PALABRAS DEL PRESIDENTE NÉSTOR KIRCHNER EN EL ACTO DE FIRMA DEL CONTRATO DE LA CONSTRUCCIÓN DE LA AUTOVÍA CAÑUELAS-SAN MIGUEL DEL MONTE

PALABRAS DEL PRESIDENTE NÉSTOR KIRCHNER EN EL ACTO DE FIRMA DEL CONTRATO DE LA CONSTRUCCIÓN DE LA AUTOVÍA CAÑUELAS-SAN MIGUEL DEL MONTE

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Señor Gobernador de la provincia de Buenos Aires, querido amigo Felipe; señores ministros del Poder Ejecutivo Nacional; amigos intendentes de todas las fuerzas políticas –importante- y de todos los pensamientos; autoridades nacionales y provinciales; señores empresarios; señoras y señores: mirando aquí a la señora hija de Laura, basta recordar lo que fue aquel 5 de septiembre de 2005. En aquella fecha todos lloramos un poco, pero ante tanta mezquindad, ante tan bajo nivel que muchas veces uno tiene que ver y soportar, ver luchar y pelear a la señora Intendente de San Miguel del Monte hasta los últimos momentos de su vida por su pueblo, es un verdadero ejemplo que debería ser nacional.
Ella no peleaba por la gente de un partido, de otro partido o de aquel otro partido, lo hacía por su vecindario. Yo fui intendente, sé lo que se siente y cómo se lucha por conseguir cada cosa. Por eso escuché atentamente las palabras de quien la sustituye en el cargo.
Laura sabe que estamos cumpliendo, desde el cielo nos está mirando y sabe que estamos cumpliendo, sabe que aquellos que decían en ese momento en la campaña electoral que eran anuncios, anuncios y nada más que anuncios, la realidad marca que los anuncios se están convirtiendo en plena realidad y esta obra se pone en marcha.
Claro, ahora nadie ni siquiera va a poner dos líneas diciendo que se está cumpliendo lo que dijimos. Porque es así, la enfermedad no solamente llega a la política sino que llega a todos los sectores.
Es una obra de 54 millones de pesos, se va a iniciar con todas las fuerzas y, obviamente, hay que hacer este segundo tramo, como decía el señor Intendente, pero se va a seguir avanzando y siempre tenemos que tener mayores metas en el trabajo que realizamos y llevamos adelante.
Voy a aprovechar la oportunidad también para decir algunas cosas, si me permiten.
La verdad es que leí con asombro algunas afirmaciones de la Iglesia argentina, que se parecen más a las de un partido político, atado a lo temporal, que a la tarea terrenal que tendría que llevar adelante.
Realmente, cuesta creer que se haga algún tipo de afirmaciones en el sentido de decir que desde que estamos en el Gobierno creció escandalosamente la desigualdad. Basta analizar que en la distribución del ingreso hemos mejorado poco pero que aún hemos mejorado, pero bajamos a la mitad la indigencia, es decir, del 27 por ciento al 12,6 por ciento –sería bueno que alguien de ellos lo anote-; que bajó la pobreza del 57 por ciento al 38 por ciento y que bajó el desempleo del 24 por ciento al 10,3 por ciento, que fue en el mes de septiembre, y que el promedio va a ser del 11 por ciento y que hay casi 5 millones de argentinos que consiguieron trabajo. Humildemente les digo a los pastores que están equivocados, están absolutamente equivocados en lo que dijeron.
Yo vengo diciendo que la Argentina está en el infierno y que espero que el 10 de diciembre de 2007, cuando termine mi mandato, le pueda decir al pueblo argentino, a todos los que me están mirando, que hemos salido del infierno.
