Discurso de la Presidenta en el Día de la Lealtad

PALABRAS DE LA PRESIDENTA CRISTINA FERNÁNDEZ EN EL ACTO POR EL "DIA DE LA LEALTAD", REALIZADO EN EL TEATRO ARGENTINO DE LA PLATA

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Hoy, pese al anuncio del locutor, quiero decirles que no va a hablar la Presidenta de la Nación, sino que va a hablar la compañera de todos ustedes (APLAUSOS), no solo porque hoy es una fecha muy emblemática, 17 de octubre, no solo porque estamos rindiendo homenaje a un compañero como Antonio Cafiero, sino porque además quiero contarles a todos ustedes lo que significa y lo que ha significado en mi vida el peronismo.

Vos contabas recién Antonio que cantaban ese 17 de octubre esa consigna que ustedes repetían. Es la misma consigna que, muchos años más tarde, miles de jóvenes que se incorporaban a la política por primera vez en su vida y al peronismo, en un mundo y en un país convulsionado, en un país de utopías, en un mundo de ideales también la cantaban. Tal vez con distintas significaciones. Allá en el '45, Perón significaba para los hombres y mujeres, para los humildes, para los trabajadores los beneficios sociales que les habían sido negados, los derechos y dignidades que les habían sido negados y fueron a buscar a ese coronel, como vos bien decías, y cantaban alegres.

Años más tarde, tal vez no había tanta alegría porque había habido mucha tragedia en el medio, no causada por el peronismo, al contrario, y miles de jóvenes identificábamos el retorno de Perón a la patria como la lucha de los pueblos por su liberación, por la construcción de la dignidad nacional.

Yo me pregunto todos los días: este siglo XXI, tan diferente a aquel '45 de la posguerra, donde nacimos como una tercera posición frente a un mundo que se había dividido, este mundo tan diferente también al de mi juventud en el que todavía subsistían esos mundos enfrentados, esa doctrina de la seguridad nacional que asoló la América latina con dictaduras terribles, con asesinatos como el de Eliécer Gaitán, que provocó luego el "Bogotazo" y que nos contaba Piedad, mi querida amiga Piedad.

Gracias por acompañarnos, Piedad. Esta mujer es una luchadora, esta mujer también candidata al Premio Nobel por la Paz, por la tarea que ha llevado para liberar a muchos compatriotas.

Yo quiero en esta tarde de hoy pensar con ustedes cuál es este rol del peronismo del siglo XXI y yo creo que el gran debate, creo que la gran lucha que debemos llevar adelante es volver a instalar, precisamente, a la política, al debate de las ideas como eje central de la actividad de todos nosotros y de quienes militan también en otros partidos políticos.

Porque como bien decía Piedad, el neoliberalismo arrasó a la política y al sistema de partidos políticos. El neoliberalismo económico produjo la gran trampa de dejar a los políticos el manejo del sistema institucional pero reservándose para sí el manejo de la economía con la tragedia que esto provocó y, finalmente, terminando en la paradoja de que los políticos que no manejaban la economía, eran los que debían dar respuesta de las consecuencias sociales de lo que fue el neoliberalismo en nuestro país y en toda América latina. (APLAUSOS)

Esta trampa mortal para la política es la que desde todos los espacios que integran el campo nacional y popular debe ser desarticulada, desarmada y deconstruida. Nosotros necesitamos y los pueblos necesitan saber que solamente a partir de la política y a través de la política es donde se pueden hacer las grandes transformaciones.

Además, debemos saber que tenemos ideas, como decía Antonio, que vienen desde muy lejos: la dignidad de la justicia social, la independencia económica, pero también debemos saber que con nosotros solos no alcanza y, sino, miremos ese 17 de octubre.

Él lo contaba bien, no existían los peronistas, era el preperonismo. A ese peronismo se incorporaron radicales que venían de FORJA, socialistas como Ángel Borlenghi o Atilio Bramuglia, hombres que creyeron en un sueño. Porque es cierto, no se puede ser peronista y no tener sueños, no se puede actuar en política sin utopías, sin convicciones. Y en esto nosotros, que hemos tenido una tradición de movimiento político proscrito y perseguido, pero que sin embargo cuando a quienes acompañaron los golpes de Estado, a quienes acompañaron nuestras proscripciones, le amenazaron sus gobiernos, allí estaban, entre ellos Antonio Cafiero, tendiendo la mano solidaria y defendiendo la democracia a ultranza, porque ese es el gran aprendizaje histórico que hicimos también desde el peronismo. (APLAUSOS)

Había en muchos de nosotros, en aquellos años difíciles del retorno de Perón a la patria, una suerte de mirada despectiva tal vez a las formas democráticas, los que son de mi generación lo deben recordar en nuestras luchas en la Universidad. Pero luego aprendimos con letras de sangre y fuego que la democracia no era un valor cualquiera, que la democracia, la posibilidad de expresarnos, de elegir, de que nadie sustituya la voluntad popular ni por la fuerza de las armas ni por la distorsión o la mediatización de los hechos, hemos aprendido, reitero, a comprender que la democracia es un instrumento esencial para poder brindar bienestar a nuestra sociedad.

