PALABRAS DEL PRESIDENTE NÉSTOR KIRCHNER EN LA CIUDAD DE LINCOLN

PALABRAS DEL PRESIDENTE NÉSTOR KIRCHNER EN LA CIUDAD DE LINCOLN

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Señor gobernador de la provincia de Buenos Aires; señor Intendente Municipal de Lincoln; señores ministros del Poder Ejecutivo Nacional; señor embajador de Estados Unidos; autoridades nacionales, provinciales, municipales; señores intendentes; señores legisladores; señoras y señores: en primer lugar quiero agradecer al señor Gobernador, al señor Intendente y a todos los habitantes de esta querida y hermosa ciudad de Lincoln, haber tenido la deferencia de invitarme a participar con ustedes del acto de conmemoración de los 140 años de esta querida localidad de Lincoln que hoy tengo la suerte de poder abrazar y compartir junto a ustedes. (Aplausos)

En segundo lugar, les quiero comentar que me encontré con madres, hermanos e hijos de amigos y compañeros desaparecidos por la infausta dictadura que asoló a los argentinos. Fueron momentos de muchísima emoción, fueron las primeras lágrimas que derramé aquí en Lincoln; abrazo a los familiares y a aquellos chicos que no están, que, como quien les habla, creyeron hace más de 30 años que era posible hacer una Argentina mejor, que era posible dar todo por un país distinto. Yo les hago un fuerte reconocimiento, los abrazo fuertemente y sé que tienen el reconocimiento de todo este hermano pueblo de Lincoln y de todos los argentinos a esa generación que fue arrancada, fruto de la intolerancia de aquellos que no entienden lo que es la convivencia democrática. (Aplausos)

También les quiero decir que trato de caminar y andar permanentemente por todos lados, por toda la Argentina y sé lo que hemos sufrido los argentinos y argentinas durante mucho tiempo, que se profundizó en la última década y a principios de esta década, de este milenio. Sé como nos hicieron bajar los brazos, sé como paulatinamente nos fueron haciendo perder el respeto a nosotros mismos haciéndonos creer que los argentinos no podíamos o que no éramos capaces. Nos querían hacer creer que éramos los peores del mundo. Y puede ser que hayamos tenido de los peores dirigentes del mundo, pero este pueblo que se está levantando sobre sus cenizas tiene los mejores seres humanos y los mejores recursos del mundo entero, porque ha demostrado una fuerza y una capacidad para potenciarse en los momentos más agudos y más difíciles de la crisis.

Hay que recuperar la autoestima. Claro que podemos, claro que los argentinos podemos ser dignos, pero para ser dignos hay que tener coraje. Coraje y dignidad son los caminos que nos van a llevar a reconstrucción de nuestro querido país. Hay que mirar alto, pero también tenemos que darnos cuenta que la transformación, la renovación se debe profundizar en el país. Tenemos que dejar de ser tildados por tal o por cual, para pasar a recuperar la calidad de ciudadanos argentinos libres, capaces de pensar libremente cada uno de nosotros para reconstruir esa patria distinta.

Es una tarea ardua y difícil, pero ustedes ven, cuando yo discutía y peleaba por los intereses del país me decían que lo que tenía que hacer era pelear menos y ceder más para que la Argentina pudiera arreglar su problema. Para algunos es muy fácil pelear menos y ceder más, porque ellos no son los que sufren el hambre, la angustia ni la exclusión social, ni el desempleo ni la indigencia ni la pobreza. Ellos ceden todo, qué les importa el resto de los argentinos. (Aplausos)

Yo les puedo asegurar de corazón que no vine a dejar mis convicciones en la puerta de la Casa Rosada, que venido a dar lo mejor que tengo, con mis aciertos y errores, para cambiar profundamente el rumbo de nuestro país. Nos paramos y me paré firme en la negociación de la deuda privada externa y cuando muchos auguraban que venía la noche y el desastre, pudimos dar el paso adelante y ahorrar más de 67.000 millones de dólares por primera vez en la historia argentina, donde no ponemos más si no logramos recuperar del esfuerzo, del sudor, del trabajo, del sacrificio de todos los argentinos. (Aplausos)

