Discurso del Presidente de la Nación, Javier Milei, en la Cámara de Comercio, Industria y Agropecuaria de San Rafael, Mendoza

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Discurso del Presidente de la Nación, Javier Milei, en la Cámara de Comercio, Industria y Agropecuaria de San Rafael, Mendoza

Buenas tardes a todos. Es un placer estar nuevamente en Mendoza, sin duda uno de los lugares más bendecidos de nuestra hermosa patria. Ante todo, muchas gracias a la Cámara de Comercio, Industria y Agropecuaria de San Rafael y a su Presidente Gabriel Brega, por esta cordial invitación. Gracias también al Gobernador Alfredo Cornejo. Gracias a nuestro Ministro de Defensa y primer candidato a diputado nacional por Mendoza, Luis Petri, y gracias a todas las autoridades, empresarios y público presente.

Mendoza es la prueba de cómo la libertad y el capital privado pueden crear, casi de la nada, una industria de calidad mundial, como es el caso del Valle de Uco, que comenzó siendo un desierto y fue transformado, gracias al ingenio humano, en un bastión global de la industria vitivinícola. Una zona que hoy es reconocida por la calidad de sus vinos, sus bodegas multipremiadas, por su belleza y sus restaurantes estrellas Michelin que atraen a turistas de todo el mundo. Y este fenómeno no se detuvo solo en el Valle de Uco, sino que se esparció al resto de la provincia e, incluso, comenzó a contagiarse en provincias aledañas, debido al gran éxito de nuestra cordillera en esta producción.

Se podría decir que la industria vitivinícola es un testamento a la excepcionalidad argentina. Cuando nos encontramos con condiciones climáticas adversas para la producción, logramos convertirnos en vanguardia del vino de altura. Además, fuimos pioneros en materia de indicaciones geográficas y en materia de denominación de origen controlada en toda América. Como resultado, cualquier ciudadano del mundo que hoy piense en Malbec piensa en Argentina, convirtiéndolo así en una pieza fundamental de nuestra marca país. Pero sea cual sea la industria, cuando nos dejan, cuando el Estado no se entromete, cualquier adversidad palidece ante el talento y la capacidad de nuestro pueblo.

Mendoza es un ejemplo acabado de este principio. Como muestra su crecimiento sostenido en todos los sectores, no solo en el vitivinícola. Pero, justamente, es en este punto que los argentinos hemos tenido el mayor de los problemas. El mal llamado modelo del Estado presente, basado en la justicia social, que con mucho criterio recién Alfredo señalaba el lastre de 20 años de populismo.

De hecho, el ejemplo mendocino no ha bastado para convencer al sistema político argentino de que dejar hacer al sector privado era la clave del éxito económico. Si el sector privado es capaz de transformar un páramo desolado en un paraíso de producción y trabajo, el Estado presente hace todo lo contrario: es capaz de tornar pobre lo que antes era próspero, de volver estéril lo que antes era fértil, de volver dependiente e indolente un pueblo esforzado y pujante como el pueblo argentino y, en especial, el pueblo de Mendoza.

Fue el modelo del Estado gigante y el chamanismo económico el que tomó un país de los más ricos del mundo como la Argentina y lo dejó en el fondo de la tabla. El Estado fue colándose poco a poco en cada área de la actividad humana, asfixiando la iniciativa privada al punto de que producir dejó de ser viable y era más atractivo pasar a engrosar las filas del clientelismo institucionalizado. Puedo afirmar que quienes persistieron en el camino de la producción y el trabajo genuino, a pesar de esta imagen desoladora, son los verdaderos héroes de esta historia. Por eso debemos profundizar en el camino de la producción y el trabajo con las reformas que la Argentina necesita para salir adelante. Debemos reformar nuestro sistema tributario para que el Estado les saque lo menos posible a los argentinos y para que los argentinos puedan saber, en todo momento, cuánto le está quitando el Estado.

Tal como lo estuvo señalando, Alfredo, que tiene que ver con todo el Consejo de Mayo este trabajo que estamos haciendo, esto no es una cuestión casual de un discurso en medio de un contexto de año electoral. La realidad es que este gobierno, que tengo el honor de llevar a cabo con un conjunto de gente muy talentosa, hemos logrado algo que en Argentina no se hacía desde hace mucho. Hemos bajado la presión fiscal en dos puntos del PBI durante el primer año de gestión y hemos eliminado o bajado 19 impuestos para lograrlo; algo que no se veía en la historia argentina hace mucho tiempo.

Y, además, también como señalaba correctamente el Gobernador, debemos reformar nuestro sistema laboral para que dar empleo sea sencillo y así haya cada vez más empresas contratando personal. Acá también quiero señalar nuestra agenda reformista y también la importancia de la secuencialidad. Nuestro objetivo, nuestro norte, es convertir a la Argentina en el país más libre del mundo, y eso básicamente es porque cuanto mayor libertad, mayor prosperidad. De hecho, los países que son más libres son 12 veces más ricos que los reprimidos, crecen a una tasa que es el doble de la de los reprimidos, hay 25 veces menos pobres en el formato estándar y 50 veces menos en el formato extremo. Por lo tanto, la salida es abrazar las ideas de la libertad. Este cambio que hemos traído desde Nación, y que hemos sido acompañados, por ejemplo, por el Gobernador de Mendoza y otros, en todo un conjunto de reformas que fuimos haciendo desde que llegamos al poder.