Pero, después de la Argentina en llamas como me tocó asumir, allá por el 25 de mayo del año 2003, y las cosas que entre todos los argentinos hemos logrado, creo que decir que desde 2003 a 2005 creció escandalosamente la exclusión social y la desigualdad en la Argentina, es no atenerse a la realidad. Y como no vengo a quedar bien con nadie ni tengo temores ni hago hipocresía política ni me muevo en la clandestinidad política ni hago lo que algunos me decían “mejor no les contestes porque la verdad que la sociedad mucha ‘bolilla’ no les dio”, se los digo porque realmente están equivocados, cada uno tiene una verdad relativa, pero se han equivocado duramente.
También con el tema de los derechos humanos. Citan un documento del Episcopado del año 1981 y si ustedes siguen la línea histórica de ese documento, en el año 1983 hubo expresiones públicas del dictador Bignone –que lamentablemente fuera presidente de los argentinos- que cuando sacaron la Ley de Autoanmistía, la basaban precisamente en el “perdonémonos mutuamente”. Creo que hacen una comparación otra vez absolutamente sesgada los señores obispos. Porque cuando yo hablo de justicia, cuando hablo de que no haya impunidad, cuando hablo de que quienes fueron responsables del terrorismo de Estado tengan el castigo que se merecen para que la sociedad pueda construirse sobre bases sólidas, honestamente lo hago desde una sincera visión de la reconstrucción de la Argentina. Eso no significa bajo ningún aspecto que yo avale cualquier acto de terrorismo de otro tipo. Eso es el sesgado: queremos justicia, queremos no impunidad, queremos la verdad sobre qué pasó con miles y miles de chicos que por el solo hecho de militar en alguna organización política, en su gran mayoría sufrió la desaparición y el dolor de sus familias.
Los argentinos queremos justicia y verdad, y yo como integrante de esta Iglesia, que es la Iglesia Católica, siempre esperé que contribuyeran a la justicia y a la verdad. Y en aquellos momentos no estaban, lo dicen las Madres, lo dicen las Abuelas. No todos, porque hubo obispos, como De Nevares, como Angelelli, como Hesayne, como otros tantos, porque hubo muchos, que fueron verdaderamente dignos y que nosotros los reconocemos permanentemente, pero otros nos estaban y había otros que confesaban a torturadores.
Entonces, terminemos de hablar de temas sesgados, queremos justicia y verdad, que en todos los temas haya justicia y verdad, no queremos impunidad para algún tema que haya significado violación de cualquier derecho humano de cualquier argentino por el solo hecho de pensar diferente. Y esto es fundamental para la reconstrucción de la sociedad.
Terminemos con este tema de querer creer que se puede tapar el pasado con reconciliaciones que no estén basadas en la justicia y en la verdad. La reconstrucción de la sociedad lo necesita, señores obispos. No volvamos a creer en eso, porque a 20 años seguimos estando igual, porque se creyó en eso de que “total el tiempo lo cura todo” y todavía hoy están apareciendo, como pasó en Córdoba o en el cementerio de San Vicente, identificaciones de gente que fueron desaparecidos en aquel momento.
Por eso, como nosotros dijimos en la Cumbre, condenamos el terrorismo de cualquier especie que pueda haber; creemos en la libertad de las ideas, del pensamiento y que cualquier persona pueda pensar lo que desee sin temor a que por eso sea desaparecido o que le pueda suceder cualquier cosa o que reciba cualquier tipo de atentado o acción contra su vida.
Creo que acá también se han equivocado. Se los digo con todo respeto, pero la verdad es que me parece que no es así y los argentinos sabemos que no es así. Todos los que me están mirando acá y por televisión también saben que no es así. Yo no vine a quedarme acá de por vida, no me voy a abrazar a documentos con los que no estoy de acuerdo para que digan “miren qué hábil político que es, se calló, dejó pasar el tiempo y todo lo demás”.
