Discurso de Cristina Fernández en Río Turbio

PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN, DRA. CRISTINA FERNÁNDEZ DE KIRCHNER, EN EL ACTO DE FIRMA DE CONTRATO PARA LA CONSTRUCCIÓN DE UNA USINA TERMOELÉCTRICA EN RIO TURBIO, PROVINCIA DE SANTA CRUZ.

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Otra vez aquí, como tantas veces, claro que sí, la primera vez que vine aquí a Río Turbio fue, si mal no recuerdo, en 1978. Hacía dos años que con Kirchner habíamos vuelto de La Plata, recibido él de abogado, yo todavía no me había recibido, habíamos venido aquí a Santa Cruz, porque en La Plata había mucha humedad y nos afectaba los bronquios y entonces decidimos venir, aquí a su tierra, a Santa Cruz.

Y en el 78 me acuerdo, una noche terrible, de nevada, vinimos en camioneta aquí. Alicia vivía aquí con su familia, vinimos a verla a ella y a conocer, yo, a Río Turbio. Me acuerdo que aquí, como en toda Santa Cruz, habían sueños e ilusiones: la ruta asfaltada; la usina no se decía, se hablaba de la central termoeléctrica a carbón, la usina; al norte de Santa Cruz los de Caleta hablaban del puerto; en Calafate hablaban del aeropuerto; todos los santacruceños hablaban de la ruta 40 ó de la represa sobre el Río Santa Cruz, ilusiones; Turbio, 28 de noviembre, que también lo conocí en ese momento, sin una calle asfaltada, chapoteando entre la nieve y el barro; algunas casas calefaccionadas a carbón; otras a kerosén porque tampoco teníamos gas. Y hablábamos y soñábamos de las cosas y de la vida, que podíamos tener, si esas cosas algún día se pudieran construir.

Y hoy, aquí estamos firmando el contrato para la usina termoeléctrica, ya podemos ir , por el pavimento, a Río Gallegos. Alguien recuerdo que decía, en aquella época, que cuando uno se va de Río Turbio y mira hacía atrás tiene la sensación de que los que están ahí se quedan, porque estaban aislados, porque no había posibilidades de comunicación.

Recién aterrizábamos en el avión en lo que va a ser la pista del aeropuerto, que permitirá bajar a un 737 aquí; podemos ver los zeppelines con el gas. Recién veníamos charlando con Daniel (se refiere al Gobernador de Santa Cruz, Don Daniel Peralta) en el avión que están faltando apenas 140 kilómetros para terminar la ruta 40, que no tenía un centímetro de pavimento, en la provincia de Santa Cruz, un centímetro. (APLAUSOS).

La ruta 40, que me acuerdo era también la ilusión de Germàn Sopeña, un periodista, enamorado también de Santa Cruz y de esa ruta 40, por la cual no había vez que no publicara una nota reclamando, precisamente, la construcción de eso.

Salí, también, hacía acá del aeropuerto del Calafate, está en marcha también la Represa del Río Santa Cruz, el viejo anhelo de todos los santacruceños y que permitirá incorporar al sistema energético nacional casi 2 mil megas. Hoy también estamos abriendo el interconectado, porque tal allá en Buenos Aires, en esa maravillosa y hermosa ciudad, que todo lo tiene, tal vez, no se sabía que aquí en Santa Cruz no había llegado el cable que permitía interconectarnos a nosotros al sistema energético nacional.

Curiosamente a una provincia que había aportado energía en materia petrolera, gasìfera y carbonífera como pocas, tal vez más que ninguna en la República Argentina. Y hoy estamos llegando aquí, permitirá entonces incorporar esta energía del carbón al sistema energético nacional para diversificar esa matriz energética.

Yo recién escuchaba al Intendente, cuando decía que leía su padre en el diario "La Opinión Austral", de Río Gallegos, que allá por los años 50 se decía que peligraba la mina del carbón. No fue la única época, hubo también alguna otra, algo más cerca que los años 50, durante los 90, en la que también se quiso cerrar la mina de carbón. Se llegó a proponer, inclusive, pagar los sueldos y mantenerla cerrada; cosa a la que nos negamos, no solamente porque había que preservar la fuente de recursos, sino porque te paguen sin trabajar debe ser de las cosas más indignas que puede haber para la condición humana. (APLAUSOS). El trabajo dignifica no sólo por su salario, sino porque el hombre o la mujer pueden vivir de lo que producen y hacen sus manos o sus cabezas o ambas juntas.

Quiero, entonces, decirles que en aquel momento, se pensaba que era demasiado caro la extracción del carbón y entonces con un barril de petróleo, en aquel entonces a 8 ó 9 dólares, esa era la razón por la cual se consideraba que no debía seguirse con la explotación del carbón. Hoy, con un barril casi a 100 dólares, la primera conclusión que tenemos que tener los hombres y mujeres que tenemos responsabilidades institucionales, y que decidimos con una firma nuestra la suerte sobre la vida, el patrimonio, las esperanzas y las ilusiones de millones de argentinos, es que tenemos que tener suficiente apertura mental, la suficiente capacidad de análisis, de prever no solamente lo que pasa en ese instante, sino lo que puede pasar más adelante, que nada es para siempre y que en definitiva todos y cada uno de nosotros, tenemos la obligación, por sobre todas las cosas, de dar no solamente mayor calidad a las instituciones, sino mayor inteligencia a las instituciones cuando decidimos adentro de ellas. Ambas están íntimamente ligadas.

