PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA NACIÓN, DR. NÉSTOR KIRCHNER, DURANTE LA CENA ANUAL DE CAMARADERÍA DE LAS FUERZAS ARMADAS, EN EL EDIFICIO “LIBERTAD”

PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA NACIÓN, DR. NÉSTOR KIRCHNER, DURANTE LA CENA ANUAL DE CAMARADERÍA DE LAS FUERZAS ARMADAS, EN EL EDIFICIO “LIBERTAD”

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Señor Vicepresidente de la Nación; señor Presidente Provisional del Honorable Senado de la Nación; señores ministros del Poder Ejecutivo Nacional; señores jefes del Estados Mayor Conjunto y de los Estados Mayores Generales de las Fuerzas Armadas; autoridades nacionales; señores jefes de las Fuerzas de Seguridad; señores miembros de las Fuerzas Armadas; señoras y señores: una vez más compartimos esta Cena Anual de Camaradería de nuestras Fuerzas Armadas, en vísperas de un nuevo aniversario de la fecha de nuestra independencia.

En mi carácter de Comandante en Jefe quiero compartir con ustedes, además de un momento grato, un conjunto de reflexiones sobre el país, la situación de nuestra defensa, el accionar de las Fuerzas Armadas y las perspectivas de nuestro trabajo.

La transitoria función que cumplo no me hace olvidar de mis ideas ni de mis convicciones. Puedo decirles que les hablo desde el corazón, sin odios ni rencores, con profundo compromiso patriótico y convencimiento respecto de que los argentinos, mientras superamos los problemas, vamos forjando una sólida unidad nacional. Una unidad nacional que no borra policromías, que es rica en diversidad y pluralidad, unidad en la que conviven visiones relativas.

Las cercanías de una fecha tan clara a nuestros sentimientos es una oportunidad importante para la revisión de lo hecho y lo por hacer. Como cada año buscamos en la celebración de un día histórico enseñanzas que parten de las raíces de nuestra identidad.

La Declaración de la Independencia fue un acto de coraje y valentía, la coyuntura imperante no era la más favorable: derrotas militares, nuevas amenazas externas y un contexto internacional que parecía adverso a los procesos independentistas. La realidad que enfrentaban aquellos próceres era adversa, acechada por riesgos e incertidumbres. Es bueno que lo recordemos para resignificar nuestra historia a la luz de nuestro presente para preguntarnos qué significa hoy ser libres e independientes.

Venimos de una estrepitosa caída, nuestra Patria ha sufrido la destrucción de fuentes de trabajo, grandes sectores cayeron a la pobreza, a la indigencia y acumulamos una deuda gigantesca. Caer por una pendiente es rápido, destructivo y desesperante; hoy vemos que volver a subir la cuesta es trabajoso, a veces lento y siempre esforzado.

Lógicamente en sólo dos años no hemos podido todavía recuperar íntegramente lo que se destruyó en décadas. Sin embargo, el rumbo es el correcto. Hemos obtenido éxito en la tarea de convencer al mundo que Argentina cumplirá sus compromisos, en la medida que no se ponga en juego el bienestar de nuestro pueblo y el crecimiento de nuestra economía, que ya supera los niveles previos a nuestra más cercana crisis.

Hemos expresado en todos los foros nuestra idea de que no habrá paz ni mundo seguro si no logramos reducir la brecha entre países, si no eliminamos la exclusión y la desigualdad al interior de nuestros pueblos.

Argentina supera sus problemas y mantiene relaciones maduras con todos los países desde una posición de firmeza y dignidad nacional en sus relaciones, colaborando con el mantenimiento de la estabilidad y la paz en la región. Hemos quebrado la tendencia declinante de una economía destrozada y sacado a millones de argentinos de la pobreza y de la indigencia, mejora paulatinamente, lentamente la distribución del ingreso y creamos constantemente puestos de trabajo que mejoran la calidad de vida de nuestra población. Trabajamos sin descanso para consolidar la inversión nacional; construir una economía con decisión propia, basada cada vez más en la producción y en la industria nacional generadoras de empleos; defendiendo los intereses soberanos; construyendo la integración regional e internacional dignas; promoviendo la educación y la justicia social; incrementando la calidad institucional, consolidando una Justicia independiente y defendiendo con ahínco los derechos humanos.

