Palabras del Presidente de la Nación, Javier Milei, ante líderes empresariales en Los Ángeles, Estados Unidos

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Palabras del Presidente de la Nación, Javier Milei, ante líderes empresariales en Los Ángeles, Estados Unidos

Buenas tardes a todos. Quiero comenzar por agradecer al Milken Institute y a todos los participantes de la organización por este evento y -muy personalmente- a Michael Milken por hacer este encuentro posible. Muchas gracias Michael, gracias, gracias.

Es un placer para mí encontrarme, una vez más, entre gente que comparte mi mirada sobre el mundo y con la cual me siento verdaderamente en casa.

Hoy se cumplen -aproximadamente- 8 meses de la última vez que nos vimos las caras, aquella vez, en Washington, con motivo de la asunción de mi querido amigo el Presidente Donald Trump. En aquel momento, les comenté respecto de todos los cambios que habíamos llevado a cabo en Argentina; y cómo estos cambios impactaron positivamente en nuestra economía, al punto tal que el día de hoy Argentina está creciendo a un ritmo del básicamente 6% anual y lo hace con una inflación cercana al 1 y medio por ciento mensual; es decir que pasamos de niveles del 300% a niveles del 20%.

A su vez, esto tan solo en un año y medio después de haber heredado una inflación que viajaba al 1,5% diario y con altas probabilidades de esperealizar en una hiperinflación sin precedentes, en torno al diecisiete mil por ciento anual, y un país que no crecía desde el año 2011. Y estos números implican haber sacado de la pobreza a 12 millones de argentinos en este corto periodo de tiempo, es decir, el 25% de la población.

Y, ustedes, entonces, estarán justamente preguntándose: si los indicadores económicos son tan buenos, ¿por qué los activos no reflejaron esta realidad durante este año? A este interrogante hay dos respuestas. La primera, siendo todos hombres de mercado, les puede resultar más obvia, y es que después de un upside de 100% en un año es esperable que haya una toma de ganancias para volver a buscar una entrada. Y de aquí se desprende nuestra segunda respuesta y quizás menos obvia, que tiene que ver con cuándo entrar.

Por la composición de nuestro sistema electoral, en Argentina se vota cada dos años y este año tendremos las famosas elecciones legislativas de medio término, donde se disputa la mitad de las bancas del Congreso Nacional, un tercio de las bancas de la Cámara de Senadores y también escaños en la legislaturas provinciales y municipales. Esto le da oportunidades al status quo para intentar voltear nuestro programa reformista de crecimiento económico. A nivel local los gobernadores de las provincias decidieron separar las elecciones locales de las nacionales, con la idea de desalentar a los votantes el ir a votar. Porque queda claro -prácticamente nadie está tan inmerso en la política, como para conocer al candidato a consejero escolar, de un municipio, y gracias a esta apatía generada se reduce la cantidad de votantes permitiéndoles - a quienes controlan los distritos- mandar a votar a sus clientes y así ganar las elecciones, el famoso voto rentado que tantos años el cristianismo ha fomentado.

Sin ir muy lejos, el domingo estaremos ante un nuevo ejemplo de esto, en la provincia de Buenos Aires, el distrito más importante de nuestro país, que concentra aproximadamente el 40% de los votos. Con esta herramienta ya vimos más de 15 elecciones, este año, y todos los resultados se intentaron utilizar para hacerle creer a la gente que estábamos perdiendo fuerza política y, sin embargo, estamos más fuertes que nunca. Y el nivel del Congreso Nacional, los políticos llevan tres meses intentando lanzarnos un misil fiscal que aumente el gasto público, con la intención de tumbarnos el superávit y retornar el sendero de la emisión, inflación y miseria.

En Argentina vivimos una verdadera inversión del sentido común: el Congreso opositor quiere forzar al Ejecutivo a gastar más para que pierda una elección; pocas cosas hablan mejor de nuestro compromiso con el orden macroeconómico que esto. Ante este programa, y retomando la cuestión de cuándo entrar, los inversores prefieren esperar a que culminen las elecciones y tomar decisiones largoplacistas conociendo la nueva configuración del Congreso. Lo cual tiene todo el sentido, la opción de diferir tiene valor, así es que es perfectamente entendible. Naturalmente…viniendo desde ese lado no soy quién para reprocharlo, dado que los inversores ya vivieron varias experiencias desencantadoras con nuestras elecciones y aprendieron a esperar a base de golpes en el bolsillo. Pero quiero decirles algo: por suerte para todos ustedes y para desgracia de los políticos argentinos, nuestro programa económico funciona con o sin apoyo de la política.

