Palabras del Presidente Javier Milei en el Liberty International World Conference en Buenos Aires

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Palabras del Presidente Javier Milei en el Liberty International World Conference en Buenos Aires

Muchísimas gracias. Seguro que después de la forma en la que salude a Federico, seguro que algún perisobre va a decir que le acabo de pedir la renuncia. Nada, son los chistes con nuestro periodismo tan sucio.

Bueno, buenas noches a todos. Ante todo quiero expresar mis condolencias a la familia de Miguel Uribe Turbay, Senador y precandidato presidente de Colombia, asesinado por defender las ideas de la libertad en su país natal. Episodios como ese nos recuerdan la verdadera naturaleza en nuestra batalla y todo lo que está en juego.

Es un honor presentarme ante todos ustedes. Me llena de orgullo recibir el premio Freedom Torch, particularmente porque he hecho de la defensa de la libertad la causa de mi vida. Quiero agradecer a Liberty International por este premio. Y por supuesto también a todos ustedes por su presencia. Y también a mi queridísimo amigo José Luis Cordeiro, que tenemos una hermosa historia en común, cuando lo conocí allá en una reunión del WEF en Lima, y a partir de ahí nos hicimos grandes amigos. Ni que hablar de lo impresionante de que cuando hizo su presentación en Libertad y Progreso, que básicamente arranca con un video del especial Vida Eterna, y el corto que anuncia el especial básicamente termina con una frase de José Luis Cordeiro que dice: nosotros vamos a ver la muerte de la muerte. Así es que para mí es muy inspirador también que esté un amigo como José Luis.

He dicho en varias ocasiones que los argentinos somos como profetas de un futuro distópico. Nuestro país ha sido el laboratorio del colectivismo durante un siglo, y puede tomarse como caso de estudio de las consecuencias de la aplicación sostenida del intervencionismo económico y social. Y la verdad es que es lindo hacer esta reflexión en este momento, teniendo a uno de los gigantes que tengo como ministro, el honor que tengo de tener como ministro al doctor Federico Sturzenegger, que para mí es un verdadero honor, un placer tenerlo dentro del equipo; y que junto al equipo enorme que tenemos, estamos haciendo la transformación más grande de la historia argentina, ya que si lo tomamos por articulado… Ah, está Diego, querido. Querido ¿Cómo estás? Está el queridísimo Diego Recalde. Y si tomamos todas las reformas, mirándolo por articulado, son 8.000 reformas estructurales. Por lo tanto, somos el gobierno más reformista de la historia argentina y eso es gracias al coloso Federico Sturzenegger.

Tras haber alcanzado una época dorada a principios del siglo XX, la República Argentina fue víctima de una nueva clase política, que hizo de la justicia social su bandera. Durante un siglo sometieron a la población a un proceso gradual de empobrecimiento, marcado por episodios dramáticos de crisis, estallidos sociales e hiperinflaciones. Sobre el tema de la justicia social, quiero hacer una especial mención a un enorme trabajo, a una película excepcional que es la película reciente de Guillermo Francella, Homo Argentum, una verdadera obra de arte, dado que está aquí Diego Recalde. De hecho, no solo la vi con un conjunto de diputados que defienden con uñas y dientes las ideas de la libertad en el Congreso, sino que también la vi con mis ministros. Y de las 16 viñetas, hay 11 que verdaderamente llaman a una profunda reflexión. Y la más interesante, en términos de la lógica de justicia social, o una de las más interesantes, es la última, que se llama Troppo Dolce, y que básicamente plantea de modo brutal el problema de la justicia social. La familia Italiana a la cual Fabio Muscarella va a ver, para conocerla, son pobres. Y él tenía una constructora. Entonces, primero le roban la billetera con el argumento de pagar una silla de ruedas; y después le dicen de una manera, haciendo referencia a principios y valores, que lo iban a esquilmar. Es interesante, porque cuando ustedes miran la distribución del ingreso, si la toman por deciles, podrían decir que hay un decil muy rico y los nueve restantes están muy rezagados. O sea, deja en claro el problema de la distribución del ingreso, el problema de la desigualdad, en la visión de ellos. Porque justamente, el argentino le dice: pero yo me esfuerzo muchísimo por conseguir el dinero y ganar el dinero que gano, lo hago honestamente. Y ellos le dicen: bueno pero vos sos rico y nosotros somos pobres; y nos tenés que dar la plata. Y lo hacen de una manera, muchos contra uno; lo que llamaría Hayek la tiranía de las mayorías, una suerte de tiranía de la mayoría. Es como el chiste ese: se juntan cuatro lobos y una gallina a votar qué se cena hoy a la noche. Marche la gallina. O sea, la democracia ilimitada es la reflexión estricta de Hayek. Y ustedes ven ahí la violencia que ejercen sobre el dueño de una constructora para robarle todo el dinero. Y bueno, termina huyendo.