No, hay temas que los discutiremos siempre si son fundamentales para encontrar la verdad. La verdad es relativa, obviamente que nadie tiene la verdad absoluta. Pero quiero saber qué piensan esos padres y esas abuelas cuando escuchan a su Iglesia, que seguramente es la Iglesia de muchos de ellos, reiterar este tipo de temas. Creo que han se sentir un profundo dolor. Como Presidente, realmente lamento que los hagan sufrir tanto. (Aplausos)
Dicen que esta exclusión alarmante puede generar algún tipo de violencia social. Creo que los argentinos que sufrimos la violencia, sabemos que esa violencia es el peor de los caminos y creo que cualquier argentino de bien que analice lo que nos pasó en los últimos 50 años, fundamentalmente a partir de 1955, sabe de la violencia ejercida contra cualquiera por el solo hecho de pensar diferente o soportar por allí injusticias. Ojalá construyamos cuanto antes una sociedad más justa, pero por el solo hecho de pensar diferente o por ahí soportar determinadas injusticias, no habilita a que justifiquemos ese camino a la violencia social.
Creo que lo que deben hacer mis pastores es construir la paz, el amor y ayudar con todas sus fuerzas y humildad a construir la inclusión social para devolvérsela a esos casi 5 millones de argentinos que en los últimos 3 años y medio consiguieron trabajo en la Argentina. Así se va devolviendo la esperanza y la vida, caminando barrio a barrio como lo hemos hecho durante toda nuestra gestión, no solamente para la etapa de las elecciones, hablando permanentemente con la gente y con la sociedad. Creo que deben haber querido decir otra cosa, pero me parece que también allí se han equivocado.
Después, en cuanto a otros temas y diferencias institucionales que puedan existir, les diría que una sociedad debe avanzar sobre todos los temas y todos los puntos. Debe discutirse sin ningún tipo de inconvenientes ni inhibiciones todo lo que hace a la formación del ser humano y también hacer la crítica y la visión de la sociedad, es mirarse para adentro. Y le pediría a los pastores que se miren para adentro por los muchos ejemplos que han dado en los últimos años importantes dignatarios de nuestra Iglesia a la sociedad argentina. Hay que mirarse para adentro también. Esto también es muy importante.
Claro, algunos dirán que lo que digo es muy osado, pero lo digo porque no quiero vivir más en la hipocresía, no llegué para vivir en la hipocresía, no quiero estar en la hipocresía, creo que los argentinos que me miran en sus casas saben que la ostentación o una conducta que no corresponde o todo lo demás, abarca todos los sectores y que todas las instituciones tienen que ir corrigiendo y mejorándose y también nuestra Iglesia. Esto que quede absolutamente claro.
Calculo que no me van a excomulgar por esto, les estoy diciendo lo que pienso. (Aplausos)
En las últimas horas también –si me permiten dos minutos más y si no los canso-, llegaron a decir que me había ido a El Calafate a armar un gabinete, que el diputado Balestrini había ido a hablar conmigo y que yo le había dicho que iba a ser presidente de la Cámara de Diputados, como si no lo fueran a elegir los diputados y no yo.
Lamentablemente Balestrini no estuvo allá, es un buen amigo y nos hubiéramos comido un corderito. Pero bueno, dicen tantas cosas. Esas son cosas de algunos que tienen que escribir todos los días y, a veces, por tener que escribir todos los días, escriben cosas que no son ciertas. Eso yo lo acepto con caridad cristiana. ¡Tantas cosas dicen que no son ciertas!
Pero sí voy a hablar del caso de un médico al que respeto mucho, que conozco de chico y que conozco a su familia desde chico: el doctor Borocotó. “No hables de ese tema”, me decían todos. Y no, yo voy a hablar, porque he visto tanta hipocresía en estas horas que voy a tratar de desentrañar el tema para ver si logro explicarlo.