Pero es muy importante tener en cuenta la secuencialidad. ¿Por qué? Porque si nosotros arrancamos bajando impuestos, eso libera recursos en el sector privado y permite hacer una reforma laboral en un contexto donde crece la cantidad de trabajo y crecen los salarios. Y eso, además, después nos permite abrir la economía, profundizar más nuestra inserción en el comercio internacional y eso genera nuevo impulso al crecimiento económico y nos permite entrar en un loop de reformas permanentes, que no solo ganamos más libertad económica, sino que además ganamos prosperidad. Y esa es la agenda reformista que estamos planeando para llevar a cabo a partir del 11 de diciembre de este año, cuando la composición de las Cámaras sea no tan hostil como la que tenemos ahora. Naturalmente, como parte de esto, debemos reformar nuestro modelo comercial para poder inundar las góndolas del mundo con vino, aceite de oliva, frutos, jugos, hortalizas, derivados del petróleo como el propileno y tantos otros productos que Mendoza tiene para ofrecerle al mundo, y para que los argentinos puedan acceder a una mayor variedad de productos a mejor precio, aquí en casa, como por ejemplo maquinaria de punta para producir más y mejor.

Y también debemos reformar nuestro sistema penal para que la impunidad deje de ser moneda corriente y nadie pueda quitarnos el fruto de nuestro trabajo y la vida sin pagar un alto precio por ello. Es decir, el orden es una precondición del progreso de todos nosotros. Cuando llegamos al gobierno, Argentina, por ejemplo, tenía 9.000 piquetes por año; hoy ese número es cero. No solo eso, sino que, además, hoy tenemos los niveles de delitos más bajos de la historia. Y esto es importante tenerlo, porque el orden y el respeto por la propiedad privada son condiciones indispensables para el crecimiento económico. Es decir, si ustedes no tienen orden no van a poder apropiarse de los resultados de su trabajo y, consecuentemente, no tienen incentivo para producir. Por lo tanto, también lo que se está haciendo desde el Ministerio de Seguridad, con el trabajo enorme de la Doctora Patricia Bullrich, es algo que está también trayendo mucho bienestar y que, recientemente, además ha sido complementado con la reforma del sistema penal que estamos impulsando desde el Ministerio de Justicia, con el Ministro Mariano Cúneo Libarona para endurecer las penas y que sean de efectivo cumplimiento. Para que quede claro que, en la Argentina, el que las hace las paga.

Ante este panorama de dos modelos opuestos, uno basado en la generación de riqueza y el otro en su confiscación y distribución arbitraria, Mendoza aparece como el futuro que queremos construir. Alfredo ha marcado claramente la línea correcta. Gracias, Alfredo. Mendoza nos ofrece una muestra del país que queremos para nosotros y nuestros hijos. Estoy seguro de que, si llevamos a cabo las reformas pro mercado que la Argentina necesita y nos mantenemos firmes en el camino que hemos emprendido con el apoyo de la mayoría de los argentinos, milagros como el del Valle de Uco se replicarán a lo largo y ancho del territorio nacional, en cada ámbito de la actividad productiva.

Nuestro gobierno está demostrando que, a pesar de las dificultades causadas por una oposición dispuesta a hacer volar todo por los aires para volver al poder, estamos plenamente comprometidos en cambiar la realidad del país para siempre.

Queremos hacer a la Argentina grande nuevamente y no hay otra manera de lograrlo que estando dispuesto a hacer lo que se necesita para poner al país en un sendero definitivo de crecimiento. Como he dicho en otra ocasión, he venido a hacer el bien, no a parecer bueno. Pero, así como nos espera un futuro prometedor, si continuamos llevando a cabo las reformas que el país necesita para crecer de forma irreversible, también estamos cerca de tirar a la basura todo lo que hemos logrado. Este es un momento bisagra en nuestra historia. Y lo que decidamos en las próximas elecciones tendrá repercusión no solo en nuestras vidas sino en la de nuestros hijos, nuestros nietos y las generaciones que le siguen.

Debemos elegir entre volver a ser el país próspero que supimos ser cuando llegamos al siglo XX o retornar al modelo empobrecedor del último siglo, y que lo aplicaron de manera reloaded durante los últimos 20 años. Solo mediante el esfuerzo de todos y la perseverancia ante las dificultades de este camino, que es el único correcto, podremos dejar atrás el pasado de una vez por todas. Argentina tiene demasiado potencial que décadas de mezquindad política han dejado sin explotar. Tal cual lo demuestra la provincia de Mendoza, los argentinos solo necesitan que los políticos no interfieran y los dejen producir. Les aseguro que, si no aflojamos, si hacemos valer la pena todo el esfuerzo que estamos haciendo, despegaremos de una forma que no llegamos a dimensionar.

Les agradezco el gran sacrificio que están haciendo y solo les pido que, ahora, no nos dejemos engañar por las promesas vacías de la política tradicional y nos mantengamos más firmes que nunca en este sendero.

Que Dios bendiga a los argentinos, y que las fuerzas del Cielo nos acompañen. Muchísimas gracias a todos.