Y eso pone muy violento a los kukas, porque muchas de estas viñetas lo que muestran es a los argentinos de bien, por un lado, los que se ganan el pan con el fruto de su trabajo; y a los delincuentes que en algunos casos usan al Estado para ejecutar esa acción violenta. Pero está claro que la justicia social es un robo. Es un trato desigual frente a la ley. La justicia social es injusta, es criminal. Y obviamente que en términos dinámicos es perverso, porque si se van los productivos y se quedan solamente los parásitos, ese lugar, una vez que esquilmó a esa persona… y qué interesante, el Troppo Dolce: se van a comer los alfajores, y una vez que lo liquidaron vuelven a la misma situación miserable.

Y obviamente esto, en términos de batalla cultural es aberrante y horrible para los kukas, y por eso están tan violentos, diciendo las aberraciones que dicen, porque la película los expone a lo que son. Y cuando ven que los argentinos de bien son Fabio Muscarella; y cuando ven que ellos son el resto de los familiares mafiosos, chorros, delincuentes, que además se hunden en la decadencia, no les gusta. Y en lugar de agarrar y atacar las causas, se enojan con los efectos. Y por eso están haciendo todas las aberraciones y diciendo todas las aberraciones, pero qué es lo interesante de esto: empieza a fluir la batalla cultural; y les estamos ganando. Y los estamos exponiendo. Y van a sentir vergüenza de ser la basura que son.

A su vez, también hablé de la herencia inflacionaria. Y así fue que en diciembre de 2023 recibimos un país al borde de la peor crisis de la historia. La verdad es que se combinaba el desequilibrio monetario previo al Rodrigazo… era el doble, la verdad. Teníamos una situación en el Banco Central peor que la que había a inicios del 1989, en la previa de la hiperinflación de Alfonsín. Y teníamos también indicadores sociales peores que los del 2001. O sea, esa fue la herencia que tuvimos. Y en materia de inflación, la tasa de inflación interanual estaba en el orden del 250%, y además se venía acelerando. Es más, llegamos al punto de que la inflación de alta frecuencia marcaba un 1,5% diario, lo cual, si además tomamos la mayorista, la de diciembre, el 54%, y lo anualizamos, marcaba un 17.000 por ciento. Está claro que anualizar ya sea un dato diario o un dato mensual parece exagerado. La realidad es que nosotros la cuenta no la hicimos desde esta anualización del dato de diciembre mayorista, sino que le hicimos teniendo en cuenta el doble de money overhand que teníamos en el Rodrigazo, que implicó multiplicar por 6 la inflación, con lo cual la hubiéramos multiplicado por 12. Teníamos una situación peor que la previa de Alfonsín, que básicamente de la hiper de Alfonsín, la inflación fue del 5.000% en mayoristas. Además teníamos el equivalente a nueve bases monetarias venciendo en pesos en el lapso de tres meses. Por lo tanto, todo hubiera terminado en una explosión colosal de incremento en la cantidad de dinero que seguramente, con 17.000, 18.000 por ciento nos hubiera hecho precio. De hecho, el propio Ariel Coremberg estimó también este contra fáctico y le daba 18.000 por ciento. Así es que eso fue lo que nos dejaron.

Hoy, en cambio, tras menos de dos años de gobierno, la realidad es otra. La inflación interanual ha bajado a una tasa del 25%, es decir que su tasa mensual ya se ubica en torno al 1,5%. Lo mismo que antes aumentaba tan solo en un día… Hoy tenemos en un mes lo que antes aumentaba en un día. Y ahora va camino a ser exterminada totalmente para mediados del año próximo. Gracias a esto hemos sacado a 12 millones de personas de la pobreza, mientras que la indigencia pasó del 20,2% al 7,3%.

Para ponerlo en números. Y esos que hablan de ‘la gente no llega a fin de mes’. Bueno, si a la gente no le alcanzaba para comer, hoy hay 6 millones más de argentinos que sí les alcanza para comer, les duela o no les duela a los kukarachos que viven cuestionando todo.

