El 20 de julio de 1816, días después de la Declaración de la Independencia, el Congreso de Tucumán adoptó oficialmente la bandera celeste y blanca como símbolo patrio de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Esta decisión consolidó el emblema diseñado por el General Manuel Belgrano como expresión de unidad, libertad y soberanía para los pueblos que acababan de romper definitivamente sus vínculos con la monarquía española.

La bandera había sido creada por Belgrano el 27 de febrero de 1812 y enarbolada por primera vez a orillas del río Paraná, en la ciudad de Rosario. Aquel gesto, que expresaba la voluntad de independencia, aún no había sido reconocido oficialmente. Recién tras la Declaración de la Independencia del 9 de julio, el Congreso reunido en Tucumán resolvió el reconocimiento formal del pabellón nacional el 20 de julio, y más tarde, el 25 de febrero de 1818, ratificó el diseño actual, incorporando en el centro el Sol de Mayo.

La Bandera Oficial de la Nación Argentina presenta tres franjas horizontales: dos celestes en los extremos y una blanca en el centro, donde se reproduce el Sol figurado, tomado de las primeras monedas nacionales, de oro y plata, emitidas en 1813. Este sol, de color amarillo oro, simboliza el nacimiento de una nueva Nación.

Aunque esta adopción fue clave en el proceso de construcción simbólica de nuestra identidad nacional, el Día de la Bandera se celebra el 20 de junio, en homenaje al fallecimiento de su creador, el General Belgrano, ocurrido en 1820. En 1938, el Congreso de la Nación sancionó la Ley N.º 12.361, que estableció oficialmente esta fecha como feriado nacional y día de conmemoración.

El 20 de julio representa así un momento clave en la historia argentina: el reconocimiento definitivo del símbolo que, desde entonces, nos representa en el país y ante el mundo. La bandera no es solo un emblema; es la expresión de los ideales de libertad y autodeterminación que dieron origen a la Nación.