También pasaba y pasa lo mismo con las demandas internacionales que le han hecho en el CIADI a la Argentina. Hace pocas horas nuevamente logramos que quienes habían demandado a la Argentina, algunas empresas españolas, paulatinamente algunas de ellas vayan retirando sus demandas. Vamos avanzando a números muy importantes que dejan de demandar a la Argentina, porque nos mantenemos firmes, para renegociar los contratos de empresas de servicios públicos privatizadas tienen que tener en cuenta gestos con el país y un gesto con el país es retirar las demandas en los tribunales internacionales. Si quieren trabajar en el país, que vengan con el gesto generoso, solidario, porque nosotros le abrimos los brazos para producir riquezas con nosotros pero no a demandarnos. Esta es la tarea central, esencial que se debe llevar adelante. (Aplausos)

Claro que la Argentina se va recuperando; se va recuperando con fuerza. Hemos crecido en lo que va del segundo trimestre del año el 1,5 en el Producto Industrial más que en el primer trimestre; 6,4 de año a año; 7,2 en todo el año; sigue creciendo nuestra economía, nuestro Producto Bruto Interno, el avance sobre la indigencia, la pobreza y el desempleo. Vemos con fuerza y con ganas como de una punta a la otra de la patria nos vamos recuperando. Pero esta tarea de recuperación debe ser consolidada con la buena administración, con el trabajo permanente. Por eso trabajamos para consolidar el superávit fiscal primario; queremos una Argentina que se desendeude, queremos una Argentina que no tenga que inclinarse nunca más, queremos una Argentina que recupere su soberanía y la forma de recuperar su soberanía es desendeudarse, que es la forma que nos permite aplicar las políticas que este país necesita. Es una gran tarea que tenemos por delante.

A mí me tocó asumir con muy pocos votos por la situación, la crisis y la división que vivía el país. Les puedo contar a ustedes, hermanos y hermanas de Lincoln, lo que es entrar a un despacho, abrir la puerta y prácticamente tener solamente al lado a la mujer de uno, a Cristina y a mis hijos, y preguntarles a ellos ¿y ahora cómo?, ¿cómo marchamos para recuperar la Argentina, la fe, la fuerza, las ganas, la decisión de tener un país distinto? Veía a miles de argentinos que reclamaban en todas las calles de la patria, ya no por cuestiones como las que pueden existir a veces hoy que son de características determinadas o de acciones interesadas, sino un pueblo que estaba buscando su destino y su rumbo, un pueblo que se sentía abandonado por su dirigencia, un pueblo al que le querían hacen bajar los brazos y consolidar la resignación.

Y allí, con esa fuerza que da el amor por la patria, con esa solidaridad que da la familia acompañando, y con esos millones de rostros de argentinos y de corazones palpitando que esperaban decididamente que nos animáramos a dar los pasos adelante que hubiera que dar, independientemente de los intereses que tocáramos, desde el primer momento dije que no quería vivir en una patria con impunidad y sin memoria, que era fundamental recuperar la justicia y el respeto por los derechos humanos y que aquellos que los habían violado tenían que ser debidamente juzgados y condenados como corresponde en una patria que merece y que quiere tener memoria. (Aplausos)

Muchos de mi propio partido decían que no había que mirar para atrás, y yo no miro para atrás, cuando uno busca justicia, cuando uno va tras aquel que ha violado todos los derechos humanos o cuando va sobre el corrupto para que la justicia llegue, está mirando para adelante, porque cuando se castiga lo que se hizo mal atrás indudablemente nos preparamos para tener un mejor adelante, un mejor futuro, porque la gente recupera el creer, el confiar en que va a valer de una vez por todas el ser honesto, el ser decente, el cumplir con la ley, el respetar al que piensa diferente, el respetar a aquel que fue atropellado, torturado y tirado muchas veces en los calabozos de la Argentina por pensar distinto. La democracia debe ser amplia, debe ser plural.

Yo no tengo ni odios ni venganzas, y no miro para atrás. Miro al país, miro a esas madres que me tocó ver hoy, a las que les sacaron sus hijos de las manos; miro al corrupto que vació los bolsillos de los argentinos; miro cómo buscamos a aquellos que durante años, después de los atentados a la Embajada y a la AMIA, nos escondieron todas las pruebas. Donde yo hago lo que puedo, pero hubo gobiernos y dirigentes que no pertenecieron al gobierno y que por ahí tuvieron que ver con las propias asociaciones de las entidades agredidas, que ayudaron de una manera u otra a tapar la verdad, a tapar el sentido de justicia. Y construir el sentido de justicia en un pueblo es fundamental para encontrar el rumbo de lo que deseamos y queremos.