Al doctor Borocotó, que es primo hermano del doctor Jorge Lorenzo, que falleció, que era candidato a gobernador por el radicalismo, médico de mi mamá y un gran acompañante en mi gobernación allá en Santa Cruz –siempre le voy a estar agradecido al doctor Lorenzo-, lo conocí cuando fue con el “Equipo de las Estrellas” a Santa Cruz. ¿Se acuerdan ustedes de “las estrellas”, el otro Cholo Simeone y todos los que iban con ellos en aquellas épocas? Para nosotros, que llegue allá el “Equipo de las Estrellas” era una cosa excepcional y el doctor Lorenzo me lo presentó. A partir de allí, a pesar de que pensamos diferente en muchas cosas con el doctor Borocotó, puedo decir que he conocido una persona absolutamente digna. Ni hablar de su padre y de él.
Dicen: “El doctor Borocotó fue comprado para buscar la impunidad en el caso de Cromañón”. Llegaron a decir este tipo de cosas. Esto, para mí, lo dice algún dirigente que anda por allí en la política argentina y que está acostumbrado a comprar y a vender todo. El cree que todo se compra y se vende. (Aplausos)
Cada uno tiene que saber cómo conforma, qué unidad de acción, qué unidad de concepción tiene el armado de las listas que lleva adelante.
Fundamentalmente, me vino a visitar y se los voy a contar a todos los argentinos, a los que me miran por televisión y demás. El doctor Borocotó me dijo: “Yo te quiero ayudar –me conoce de chico, así me hablaba y todavía me trajo unas fotos que recordaban aquel tiempo donde esta el “Pinino” Más y otros, alguno de Racing también había, el Pato no- realmente de corazón, quiero ayudar al Gobierno en todo lo que esté de acuerdo” Y yo le agradecí profundamente, pero jamás me dijo que iba a venir a estar con nosotros y a militar con nosotros. “Quiero ayudar porque quiero ayudar a la Argentina”, me dijo.
Resulta que de este hombre digno, que me visitó a cara del Sol, con las cámaras de televisión y de fotos, escucho que dicen “no era la oportunidad para que lo visite”. ¿Hay que seguir moviéndose clandestinamente en la política argentina? Yo hago todas las cosas de cara a la sociedad, con todos me reúno públicamente en mi despacho, no me reúno en los sótanos de algunos lados para hacer acuerdos políticos a espaldas del pueblo. Viene la gente a verme, la atiendo allí, las recibo y así recibí también al doctor Borocotó y, honestamente, siendo una persona dignísima, ni siquiera hablamos del tema Cromañón ni mucho menos.
Imagínense ustedes que quienes decían esto del doctor Borocotó son los que han conformado más de 200 bloques en la Legislatura. Algunos estarán representando al partido por el cual entraron y para el cual lo votaron, ni hablar. O algunos dirigentes que están al lado de este dirigente que cree que todo se compra y todo se vende han pasado por todas las fuerzas políticas nos vienen a hablar de autoridad moral, a un hombre que la tiene absolutamente. Cualquier persona que pudo haber conocido al doctor Borocotó se da cuenta que es un hombre honesto y decente. Y lo digo porque me ha parecido una cobardía y una bajeza lo que han hecho con él. Si no diría esto, me sentiría muy mal como ser humano. Les aclaro que pensamos “fifty y fifty”, en muchas cosas pensamos diferente, por ejemplo, cuando hablamos del tema seguridad tenemos diferencias importantes con el doctor Borocotó. Pero tenemos un acuerdo fundamental que es llevar a la Argentina adelante. Y si así pensara todo diferente, si viene el doctor Borocotó a verme y saludarme o si lo hiciera cualquier persona digna de esta Argentina, ese despacho siempre va a estar abierto, lo voy a atender y lo voy a recibir.
Ahora, si recibir y atender a cada persona significa que se está haciendo un acuerdo espurio, me parece que estaríamos desvirtuando bastante la verdad.
Lo quiero decir porque es muy fácil decir las cosas que se dijeron. Además, fíjense lo que dijeron algunos periodistas: “No era la oportunidad”. Es decir, que esos periodistas me estaban aconsejando “deja pasar esto, no lo recibas hasta después de que asuma o de que vote y después traételo, total no importa, pero ésta no es la oportunidad”.
