, Evo estaba en silencio, yo muy amigo de Marco Aurelio, pero me estaba empezando a molestar lo que estaba haciendo, y entonces dice “mirá Evo, la realidad es que los argentinos son personas muy raras, son unos tipos, hombres, mujeres, personas, son personas que están al pie de la montaña, y un día se les ocurre subir a la montaña, y suben y trepan, y suben y trepan, cuando llegan a lo más alto, ¿sabés lo que hacen?, se paran en la cornisa del precipicio y saltan, saltan; entonces vos los vez caer, todos los vemos caer y decimos estos tipos se murieron, y entonces todos pensamos que no tienen solución, pero no me preguntes cómo hacen, porque la realidad es que al ratito los ves levantarse, sacarse el polvo, acomodarse la ropa, ¿y sabés lo que hacen?, vuelven a subir la montaña, trepar la montaña, llegan a lo más alto, se paran en el precipicio y vuelven a saltar”. “La verdad es que eso no sé por qué ocurre, pero siempre se salvan, vos no lo intentes, porque en la primer caída se mueren los bolivianos”. La anécdota siempre la cuento, porque tenía bastante razón, la verdad los argentinos mil veces vivimos esa experiencia, y yo cuando le hablaba en la campaña a los electores les decía espero que esta sea la última vez que saltamos y que no volvamos a saltar más, porque lo que es cierto es que en cada salto hay millones de argentinos que sufren, no sé si se mueren, pero sufren, y la verdad que no es un milagro, tenemos un pueblo hermoso, es eso, por eso nos levantamos, porque tenemos un pueblo único, y nuestro pueblo es único porque conoció lo que ningún otro pueblo de América Latina conoció, que son derechos, derechos, nuestros trabadores tienen derechos, nuestros maestros tienen derechos, nuestros hijos tienen derechos de ser educados en la educación pública, nuestros enfermos tienen derecho a ser atendidos en los hospitales. Fuimos una sociedad única en América Latina porque crecimos dando derechos, y ahora resulta que me dicen que para arreglar lo que tenemos hacer es quitárselos, es para que lo pensemos, algo no está bien. nos hicimos fuertes con la educación pública, nos hicimos fuertes dándoles derechos a los que trabajan, nos hicimos fuertes dando salud a los viejos, ¿y ahora tenemos que quitar todo eso? Algo no anda bien, yo estoy seguro que una sociedad que le quita derechos a su gente, un gobierno que le quita derechos a su gente es un gobierno que retrocede a esa sociedad, la hace retroceder a esa sociedad. Por lo tanto el secreto es ver cómo seguimos garantizando derechos a nuestra gente, para que nuestra gente encuentra posibilidades de desarrollo, hacerlo con racionalidad, con sensatez, no se trata de imprimir y gastar plata, se trata de hacerlo bien, de corregir los sistemas impositivos para que los que más tienen pongan más dinero a favor de los que menos tienen. Y nunca olvidar aquello de lo que hablaba Alfonsín, Alfonsín hablaba siempre, yo trabajé con él, guardo un cariño entrañable por él, decía siempre “tenemos que tener la ética de la solidaridad, la política tiene que siempre tener la ética de la solidaridad, no se trata de permitir el cuentapropismo o permitir la meritocracia, porque no es verdad que la meritocracia existe. Para algunos es más fácil avanzar que para otros, no partimos todos del mismo lado. Y allí es donde está la ética de la solidaridad de la política que nunca debemos olvidar, y eso es lo que más necesita la América Latina del presente, volver a desarrollar una política solidaria que saque a los sectores más postergados de la postergación, y distribuya los ingresos con criterios de mayor igualdad. No es difícil, es cuestión de decidirnos. Piénsenlo.

Muchas gracias. (APLAUSOS)