¿Cuál es entonces el gran desafío que tenemos en este siglo XXI? Tenemos que lograr una reforma política donde los partidos se democraticen en serio, todos, y que sea la sociedad la que se comprometa con estas instituciones básicas de la democracia. (APLAUSOS)

Y tenemos que hacerlo también a partir de ideas, pero fundamentalmente de lograr la participación popular en la decisión de los partidos políticos, única manera de romper esa trampa mortal que significa desprestigiar la política y a la que se prestan alegremente muchos sin entender que esto no es una cuestión de oficialismo u oposición, esto es entender si la sociedad va a ser gobernada por las corporaciones o va a ser gobernada en democracia a través de los partidos políticos. Esto es clave y no es solamente para los peronistas, es para todos los que quieren vivir en democracia, para todos los argentinos. (APLAUSOS)

Quiero contarles algo que me pasó. Ustedes saben que estuve en visita oficial a la India y me fueron a ver, luego de ser recibida por la Presidente y por el Primer Ministro, al lugar donde yo estaba alojada los jefes de los dos grandes partidos políticos de la India, la señora Sonia Gandhi, que es del partido oficialista, del partido del Congreso, y me fue también a ver el líder de la oposición, que había perdido las elecciones.

¿Ustedes creen que habló una sola palabra en contra del Gobierno frente a una Jefa de Estado extranjera? ¿Ustedes creen que levantó una sola crítica? ¿Saben lo que me dijo? Me dijo que obviamente tenían sus diferencias domésticas -que no especificó tampoco cuáles eran- pero que coincidían con el partido del Gobierno en su política exterior y que me venían a saludar como tales. Ni una sola palabra, ni una sola crítica sobre el Gobierno.

Cuando yo luego le comentaba esta anécdota al Primer Ministro, él me decía "bueno, pero acá me critican mucho, pero no lo hacen donde no deben hacerlo".

La verdad es que cuántas cosas tenemos que aprender todavía los argentinos para poder seguir construyendo más y mejor democracia.

Yo estoy absolutamente convencida de que uno de los desafíos más importantes es volver a discutir ideas, dejar de lado la descalificación o el agravio, porque, en definitiva, estoy convencida de que quienes agravian, descalifican o insultan lo hacen porque no se les cae una sola idea para debatir como propuesta alternativa. (APLAUSOS)

Y este es el gran esfuerzo que tenemos que hacer, la gran responsabilidad que tenemos: la de no contribuir a esa feria de vanidades, la de no contribuir a ese festival de insultos o descalificaciones.

Porque el peronismo, y para rendir un homenaje a ese 17 de octubre, nació como sentimiento pero fue y es una de las ideas más potentes en cuanto a ideología -para que se horrorice algún intelectual- que hemos tenido en toda nuestra historia.

El otro día cuando inauguraba la muestra de las fotos discutía con el Secretario General de la Presidencia en cuanto a que había comenzado con los hechos del derrocamiento de Yrigoyen como que fueron el antecedente del 17 de octubre y yo le dije que no, que en realidad eso no era así, sino que el derrocamiento de Hipólito Yrigoyen había sido también la derrota del movimiento nacional que en ese momento encarnaba el caudillo radical.

Porque esta discusión, compañeros y compañeras, no es de ahora, viene desde el fondo de la historia, viene desde el 25 de mayo, se debate entre dos modelos de país: los que miran para fuera esperando que les digan lo que tienen que hacer y los que creemos que tenemos que construir un modelo nacional, nuestro, popular y democrático. (APLAUSOS) Y esta ha sido y sigue siendo la verdadera discusión. Y en esta discusión y en este debate, debemos también proponer una construcción amplia, generosa, que abra los brazos a los que piensan como nosotros pero que tal vez no vengan desde nuestra historia o de nuestra identidad.

Tenemos obligación de hacer estas cosas en nombre de aquellos que hicieron el 17 de octubre, de los que antes libraron la lucha para conseguir el sufragio universal, secreto y obligatorio que rompiera el fraude, lo tenemos que hacer en nombre de los cientos de miles de criollos, de las luchas federales y también de los primeros patriotas, de los que lucharon por lograr la liberación e independencia del yugo colonial.

En nombre de todos ellos que han construido la historia y de la que este 17 de octubre ya no forma parte de nuestra historia partidaria, sino de esa historia argentina, es que debemos contribuir a construir una sociedad más democrática y a construir desde la política el debate en serio de las ideas.

Yo no quiero terminar sin anunciarles el homenaje a Antonio que va a constituir un video que vamos a exhibir después de mis palabras -vio Vicegobernador que no me olvidé, estaba muy preocupado, cada cinco minutos me decía "no te olvides porque estos te largan la marcha y se acabó y no podemos ver el video", pero los peronistas saben cuando tienen que cantar la marcha y cuando no la tienen que cantar, somos intuitivamente inteligentes también- y quiero abrazarlos a todos muy fuerte y también darles las gracias ahora sí, como Presidenta de todos los argentinos, por el apoyo que siempre he sentido y que siempre me han dado en los momentos más difíciles que me han tocado vivir y que no han sido pocos. Creo que parte de esos momentos se los debo a que soy muy peronista realmente y también que soy mujer, Piedad, porque todavía pesa el género. (APLAUSOS)

Así que, quiero agradecerles a todos y a todas por su apoyo, por su aliento, por su esfuerzo militante, por su convicción y por su compromiso, que no es con esta mujer, es, en todo caso, con la ideas y con la historia que esta mujer representa en nombre de miles y miles y de millones y de millones que creen que es posible transformar la realidad desde la política y aún luchando contra los grandes intereses, porque así hemos nacido, luchando contra los grandes intereses que no querían una patria donde los trabajadores tuvieran derechos, donde las mujeres pudiéramos votar, donde fuéramos libres y que, además, es lo único que importa.

Gracias, compañeros y compañeras. (APLAUSOS)