Para ponerlo en números claros: el aumento del gasto que intentaron llevar a cabo durante los últimos tres meses representaba aproximadamente un 2% del PBI, una locura absolutamente que, para colmo, viola nuestra tan bastardeada Ley de Administración Financiera, que impide que se promulguen gastos sin una fuente de financiamiento especificada de forma correspondiente. Mientras que el ajuste del gasto primario que llevamos a cabo en nuestro primer mes de gestión representó un 5% del PBI. Y si contemplamos también el ajuste que llevamos a cabo en el Banco Central estamos hablando de un ajuste de 15% del PBI en nuestros primeros meses de mandato. Entonces, ¿por qué menciono esto? Porque si no dudamos ni un segundo en hacer el ajuste fiscal más grande de la historia de la humanidad ni bien asumimos, no nos va a temblar el pulso en lo más mínimo para ajustar dos puntos más del PBI en caso que se aprobaran estas salvajadas fiscales. El equilibrio fiscal no lo vamos a entregar.

Es decir que incluso si nuestros políticos empecinasen en aumentar el gasto 2% del PBI, nosotros vamos a recortar 2,1 en otras partidas en el acto, como repito siempre: el equilibrio fiscal es innegociable. Y es tal nuestro compromiso con el equilibrio fiscal que enviaremos al Congreso Nacional un proyecto de ley que penalice la aprobación de presupuestos deficitarios estableciendo una sanción penal a los funcionarios y legisladores que no lo cumplan porque es hora que los políticos empiecen a pagar por los crímenes fiscales que cometen. Entonces si saben de nuestro férreo compromiso con el orden fiscal que tanto nos contó conseguir ¿por qué insisten incesantemente en querer quebrarlo? Porque en el fondo saben que tal como el déficit fiscal fue la fuente primaria de todos los males en Argentina, el equilibrio fiscal es también el punto de partida para que el país empiece a cambiar.

Acá me gustaría mencionar un trabajo que ha hecho un economista argentino que trabaja en la Reserva Federal de Minneapolis, se llama Juan Pablo Nicolini, y ha demostrado que Argentina alcanzando el equilibrio fiscal en la línea financiera como tenemos hoy y desde que asumimos el gobierno, eso permitiría que la Argentina pudiera crecer por solamente eso, 4% anual de manera sistemática y permanente. Y, además, ese ajuste no describe la naturaleza bajo el cual se llega. Porque no es lo mismo hacerlo aumentando impuestos que bajando el gasto público como hicimos nosotros.

Nosotros hicimos, en rigor, en el Tesoro, un ajuste de siete puntos del PBI y, además, bajamos dos puntos porcentuales del PBI, los impuestos. Y, además, esto está complementado con un conjunto de 8.000 reformas estructurales, por lo tanto, para Argentina en los próximos 20 años, 30 años, crecer al 4% va a ser estrictamente un piso, solo tenemos que superar esta tormenta política que va a ponerle el último clavo al ataúd del kirchnerismo.

Por lo tanto, con las medidas que ya hemos llevado adelante, Argentina va a crecer durante décadas de forma sostenida. Y si a eso le sumamos las medidas que aún nos quedan por impulsar, el crecimiento será parabólico, y saben que, si esto sucede, ellos, los kirchneristas, se quedan afuera para siempre. Y ya demostraron reiteradas veces no llevarse muy bien con el sector privado. Nuestro éxito implicaría su fracaso en varios niveles y no pueden permitir que eso suceda. Nuestra clase política está tan degradada que prefieren reinar sobre las ruinas antes que ser ciudadanos honestos de una Nación próspera.

Mientras tanto, Argentina ya comenzó su sendero de crecimiento a toda máquina. Como ya mencioné, tenemos un compromiso férreo con el superávit fiscal, en consecuencia, con nuestra política de emisión cero. Un claro ejemplo de nuestra determinación es que fuimos el primer gobierno de la historia en adoptar una política monetaria contractiva durante un año electoral: política fiscal y monetaria contractiva en un año electoral. Claramente eso no estaba en ningún manual de ni de economía, ni de política económica ni de política. Así que estamos escribiendo la historia también.

Y, la realidad es porque no somos políticos de estirpe. Para la política tradicional es muy fácil emitir dinero o repartirlo en campaña con fines proselitistas y pasarle la factura al gobierno, que venga después. A nosotros nunca nos encontrarán en esa vereda porque sabemos que el resultado de la emisión es la inflación, el impuesto más sanguinario de todos, el impuesto que más expande la pobreza y miseria y más ahuyenta la inversión. Por otro lado, tenemos una profunda vocación de reforma; podría decirse que somos el gobierno más reformista de la historia argentina, dado que ya ejecutamos más de 8,000 reformas estructurales, entre desregulaciones, cambio de regulaciones y baja de impuestos. Y lo hicimos con el único objetivo de solucionarle la vida al sector privado.