No me avergüenzo cuando algunos pregunta por qué voy, abrazo y toco las manos de mis hermanos y hermanas argentinos; me da energía, me da fuerza, me hace sentir acompañado. Cada beso y cada caricia que recibo de los argentinos me potencia tremendamente para construir y ayudar a construir un país distinto. (Aplausos)

Cuando salgo a caminar la Argentina me dicen que estoy en campaña y cuando tomo resoluciones dicen que las tomo por la campaña. Hay algunos que quieren que me vaya a casa. Voy a trabajar antes, como lo hice siempre, y también después, para mí las elecciones simplemente son una circunstancia democrática, pero no voy a parar un segundo trabajando con todos los argentinos. Por más caracterizaciones que quieran hacer los argentinos necesitan que su Presidente camine, que su Presidente trabaje, que vaya pueblo a pueblo conociendo las necesidades que tienen los argentinos. (Aplausos)

Y también, cómo me van a negar el derecho democrático de decir a los argentinos que los necesito, hermanos. En estos 140 años de Lincoln, y con todo respeto por ustedes, les digo que yo sólo no podría caminar un metro en la tarea de transformar la Argentina, les digo de corazón que los necesito, que necesito que me acompañen, que me ayuden y me den la fuerza en el tiempo que viene, allá en octubre, para decirme “te estamos acompañando, te estamos ayudando, queremos tomarte de la mano y te queremos llevar a la victoria, que es la victoria de todos los argentinos, para que esta Argentina pueda estar mejor, para que esta Argentina pueda crecer, te acompañamos”. (Aplausos)

Yo no les pido como hicieron en el pasado cuando les decían que los sigan y sigan y sigan, ya vimos dónde nos llevaron por seguir; yo les vengo a pedir humildemente que me ayuden, que me acompañen, que me ayuden a cambiar este país. (Aplausos) Que nos tomemos de las manos, querido Intendente y querido Gobernador, y que pensemos en la Argentina, saliendo de la coyuntura chica muchas veces o de las broncas cortas; que tengamos la fortaleza de estirarnos así y que de una mano me tome el Gobernador y de la otra el Intendente, y que tomemos la bandera argentina y la bandera de todos los pueblos, que tomemos la escarapela en nuestro corazón, que digamos que estamos dispuestos a hacer grande la Argentina, a reconstruirla con justicia y con verdad; que estamos dispuestos a luchar contra la impunidad, que estamos dispuestos a terminar con la política con un sentido profesional, que estamos dispuestos a construir una nueva fe, que estamos dispuestos a caminar por las alamedas de la patria y decir a los argentinos que nos pusimos de pie todos juntos para hacer el país que necesitamos.

Ese es el rumbo y el camino, queridos linqueños, al que yo les pido que me acompañen, les pido que me ayuden a abrir las compuertas del futuro, les pido que me ayuden a dar a las generaciones que vienen el destino que corresponde y que nunca más los padres tengan que mirar a sus hijos sabiendo que éstos van a tener un futuro peor que el de ellos; que los padres puedan mirar a sus hijos diciendo “te estamos construyendo una patria, hijo mío, que te va a contener, en la que vas a poder estudiar y te vas a poder realizar”. Quiero una Argentina donde nos vayamos convirtiendo cada día en un poquito mejores.

Esa es la gran lucha, y tienen ante ustedes a un ciudadano común como ustedes. (Aplausos) Yo me equivoco y acierto como cualquiera. Algunos pretenden y creen que los dirigentes son perfectos, y los dirigentes soñamos, amamos, sufrimos como todos ustedes; los dirigentes tenemos nuestra vida personal, los dirigentes también debemos ser como ustedes, no nos tiene que cambiar el cargo, que es algo circunstancial y temporal.

Por eso, como uno de ustedes, quiero terminar aquí en Lincoln dejando esta frase que me llegó tan fuerte cuando la dijo Cristina el otro día: les pido que seamos fanáticamente argentinos, apasionadamente argentinos, que seamos argentinos y argentinas por una Argentina para todos y con todos. Muchísimas gracias Lincoln, muchas gracias señor Gobernador, muchas gracias señor Intendente, muchas gracias a todos los que me acompañan. Voy a volver a Lincoln, vamos a trabajar juntos con el Gobernador y el Intendente para seguir haciendo por este pueblo muchísimas cosas más con ideas conjuntas. (Aplausos)

Les agradezco mucho, muchas gracias Lincoln, un argentino a vuestras órdenes.