PALABRAS DEL PRESIDENTE NÉSTOR KIRCHNER, EN EL ACTO DE CONMEMORACIÓN DEL CENTENARIO DEL CRISTO REDENTOR

PALABRAS DEL PRESIDENTE NÉSTOR KIRCHNER, EN EL ACTO DE CONMEMORACIÓN DEL CENTENARIO DEL CRISTO REDENTOR

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Señor presidente de la hermana República de Chile, querido amigo Ricardo Lagos; señores gobernadores; señores intendentes; autoridades eclesiásticas; autoridades militares; amigas, amigos; argentinos, chilenos; chilenos, argentinos: hace exactamente cien años se erigió aquí este imponente y simbólico monumento del Cristo Redentor, poniendo fin a una etapa e inaugurando otra como promesa de un futuro mejor.

Para las naciones jóvenes como las nuestras, cine años significan mucho tiempo: cien años de luchas, de sueños, de encuentros y desencuentros, cien años en los que nos hemos llevado bien y a veces no tan bien. Cien años en que este emblemático monumento nos debió hacer recordar el heroísmo de San Martín y O´Higgins desafiando alturas cordilleranas y fríos peligros. Cien años de este Cristo Redentor que nos debe llamar a no olvidar que por origen común e identidad cultural, debemos unir nuestros sueños de una América latina digna respetando nuestras diversidades.

En este punto se cruzan los obstáculos naturales y los caminos de los hombres, se cruzan también la historia y el futuro de una manera tan simbólica como el monumento que visitamos. Allí emerge la Cordillera de los Andes recordándonos nuestra pequeñez de hombres y mujeres, las enormes dificultades físicas que se oponen a la integración de nuestras patrias.

Aquí están los pasos cordilleranos con que los hombres y mujeres superamos las dificultades con las que la naturaleza y el tiempo intentan limitar. En este lugar no podemos menos que recordar el increíble esfuerzo de nuestros héroes que con modestos medios vencieron estos imponentes obstáculos.

Está aquí también la llave de nuestro futuro, la integración venciendo obstáculos, las creencias compartidas, las creencias y convicciones venciendo miedos y egoísmos.

Argentinos y chilenos, partidarios de la libertad, defensores de los derechos humanos, conocedores de las ventajas de la integración, recordamos a otros argentinos y chilenos que supieron construir a pesar de las dificultades.

La cooperación, la integración, la construcción de un espacio de mutuos beneficios se van construyendo paso a paso, día a día con esmero y tenacidad que se nutren de una férrea voluntad de crecer en paz y prosperidad entre ambos países.

El trabajo continuo entre regiones chilenas y provincias argentinas va conformando profundos y diversificados ejes de relación e intercambio; el programa de acciones concretas que tienden a profundizar entre nuestros pueblos y nuestros gobiernos una verdadera asociación estratégica, va marcando el derrotero hacia una fructífera unidad respetando la diversidad.

La integración física, la complementación en navegación, turismo y transporte, como las facilidades para la libre circulación de personas, no hacen sino recordar lo mucho que venimos avanzando en nuestra relación. De modo que argentinos y chilenos podemos estar con la conciencia tranquila en este punto de encuentro.

Si tuviéramos que rendir cuentas a este Cristo Redentor, podríamos decirle que con aciertos y errores, con las falencias propias de los seres humanos, con las vicisitudes propias de las vidas de los pueblos jóvenes, estos primeros cien años no nos han visto pasar sin pena ni gloria. En estos cien años hemos avanzado en nuestra madura relación.

Aquí estamos, señor Presidente, mi amigo Lagos, usted y yo para contribuir también a los simbolismos: usted con su hija nacida en la Argentina y yo con mi madre chilena dando testimonio ante este Cristo Redentor de nuestra voluntad, de la voluntad de nuestros gobiernos, de la voluntad de nuestros pueblos de mantener un nivel de integración, de confianza y armonía sin precedentes.

Quiera Dios ayudar a los hombres y mujeres chilenos y argentinos para que dentro de diez años se encuentren aquí otros presidentes y se prodiguen tanto afecto como nosotros.

Querido amigo presidente Lagos; queridos amigos y amigas chilenos y argentinos: es grande la responsabilidad que tenemos en un mundo interdependiente y con graves motivos y problemas en su funcionalidad.

¡Cómo no vamos a compartir la condena al terrorismo internacional y cómo no vamos a compartir la construcción de un mundo mucho más equitativo donde la justicia y la equidad sean las metas de nuestras acciones!

Por eso sé y estoy absolutamente convencido, querido amigo presidente Lagos, que nosotros tenemos que ayudar a que haya un punto de inflexión histórica y que podamos ser en ese punto de inflexión histórica los canales conducentes para unir los esfuerzos de chilenos y argentinos para contribuir, desde nuestra verdad relativa, a síntesis superadoras que nos permitan dar las respuestas que nuestros pueblos merecen.

Espero que usted y yo podamos estar a la altura de la historia.

Muchas gracias. (Aplausos)