Y todo esto pese a los constantes malos presagios de los agoreros de siempre, a quienes me comprometí hace poco a dejar de insultar. Ellos se cansaron de decir que estábamos bajando la inflación a costa de inducir una recesión, cuando en realidad nuestro PBI llevaba tres trimestres consecutivos al alza con un crecimiento interanual del 5,8%. Esto también es muy interesante, porque primero dijeron que no íbamos a poder bajar la inflación, que iba a quedar estacionada en el 30%. Es más, me acuerdo que había un piccolo imbécil, piccolo imbecile, que decía que si hacíamos todo bien íbamos a tener 400% de inflación anual. Y además todo el tiempo decía que hacíamos todo mal. Así que parece que le pidió por un poquito el piccolo imbecile. No porque sea poco imbécil, sino porque chiquitito. Intelectualmente seguro.

Pero al margen de eso, después dijeron, cuando empezaban a ver que la inflación bajaba, decían que íbamos a hundir a la economía en una recesión; que íbamos a generar una gran depresión. Después dijeron que íbamos a hacer una “L”, es decir, que íbamos a caer y que no íbamos a recuperar más. Y nosotros seguíamos diciendo que íbamos a salir en “V”. Bueno, la verdad es que no fue en “V”, fue un tilde. Si uno toma el PBI medido por el EMAE, que en frecuencia mensual desestacionalizada el dato del mes de diciembre del 24 terminó 6% arriba del diciembre del 23. Es decir, no solo habíamos logrado bajar muy fuertemente la inflación, sino que además hicimos crecer el PBI a pesar de haber hecho el ajuste fiscal más grande de la historia, cinco en el Tesoro y diez en el PBI. Por lo tanto me parece que muchos van a tener que empezar a reescribir los libros de texto. Y eso no solo fue esa punta.

El primer trimestre se ha expandido casi al 6% la economía, en el segundo lo está haciendo casi al 8%. Y todo esto con una baja enorme en la cantidad de pobres e indigentes, continuas mejoras en los salarios reales, la jubilación mínima se multiplicó por cuatro veces, de 80 dólares a 320 dólares, el salario promedio de la economía pasó de 300 dólares a 1200 dólares. Y todavía tienen la cara de criticar lo que en el mundo se llama el milagro económico argentino.

Pero esto es tan solo un primer paso para cambiar de forma definitiva la realidad de los argentinos. Sabemos que todavía no hemos llegado a puerto. Porque las condiciones eran tan desastrosas, el trabajo necesario para salir del pozo en el que estábamos lleva tiempo. Los primeros pasos en el sendero de la mejora son los más difíciles, porque aún cargamos con el peso de décadas de decisiones equivocadas. Por eso quiero agradecer de corazón el esfuerzo, el coraje y la paciencia con el que nos acompañan millones de argentinos a lo largo de este proceso. Aún cuando para muchos los frutos de este camino todavía no se vean.

Sabemos lo que Argentina necesita: un intenso proceso de desregulación y libertad económica, que le quite a la sociedad la bota del Estado del cuello. Mediante nuestro Plan Motosierra empezamos a desmantelar un Estado gigante y entorpecedor, que evitaba que el sector privado pudiera desplegar toda su capacidad productiva. Hemos llevado a cabo nuestra agenda con la convicción inquebrantable de que hemos estamos haciendo lo que ha funcionado en todo el mundo a lo largo de la historia, sin dejarnos llevar por las objeciones hipócritas de quienes nos trajeron hasta acá. Estamos devolviendo a la República Argentina su gloria perdida. Como ya he dicho en otra ocasión, mi objetivo no es parecer bueno sino hacer el bien.

Al día de hoy, si bien lo peor ya ha pasado, el peligro está lejos de ser historia. Los que quieren que la Argentina no cambie no se van a ir sin pelear. Como una casta acostumbrada a vivir del esfuerzo ajeno, se resisten con la desesperación propia de quien minuto a minuto ve desvanecerse sus privilegios. Por eso están haciendo todo lo que está a su alcance para volver el tiempo atrás, aunque eso signifique la destrucción total de sus compatriotas.

En alguno de los recientes discursos he mencionado una frase de Sun Tzu, donde básicamente lo que dice es qué es lo que caracteriza a un mal gobernante. Y a un mal gobernante lo caracteriza una situación o la actitud de que con tal de retener el poder está dispuesto a incendiar su país y gobernar sobre las cenizas. Eso es el kirchnerismo y contra esa monstruosidad es la que luchamos; y luchamos día a día muy fuertemente, ya que intentan promulgar leyes de quiebra que atentan contra el superávit fiscal, incitan protestas violentas, operan con campañas de desinformación, extorsión emocional y otras maniobras de sabotajes propia de la izquierda criminal. No les quepa duda de que están haciendo todo lo posible para sacarnos de nuestro eje. Déjenme asegurarles: no les va a funcionar. Nuestros valores no son negociables y no cederemos un milímetro en nuestra responsabilidad con el pueblo de hacer a la Argentina grande nuevamente. No vamos a ceder ni un milímetro a este conjunto de psicópatas.