Nuestro trabajo está en línea con aquel pasado honroso. En la medida en que superamos dificultades somos más independientes y más libres. Estamos forjando una unidad nacional, con lugar para todos, sin exclusiones ni excluidos. Trabajamos para forjar una unidad nacional, que no se asienta sobre la hipocresía ni sobre la venganza, sino sobre la memoria, la verdad y la justicia para no volver atrás, abriendo un camino de unidad, que necesitamos caminar, andar, para hacerlo cada día más ancho y firme. Una unidad nacional que no debe asimilarse a la uniformidad, que crece en democracia, que encuentra en el área de la defensa una columna central, un eje vertebral, en cuanto las Fuerzas Armadas cumplen su rol de defensa de nuestra integridad territorial y de nuestros intereses soberanos. Se agrega a ello la aplicación de una visión integral, que incorpora el rol productivo de la industria y la defensa de sus desarrollos innovadores, la profundización del rol internacional en el marco del multilateralismo en misiones de paz y de su rol como Fuerzas Armadas a favor del bien común de nuestro pueblo, del que proviene y a quien se debe por entero.

Enfrentando dificultades, venciendo obstáculos, pero con la frente alta, los argentinos – y entre ellos nuestras Fuerzas Armadas – avanzamos por un camino de convivencia democrática defendiendo y fortaleciendo la institucionalidad, ubicando correctamente la tarea compleja e integral de la defensa de la nación en la agenda de la democracia. Tenemos conciencia en cuanto a que la persistencia en ese rumbo nos conduce a la comunidad de intereses, a la fraternidad, a la cohesión nacional.

En esta marcha recordamos nuestra independencia, reconociendo nuestros héroes que defendieron la Patria, sin olvidar los valores éticos de San Martín, de Belgrano y de Brown. Nos acompaña el recuerdo de los jóvenes soldados, oficiales y suboficiales, que fueron a pelear a Malvinas con su bandera y su coraje, el de los héroes del crucero “General Belgrano”, los del Aviso Sobral y los aviadores, que a fuerza de arrojo, prestigiaron nuestra Fuerza Aérea.
El compromiso con nuestra historia es total, debemos ganar confianza, tener alegría, construir con optimismo con la tranquilidad de saber que el pueblo argentino reconoce a aquellos que trabajamos por el bien común y la defensa de los altos intereses de la nación.

Debemos ir valorando cada logro, sin perder el sentido de nuestra utopías, ir transformando los sueños y las ideas en realidades que tienen que ir cargándonos de mayores energías para enfrentar los nuevos tiempos sin miedos, sin que nos hagan bajar los brazos. Se puede confiando en la tarea diaria bien cumplida; se puede asumiendo nuestras responsabilidades; se puede con esfuerzo y sacrificio. Cuidando los ingresos del Estado y manejando con prudencia damos pasos para desarrollar una política de protección del poder de compra de la población, en general, y de quienes dependen del presupuesto nacional en particular. En ese marco hemos tomado la decisión de acordar un ajuste de remuneraciones. Este aumento será para el personal en actividad de las Fuerzas Armadas y Fuerzas de Seguridad; tendrá vigencia a partir del 1 de julio y será de igual magnitud – una vez que se decida – para todos los dependientes de la administración nacional. Su implementación específica se concretará en los próximos días, una vez que concluyan las negociaciones sectoriales en curso, tanto para el personal de la administración nacional como para el personal civil de las Fuerzas Armadas.

Para finalizar, quiero expresarles mi alegría de compartir con ustedes esta Cena Anual de Camaradería. Como Presidente de la Nación y Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas aspiro a sacar adelante a la Argentina en este tiempo de la historia que me toca desempeñar, con temporalidad, la honorable y honrosa función de ser Presidente de la Nación.

Nuestra mayor aspiración es que en unos años, cuando otros hayan seguido esta senda, cualquier ciudadano que nos cruce nos reconozca por los aportes y pueda decir que hemos actuado con voluntad, con decisión, con honestidad y siempre con la capacidad de autocrítica necesaria para poder ejercer la función que nos toca.

Y aspiro a que digan de ustedes: “aquel General, este Almirante, el Brigadier, aquel Capitán, aquel Teniente fueron soldados que supieron hacerle honor a la Patria y a sus instituciones”. En todo caso, estoy seguro de que los esfuerzos que hacemos hoy políticos, empresarios, trabajadores, representantes de organizaciones civiles, funcionarios, miembros de las Fuerzas Armadas, ciudadanos y ciudadanas, servirán para cimentar la senda, de modo que el Bicentenario nos encuentre en un país en crecimiento, con producción, con justicia, sin exclusión, en paz y en soberanía plena. Muchísimas gracias. (Aplausos).