No, yo soy una persona digna, yo me reúno hoy, mañana y pasado. ¿Para qué voy a estar esperando la oportunidad, para hacer un acuerdo lucrativo, mercenario? No, eso no soy yo, que me disculpen. Pero si alguien me viene a ver, las puertas de mi despacho están abiertas, soy una persona digna como el doctor y creo que han cometido una absoluta y total injusticia. Porque los mismos que lo salieron a acusar o que lo están acusando, mírenlos, ya han pasado por cuatro o cinco partidos diferentes, han estado en todos los lugares que puedan estar. Si ustedes les analizan el discurso de los últimos diez años, se pueden encontrar con cualquier discurso y con cualquier asociación política. Todos sabemos qué ha pasado y sucedido en la Argentina.
Aparte, creo que tampoco estoy en contra de que hoy alguien pueda cambiar o mutar de posición. Creo que si alguien tiene que construir una cosa nueva o distinta, que lo haga, eso es la democracia. Basta de verticalismos cerrados o de pensamientos cerrados.
¿Saben qué creen algunos respecto de qué es lo que le pasa a este dirigente? Que hay un patrón y que los otros son empleados. Y yo creo que hay gente que piensa en hacer una Argentina diferente. Esto que haya patrón sobre las ideas, es lo peor que le puede pasar a los argentinos si queremos hacer democracias en serio, fuertes y decididas. (Aplausos)
También le quiero agradecer al pueblo argentino que hace muy pocos días nos ratificó por casi más de 30 ó 35 puntos de diferencia, al pueblo de la Capital Federal y al pueblo de toda la Argentina.
Sé de aquellos que por los magros resultados electorales que han tenido están buscando desvirtuar de cualquier forma ese 23 de octubre. Pero yo soy un pingüino, un sureño muy convencido de las cosas que hago y este aval que me dio el pueblo argentino lo entendí como “profundizá el cambio, profundizá la mejora, reconstruyamos el país, reconstruyamos la Nación, reconstruyamos los valores éticos, reconstruyamos los valores morales, abramos las compuertas, construyamos una democracia plural, demos igualdad de posibilidades”.
Voy a seguir por más que ciertos sectores estén intentando castrar de cualquier manera esta situación. Yo estoy muy agradecido de este 23 de octubre.
La verdad es que cuando leía el resultado de las elecciones se me caían las lágrimas, porque levantarse todas las mañanas y trabajar con aciertos y con errores –porque cometemos errores todos los días- y después lograr el aval que recibimos del pueblo argentino, les puedo asegurar que me emocionó y que lloré por ese sentimiento de que la gente nos entendió y nos acompañó.
Voy a seguir caminando, querido Felipe, por la provincia de Buenos Aires, que tanto amor nos dio, y por todas las que nos acompañaron fuertemente, por aquéllas que nos acompañaron con el voto y por aquéllas que les dieron más votos a otras fuerzas como es natural en cualquier democracia. Pero con muchas ganas, con mucha fuerza.
Voy a seguir así, sin las manos atadas, con las manos libres, no habrá poder ni acción que me lleve fuera de este camino y creo que el derecho a la verdad también lo tienen que aplicar algunos sectores –es jodido-, pero muchos sectores del periodismo tienen que mirarse para adentro. Muchos se tienen que mirar para adentro porque la reconstrucción de la Argentina nos necesita a todos y la verdad vale más que vender un diario más o buscar un “cachito” más de audiencia. Se los digo con todo afecto y con todo cariño, que es muy importante.