Y entonces en esta Santa Cruz que alguna vez soñó, con tantas cosas que hoy podemos disfrutar, hacer planificar, la clave es entender que para realizarlo lo hicimos con mucho esfuerzo, con mucho trabajo, que confiamos en nosotros mismos, son las razones principales del éxito: el esfuerzo, el trabajo, el sacrificio, la fe y la perseverancia. Nada es en el corto plazo. (APLAUSOS)

Los argentinos nos hemos acostumbrado, tal vez porque nada duraba demasiado, a que las cosas las teníamos que obtener enseguida, ya y ahora. Hemos aprendido, hemos hecho un duro aprendizaje, que necesitamos esa mirada del largo plazo, unida al esfuerzo, al trabajo y al sacrificio. Y por sobre todas las cosas, a la unidad de todos los argentinos para lograr esos objetivos. Eso yo lo aprendí aquí en Santa Cruz, donde éramos muy pocos. Me acuerdo que me decían en Buenos Aires por qué peleábamos y gritábamos tanto, y yo decía que como allá éramos tan pocos, si no gritábamos no nos escuchaban.

Pero aquí aprendí, en esta tierra en la que hay que hay que pelear contra la adversidad del clima, contra la extensión sin límite del territorio, donde todo es lejos, donde todo es con esfuerzo, con sacrificio, hasta caminar para ir al trabajo porque hay que pelearle al viento, a la nieve para no caerse, al frío, a la soledad. (APLAUSOS) Acá ustedes me enseñaron que debíamos estar unidos frente a la adversidad para poder vencerla. Y lo estamos logrando.

No significa, argentinos y argentinas, que no hayan dificultades, siempre las va a haber, pero las dificultades de un país que crece, las dificultades de millones de argentinos que han vuelto a recuperar el trabajo y, junto al trabajo las ilusiones, la fe y la esperanza, son dificultades diferentes. Son las dificultades positivas: las del crecimiento, las del que "vamos para adelante". Entonces, cuando las dificultades son de ese tipo, cuando podemos mirar para atrás y recordar lo negativo como una mala fotografía del pasado que hemos podido revertir, hemos podido revertir, es cuando nos reconocemos los unos con los otros, y entendemos finalmente cuáles han sido las claves de todo: la fe, la perseverancia, el trabajo, el esfuerzo.

Así, como a mí me gustaba decir que habíamos puesto a Santa Cruz en el mapa, pese a que éramos tan poquitos, también estamos logrando, junto a todos los argentinos, reconstruir esta nuestra Patria para ponerla de nuevo en el mundo (APLAUSOS). Pero en el mundo no porque nos aplaudan en algún centro económico mundial, sino en el mundo porque hemos logrado, sin ayuda externa, con nuestro propio esfuerzo, recolocar a la República Argentina, de la misma manera que también lo habíamos hecho con Santa Cruz.

No es un problema de que alguien se crea que es un genio o que es más que los demás, por el contrario, es simplemente la convicción de cuál es el camino, el rumbo, la tarea que hay que hacer para poder crecer y mejorar todos los días un poco más.

Quiero agradecerles a ustedes que siempre estuvieron al lado nuestro, aún cuando discutíamos y debatíamos, todavía recuerdo haber atravesado algún piquete en este pueblo. Porque ustedes son peleadores, pero yo también soy peleadora (APLAUSOS). Y aprendimos a conocernos los unos y los otros, y a entender que podemos tener diferencias, opiniones distintas, pero cuando está en juego el interés de la cuenca, de la provincia o de la Patria no puede haber división ni en la cuenca, ni en la provincia ni en la Argentina. Este ese el aprendizaje que hemos hecho (APLAUSOS).

Quiero, en este 65º aniversario, señor Intendente, me acuerdo su voz acompañándonos siempre en cada encuentro que teníamos aquí. Usted que venía de otro espacio político al nuestro y sin embargo creyó en nosotros, yo quiero agradecerle a usted (APLAUSOS). No es que creyó ahora, cuando alguien está en la presidencia es más fácil creer en él, usted no creyó allí, usted creyó allá en lo lejos, cuando muy poquitos creían en nosotros. Quiero agradecerlo a usted, a todos los hombres y a todas las mujeres, mis compañeras de género, bravas si las hay acá también en el Turbio. Y a los jóvenes, que han vuelto a tener esperanzas en que podemos tener un país distinto y que también hay distintas formas de construir políticas a lo que había sido hasta ahora la imagen para muchos de ellos de lo que podía ser la militancia política.

Por eso agradecerles de corazón, como siempre, con la misma fuerza, con las mismas convicciones y con la misma pasión que esta tierra, la del viento, la del frío, la de los corazones abiertos y peleadores, bien argentinos y bien santacruceños.

Muchas gracias. ¡ Fuerza Río Turbio y fuerza 28 de Noviembre, fuerza Santa cruz, fuerza Argentina! Acá estamos, todos juntos tirando para adelante para que las cosas sean todos los días un poco mejor. (APLAUSOS).