Además, tenemos el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones, conocido como RIGI, funcionando a pleno. Este régimen representa varias bondades para aquellos que buscan acceder a él. Para empezar, me encargué - personalmente - que incluyera el respeto a la ecuación económica financiera del negocio, es decir que el RIGI garantiza que las condiciones económicas, bajo las cuales una empresa realiza una inversión, como -por ejemplo- las tasas impositivas, regulaciones o tarifas -en el caso de empresas reguladas- no sean alteradas de manera arbitraria por el Estado y, si lo hicieran, tienen derecho a accionar contra el Estado. Lo importante de esta ecuación también es que permite cuantificar los efectos de las atrocidades que puede causar el Estado. Entonces, al incorporarla en el RIGI, logramos que cada vez que el Estado pretende hacer política fiscal y causarle daño al sector privado, el costo sea cuantificable si podemos equiparar los costos de corto plazo con los de largo plazo. Por lo tanto, estamos atando de pies y manos a los políticos futuros.

Por otro lado, el RIGI también ofrece libertad para cambiar el tribunal de arbitraje internacional en caso de una disputa. Es decir, si un tribunal no da respuesta, quienes accedieron al RIGI, pueden cambiarse de tribunal e irse de uno a otro. Y por si esto fuera poco, además pedí incluir un tribunal local especializado en el RIGI. Este tribunal local cuenta con expertos en microeconomía, macroeconomía, derecho, finanzas y regulación económica para agilizar resoluciones y proteger a los inversores. Porque si nosotros consideramos al empresario un benefactor social que genera riqueza sirviendo al prójimo, no podemos dejarlo a merced jurídica de futuros degenerados fiscales que quieran atentar contra su propiedad.

Por si todo esto fuera poco, también tenemos en funciones la libre competencia de monedas. Esto nos permitirá remonetizar nuestra economía, a pesar de nuestro compromiso de no emitir dinero. Para poner en contexto: Argentina es el tercer país del mundo con mayor cantidad de dólares en efectivo. Esto se dio pura y exclusivamente por la gestión de nuestros políticos, que se dedicaron durante años a tratar a todo el sector privado como tratan a narcotraficantes y delincuentes de cualquier calaña, y a tratar también al ahorro como un crimen de lesa humanidad. Así pusieron cepo tras cepo sobre la compra de dólares, y así pedían que los comercios informaran transacciones de tan solo quinientos dólares para investigarlas, así de ridículo como suena.

Como ya dije: nosotros consideramos a los empresarios como benefactores sociales, y por eso buscamos multiplicar por cien veces los montos mínimos a partir de los cuales la Unidad de Información Financiera investiga transacciones. Y demás está aclarar que eliminamos los nefastos controles de cambio, y por si todo esto fuera poco, para dar cuenta del crecimiento que vamos a vivir en los próximos años, tenemos sectores poco explorados con una capacidad de crecimiento enorme.

Dado que Argentina se estuvo comiendo el capital durante tanto tiempo tenemos una tasa alta de productividad marginal del capital. Esto genera un alto potencial en sectores como el gas, minería, el agro y la ganadería. Sin ir muy lejos, vía RIGI, ya tenemos aprobado las inversiones por más de 20 mil millones de dólares en energía y minería, y hay casi 40 mil millones más en proceso de presentación y aprobación.

Además, Argentina presenta un potencial incalculable en el sector de Inteligencia Artificial. Contamos con todas las ventajas comparativas para convertirnos en punta de lanza de lo que muchos, incluido yo, consideramos la nueva Revolución Industrial. Tenemos tierras desérticas extensas, con un clima frío; tenemos energía barata, y, además, estamos en proceso de desarrollar nuevamente la energía nuclear en nuestras tierras.

Nosotros tenemos un norte claro, y es convertir a la Argentina en el país con mayor libertad económica del mundo, porque sabemos que, a mayor libertad económica, mayor riqueza se genera para dejar actuar al sector privado. Por eso, vamos a seguir reduciendo costos de transacción, vamos a seguir eliminando regulaciones innecesarias y vamos a seguir reduciendo impuestos y achicando el peso del Estado.

Nuestra idea es continuar en este sendero hasta alcanzar un gasto público de no más del 25% del PBI. Esto hará crecer a la economía como nunca y nos hará converger hasta alcanzar el resto de los países en términos de PBI per cápita. Así, en quince años podremos estar a las mismas condiciones de países como Italia o España, y en un lapso de 30 a 40 años podemos convertirnos en una potencia, con niveles de ingreso en línea a los de Irlanda o los de Suiza.