Quiero agradecerles a los señores intendentes presentes el acompañamiento permanente, a los nuevos legisladores también, a los señores empresarios, a toda la gente que está presente de San Miguel del Monte, y decirles que vamos a seguir trabajando, que vamos a cumplir el mandato de la señora Intendente con todas nuestras fuerzas. Nunca nos vamos a poder olvidar cómo ella, prácticamente sin fuerzas, vino acá a cumplir con su pueblo. ¡Qué ejemplo de dignidad! Nos dio un ejemplo ético y moral que nosotros lo vamos a llevar adelante con todas nuestras fuerzas.
Ese ejemplo también está en la pluralidad. Yo quiero trabajar con todos los argentinos, no solamente con los que piensan como yo o como puedo pensar yo, sino, fundamentalmente, también con los que no piensan como uno pero que quieren hacer una Argentina distinta.
Dios quiera que podamos construir espacios plurales de la política, que sin estar de acuerdo en todo, estemos de acuerdo en lo sustancial para construir la Argentina que nuestros chicos merecen.
¿Saben cuánto creció la Argentina en los primeros tres trimestres? El 9 por ciento. Falta un trimestre, pero en los primeros tres trimestres creció el 9 por ciento. Ese es el esfuerzo de todos los argentinos. Esto es lo que tenemos que cuidar con mucha fuerza: que la Argentina crezca, que podamos disminuir la pobreza, que podamos construir un país más justo y equitativo, que sepamos que no se puede hacer de un día para otro, que podamos consolidar nuestro empresariado, que les vaya bien a los empresarios argentinos, quiero que los empresarios argentinos ganen dinero y que les vaya bien porque van a generar más trabajo, van a pagar mejores sueldos, van a mover la economía, vamos a consolidar un país estructuralmente mucho más justo. Esa es la Argentina que pretendemos, devolvernos la sonrisa a nosotros mismos.
Para terminar, yo que he sido militante desde muy joven, he aprendido que no hay nada mejor que la militancia por la vida y es a lo que llamo permanentemente, porque militar por la vida es militar por la justicia, militar por la equidad, militar por la inclusión social, militar respetando al que no piensa igual y debemos darnos cuenta que la construcción de la Argentina que todos nosotros soñamos, es realmente un esfuerzo conjunto y de todos. Y lo vamos a hacer.
Como levantamos nuestra voz en Mar del Plata, lo haremos en cada lugar al que nos toque ir, no estamos en contra de ningún acuerdo, pero queremos acuerdos equilibrados; no nos asustan los acuerdos de marco internacional en el esquema económico, bajo ningún aspecto, pero –reitero- queremos acuerdos equilibrados que cuiden el trabajo argentino, la industria argentina, al empresariado argentino, en síntesis, a todos los argentinos. Ese es nuestro deber y mi deber como Presidente.
Lo que estamos discutiendo son intereses y es lo que tienen que entender algunos formadores de opinión pública, porque debajo de cada empresario argentino, debajo de cada inversión argentina, debajo de cada trabajo argentino hay argentinos y argentinas de carne y hueso que están más allá de cierto tipo de especulaciones. Puede ser que a mí no me toque quedar como simpático, pero fundamentalmente a mí me interesa que todos los días el pueblo argentino esté un poquito mejor. Y si los acuerdos internacionales que hacemos sirven para que nuestros empresarios, trabajadores y la Argentina crezcan, bienvenidos.
Por eso tengo que ir a luchar, no estoy para hacer relaciones públicas, estoy para defender los intereses de la Patria, de la Nación. Y ¿cuáles son los intereses de la Patria? Los intereses de los trabajadores, de la clase media, del empresariado argentino, de todos los sectores de la sociedad argentina. Ese es mi rol y el que debo llevar adelante.
Les agradezco profundamente, discúlpenme que me haya extendido, pero creo que Laura merecía que hoy estemos firmando una obra por la que ella peleó y luchó -como tantas otras que tenemos que llevar adelante- y que hoy estemos hablando de estas cosas, es el día que estamos cumpliendo con ella y con el pueblo de San Miguel del Monte.
Para terminar, si me permiten una digresión: Pato, salvemos a Racing.
Muchas gracias.