La República Argentina es, por lo tanto, un campo de batalla donde está en juego el futuro de millones de personas, y donde se enfrentan dos modelos de país totalmente antagónicos. El primero, es que sufrimos toda nuestra vida, el modelo del Estado presente, encabezado por el kirchnerismo, su peor exponente y principal responsable de la profundización de nuestra decadencia durante las últimas dos décadas. Un modelo de empobrecimiento y embrutecimiento sistemático que prácticamente deshizo el proceso civiliza torio que le siguió a la sanción de nuestra constitución liberal. Un modelo que, de continuar nos habría devuelto a un estado de absoluta barbarie.

Un modelo enemigo de la producción, que a lo largo y ancho del país asfixia el sector privado con impuestos absurdos. Por ejemplo, cuando la gente huye hacia la seguridad privada, el kirchnerismo pone un impuesto a la instalación de puestos de seguridad privada. En otras palabras, hacen que el Estado penalice al ciudadano por buscar por fuera el sector público la seguridad que éste no le brinda. Y eso sumado otros impuestos realmente hilarantes como tasas para el patentamiento de animales, tasas para paseadores de ponys, el perro peligroso, e incluso a los muñecos inflables publicitarios. ¿Qué país puede salir adelante con estas bestias?

Quien encarna este modelo mejor que nadie, como ya he dicho, es el kirchnerismo que hoy gobierna la provincia de Buenos Aires, una tierra de un enorme potencial que debería ser un paraíso, pero que han transformado en un infierno. Habiendo perdido las últimas elecciones y con su reputación en caída libre por haber dejado al país al borde del cataclismo, hoy se muestra en su versión más cínica y descarnada. Su única motivación es la de seguir viviendo del pagador de impuestos. El otro modelo es el que proponemos nosotros, el de las ideas de la libertad, el que nos transformó en potencia mundial y nos hizo uno de los países con un PBI per cápita comparable a cualquier país del primer mundo.

Por eso sistemáticamente desde que ingresé en la política, y en honor a mi querido mentor, profesor, nuestro máximo prócer de las ideas la libertad, he repetido hasta el cansancio una de sus definiciones acerca del liberalismo, y es que nuestro modelo en el fondo es: el liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto del prójimo, basado en el principio de no agresión, en defensa del derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad. Gracias, profesor Alberto Benegas Lynch hijo.

Ese modelo es el que nos eligió como faro cultural en el continente y el que fue la tierra prometida de millones de inmigrantes que, huyendo del hambre y la guerra, encontraron en la República Argentina la oportunidad de un nuevo comienzo. Esto es lo que está en juego en las próximas elecciones. Los bonaerenses tienen la ardua tarea de decidir entre seguir en la senda del progresivo deterioro o decirle que no a la mentira que el kirchnerismo viene vendiendo hace décadas.

Este 7 de septiembre invitamos a los bonaerenses a entonar con nosotros un grito de liberación. Venimos a decir: kirchnerismo nunca más. Pero esta es tan solo la primera de las batallas que restan en este año. Para las elecciones nacionales debe quedar claro que en la dicotomía entre salir adelante como país y volver al pasado no hay terceras vías. No existe un justo medio entre ambos modelos, porque aprendimos del pasado que cuando optamos por un cambio a medias, el proyecto desbarranca y volvemos a empezar aún peor que antes, con un pueblo aún más desesperanzado y resignado al destino de miseria que ofrece el kirchnerismo.

En resumen, todo lo que no implique un compromiso de hierro con la causa de la libertad está irremediablemente condenado al fracaso. Porque la libertad, la civilización y la prosperidad son una triada, y atentar contra cualquiera de las tres, afecta irremediablemente a las otras dos.

Por eso agradezco profundamente este premio, al cual considero análogo a lo que está haciendo nuestra gestión, que no es más que recoger la antorcha liberadora de nuestros próceres, que nos legaron; la cual hemos dejado en el olvido durante ya mucho tiempo como Nación, y nosotros vinimos a revertir estos cien años de decadencia, porque vinimos a hacer grande a la Argentina nuevamente.

Muchas gracias a todos, que Dios bendiga a los argentinos, que las fuerzas del cielo los acompañen, y ¡Viva la libertad carajo! ¡Viva la libertad carajo! ¡Viva la libertad carajo! Muchas gracias.