Retomando lo que dije al comienzo: después de las elecciones vamos a ver una reducción del Riesgo País y de las tasas de interés a nivel local. Esto va a ser impulsado por la estabilidad fiscal y monetaria, una vez descartado todo el ruido político.

Todavía no vimos realmente lo que logra la estabilidad monetaria y la respectiva eliminación de la inflación. Con ello se recompone el sistema de precios, lo que mejora la asignación de recursos a lo largo y a lo ancho de nuestra economía. Esto nos permite recuperar el cálculo económico y facilita proyectar inversiones de largo plazo, en el caso de las empresas; mientras que, en el caso de los ciudadanos, facilita la proyección de las finanzas personales, algo completamente inédito en nuestro país al menos en los últimos 80 o 90 años.

Y, también vamos a ver una reconfiguración del Congreso muy favorable para nuestras propuestas, como producto de las elecciones legislativas de octubre. Aquí es importante considerar que este año se renuevan los diputados y senadores electos en las elecciones legislativas de 2021 y 2019 respectivamente, y en aquellas elecciones, nuestro partido, La Libertad Avanza, aún no existía a nivel nacional. Eso quiere decir que las elecciones legislativas de octubre no renovamos ningún asiento propio, sino que todos los asientos que se disputan son asientos que nuestro partido tiene para conquistar, salvo dos. Es decir, que todas las bancas que consigamos serán 100% ganancia. Dicho de otra forma, en el peor de los casos, nuestro partido va a duplicar la cantidad de diputados y senadores que tiene. Así, vamos a estar duplicando nuestro poder legislativo de acá a diciembre.

También estaremos robusteciendo las condiciones, en las cuales podamos implementar nuestro programa económico. Si pudimos lograr todo lo mencionado con tan solo 37 diputados y seis senadores - y todo el viento en contra-, imagínense lo que podemos lograr con el doble de bancas y el viento a favor. Por eso, la oposición política, y principalmente el kirchnerismo que encara su peor expresión, está aterrado. No pueden permitir que esta nueva configuración política suceda, porque saben que, si se concreta, el país terminará de salir adelante, impulsado por todas nuestras reformas. Y una vez que suceda eso, el país los habrá dejado atrás a ellos para siempre, poniéndoles el fin como experiencia política. Por eso, están haciendo lo imposible para boicotear a nuestro gobierno ahora, y generar un clima de inestabilidad económica, en los meses previos a la elección nacional. Por eso, también, es muy importante tener en cuenta que, tal como expliqué, el clima de ruido cambiario y monetario que estamos viendo estas semanas- no responde a fisuras en nuestro programa económico, sino que son turbulencias - deliberadamente - inducidas por la oposición política. Una oposición cuyo comportamiento, en el Congreso, no tiene que ver con impulsar iniciativas legislativas reales, sino meramente con el boicot político constante.

Ellos no están respondiendo a los intereses de la sociedad, están respondiendo a sus propios intereses y están haciendo todos los esfuerzos posibles para tumbar nuestro plan económico. No les importa quebrar al país y sumir a la gente en la espiral de la inflación, la miseria y el caos una vez más. Lo único que les importa es que este Gobierno fracase. Ese es el tipo de calaña con la que convivimos y contra la que luchamos, es el tipo de calaña que vamos a terminar de desterrar en nuestro país muy próximamente.

Y déjenme decirles algo como reflexión final: todo esto no es más que el chapoteo de los manotazos dados por quienes se están ahogando, manotazos que generan ondas y que por el ruido electoral y la animosidad de los medios se convierten en olas, pero no es más que el ruido de quien no le queda otra acción que gritar desesperado porque ya perdió todo su poder.
A partir del 27 de octubre vamos a ver una nueva Argentina. Una Argentina con un Poder Legislativo capaz de proteger los éxitos conquistados y capaz de perseguir las reformas que aún nos quedan por conquistar. La sociedad argentina ya aprendió del pasado y comprendió que, si el cambio se intenta a medias, de forma parcial, no se produce en absoluto y nos volvemos a desilusionar. La sociedad argentina ya aprendió que la única forma de completar el cambio y transformar el país para siempre es profundizando este sendero reformista. Vamos a continuar a full con las reformas. No nos van a detener de ninguna manera.

Y, por eso, la Argentina del 27 de octubre del 2025, será una Argentina el doble de reformista que la Argentina que conocemos hoy. Sean bienvenidos todos aquellos que quieran hacer a la Argentina grande nuevamente.

Muchísimas gracias a todos ustedes por recibirme, por ser parte de esta reunión. Que Dios los bendiga. Que las fuerzas del cielo los acompañen. Y voy a cerrar como cierro siempre: ¡Viva la libertad, carajo!